Udalak

Anue

Las casas datan sobre todo de los siglos XVII y XVIII, y consecuentemente tienden a los grandes formatos, aunque tampoco faltan grandes caserones de los siglos XIX e incluso principios del XX, como vemos en Leazkue y Etulain. Los esfuerzos constructivos posteriores se centran sobre todo en Olague. También en planta las casas tienden a los grandes formatos, con disposiciones rectangulares que casi siempre presentan su fachada en uno de los lados cortos, paralelamente al caballete del tejado y a la dirección de la calle o vía. Estos formatos son algo menores cuando se sitúan en calles mejor estructuradas, como bien se aprecia en Olague. Un recurso muy utilizado en planta consiste en la prolongación de uno o los dos muros laterales, a modo de contrafuertes alargados, que protegen la fachada principal de los elementos. Vemos buenos ejemplos de esta disposición en Egozkue y Etsain, con un único contrafuerte lateral en la parte más expuesta, o ya con dos contrafuertes en casas situadas en Aritzu, Egozkue, Olague, Etsain, Etulain y Egozkue.

El tratamiento mural más empleado es el tradicional en la mayor parte de Navarra, es decir una mampostería muy picada y que iba inexcusablemente enlucida. De este revoque se salvaban los sillares esquineros, destinados a trabar los paños, así como los enmarques de los vanos, que concentraban la decoración del edificio y que llevaban por tanto mejor labra. En ocasiones se deja también un zócalo bajo sin enlucir, pero parece moda moderna. Las ocasiones en las que falta el enlucido se deben en su mayor parte al abandono antiguo de los edificios, cosa que por otro lado y afortunadamente no ha proliferado mucho de momento. No faltan, sin embargo, casos en los que los revoques han sido deliberadamente eliminados en reformas recientes, llevadas a cabo sin valorar debidamente la estética del entorno y la propia tectónica del muro.

Teniendo en cuenta la cronología dada para los edificios, no debe extrañarnos que la mayor parte de los vanos sean cuadrangulares. Tan solo en algún caso excepcional encontramos ventanas geminadas de tradición gótica, como vemos en una casa de Etsain, donde la conforman dos arquillos conopiales largos y estrechos, y por supuesto en la torre de Etxaide a la que luego nos referiremos. En este sentido, podemos decir que todavía es posible diferenciar el grado de renovación de los inmuebles en atención a los vanos, que son pocos y reducidos en los estadios más puros, y siendo, en cambio, uno de los primeros objetivos de las reformas, la apertura de nuevas ventanas y la ampliación de las ya existentes, recrecimiento posibilitado por los nuevos sistemas de aislamiento y calefacción. Las puertas muestran diseños adintelados o de medio punto de manera indistinta, pudiendo anotar que faltan totalmente los accesos de perfil apuntado, lo cual denota, una vez más, la intensa renovación experimentada en la arquitectura civil del valle. En casas de los siglos XIX y XX abunda también el acceso mediante arco rebajado.

Con estos parámetros constructivos, un diseño clásico de fachada puede venir dado por una disposición en 3 ó 4 alturas, con el portalón inferior de acceso, tal vez flanqueado por algún tragaluz, las ventanas del piso noble, que pocas veces llevan molduras o labra diferenciada, y una balconada que cruza la fachada en alto, a veces con un escudo nobiliario en posición destacada. Todavía quedan ejemplares de balcones en madera, como vemos en un excepcional ejemplar de Etsain con primorosa talla y fecha de 1696, aunque lamentablemente debemos anotar que en la mayor parte de los casos se han rehecho en hormigón. En los casos más perfeccionados, estas balconadas apean sus empujes en los contrafuertes laterales de la fachada, y se cobijan con el propio alero del tejado, que a tal efecto se dota de vuelo prominente. Podemos ver varios interesantes ejemplos de esta disposición en Egozkue.

Por supuesto, mención especial merece la torre señorial de Ealegi o Etxaide, protagonista de las guerras de banderizos de los siglos XIV y XV. Hoy resta un bloque aislado, edificado en sillería y con vanos góticos, aunque ha sido muy transformada y ha perdido su antiguo adarve. En otro orden de cosas, se conservan lavaderos públicos en Etsain, Egozkue, este último no muy bien conservado, y muy especialmente en Etulain, cuya monumental pila lleva fecha del siglo XVIII.

Podemos asegurar que todos los lugares tuvieron su iglesia medieval, aunque casi siempre han sufrido reconstrucciones. En Etsain encontramos el modelo de templo que en su día debieron tener la totalidad de los pueblos, es decir, una fábrica protogótica, de hacia el año 1200, conformada por una única nave y terminada en testero recto. El acceso se abre por el lado meridional, más favorable, al igual que las ventanas. Se cubre con una bóveda de cañón apuntado, y sobre el primer tramo de la nave se levanta la torre campanario. Sobre este modelo de templo medieval se hicieron las reformas que hoy lucen las iglesias del valle. En época barroca se reedificaron las de Burutain, Egozkue y Leazkue, y aún en fecha posterior las de Aritzu, Etulain y Olague.

En cuanto al arte mueble, el capítulo no es muy amplio, pudiendo citar las pilas de bautismos medievales de Olague, Leazkue y Etulain, el Crucificado gótico de Burutain, del siglo XV, los retablos romanistas de Aritzu, Egozkue y Burutain, el de Olague, ya barroco, y los dos retablos rococós de Leazkue y Etsain.

JAS 2011