Udalak

ARRASATE/MONDRAGÓN

Cantares de la quema de Mondragón. Sobre la batalla y quema de Mondragón en 1448, circularon cantares de uno y otro bando, cuyos fragmentos recogidos en la crónica de Ibargüen-Cachopín, dan cuenta de la dureza y mortandad de lo ocurrido. Los acontecimientos de Mondragón fueron recogidos directamente por uno de los banderizos, Lope García de Salazar, que era cuñado del jefe de las tropas oñacinas, Gómez González de Butrón, muerto en la batalla, así como también por Fray Diego de Ayala y, un año más tarde, por Garibay. Canto Oñacino. He aquí la imprecación del cantor oñacino, que reprocha con amargura a los que abandonaron a Gómez González de Butrón cercado en Mondragón: Gal didila Unzueta ta Bergara zaldibarrek bere partea debala,Aramayo suak erre dazala ta suminza Juan laz Gurayarra; zerren zeuren Jauna ez zenkan enpara Que se pierdan Unzueta y Vergara, que tenga su parte Zaldivar, que el fuego devore a Aramayona y consuma a «Juan laz» el gurayano; ya que a vuestro Señor no amparásteis.Canto gamboíno. La versión gamboína es más explícita en datos por haberse conservado un mayor número de fragmentos; los versos son octosílabos, a la manera de los romanos castellanos: Gomez andia zanarren,an zan, Presebal bere,bai Joanikote bere; Madalenaan ei dautza biola, trompeta bage Aunque estaba allí el gran Gómez allí también estaba Presebaly también Juanicote ambos en la Magdalena yacen sin viola ni trompeta. Gomizek asko lagunikzabal arabaarrik, giputz ondo ederrik,bizkaitar urduri gogorrik.Ez diazo bakarrik,ze an datz Presebal ilik, Juanikotegaz lagundurik,txibuluen ospe bagerik,ez urrun Malogenik. Gómiz con muchos compañeros de la ancha Alava,guipuzcoanos fuertes y hermosos, vizcaínos inquietos y duros, no yace solo,que allí está Presebal muerto acompañado de Juanicote sin el estruendo de los pífanos,no lejos de la Magdalena. Las primeras dos estrofas presentan el panorama del campo de batalla sembrado de cadáveres, horas después de acabada la mortandad, en el barrio de la Magdalena de Mondragón. El poeta popular hace resaltar la desnudez de la muerte sobre los cuerpos hermosos y fornidos de los hombres, sobre el que fuera gran caudillo, Gómez, y sus compañeros muertos; ya no cuentan ni el orgullo ni la música marcial que antes les acompañaran, sólo el silencio. Es curiosa la interpretación que diera Juan Carlos Guerra a la primera estrofa, basándose en la interpretación de la palabra «dautza» (yacen) por «dantza» (bailan). La frase tomaría en ese caso, un carácter marcadamente fantasmagórico presentando a los cadáveres en una sarcástica «danza de la muerte» a los ojos de los burlones gamboínos. Argi izarrak urten dau zeruan goyan osatantzean bergararrok asi dira traixoe baten asmatzean, euroen artean diotela: «Erre dezagun Mondragoe, lasterrean joan gaitez»kantoeko zarzaikeran,aen bizarrak ikara zirean armakaz ezin egien legez ezer. Clara ha salido la estrellaen lo alto del cielo tempestuoso los vergareses han comenzado a urdir una traición,diciendo entre ellos:«quememos Mondragón,vamos corriendo»a la entrada del cantón, las barbas de aquéllos temblaban sin poder hacer nada por las armas. Gamboarrok su emaitean asi dira ta onegaz urten daude beralan oñeztar barruangoak, zeiñ erre ez zitezan, Gomiz Gonzalu bertan zan, beragaz Presebalen kaltean Juanikot eta beste askok eudela parte bertean. Los gamboínos a incendiar han comenzado y así están saliendo enseguida los oñacinos de dentro, aquellos que no se quemaron, allí apareció Gómez González, con él para daño de Presebal Juanikot y muchos otros que estaban en el lugar. Las estrofas tercera y cuarta marcan un retroceso en el tiempo o tal vez procedieran de otro cantar relativo al mismo hecho. La alusión al tiempo es muy breve aunque no por ello menos amenazadora: aparece una estrella en el cielo cargado de tormentas. Es una buena ocasión para el incendio, que los de Vergara, vecinos y enemigos de los de Mondragón, no van a desaprovechar ya que no han podido reducirles por las armas. La ira y la impaciencia los hace temblar y en magnífica metáfora del poeta, son las barbas las que tiemblan, ante el enemigo que no tarda en salir huyendo. Oiñ arrok zituan luma,Ozaetako jaun gasteak; Laster baten igaro zan Uraz alde bestean. Ama bereak esakusan:-Semea ¿zer dok orrelan?-Zaurietan kuradu eta Ama, nagozu oera. Los orgullosos pies del joven Ozaeta Eran como plumas En una carrera llegó Al otro lado del agua. Su madre le dijo: -Hijo ¿Qué tienes así? -Cúrame las heridasMadre, y llévame a la cama. Egun bein ur jarruta Gamboar seme lasterra, Ara bere lasterragoAbendañuje Motela. Eskerrik asko emaiten deusatAndra Santa Maiñari;Bera axeizat sartu etaEtxera bidaldu nau ni. Hoy persigue de muy cerca El veloz hijo gamboíno, Más rápido que él aún Abendañito el tartamudo.Muchas gracias le doya la Señora Santa Marina;me hizo entrar en su iglesia y a casa me mandaba. Las últimas tres estrofas también resultan inconexas respecto a las anteriores. La posible pérdida de las estrofas intermedias da al relato el tinte absurdo y misteriosamente fresco de los cantares antiguos que recuerdan a veces el lenguaje conciso de los bersolaris. Antes y después del diálogo, el predominio de los verbos de acción imprime un ritmo velocísimo a los versos, que se interrumpe bruscamente en el remanso final de acción de gracias. El joven Ozaeta fue él caballero Juan Pérez de Ozaeta, hijo de los señores del palacio de Ozaeta de Bergara. Según Guerra, la palabra «luma» se refiere a una flecha que el joven llevaría ensartada en el pie al encontrarse con su madre, interpretación que dado el contexto de la estrofa, resulta muy verosímil. Respecto a la acción de gracias, este mismo autor nos habla de una tradición oral de Mondragón, según la cual, los vergareses se acogieron a la ermita de Santa Marina y al retirarse robaron la imagen, por lo que los mondragoneses les persiguieron librando una batalla en el barranco cereano que desde entonces pasó a llamarse «Odol-Erreka».