Léxico

PERRO

Zoología. Este animal es poco mencionado en los mitos vascos. Es en la caverna de Olanoi donde, según cierto relato de Beizama (Gipuzkoa), tiene su morada un genio en figura de perro que hace de guardián del antro. En una leyenda de Mutriku (Gipuzkoa) figuran dos perros, o genios con apariencia de perros, que le salen al encuentro y le asustan a un vecino de aquella localidad que a deshora regresaba de la plaza a su casa. Según otra de Bérriz (Bizkaia) es un genio en forma de perro quien un día aparece representando a un difunto y en el siguiente toma parte en un banquete de boda. Sin embargo, el hecho de ser escasamente mencionado no quiere decir que este animal sea nuevo en el País. En un estudio efectuado por Jesús Altuna (1980), el perro aparece como un animal que guarda, con respecto al ser humano, más años de domesticidad, siendo detectada su presencia en dos niveles del Mesolítico final (6.000-4.000 AC.) en los que no aparece ningún otro animal doméstico. Se trata de perros pequeños que coexistían con el lobo sin que se conozcan formas transicionales entre éste y el perro. Ya en la Edad de Hierro existieron dos tipos de perro, uno menor, otro mayor del tamaño del actual setter irlandés. La presencia de este fiel animal ha sido consagrada por el arte medieval. Ignacio Malaxecheverría, en un precioso estudio del bestiario esculpido de Navarra (1982), sintetiza así esta aparición: «Tres son los aspectos fundamentales que presenta el perro esculpido en nuestras iglesias: el combativo y cinegético, como el mastín azuzado contra un unicornio, los que luchan por un águila muerta o el enfrentado a un jabalí, todos ellos en Pamplona; el monstruoso, relacionado ocasionalmente con la vida de ultratumba, como la cabeza perruna de la especie de avestruz que adorna un capitel del Museo de Navarra, procedente de San Nicolás, de Sangüesa; el perseguido por un basilisco de Santa María de Olite, o los que castigan la lujuria en la capilla Barbazana; el simbolizador de la Fidelidad, tal y como puede admirarse en los perrillos colocados bajo Leonor de Castilla, en el sepulcro de Carlos III el Noble, o los que desempeñan idéntica función en el sepulcro de Mosén Francés de Villaespesa. Esta simplicacación de las valencias y funciones del can resultaba imprescindible; de no haber procedido a ella, la lista de perros esculpidos sería interminable, y no podemos detenernos en los que adornan la ermita de San Miguel, en Villatuerta, en los perros lamiéndose de Irache, o en el «perro mustio de fina piel, prodigiosamente musculado» que, a decir de Iñiguez, «parece buscar agua bajo una cabeza de águila» en un capitel de Artaiz». En otros tiempos como ahora, los perros errantes fueron objeto de las más severas prescripciones. En 1770 se dice en una ordenanza de la corporación de Bayona relativa a la destrucción de perros vagabundos: «Al perro, símbolo de la fidelidad, que tiene el inconveniente de volverse rabioso, se le dará nuez vómica». Se permitía también, según Ducéré, matarlo en las calles, con tiro de fusil pero con precauciones. No obstante, como hoy, los perros debieron encontrar defensores, ya que poco después podemos mencionar una sentencia del señor Pierre Caltau hijo, abogado, pidiendo a la corporación de la ciudad que revocara «la sentencia de muerte pronunciada contra los perros, esos ciudadanos de segunda clase en la sociedad civil». De más está decir que no fue escuchada y que, para empezar, se sacrificaron 163 perros para la seguridad pública. El perro no sólo ha sido utilizado como compañía o guarda humana. También ha sido instrumentalizado para cazar -perdiguero y pachón navarro- o guardar rebaños. Y de entre los perros de pastor hay que destacar el mastín navarro o mastín de los Pirineos descrito en su voz correspondiente, y el llamado perro de pastor -xumix de los roncaleses- que no parece muy lejano en el tiempo. La raza que mejores resultados ha dado en ambas vertientes del Pirineo es la llamada «brie» y sus derivados. Según Van Bylandt, suprema autoridad en la materia, es «un perro rústico de talla media (45 a 55 cm. de altura) y bien proporcionado; sólido y bien armado; de una inteligencia, actividad y obediencia admirables; cubierto de una capa de pelo suficientemente largo para protegerle del frío y de la humedad; de color barquillo en los pies y extremidades y negro, gris o barquillo en el resto del cuerpo; de cabeza fuerte cubierta de unos mostachos y cejas que dejan descubiertos o velan ligeramente sus ojos de color ámbar oscuro y muy expresivos. Orejas cortas y erguidas. Dientes fuertes que engranan perfectamente; cuello fuerte y musculoso; de cola de largura mediana, más bien baja y acodada en su extremidad; alcanza un peso entre los 20 y 30 