Pintoreak

Apellániz Sáez De Ibarra, Andrés

Desde sus primeras propuestas pictóricas de mediados de los cuarenta hasta sus últimas exposiciones individuales en la galería madrileña Castelló 120, década de los noventa, el camino transitado por Andrés Apellániz se ha mantenido en una línea constante de trabajo, lo cual le ha permitido enlazar de un modo progresivo y natural con cada una de sus etapas pictóricas hasta desembocar en un tipo de obra muy cohesionada estilísticamente.

Por eso, cuando perfila definitivamente sus señas de identidad artística en un tipo de pintura figurativa, deudora de los llamados "realismos de tradición", a partir del impresionismo, logrará reafirmar su personalidad dentro de unos determinados y concretos cánones expresivos. Es, por encima de cualquier otra apreciación, un pintor de paisajes, repertorio que muestra desde hace años y de manera permanente en su céntrica galería gasteiztarra.

Las tierras de Álava y Gipuzkoa constituyen sus principales fuentes de estímulo visual, seduciéndole también, en su momento, otros territorios de la geografía peninsular: la Rioja, Zaragoza, Barcelona, Gijón, La Coruña, Pontevedra, Vigo, Ponferrada, León, Valladolid, etcétera. También ha pintado en Francia y en Italia. Entabla comunicación directa con el mundo sensible a través de una mirada limpia, humilde y bucólica.

Su adscripción a las formas visibles, prestando atención a las sensaciones visuales, le permite atender tanto al empleo de colores descriptivos como a los emocionales. Es consciente de que el artista debe equilibrar las cualidades externas, objetivas y naturalistas del paisaje, con la interpretación personal, activa, subjetiva y recreadora que le dicta su propia sensibilidad. Sobretodo ante las infinitas posibilidades interpretativas que ofrece la realidad.

Debe detallarse, como curiosidad, que a finales de los cuarenta este pintor prescinde en algunos cuadros de la realidad objetiva para adentrarse de pleno en la abstracción. Es, con Miguel Jimeno de Lahidalga, uno de los primeros pintores alaveses que se atreve enteramente con el libre y autónomo despliegue de las formas y los colores. Sin necesidad de subordinarse a las referencias externas o imitativas de la naturaleza. De aquel período de ensayos y búsquedas personales resulta digno de mención un pequeño lote de lienzos aformales que fueron bautizados con nombres procedentes de la mitología grecolatina (Venus, Minerva, Danae, Diana...).