Poetas

Otero Muñoz, Blas de

Siguiendo lo anterior, la poesía de Blas de Otero puede dividirse en tres etapas: la etapa religiosa, la etapa existencialista y la etapa de la poesía social.

La primera etapa, es decir, la religiosa, corresponde con la época de juventud de Otero, a los primeros textos escritos y publicados por el bilbaíno. Son textos escritos principalmente antes de la Guerra Civil Española. Ha de tenerse en cuenta que en aquella época Otero se declaraba creyente y acudía asiduamente a misa. Los textos de aquel tiempo no son muchos y el propio poeta bilbaíno los rechazó posteriormente tildándolos de "pecados de juventud". Junto a los textos publicados en revistas y periódicos, pertenece a dicha época el libro Cántico espiritual (1942).

Cántico espiritual es un trabajo de corte místico que refleja la soledad y apuesta por el intimismo. En él puede percibirse la influencia de las lecturas previas de autores religiosos españoles. No todos los investigadores están de acuerdo a la hora de valorar la importancia de la primera etapa de la producción literaria de Otero. La poesía de dicho tiempo, analizada independientemente, no llega al nivel de la poesía escrita a posteriori por el bilbaíno: en ello están de acuerdo la mayoría de los críticos. Sin embargo, también es verdad que sin crear y andar dicho camino Otero no hubiera vivido su profunda crisis religiosa, es decir, que su obra, seguramente, no hubiera conocido la evolución que más tarde conoció, y es que, al fin y al cabo, la segunda etapa poética de Otero tiene su origen en la pérdida de la fe.

Tras la crisis religiosa vivida en los años 40 el poeta bilbaíno optó por otro modelo literario: el existencialismo que por aquel entonces tan importante era en la vecina Francia. Cuando pretendía rechazar la producción poética de su primera época, Otero solía mencionar que su primer libro de poemas era Ángel tiernamente humano (1950). Precisamente, dicho libro forma, junto a Redoble de conciencia (1951) y Ancia (1958), la etapa existencialista del poeta bilbaíno. Como tal, en ese último trabajo se recogen 32 poemas de Ángel tiernamente humano, todos los de Redoble de conciencia y otros 49 textos nuevos. Para cuando preparó dichos trabajos, Otero estaba profundamente cansado de las afirmaciones vacías y simples de la fe, y pasó de la afirmación a las dudas y preguntas surgidas entre el "yo" (del poeta) y el "tú" (de Dios o de la fuerza divina). Sin embargo, resultaba imposible constituir conversación alguna, y es que el "tú" jamás respondía: la única respuesta resultaba ser el silencio. Siguiendo las ideas de Jean Paul Sartre, el hombre se encuentra solo en el mundo y cada cual es el único responsable tanto de lo que hace como de lo que le sucede.

De la misma forma que la primera etapa trajo la segunda, trajo la segunda la tercera: no existe esperanza divina para el hombre, el hombre está sólo pero vive en comunidad, los hombres viven en sociedad la tragedia de la soledad, y precisamente en dicha vida compartida halló Blas de Otero el camino por el que seguir adelante. Lo que fue "yo" se convierte en "nosotros", y dicho "nosotros" pasa a ser el lugar en el que transcurre la vida. El "yo" del poeta también se disuelve en el "nosotros", el hombre se halla solo en el mundo, morirá y después no irá a lugar feliz alguno, pero mientras viva, el hombre tiene derecho a vivir contento y a ser feliz. Dicho de otra forma, una vez perdida la fe religiosa y superada la etapa existencialista, el poeta bilbaíno optó por la utopía humanista, y de esa tercera etapa son las obras más recordadas de Otero: Pido la paz y la palabra, En castellano y Que trata de España.

Los últimos poemarios del bilbaíno fueron Mientras e Historias fingidas y verdaderas (publicados ambos en 1970), pero cabe mencionar, como se ha dicho anteriormente, que Otero pasó la mayor parte de sus últimos años de vida reescribiendo y reorganizando los textos escritos décadas atrás.