Lexikoa

ARTILLERÍA

Algunos autores como Conde aseguran que Alfonso I el Batallador rey de Navarra y de Aragón empleó artillería en 1118 en el sitio de Zaragoza. Otros autores retrasan el empleo de la artillería hasta el s. XIII o el XIV. Llamábase así, por los años de 1329, lo perteneciente a toda arma, aunque no fuese de fuego, y también los artefactos u obras mecánicas. El señor del castillo de Agramont, haciendo homenaje por él al rey de Navarra, decía que entregaría el castillo con todas sus guarniciones, armaduras, artillerías e vituallas, todas las veces que fuese requerido. Uno de los inventarios de armas de la ciudad de Bayona nos ofrece la clasificación siguiente: 14 ballestas giratorias, 112 ballestas de dos patas, 60 grandes ballestas armadas con crin, y por último 3 grandes ballestas armadas de crin y de todo lo necesario, una en la artillería de Mocoron, otra en la de Moceiroles, la tercera en la de Saint-Lazer.

Pero la artillería propiamente dicha son los cañones, bombardas y lombardas. Se dice que ya se emplearon estas armas por los moros en la guerra de Granada en 1331. En 1340 los navarros se enfrentan con la artillería árabe en la batalla del Salado de ese año. En 1355 el infante D. Luis, gobernador de Navarra, mandaba guarnecer los castillos, de la parte de Tudela, con ballestas, artillerías y otras armas necesarias. En 1360 decía el rey D. Carlos II que, necesitando de la fabricación de saetas, había hecho venir a Miguel Pérez de Badostain, para que trabajase en la dicha artillería. En 1367 el moro Leot Audali era maestro de las guarniciones de artillerda de los castillos del rey, y este mandaba que continuadament fuese a ver e visitar las ballestas de sus castillos, e que las reparase de lo necesario. En 1369 mandaba el rey pagar 746 libras gastadas con los armeros que el infante D. Luis hizo venir, desde Burdeos a Olite, para fabricar armas. En 14l2 Semeno Chabarri, vecino de Estella, vendió al rey D. Carlos III unas ruedas farineras (molinos) con toda la artillería, y cosas necesarias a ellas, en el río Egua. La artillería de fuego, o cañones, no se usó en Navarra hasta los años 1378; en este tiempo mandaba el rey D. Carlos II que se pagasen a la villa de Olite 100 florines por un cañón de los tres que había mandado poner para guarnecer dicho pueblo. También mandaba dar a la villa de Falces 80 florines para comprar ballestas y cañones. Que no se precisase a la villa de Los Arcos a pagar los cuarteles que debía porque, con su importe, estaba encargada de poner un cañón. Que se entregasen 70 florines para comprar un cañón y colocarlo en el castillo de Caparroso, 74 florines para poner otro en Puente la Reina, y 100 florines para otro cañón que debería colocarse en San Vicente de la Sonsierra. La pólvora para los cañones se traía de Bayona. En 1379 mandó el rey que se pagasen 80 florines por un cañón que compró el maestro de su moneda en Pamplona, echant (que cargaba) trece libras de piedra. Que se pagase también lo gastado en las planchas, cubillas y ligeramente para el cainon y para cuatro cañones y doce plomadores de fierro que fizo facer en Tudela. Otro cañón pequeño costó 50 florines echant 7 libras de piedra: a dos canteros se les pagó por labrar las piedras, o pelotas para los cañones, 5 sueldos y 6 dineros por día a cada uno: se ocuparon 32 días y labraron 300 piedras. En el mismo año mandó pagar el rey 40 florines de oro a Machín el Ferrero por dos cañones tomados de él y enviados a la villa de Laguardia. Al concejo de este pueblo se le pagaron 30 libras para ayuda de la compra de un quintal de polvos de cainones, para contrarrestar a sus enemigos. Se compraron también dos quintales de salnítre y un quintal, y arroba y media de azufre, en Barcelona, con otros polvos de cainon para la guarnición de Pamplona y para los cañones del castillo de Monreal. La villa de Estella hizo fabricar varios cañones para su defensa y por este servicio, y otros, la libertó el rey de peajes, leztas, pontajes, pesos, barbajes y barcajes. Los vecinos de Artajona hicieron fabricar, también, dos cañones, que costaron 130 florines cada uno. El rey D. Carlos II, en consideración a los buenos servicios hechos por Perrin de Bordeaus maestro de facer cainones, con especialídad en la guerra que había