Tratado de paz en Soria (1153). Reino de Artajona. Lo más saliente de la reunión de ambos monarcas, castellano y pamplonés, en Soria, el 2 de junio de 1153, fue el desposorio de Sancho el Sabio con la hija del emperador, Sancha, creando de este modo unos lazos de parentesco y amistad que disipaban por el momento el viejo peligro de reparto del Reino. En la donación que Alfonso VII Raimúndez hizo a Santa María de Fitero se dice que armó caballero al rey Sancho «e hizo la paz con él». En el tratado de Soria, como en todos los celebrados hasta entonces, se escondía una nueva erosión del reino. Ahora eran dos: 1. Reconocimiento de vasallaje al emperador. 2. Entrega a Sancho III de Nájera, heredero de Castilla, de Artajona, Larraga y Cebror en el centro de Navarra. Más tarde por la defección de Remiro Garcés, que gobernaba Olite, queda éste incorporado al pequeño reino de Artajona. La intromisión en el centro del país no podía durar mucho tiempo sin protesta. Así es que en 1156, apenas transcurridos tres años, los pamploneses se dispusieron a acabar de una vez con la cuña castellana, sobre todo con las posesiones de Artajona. Entretanto, aragoneses y castellanos volvían a las andadas, coaligándose de nuevo. Sancho el Sabio inició gestiones de paz que le incumbían directamente ya que andaba por medio el convertir su desposorio con doña Sancha en matrimonio, celebrado por fin en 1157 pero con la contrapartida de reconocer la dependencia castellana de Artajona. En 1157 muere el emperador y le sucede Sancho III el Deseado. Sancho el Sabio, de inmediato, reconoce en Soria el vasallaje al nuevo emperador. En 1158 se cumplen los tratados del año anterior volviendo Artajona, Larraga y Cebror a reincorporarse en el Reino, dándose fin, de este modo, al vasallaje de Pamplona a Castilla. Vasallaje y cuña en el interior del país desaparecían gracias a la política hábil y defensiva de Sancho el Sabio que supo sortear situaciones dificilísimas con recursos económicos y humanos escasos.