Politikariak eta Kargu publikoak

González Arnao, Vicente

Político, abogado e intelectual. Nacido en Madrid, el 27 de octubre de 1766, fallecido en Madrid, el 4 de marzo de 1845.

Nació en Madrid el 27 de octubre de 1766 en el seno del matrimonio del comerciante Antonio González Vázquez, natural de Santa Marina de Ribeira de Bendaña, y de María Arnao de Mendoza, nacida en Molina de Aragón.

Contrajo matrimonio con María del Carmen Elejalde Zubiaga el 31 de diciembre de 1802, de cuya unión nacieron varios hijos: María del Carmen (Madrid 28.01.1805); Manuel Silvestre (31.12.1807); María del Pilar (Madrid 9.10.1808), que contrajo matrimonio (Madrid, 1.03.1827) con Gerónimo del Campo y Roselló; Vicente Mariano (Madrid 9.09.1810 / París 2.04.1873); Antonia Ramona (Madrid 28.02.1813); y Jacobo (París 30.12.1815). María del Carmen había nacido en Madrid (28.10.1780), de padres emigrados desde la provincia de Bizkaia, en concreto de la ciudad de Orduña: Bartolomé Lejalde [sic] Larrieta (Orduña, Lendoño de Abajo 19.08.1734) y María Eugenia Lorenza Zubiaga Garbiras (Orduña, 6.09.1752).

Su hijo Vicente Mariano, estudió en el Colegio de San Clemente de Bolonia (1834), entró en la carrera diplomática y fue secretario de Embajada en Estocolmo (28.11.1837 / 10.09.1841); París (17.12.1843); Roma (4.08.1847 / 25.06.1851), en donde vivió todos los sucesos relacionadas con las sublevaciones de 1848-1849 y la huida del Papa; y posteriormente fue nombrado encargado de negocios y cónsul general en Montevideo, aunque finalmente fue enviado nuevamente a Roma como secretario de la Legación (1.04.1857 / 7.09.1859).

Su formación inicial la realizó en las Escuelas Pías y a continuación en los Estudios de San Isidro. Posteriormente cursó los estudios de Derecho en la Universidad de Alcalá, en la que obtuvo los títulos de bachiller en Cánones (21.06.1785), y en Derecho Civil (11.06.1786); licenciado en ambos derechos (24.06.1789) y doctor (28.06.1789) también en ambos derechos. Este último año obtuvo el título de abogado de los Reales Consejos (8.08.1789).

Pero sus intereses intelectuales no quedaban circunscritos al ámbito de las Humanidades, ya que estudió también materias científicas (Física experimental, Botánica, Química y Mineralogía).

No olvidó su formación en idiomas cursando dos años de griego y uno de árabe en los Estudios de San Isidro, así como francés, italiano, portugués e inglés, lo que le facilitó su trabajo en la Secretaría de Interpretación de Lenguas, de la Secretaría de Estado.

El 6 de marzo de 1792 tomó posesión de la Cátedra de Física Experimental en dicha Universidad. Dicho trabajo lo simultaneó con otros varios: abogado del Colegio de Madrid (1792); oficial único de la Cancillería de la Orden del Toisón de Oro (17.09.1797).

Durante los años 1803 y 1804 formó parte de la Junta de Gobierno del Banco de San Carlos. En 1804 renunció a su cátedra para dedicarse a cuestiones relacionadas con el ejercicio de la abogacía. En 1802 la Diputación vizcaína contrató sus servicios para asesorar a su comisionado en Madrid, Simón Bernardo de Zamacola, y posteriormente en todo lo relacionado con la cuestión del "puerto de la paz", para lo cual incluso asistió a las Juntas celebradas en Gernika en julio de 1804. Tales servicios le valieron el título de abogado y director perpetuo de los negocios de este Señorío en Madrid".

En el período final del Reinado de Carlos IV fue acumulando diversas responsabilidades: abogado de Cámara del infante Pedro Carlos, fiscal del Real Sitio del Buen Retiro y del Real Bosque de la Casa de Campo (23.10.1805), asesor del Tribunal de la Asamblea Cámara prioral y Capítulos Provinciales del Gran Priorato de la Orden de San Juan (17.09.1807). El 29 de diciembre de 1804 fue elegido síndico personero del Ayuntamiento de Madrid.

