Udalak

AROUE

Es mencionado bajo el nombre de Aroa, en la colección Duchesne, en el año 1385, y en los contratos de Ohix, hacia 1460-1469, bajo los nombres de Aroe y Sent Stephen d'Aroe. La deguería de Aroue era uno de los siete vizcondados de Zuberoa y dependía de la menagería de la Barhoue. Durante las guerras de religión que asolaron el país, en el siglo XVI, los señores de Aroue y de Domezain fueron de los primeros en unirse a los caballeros bajonavarros sublevados contra la reina Juana de Albret. Dichos señores de Aroue tenían derecho de entrada a los Estados y facultad de presentar párroco. Al sobrevenir los acontecimientos revolucionarios, el párroco de la pequeña localidad de Aroue se negó a prestar el juramento civil del clero y emigró, siendo sustituido, en 1792, por un sacerdote constitucional. En vista de los muchos robos que se cometían aprovechando la confusión del momento, el consejo municipal prohibió a los ciudadanos robados que transigieran con los ladrones y prometió restituir por su cuenta lo robado, pero un año más tarde, viendo que esta medida no hacía otra cosa que fomentar el hurto, la declaró nula. El decreto del 3 de noviembre de 1793 declaraba abolido el culto en el país, por tanto el párroco constitucional cesó en sus funciones. En el curso de los años 1793 y 1794 se sucedieron los decretos revolucionarios tendentes a hacer desaparecer los símbolos de la realeza y todo lo que pudieron recordar al antiguo régimen; desaparecen las flores de lis, se rompen las cruces del cementerio y las rejas del mismo son arrancadas para utilizar su material en la construcción de cañones. El 30 de marzo de 1794, el concejo decreta que se tome posesión de la iglesia para establecer en ella un templo a la Razón y que la platería y paños de la iglesia sean requisados y enviados al distrito de Mauleón. El 16 de mayo de 1794, el consejo municipal eligió a un institutor para que enseñara a leer, escribir y los primeros elementos de aritmética. Fue una de las pocas localidades vascas donde se celebró el culto a la Razón. Ref. H.

Idoia ESTORNÉS ZUBIZARRETA