Marinos

Urdaneta, Andrés de

Los informes técnicos proporcionados por Urdaneta fueron decisivos en la época de los descubrimientos del Océano Pacífico, y especialmente, en el asentamiento de Filipinas. Fue él quien condujo hasta allí la expedición de Legazpi y quien descubrió la compleja ruta de regreso, el llamado Tornaviaje. Además, reparó en la importancia de los fenómenos meteorológicos y las corrientes marítimas y no podemos obviar su nombre en la historia de la navegación.

Aún hoy, el efecto socioeconómico de sus descubrimientos continúa siendo importante.

El navegante participó en dos importantes expediciones:

- La expedición de Loaisa (1525-1537).

- La expedición de Legazpi (1564-1566).

En esta segunda expedición, Andrés de Urdaneta consiguió fama mundial al encontrar la ruta de regreso más rápida y segura para volver desde las Indias Orientales al continente americano atravesando el Océano Pacífico hacia el este.

Para comprender la importancia del descubrimiento de Urdaneta, debemos conocer el valor que en la época se daba a las especias: caña de azúcar, clavo, nuez moscada, aloe, canela, jengibre y demás que se utilizaban con frecuencia para elaborar medicamentos, preparar alimentos o disimular el sabor de la podredumbre de la carne.

Andrés de Urdaneta solucionó el problema de realizar el camino de ida y vuelta a las Indias y dio inicio a importantes relaciones comerciales entre Asia y América.

España envió esta expedición náutica a la Especiería o, lo que es lo mismo, a las Molucas con el objetivo de apoderarse de ellas y colonizarlas. Fue Carlos I quien envió a sus hombres para intentar adelantarse en la carrera que disputaban Castilla y Portugal, ansiando la anexión de las valiosas islas Molucas al imperio. Si bien fue iniciativa de la Corona Castellana, la expedición fue financiada, en gran medida, por medio de acciones y tomaron parte gallegos, alemanes, vascos y demás. A pesar de lo acordado en el Tratado de Tordesillas, vemos muchos soldados formando parte de la expedición y los cargos están claramente definidos.

Tenían objetivos estratégicos y económicos, ya que en aquellas islas se producían gran cantidad de las ansiadas especias: clavo, pimienta, canela y nuez moscada.

El mando correría a cargo de García Jofre de Loaisa, que también fue nombrado gobernador de las Molucas. Ciertamente Elcano tenía merecimientos sobrados para ocupar cargos superiores, dado que consiguió traer de vuelta la expedición de Magallanes, pero Loaisa era noble y de buena familia y fue quien ostentó el mando. Elcano gobernó la nave Sancti Spiritus y, en cuanto al joven Urdaneta, atendiendo a sus 17 años, siempre se había pensado que iría en calidad de grumete, pero las investigaciones actuales indican otra cosa. En los extensos y minuciosos escritos de Urdaneta, podemos ver críticas concretas a las decisiones de Elcano, alabándolas en unas ocasiones, o mostrando un profundo desacuerdo en otras. Además, cuando Elcano estaba al borde de la muerte, firma como testigo en su testamento y vemos que inmediatamente asume responsabilidades. Todo ello nos aleja de la idea de un Urdaneta embarcado únicamente en calidad de grumete.

El 24 de agosto de 1525 (Ciertas fuentes apuntan el año 1524!) zarparon del puerto de La Coruña 7 naves construidas en los astilleros de Vizcaya y La Coruña:

  • 1. Santa María de la Victoria, a las órdenes de García Jofre de Loaisa.
  • 2. Sancti Spiritus, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano.
  • 3. Anunciada.
  • 4. San Gabriel.
  • 5. Santa María del Parral.
  • 6. San Lesmes, a las órdenes de Francisco de Hoces.
  • 7. Santiago.

Embarcaron 146 hombres, algunos de los cuales habían participado en la anterior aventura de Elcano. También estaba Rodrigo de Triana, el marinero que dio el grito de Tierra!!!! en el primer viaje de Colón.

La expedición tuvo múltiples problemas y 3 de los barcos no pudieron pasar el Estrecho de Magallanes. El 1 de junio de 1526, cuando llevaban 6 días en el Océano Pacífico, perdieron la carabela San Lesmes.