La fama adquirida en el ejercicio de estos encargos, y su cercanía Godoy le facilitaron el nombramiento de apoderado general de los bienes en España de la Reina de Etruria, la infanta Maria Luisa (2.10.1805). Su misión consistía en organizar dicha administración que se encontraba en una situación caótica, además acabar con las tensiones entre el personal que trabaja en ella.

En 1808 se produjo una acontamiento que marcó definitivamente su biografía. Arnao pertenecía a la intelectualidad que consideraba necesario un cambio de rumbo en la situación española, lo que no parecía poder esperarse de Fernando VII.

Tras la abdicación de los Borbones, Arnao fue designado por el Colegio de Abogados de la Madrid para que lo representase en la Asamblea que se celebró en Bayona a fin de elaborar un texto constitucional, reunión en la que tuvo un importante papel. Arnao regresó a Madrid y se mantuvo en la capital incluso durante las semanas en que José I se vio obligado a abandonarla. Restablecida la legalidad con Fernando VII como monarca, aunque éste se encontraba prisionero en Francia, fue objeto de persecuciones por su colaboracionismo como queda patente en su expulsión de la Real Academia de la Historia, y se defendió señalando que se le acusaba de "de haber articulado allí un despreciable y forzado juramento".

Con fecha 8 de marzo de 1809 José I nombró a los miembros del Consejo de Estado, y en la misma disposición González Arnao era designado para el puesto de secretario general del mismo. Un año más tarde (20.05.1810) pasó a consejero, reteniendo además el puesto de secretario. Además de otras misiones participó en las comisiones encargadas de examinar las obras de teatro que debía representarse en Madrid, la destinada a adoptar medidas contra el hambre que golpeó la capital en 1811, y la de preparar una convocatoria de Cortes. En las postrimerías del reinado (5.05.1813) fue nombrado prefecto en comisión en Madrid.

Durante estos años ingresó en la Masonería, Logia Estrella de Napoleón, figurando con el cargo de primer secretario y con el grado 18.

A mediados de 1813 se encontraba ya en Burdeos (Francia), y dada su jerarquía en el Gobierno josefino fue nombrado miembro de la Comisión que debía analizar los expedientes de los españoles que se internaban en Francia. Por mediación del Duque de Santa Fe, logró instalarse en París, a principios de 1814, lo que le permitió mejorar su situación personal con su trabajo de jurista. Sus inicios en el exilio fueron bastante duros. Los liberales tampoco perdonaron a los afrancesados su colaboracionismo y no les dieron facilidades para su regreso durante el Trienio.

Tras la reposición de Fernando VII como rey absoluto, continuó en París, pero empezó a ser objeto de la vigilancia de la Policía. A través de estos informes conocemos su vinculación con la élite intelectual parisina y su fama como uno de los abogados más importantes, que además se relacionaba con todos los españoles que llegaban (Pedro Pascual Uhagón, Manuel José Zabala, etc.) o se encontraban en aquella capital (Joaquín María Ferrer, Francisco de Goya, Leandro Fernández Moratín, etc.).

Desde 1821, pero sobre todo desde 1828 desempeñó un importante papel como asesor jurídico de la Embajada española en París.

Durante su exilio dedicó parte de su actividad a los trabajos relacionados con la literatura y la lengua española. Tradujo los 4 volúmenes de la obra de Humboldt sobre la Nueva España, realizó la edición de las obras de su amigo Leandro Fernández Moratín, quien le nombró para ser uno de sus testamentarios, y preparó una edición abreviada del diccionario de la Lengua española que había editado la Real Academia española.

A finales de 1831 regresó a España, consumando así la aspiración de volver a su tierra por la que sentía una gran nostalgia. En Madrid empezó a trabajar como jurista, pero le costaba ejercer nuevamente la abogacía. Uno de sus principales clientes fue el propio Gobierno que siguió contando con sus servicios en trabajos que exigían una alta cualificación.

Pero junto a los grandes problemas de estado, Arnao es el consultor de otros asuntos mucho más delicados. En 1831 el Gobierno le encarga un informe sobre el convenio realizado entre la Reina Viuda de Nápoles, madre de María Cristina la esposa de Fernando VII y hermana de éste último, y su hijo el nuevo Monarca napolitano.

En 1833 a propuesta del ministro de Fomento, conde de Ofalia, se amplía la composición de la Junta Suprema de Sanidad, integrando en ella a Francisco Javier de Burgos y a Vicente González Arnao.

Se trataba de un valor político en alza, hasta el punto que se mencionó su nombre entre los posibles candidatos de una cartera ministerial en el gobierno que presidió Francisco Martínez de la Rosa.

