Olerkariak

Alfaro Calvo, José Javier

Paisaje Fieramente Humano

Hay un fondo gris de polución que sube hasta los áticos,
trolebuses de serie, hombres de serie serios
en taxis amarillos de serie,
te desgarra un puñal en un semáforo,
una bala de marca Parabellum-Mike Hammer,
un misil, SIDA, heroína, cemento
en los zapatos con techo de oleaje.

Instantes en cafeterías postmodernas
con pérgolas de eterna espera y cabinas telefónicas de
angustia,
té con leche y edulcorantes sin azúcar para las úlceras,
pasan trajes sin cuerpo ajetreados. No hay perros callejeros.
Unas palomas verdes picotean el cuello duro, la cara dura
que no sangra de un guardaespaldas. Huele
a perfume DIOR, a axila asfixiada. ¡Oxígeno!
Hacen falta caretas antigás,
contrafuertes, bodoques y almidones para los ojos tristes.
¡Qué suspiros!
Ni un gesto de acunar, ni un beso al aire. Le llaman libertad
las linotipias. Un pájaro
perdido no encontró nunca el campo recorriendo avenidas
y en sus ojos de espanto se quedaron grabadas las cifras
de las calles. Sólo los negros lloran. Y cantan. Sólo los
negros. Sí.
Fosos, vallas, murallas entre las alas, como herencia maldita
con cimientos de radio de la Tierra
para melancolía de los espeleólogos.

Después de esta tortura, de esta inyección
letal en silla
eléctrica, dadme una noche al menos, neoyorquinos,
-es hora de cenar-
de amor
bajo las estrellas.

Asfalto y piel, Pamplona, Dirección General de Cultura, 1999.