"En esta isla se pescó un pescado en la nao Capitana muy fermoso que llaman picuda y el capitán general convidó algunos de los capitanes e oficiales del Rey y todos los que comieron de la picuda cayeron malos de cámaras que se iban sin sentir que pensamos que murieran enpero quiso nuestro criador qu guarescieron todos."

Pero Urdaneta se equivocaba y el mal de cámaras hizo muchos estragos; el 30 de julio de 1526 murió García Jofre de Loaisa y el 4 de agosto, falleció el mismo Elcano. Urdaneta fue adquiriendo cada vez mayores responsabilidades. De las 7 naves, sólo llegó una a las Islas de los Ladrones (Actualmente, las Islas Marianas), la Santa María de la Victoria. Era el 5 de septiembre de 1526. Se encontraron con un gallego, Gonzalo de Vigo, antiguo miembro de la expedición de Magallanes-Elcano, que, tras desertar, intentaba llegar a América viajando hacia oriente. El marinero acompañó a Urdaneta hasta su retorno a la península y el ordiziarra aprendió mucho de él en cuestión de idiomas, costumbres o las posibilidades que pudiesen ofrecer aquellas islas en un futuro.

El 2 de octubre llegaron a Mindanao (Filipinas), el 22 a las Célebes y el 29 a las Molucas (a la isla Gilolo). En las Molucas la expedición tuvo enfrentamientos con los portugueses y construyeron un fuerte en Tidore. Tras Magallanes y Elcano, la expedición continuó a las órdenes de Salazar hasta que éste también murió. Fue el turno de Carquizano, natural de Elgoibar, que tampoco iba a durar mucho, ya que el 12 de julio de 1927 moriría en Tidore.

El 27 de marzo de 1528, llegó el buque Florida a las órdenes de Saavedra, que había sido enviado por Hernán Cortés, con objeto de ayudar a la expedición del emperador. Llevaban muchos años luchando en Tidore y Urdaneta había demostrado sus dotes de diplomático, estratega y observador. Parece ser que fue allí donde entabló relación con navegantes asiáticos y adquirió de ellos conocimientos decisivos sobre la navegación y el clima que serían cruciales para el viaje de vuelta que realizaría en 1565. Si los monzones soplaban en contra, no había nada que hacer y Urdaneta señala que el viaje de vuelta debería intentarse en junio y en dirección norte. Cayeron en poder de los portugueses y, de pronto, supieron la terrible verdad: Carlos I había firmado la paz (Tratado de Zaragoza en 1529) y las Molucas estaban de nuevo en poder de Portugal. Los 24 marineros que seguían aún vivos llegaron a Lisboa en 1536. Habían transcurrido 11 años desde su partida en 1525.

Los primeros años, Urdaneta escribe muchísimo y cuenta con todo detalle los pormenores del viaje; sin embargo, después de 1528 cada vez transcurre más tiempo entre escrito y escrito. No hemos encontrado escritos pertenecientes al periodo 1530-1532 y, algo más tarde, el año 1534 también transcurre en un misterioso silencio. ¿Qué pudo hacer en esos años? ¿A qué se debe su repentino silencio?

Fue en 1532 cuando los 27 o 28 castellanos supieron de la existencia del Tratado de Zaragoza (22 de abril de1529); según este tratado, el rey Carlos I de España había vendido a Portugal sus derechos sobre aquellos parajes. No había nada que hacer y los castellanos tuvieron que negociar su retorno con los portugueses. Partieron el 15 de febrero de 1535 y Urdaneta y su hija nacida en Molucas llegaron a Lisboa el 26 de junio de 1536. Toda la documentación que traía consigo fue confiscada por los portugueses y, aunque Urdaneta tenía intención de protestar ante el rey de Portugal, el embajador de Castilla le instó a que no lo hiciera, recomendándole la fuga si no quería ser apresado.