La renovación administrativa de España iniciada tras la muerte de Fernando VII, tuvo uno de sus episodios más importantes con la desaparición del llamado régimen polisinodial, que fue sustituido por un único consejo, el Consejo Real de España e Indias, y varios tribunales. Arnao fue nombrado (20.04.1834) ministro de la Sección de Fomento de dicho Consejo.

Tras la revolución de 1836 fue suprimido el Consejo y pasó a la situación de cesante. Un año más tarde el Gobierno presidido por Eusebio Bardají solicitó (16.11.1837) su ayuda para poner en marcha una operación secreta de desestabilización del Carlismo, basada sobre el principio de una transacción, en la que el componente foral tenía cierta relevancia, y con un presupuesto de dos millones de reales destinados a conquistar voluntades.

El 21 de noviembre de 1837, tras aceptar por escrito el encargo, abandonó Madrid camino de Francia. Su llegada a Bayona tuvo lugar el 5 de diciembre. Su misión fue conocida a los pocos días, especialmente tras iniciar una serie de entrevistas con diversas personalidades refugiadas en el sur de Francia, así como con autoridades francesas. De estas conversaciones sacó la conclusión inicial de que el factor foral había sido postergado en el bando carlista "confundiéndose en la más genérica e indeterminada del Altar y el Trono, bajo cuya dominación, dicen los mandones a los pueblos haberse al fin sostenido sus exenciones y libertades en los siglos anteriores"; y se mostraba partidario de una reforma de los fueros para adaptarlos al sistema constitucional.

En marzo de 1838, empieza a perfilarse la conexión con José Antonio Muñagorri, que acabó cristalizando en la sublevación llamada de Paz y Fueros, que tuvo lugar en Berástegui (18.04.1838). A pesar del fracaso inicial, Arnao estaba convencido de la necesidad de seguir con el plan previsto. Sin embargo el incremento del peso del factor foral en la operación provocó una dura oposición de los progresistas, así como la marginación del Ejército hizo que los militares pusiesen numerosos inconvenientes a la nueva vertiente de la operación, que parecía pasar por una vertiente militar.

Las críticas a Arnao, movieron al Gobierno a nombrar una Junta (28.07.1838), compuesta por notabilidades que representasen a los territorios forales, que le auxiliasen en su misión: Pedro Pascual de Uhagón (Bizkaia), José María Vidarte (Navarra), Íñigo Ortés de Velasco, marqués de la Alameda (Álava) y Manuel José de Zavala, conde de Villafuertes (Gipuzkoa).

A finales de año Muñagorri realizó un nuevo intento, que cosechó un nuevo fracaso, por lo que el Gobierno ordenó (22.12.1838) que la gestión de la empresa Paz y Fueros pasase a manos de Agustín Fernández de Gamboa, cónsul en Bayona. Arnao solicitó permiso para continuar en Francia, primero en Bayona y posteriormente en París.

Tras el final de guerra, Arnao se vio sometido a fuertes críticas por su actuación, tanto en el plano político como en el de la gestión de los fondos.

Tras su regreso parece que se reincorporó a su puesto universitario en la Facultad de Derecho, a mediados de noviembre de 1839. Poco después, con los moderados en poder, fue nombrado vocal de la Junta de Apelaciones de Créditos contra Francia (6.01.1840) y rector de la Universidad de Madrid (5 de enero a 29 de septiembre de 1840).

Arnao fue miembro de varias instituciones científicas de prestigio algunas de ellas extranjeras. Sorprende que a pesar de su larga estancia en Francia y de sus relaciones con científicos de dicho país no perteneciese a ninguna sociedad de dicho país.

En Italia fue elegido académico correspondiente de la especialidad de Ciencias Morales, Históricas y Filológicas de la Accademia delle Scienze de Turín, y de la Academia Imperial y Real Aretina de Ciencias, Letras y Artes.

En España fue nombrado académico profesor de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y perteneció a la Real Academia de la Historia (10.09.1794), a la Real Academia Española (5.01.1802), y a la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País (9.02.1811). Tras su paso por Bayona fue expulsado de la ambas Academias y posteriormente bajo el reinado de José I fue nombrado director de la R.A.H. (26.04.1811), al regresar de su exilio secretario perpetuo (11.06.1834).

Estaba en posesión del título de Caballero de la Orden Real de España, y de la Legión de Honor.