Concepto

Revolución Científica

La expresión "revolución científica" se refiere a los cambios históricos, conceptuales, sociales, institucionales y de creencias vinculados a la ciencia y acaecidos en Europa aproximadamente entre 1550 y 1700. Esta caracterización es la tradicional y toma en consideración el periodo que se inicia con la hipótesis de Copérnico de un cosmos heliocéntrico y que finaliza cuando Newton plasma sus leyes de la mecánica del universo. La cuestión clave para los historiadores de la ciencia es saber si lo que tradicionalmente se denomina "revolución" realmente lo fue; es decir, si lo que con esta expresión los historiadores de la ciencia quieren decir tiene sentido o no.

Este artículo se inicia por tanto en el ámbito de la historia de la ciencia y finaliza en el de la filosofía de la ciencia y de otros estudios empíricos sobre esta disciplina (sociología, ciencia-tecnología-sociedad, estudios sobre ciencia). Ello es debido a dos factores: (i) a que el periodo mencionado en la caracterización tradicional ha variado sustancialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial. Hay quienes lo han extendido hasta 1750 y quienes lo han reducido a los años en torno a 1610, periodo de trabajo de Galileo y Kepler; y (ii) a la influencia determinante de la obra de Thomas Samuel Kuhn (1922-1996), a partir de la cual las cuestiones conceptuales dejan de ser un elemento secundario en las narrativas de carácter puramente histórico. A partir de Kuhn la revolución científica se entenderá como conjunto de cambios que involucran variaciones conceptuales, culturales, sociales e institucionales relacionadas con la naturaleza, el conocimiento y las creencias.

Históricamente, tras la tesis de Copérnico se proponen nuevas concepciones del cosmos: Tycho Brahe (1546-1601) aporta nuevas observaciones astronómicas, Johannes Kepler (1571-1630) introduce modificaciones teóricas acerca de las órbitas planetarias y sus movimientos, y Galileo Galilei (1564-1642), René Descartes (1596-1650), Christian Huygens (1629-1695) e Issac Newton (1642-1727) crean nuevas teorías del movimiento que adoptan la tesis de la Tierra en movimiento. Finalmente, Newton unifica cielos y Tierra por medio de sus leyes universales del movimiento, generando así un concepto de Universo que deja atrás la noción aristotélica de cosmos.

Según esta forma de ver la revolución científica, la síntesis de Newton supone el cambio de un cosmos cerrado, finito, jerárquico y cualitativo por un universo infinito, homogéneo y cuantitativo, haciendo que todas las cosas se unifiquen: toda la materia pasa a ser de un único género, hay sólo un tipo de leyes, un tipo de espacio y un tipo de tiempo. Todo es espacio, tiempo, materia y causa. Es decir: el Universo. Con ello la cosmovisión orgánica da lugar a una visión mecanicista del mundo, al mundo mecánico moderno, motor de la civilización científica que crecerá exponencialmente durante el siglo XX.

Sin embargo, la publicación de La estructura de las revoluciones científicas en 1962 (La Estructura, en adelante) por parte de Kuhn pone en duda la noción tradicional de revolución científica. ¿Cabe sostener que hubo una revolución científica que nos hizo dejar de lado una concepción precientífica del mundo para abrazar una concepción científica y moderna? Sea como fuere, no cabe duda de que a partir de 1962 la filosofía y la ciencia han procurado clarificar la idea de revolución científica con el fin de que no conduzca a confusión. ¿Es una revolución científica un mero accidente o es algo necesario? ¿Qué patrón sigue una revolución científica, si es que lo sigue? ¿Es un salto hacia el futuro o sólo la ruptura de la idea de progreso acumulativo?

Una idea clara de revolución científica que sirviera para responder a estas cuestiones debería tener en cuenta al menos dos factores fundamentales: uno, que un cambio revolucionario en ciencia conlleva habitualmente un cambio conceptual drástico y, dos, que la revolución científica exige que concibamos adecuadamente el cambio en ciencia. Estos factores permiten que organicemos el tema de la siguiente manera: en primer lugar, tomaremos en consideración el papel de las revoluciones científicas en la historia de la ciencia y la filosofía de la ciencia (Sec. 2). A continuación, expondremos la visión más perspicaz al respecto, la de Kuhn (Sec. 3), no libre de formas alternativas de entender la cuestión, algunas de las cuales mostraremos (Sec. 4). Por último, concluiremos con unas notas de cierre (Sec. 5).