Urdaneta volvió a reconstruir los mapas marcando la ruta hacia las Molucas y el 26 de febrero de 1537, ya en España, entregó la memoria de las islas a Carlos I, aportando referencias claras sobre la expedición de Loaisa; en el texto de Urdaneta es fácil apreciar sus dotes de observación, su profundo conocimiento de las islas y su interés por los posibles beneficios que podrían aportar. En algún momento debió volver por su hija Gracia de Urdaneta, quien creció con su tío Ochoa de Urdaneta, el hermano mayor de Andrés y sabemos que se casó a Ordizia con Lope Ayçaga y tuvo 8 hijos. Andrés marchó luego hacia Nueva España (Méjico) e ingresó en el convento de los agustinos en 1553. Tenía 45 años y, más o menos en las mismas fechas, debió casarse su hija Gracia en Ordizia. Imaginamos al ordiziarra en la bien dotada biblioteca del convento, a veces rezando, otras investigando, hasta que Felipe II, el hijo de Carlos I, le escribió una carta (ver anexo 7.1.), pidiéndole que participara en calidad de máximo experto náutico en la nueva expedición que se va a organizar con destino a las Molucas y, Urdaneta, como se ha dicho anteriormente, aceptó (Ver anexo 7.2.). Como sabemos, los conocimientos adquiridos durante el viaje de Loaisa, serán de vital importancia para el éxito de esta nueva misión.

Partieron de La Coruña en noviembre 1525 y Urdaneta escribió esto el 24 de julio del año siguiente, cuando estaban frente a las costas brasileñas:

"Había mucha pesquería, é cada dia viamos una cosa ó pesquería la más fermosa de ver que jamás se vió; y es que hay unos peces, mayores que sardinas los cuales se llaman voladores, por respecto que vuelan como aves en aire, bien un tiro de pasamuro; que tienen alas como casi de murciélago, aunque son de pescado; y éstos vuelan y andas á manadas. y así hay otros pescados tan grandes como toninas que se llaman albacoras, las cuales saltan fuera del agua bien longura de media nao y éstas siguen a los voladores, así dejado del agua, como en el aire, que muchas veces viamos que yendo volando los tristes de los voladores, saltando en el aire las albacoras los apañaban. E así mesmo hay una aves que se llaman rabihorcadas, las cuales se mantienen de los peces voladores que caçan en el aire; que muchas veces los voladores, aquejados de las albacoras y de otros pescados que les siguen, por guareçerse vuelan donde topan luego con las rabihorcadas, e apañan de ellas; de manera que, ó de los unos ó de los otros siempre corren voladores á dar dentro en la nao; y como tocaban en seco, no se podían levantar, y así los apañabamos." .

El 21 de enero de 1526, una semana después de hundirse la Sancti Spiritus, Elcano envió una expedición a las órdenes de Urdaneta para rescatar a los náufragos cerca del Estrecho de Magallanes. Cumpliendo órdenes, Urdaneta y 6 soldados tomaron tierra y se vieron inmediatamente rodeados de indígenas que les pedían comida y agua. Como los exploradores no llevaban nada, los dejaron abandonados a su suerte. La sed era insoportable y Urdaneta llegó a beber su propia orina. Finalmente consiguieron agua y algún que otro fruto para sobrevivir, encontraron a los náufragos que buscaban y, el 5 de febrero, regresaron todos a la embarcación de Elcano.

Un claro ejemplo de los riesgos a los que tuvieron que enfrentarse fue el suceso acaecido el 27 de marzo de 1527. En uno de los muchos enfrentamientos contra los portugueses, éstos consiguieron huir. Ante la imposibilidad de alcanzarlos, lanzaron un último cañonazo y se dispusieron a volver hacia Tidore, pero la mala suerte quiso que la pólvora prendiera. Una fuerte explosión convirtió aquello en un auténtico infierno y Urdaneta tuvo que saltar al agua para no morir abrasado. Por si fuera poco, al salir del agua, se dio cuenta de que los portugueses se habían percatado de los inesperados problemas de los españoles, y se disponían a cambiar las tornas, persiguiendo a sus anteriormente perseguidores. El marinero vasco se salvó gracias a unos indígenas de Gilolo que le recogieron y le cuidaron durante unos 20 días. Las marcas que quedaron en su rostro serían para toda la vida.

