Curanderos

Tellería Uribe, José Francisco

Petriquillo. Curandero guipuzcoano, de gran tradición familiar, que hizo célebre su sobrenombre por la relación que tuvo en la muerte de Zumalacárregui.

Nacido en 1774 en Zerain, en el caserío Arene que poseyera su padre, ayudó a éste en las labores de pastoreo, y de él aprendió los rudimentos de anatomía y "cirugía", así como de botánica, que le serían de mucha utilidad.

Como curandero trabaja para los batallones guipuzcoanos de Gaspar de Jáuregui "el Pastor" durante la Guerra de Independencia, conociendo a Tomás de Zumalacárregui, entonces ayudante del caudillo guerrillero. Haciendo caso omiso de las órdenes y denuncias que recibió prohibiéndole ejercer la medicina sin título, sus auxilios a heridos de la guerra napoleónica le proporcionan fama en Guipúzcoa, siendo entre 1808 y 1809 comisionado de hospitales de su lugar natal.

Por Zerain también asistió como regidor a las Juntas de San Sebastián, fue tesorero (1814) y "colector de bula" (1817) y, de 1821 a 1823, alcalde constitucional de la villa del Goierri.

En 1827 le es abierto de nuevo un expediente por parte del subdelegado de la Real Junta Superior de Cirugía; apoyado por la Provincia, que aporta un alud de declaraciones en favor de Tellería, admite éste someterse a un examen de la parte referente a luxaciones y fracturas óseas, especialidad en la que Petriquillo basó su renombre, y "en lengua vascongada": la propuesta no es aceptada por Madrid y se le impone una multa de cincuenta ducados, renovándosele la prohibición de ejercicio.

Es por su intervención al general Zumalacárregui por lo que se le recuerda. Herido el 15 de junio de 1835 en Begoña, durante el sitio carlista a Bilbao, el militar guipuzcoano es atendido en primer lugar por Teodoro Gelos, un cirujano inglés llamado Burgess y por el médico del ejército Vicente González de Grediaga, quien dejó relato de todos estos hechos. Alarmado por el estado de su pierna, llama el jefe carlista a Tellería, en quien tenía gran confianza y amistad desde los tiempos de la guerrilla anti-napoleónica. Petriquillo presta sus servicios durante el viaje desde el cuartel general de Bolueta hasta Zegama (Gipuzkoa), donde la extracción inapropiada de la bala y la torpeza de los médicos, provocan la rápida muerte del general.

Se retiró Petriquillo a su pueblo y allí residió siete años más hasta su muerte, ocurrida en la cuesta de Udana, volviendo de Oñati el 11 de agosto de 1842, en el lugar denominado Inunziasa, donde una cruz en la cuneta de la carretera, redescubierta en 1949, recuerda el fallecimiento de Petriquillo. Benito Pérez Galdós lo cita en Zumalacárregui (III Serie de los Episodios Nacionales, 1892).