Udalak

Amezketa

La iglesia parroquial de San Bartolomé posee una historia constructiva amplia y un tanto compleja. En 1547 se contrataron las obras de unas capillas nuevas y la sacristía, pero en 1550, ante la escasa disposición del maestro encargado y la falta de medios, se abandonaron. Por ello, en 1556 se retomarían nuevamente, siendo el responsable de la realización de la cabecera el cantero Miguel de Sarastume, quien en 1570 se comprometía a cerrar las capillas de la cabecera en un plazo de 12 años. Cuatro años más tarde se le obligaba a cubrir lo hecho hasta el momento y terminar la sacristía, examinando en 1589 Pedro de Mendiola y Martín Nicolás de Lizarraga lo efectuado por el ya difunto Sarastume. Ese mismo año Andrés de Ibarrolaburu se comprometería a terminar la obra iniciada por el anterior en cuatro meses, afectando, por tanto, esta fase a la zona de la cabecera.

Posteriormente se pasaría a reconstruir el cuerpo de la iglesia, con la traza y condiciones otorgadas en 1647 por Miguel de Landa y Miguel de Abaría. Así, Martín de Galarza debía construir el cuerpo de la nave con el coro y la torre, además de la puerta principal, pero su fallecimiento provocaría que en 1693 se firmara un nuevo contrato con Pedro de Beroiz, aduciendo éste que el mal estado de cuatro estribos efectuados por Galarza se debía a su falta de pericia, señalando finalmente en 1701 el veedor de obras del Obispado, Juan Antonio San Juan, que dicha circunstancia se debía a la actuación de Beroiz, al tiempo que otogaba un condicionado para solucionar el problema de la forma más conveniente para la parroquia. Sin embargo, apenas tres años después Esteban Abaría decidía que era necesario demoler esos cuatro estribos, pidiéndose dos años después su opinión al respecto a Pedro Tristán de Eznarrica y Juan de Larrea.

Finalmente, y tras numerosas disputas, en 1708 se le solicitaría un proyecto a Martín de Zaldúa, según el cual Pedro de Beroiz, su hermano Juan y Alonso de Eizmendi debían finalizar la obra en 8 años. Acabaría la obra Juan Martínez de Zunzunegui y Urquizu en 1716, si bien se le señala que debía rebajar el techo del presbiterio hasta el nivel de las paredes, conforme el proyecto de Zaldúa, algo que hará más tarde Alonso de Eizmendi.

El resultado de todo ello es un templo de planta rectangular, con una torre campanario a los pies del mismo, centrada y con bóvedas de cañón con lunetos cubriendo la casi totalidad de los tramos de esa nave única.

Con una situación privilegiada, alberga un retablo mayor de indudable calidad, enmarcado cronológicamente en el barroco decorativo. Además, en un retablo lateral situado en el lado del evangelio hallamos una modesta imagen de la Virgen de los Dolores datada en la segunda mitad del siglo XIX.

Edificio destacado es también la casa Torre, construcción defensiva en origen, conservando un arco apuntado en la entrada.

Por otro lado, el caserío Jauregi Haundi es un edificio rectangular de tres plantas que mantiene en su fachada elementos de la antigua casa torre bajomedieval.

Ya en el barrio de Ugarte, conviene citar la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, construcción de modestas proporciones que mantiene, sin embargo, su portada románica, elemento que por sí sólo le otorga un gran valor. En 1674 se comprometía Miguel de Galarza a realizar su sacristía y púlpito, efectuándose poco después el retablo mayor, obra de Pedro de Latijera en 1684, mientras que las imágenes que lo completan serían labor acometida por Francisco de Barrenechea en 1703, produciéndose la entrega cinco años más tarde y dorándose el mueble en 1792. En 1748 iniciaban Tomás de Jáuregui y Juan de Aguirre el retablo colateral del lado del evangelio, siguiendo la traza dispuesta por Diego Martínez de Arce, para en 1759 efectuar el del otro lado Antonio de Arsuaga.

Bibliografía

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Urteaga Artigas, María Mercedes: Guía histórico monumental de Gipuzkoa, Donostia, Diputación Foral de Guipúzcoa, 1992, pp. 39-41.

Ignacio CENDOYA ECHANIZ