"mucho me ayudó este día el buen nadar, yo iba muy quemado de manera que estuve bien, veinte días sin salir de una casa de los indios de Gilolo".

Tanto portugueses como españoles, rompieron una y otra vez los acuerdos de paz. En cierta ocasión llegaron al general quejas respecto a la actuación de Urdaneta y el vasco se presentó a él acompañado de Quichiltidore, sobrino del rey de Gilolo, que expuso los siguientes argumentos:

"Mira, señor: cuando los enemigos no tienen palabra, juramento ni vergüenza que los apremie a guardar lo que prometen, más segura es con ellos la guerra que la paz, por muchas prendas que ofrezcan. Mi rey, debajo de tu fe, hizo pregonar la paz, que le ha muerto sus vasallos; y con más justa causa se debería quejar de tí que de los portugueses; y tú fuiste el primer ofendido en el rompimiento de la tregua; y lo que el Rey y Urdaneta han hecho ha sido restituir la honra al Emperador ya ti, y no romper tregua, sino restaurar la ofensa, que, con tan poca vergüenza en las barbas del Rey, mi señor, y á su puerta se atrevieron de hacer, sobre seguro, á tu nación y á nosotros; lo cual no pudieran hacer sino con la confianza de la tregua. Por tanto, señor, el Rey os suplica que, aprobando y teniendo por bien lo que se ha hecho, hagáis mercedes á Urdaneta y á los demás castellanos que en Gilolo están, y te avisa que te guardes de gente que tan mal cumple su palabra; y, por muchas treguas que asientes, no se piensa confiar más, si el Rey de Ternate no le envía vivos los Capitanes que le mataron sus vasallos, rompiendo la tregua; y aún tú, señor, será bien que, de tu parte, pidas enmiendas, y las personas de los portugueses que en ellos se hallaron, pues Urdaneta los habló y sabe sus nombres" .

De esta forma se limpió el nombre de Urdaneta.

Tras la llegada de la expedición de García Jofre de Loaisa, Urdaneta permaneció en Nueva España (Méjico) durante 14 años (1538-1552). Pedro Alvarado le había pedido ayuda para una nueva expedición que partiría de Nueva España y por ello zarparon de Sevilla el 16 de octubre de 1538, pero al llegar a Nueva España (Méjico), el proyecto quedó interrumpido debido a las malas relaciones existentes entre Alvarado y el virrey Mendoza. La muerte de Alvarado puso la expedición en manos de Villalobos, que volvió a fracasar en la búsqueda del ansiado tornaviaje. En este periodo, Urdaneta ingresó en la orden de los agustinos el 20 de marzo de 1553, a la edad de 45 años.

"Yo Fray Andrés de Urdaneta, hijo legítimo de Johan Ochoa de Urdaneta y de Doña Gracia de Cerain, difuntos, que Dios los tenga en su gloria, vecinos que fueron de Villafranca de Guipúzcoa, que es en los Reynos de España, hago profesión y prometo obediencia á Dios Todopoderoso y á la gloriosa Virgen Santa Maria su Madre y al glorioso nuestro padre Santo Agustín y á bos el venerable padre fray Augustín de Coruña, prior en este monesterio del nombre de Jesús de la orden de nuestro glorioso padre Santo Augustín desta gran ciudad de Mexico en nombre y en vez del muy benerable padre prior general de los ermitaños de la orden de nuestro glorioso padre Santo Augustín y de sus sucesores y de vibir sin propio y en castidad segund la Regla de nuestro glorioso padre Santo Augustín Asta la muerte, fecho en Mexico oy lunes la veynte dias del marzo de mill e quinientos e cincuenta e tres años. = Fr. Augustín de Coruña, prior.= Fray Diego de Vertavillo = Fray Andres de Urdaneta."

Hasta 1560 tenemos un vacío en las noticias que nos llegan de Urdaneta, pero sabemos que no olvidó la idea de atravesar el Océano Pacifico para llegar a las Indias Orientales. Ostentó cargos de responsabilidad en Nueva España (Méjico) y no abandonó sus actividades relacionadas con el mar, como puede ser la investigación relacionada con la malograda expedición de Cabrillo a la costa californiana. Algunos escritos de esta época analizan la navegación que se efectúa en el Caribe, los ciclones tropicales, la reproducción de las tortugas o la cura de las fiebres tropicales.

