Kazetariak

Andrés Casaus, Manuel

Periodista navarro nacido en Elizondo, residente en San Sebastián desde 1914. Fallece en esta ciudad el 10 de septiembre de 1914.

Trabajó en la Redacción de El Pueblo Vasco hasta que fundó, en 1920, el vespertino La Prensa, del que fue director. Fue un hombre de acción, decidido republicano durante la Dictadura de Primo de Rivera y amigo de Manuel Azaña. Se halló, en consecuencia, a la cabeza, de todas las conspiraciones antidictatoriales y estuvo, junto con el Dr. Pepe Bago, en la sublevación republicana de diciembre de 1930 en Donostia, como miembro de Izquierda Radical Antimperialista, asaltando el 15 el Gobierno Civil de la ciudad. Se le designó durante la II República (1931-1936) gobernador civil de varias provincias y Director general de Seguridad. Cuando fue gobernador de Navarra (1932) derrochó diligencia y celo republicano para cortar de raíz las intentonas carlistas antirrepublicanas.

Jaime del Burgo Torres (Conspiración y guerra civil, Alfaguara, Madrid-Barcelona, 1970), encarcelado durante su mandato, nos ofrece una interesante visión sobre su personalidad aún nada estudiada:

"Era gobernador civil de Navarra don Manuel Andrés Casaus, que como se dijo anteriormente había intervenido en el asalto al Gobierno de San Sebastián durante la intentona revolucionaria de diciembre de 1930. Por aquel entonces, don Manuel Andrés era propietario del diario donostiarra "La Prensa", y en sus páginas publicó el 31 de mayo de 1932 una extensa información, extraída del sumario, con estos espectaculares titulares: Cómo estaban organizadas las fuerzas de combate navarras. Tenían treinta grupos armados, denominados "decurias". Ejercicios de tiro. Fusiles para otro momento. Dinero en abundancia. Se había hablado del asesinato de una autoridad navarra. Ramificaciones en Valencia y Barcelona. Cuando mi padre y yo salimos de la cárcel, el 11 de noviembre de 1932 -día en que cumplía mis veinte años- fuimos llamados a presencia del gobernador señor Andrés, que nos recibió con toda amabilidad y cortesía. Levantóse de la mesa de trabajo y salió a nuestro encuentro con la mano tendida, que estrechó mi padre que entró primero. Yo me quedé un poco rezagado. -Me honro en estrechar la mano de hombres luchadores como ustedes -dijo el señor Andrés-, porque yo también soy un luchador. Sólo que estoy en campo y situación distintos a los de ustedes. Por aquí vienen muchos con delaciones y chivatazos. Me aprovecho de sus informaciones, como es natural, pero jamás les doy la mano. A ustedes, sí. Luego afirmó que tenía que velar porque no se alterara el orden en Pamplona y que sabía a ciencia cierta que me querían asesinar, lo cual no estaba dispuesto a consentir. Pero que tenía que poner algo de mi parte, marchándome una temporada fuera de la ciudad. Le dije que si tanto interés tenía por mí, que me concediera licencia para el uso de arma corta y que ya sabría defenderme. -Eso, no -exclamó-. No quiero más incidentes. Terminamos a buenas, y nos confesó que estaba harto de la camarilla izquierdista de Pamplona, que eran unos burros y que trataban en todo momento de imponerse a la autoridad".

Andrés fue asesinado el 10 de septiembre de 1934, cuando, ex Director General de Seguridad, iba acompañado de Rafael Guerra, funcionario de los jurados mixtos. Intentó defenderse mediante su propia pistola pero falleció al cabo en la Casa de Socorro. Su muerte causó una tremenda conmoción en el mundo político español y vasco. Se la consideró respuesta fulminante al asesinato, también en Donostia el día anterior, del filofalangista Manuel Carrión. En sus Memorias, el general Mola lo consideraba un personaje muy peligroso.