Kg. Es, en fin, el perro que nuestros pastores llaman «artzai txakurra» y los vascos del otro lado de los Pirineos llaman «Labrita». Se trata de un perro que cumple con exactitud las órdenes del pastor y de ahí la celebración de Concursos de habilidad de estos perros con tan notable éxito: el pastor da las órdenes y el perro conduce y guía al rebaño. Al fondo, junto a él, se halla la majada hecha con un seto, en la que tiene que meter el perro a las ovejas sin dañarlas ni ladrar. El silencio de la masa de público que mira a distancia el desarrollo de la prueba, permite muy bien escuchar las órdenes, los silbidos y ver las señales que con su palo hace el pastor a sus ovejas. Todo partió de un grupo de montañeros oñatiarras que en la época veraniega se relacionaban y trataban con grupos de pastores en las campas de Urbia, Aralar, Gorbea y Sierra Salvada. Habían observado la labor admirable del perro ayudando a su dueño, el pastor, observando al mismo tiempo las diferencias de habilidad y de preparación de unos y otros perros en los distintos rebaños. Uno de los montañeros, Jesús de Elósegui, mostró a sus compañeros un recorte de periódico de Barcelona reseñando un Concurso de Perros de Pastor celebrado en la localidad de Ribas de Fresser, en el Pirineo catalán, organizado por el veterinario de dicha villa Agustín Franco Franco. Puestos en relación con éste, se le invitó a visitar las campas de Urbia ofreciéndose a colaborar y organizar un concurso en el País Vasco. Y como prometió lo cumplió llegando a Oñate el día 25 de septiembre de 1955 acompañado por el pastor José Riu Saint Jaume, proclamado campeón de Cataluña con su perro Samba, que actuó fuera del concurso y en plan de exhibición. El éxito, superior al esperado, del primer concurso animó a los organizadores a ponerse en contacto con los principales dirigentes y asociaciones que en Europa y América llevaban a cabo estos concursos. En Inglaterra, con la Internacional Sheep Dog Society que agrupa a las sociedades inglesas, escocesas e irlandesas y anualmente organizan sus concursos; con la de Markgröningen de Alemania; con la de pastores de Ade- Boden y Gastaad, de Suiza; con los organizadores de los concursos de los Alpes franceses; con la Western Range Association de California y con la Asociación de pastores portugueses, prestando también su colaboración la Sociedad Central del Fomento de las razas caninas de Madrid. Este 1º concurso de habilidad de perros de pastor se celebró en Oñati, con denominación de vasco-navarro, en la campa de Gastiasoro, a las 11 de la mañana del ya citado 25 de septiembre de 1955. Fueron clasificados en este orden: 1.° «Chino» de José Iturbe, de Bedoña-Aretxabaleta (Gipuzkoa). 2.° «Bat» de Vicente Urcelay, de Oñati (Gipuzkoa). 3.° «Canelo» de José Urcelay, de Oñati (Gipuzkoa). 4.° «Pinto» de Diego Aladama, de Manurga (Álava). 5.° «Txiki» de José María Arratibel, del Aralar. Hubo varios no clasificados de Oñati, Zegama, Etxarri-Aranaz y otro de Oñati. Se celebró la citada exhibición a cargo de «Samba» de José Riu Jaume de Caralps (Gerona). Se concedió premio de características raciales más puras a «Linda» de Leandro San Pedro, y premio de vestimenta más típica a José María Arratibel. Al siguiente año el II.° concurso fue de carácter internacional, en la misma campa, el día 30 de septiembre a las 11 de la mañana. Se continúan celebrando anualmente pero la Comisión Organizadora Oñatiarra compuesta por los señores Corcostegui, Leturia, Guridi, Igartua, Urcelay, Aguirrebalzategui, etc., y la colaboración técnica de Elósegui, Oregui, Ubiria y Deal ideó el realizar concursos y exhibiciones de carácter regional y provincial, para así seleccionar al mejor de cada uno de los concursos que en representación de su región o provincia compitiera con el final que tiene lugar en Oñati, donde se proclamaría el campeón internacional. Así Gipuzkoa, Álava, Bizkaia, Navarra, Laburdi y Zuberoa por los vascos y Cataluña y León que se unían a esta organización. De ese modo vienen teniendo lugar los concursos de diversas localidades de cada región o provincia de manera regular. Por otra parte, desde 1967, la organización «Guerediaga» de Durango viene organizando concursos en los que intervienen los campeones y subcampeones de las provincias vascas de Egoalde, el 1.° en la campa de Mañaria, el 2.°, en Yurreta, etc. En Iparralde, Baigorry, Urrugne, Ascain y Sara son las zonas de los mejores perros pastores en la actualidad. En Navarra, llevan la palma los perros de Maya o Amayur. Durante cierto tiempo la modernización de los medios de transporte y la implantación de deportes «extranjeros» hizo disminuir esta manifestación. Pero su espontaneidad, frente al carácter comercial de los otros deportes, la ha hecho revivir.