Consiguió convencer al virrey Velasco de que existía la posibilidad del tornaviaje y éste escribió al rey Felipe II de España, subrayando la conveniencia de que Urdaneta formara parte de la siguiente expedición.

"lo principal que en esta jornada se pretende es saber la buelta, pues la y da se sabe que se hace en breve tiempo".

La propuesta fue del agrado del rey, pero decidió que los esfuerzos de la Corona debían centrarse en las Filipinas. Felipe II sabía que, en base al tratado de Tordesillas, las Filipinas estaban bajo la demarcación portuguesa, pero, también sabía que en esas islas no había portugueses. Pero para tener bajo control las citadas islas y establecer una conexión comercial con China era imprescindible encontrar el camino de vuelta que, atravesando el Pacífico, les llevara hasta Nueva España (Méjico). Las cinco tentativas anteriores habían fracasado y, como ya se ha dicho anteriormente, los informes de Urdaneta dieron cierta esperanza al rey.

Según el Tratado de Zaragoza que Carlos I había firmado con el rey de Portugal, los derechos de tanto las Molucas como de las islas que quedaban a 17º de allí pertenecían a Portugal. Las islas Filipinas entraban claramente dentro de esa demarcación. La documentación de la época muestra contradicciones, que podrían indicar una intencionalidad específica: mantener en secreto el verdadero objetivo de la expedición, para no sembrar desconfianza entre los portugueses. La expedición fue autorizada, pues, con el pretexto de ir a buscar a los náufragos españoles que quedaban de expediciones anteriores y manteniendo en secreto su verdadera razón.

La Real Audiencia dio órdenes concretas indicando que el mando correría a cargo de Miguel López de Legazpi y que Andrés de Urdaneta viajaría en la nave que él mismo eligiera. La elegida fue la San Pedro y las naves que formaban la expedición fueron las siguientes:

  • 1. San Pedro.
  • 2. San Pablo.
  • 3. La patache San Juan.
  • 4. La patache San Lucas.
  • 5. Y una pequeña fragata que llevaba la San Pedro.

Mientras ultimaban los preparativos, el 31 de julio de 1564 Velasco falleció y le sucedió Valderrama, pero el 21 de noviembre de 1564, zarpaban del puerto de Navidad, según lo acordado por el virrey fallecido. Cuatro días más tarde, Legazpi abrió las instrucciones, aquellas que tenía orden de abrir a 300 millas de la costa. El objetivo eran las Filipinas, pero sobre todo el tornaviaje.

Siguieron uno de los tres derroteros propuestos por Urdaneta y navegaron por la ruta más ecuatoriana. Esta ruta era conocida, pues Saavedra y Villalobos ya la habían utilizado en sentido Oeste. Urdaneta siguió demostrando que no se equivocaba en sus cálculos y que conocía muy bien el Océano Pacífico; el 21 de enero de 1565 predijo que estaban cerca de la isla de Guam y la avistaron al día siguiente; los pilotos de la expedición, pensaron que ya estaban en las Filipinas pero no llegarían hasta el 13 de febrero.

Tras llegar a las Filipinas, comenzaron la exploración de algunas de las islas, en busca de un afincamiento adecuado. El 15 de marzo de 1565 seguían con estas exploraciones cuando anclaron en Bohol, dado que allí había mucha madera que permitiría reparar la nave San Pedro.

Legazpi eligió Cebú como asentamiento definitivo y el 27 de abril marchó hacia allá. Parece ser que Urdaneta comprendía y hablaba malayo y otros idiomas, posibilitando una fácil comunicación con estos pueblos. Sus conocimientos lingüísticos, hicieron que Urdaneta fuera, a menudo, el primero en establecer contacto con los indígenas, ya que tenía nociones de las lenguas nativas de la zona. Una vez asentados definitivamente en Filipinas y Cebú, comenzaron los preparativos del objetivo principal: el retorno a Nueva España (Méjico).