tenido con el rey de Castilla, en la cual voluntariamente vino al reino desde su tierra por servirle, e hizo muchos cañones con los cuales se defendieron los pueblos, le asignó en 1379, 25 cahices de trigo y 30 libras anuales, por el tiempo de su voluntad para que se quedase en el reino e hiciese cañones. Cuando Juan de Bearn, capitán de Lorda, tomó posesión del castillo de Caparroso en 21 de septiembre de 1386 consta que había, entre otras armas, dos arcaces (arcas) plenos, el uno de artillería gruesa y el otro de menuda: una ballesta de trueno y un gran cañón. En 1393 el rey D. Carlos III envió a la guarnición de Cherebourg, en Normandía, siete cañones y un costal de azufre y carbón, tres costales de salinitres, 177 ballestas, y artillería de saetas, cinco arcaces, 180 paveses, cintos para armar las ballestas, dos cargas de dardos y otras cosas. En 1396 se fabricaba salitre en Tudela; el rey mandó pagar 41 libras 19 sueldos y 6 dineros por 18 docenas y 7 libras de salnitre, hecho en Tudela, para enviar al castillo de Cherebourg. Los arcos de ballesta solían fabricarse con el tejo que se criaba en los montes de Améscoa y Burunda. En 1450 empiezan a sustituirse las pelotas de piedra por otras de hierro forjado. Parece que el príncipe D. Carlos de Viana hizo uso de la artillería de campaña en 1456, en que mandaba pagar el sebo por untar los carros que llevaban la artillería, al tiempo que Nos (decía) salimos sobre los campos. Otro inventario bayonés, que no es más que una distribución de armas a los capitanes del barrio y que tenía como objeto la preparación de la defensa contra el rey de Castilla, comprueba la presencia de "brides".En la misma época se encuentran los "zyrtz", que eran bocas de fuego de pequeño calibre, y bombardas que se colocaban en lugares fijos sobre los muros de la ciudad. En el s. XVI, Diego de Alava, aplica los conocimientos científicos que se van adquiriendo, a la artillería, siendo hoy considerado el verdadero impulsor de la ciencia balística. En el comienzo de este siglo, y según un documento conservado en los archivos de los Bajos Pirineos, la artillería bayonesa se colocaba en batería de la forma siguiente: dos falcones en el bulevar de la Boucherie; entre este bulevar y el de Saint-Léon, dos falcones y una bastarda; en este último lugar, dos falcones; en la plataforma de Puy-de-Pére, una gran culebrina y un pedrero; en la plataforma de Cul-de-Loup, una bastarda y una mediana; en el bulevar de la Tannerie, una mediana y un falcón; en el boulevard de Saint-Jacques, dos falcones; en la plataforma del castillo, una gran culebrina y un cañón; en la puerta de Mousserolles, un cañón pequeño con una bala de cañón de gran culebrina; en la torre de Saint-Esprit, una gran culebrina y un falcón; en la torre de Nard, una gran culebrina y un falcón; en la plaza delante de la iglesia de Saint-Thomas, un cañón y una bastarda, para colocarlos en la plataforma de Lechepaillet; en la munición, un cañón; en el Chateau-Vieux, arriba de la torre de Floripez, una gran culebrina y dos falcones; en la galería del castillo, dos falconetes y 8 arcabuces de gancho; en el Chateau-Neuf, 2 falconetes, 3 esmeriles y 7 arcabuces de gancho. En 1750, la ciudad estaba armada en la forma siguiente: en la construcción de picos de Saint- Léon, 2 cañones de 24, 2 de 12 y 5 de 4; en el bastión del Norte, 4 de 8; en el Chateau-Vieux, 2 de 24; en la Esplanade, 3 de 24, 8 de 12; y cerca de la misma puerta, I de 4; en el Arsenal, 2 de 8 y 2 de 4; en la Ciudadela, 10 de 24 y 4 de 12; en el boulevard de Mousserolles, 2 morteros de 12 pulgadas, así como en la Esplanade; en el atrincheramiento, 2 de 8 pulgadas; en una de las calles de la ciudad, 17 cañones de hierro de 14; y en el atrincheramiento de Sainte-Claire, 7 de 12 En 1793, en el mismo momento en que empezaba a preverse la guerra con España, el Consejo de defensa decidió que eran necesarios, para proteger la ciudad, 25 cañones de calibre grande para colocarlos en las fortificaciones y en las de los fuertes y ciudadela, de forma que debían quedar 56 cañones, 22 de los cuales de gran calibre y 36 cañones de campaña de 4 y de 3. Entre estos últimos, solamente 32 estaban en buen estado.Ref. José Yanguas y Miranda; y Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915.