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Orio

Orio conserva un buen número de construcciones civiles desde el siglo XVI en adelante, que fueron ocupando los solares medievales sin alterar apenas el trazado primitivo de sus calles. Entre ellas conviene señalar el repertorio formado por varias viviendas sitas a lo largo de las calles Mayor, Almirante Oa y alrededores de la parroquia.

Comenzando en la calle Mayor, la casa del nº 2, que perpetúa un modelo popular, presenta un espolón de doble escalonamiento en la planta baja, muy alterada, conserva un par de ventanitas conopiales flanqueando un balcón en la primera planta, y se repite este esquema en el segundo piso, aunque aquí los arcos son carpaneles. Mientras la planta superior se recorre por un balcón volado, en el que se abren tres vanos adintelados. Conserva restos de un patín gótico.

La del nº 3, llamada Mitxelena, se levanta en sillería y aunque reformada, será del siglo XVI. Enmarcada por espolones, presenta vanos adintelados, exhibiendo uno de ellos una rosa de los vientos sobre el dintel.

La vivienda del nº 6 llama la atención por el bello relieve naútico que luce sobre la puerta. El original se conserva en el Museo San Telmo de Donostia y será de fines del siglo XVI.

En el nº 8 se sitúa un noble edificio llamado popularmente Buruandienea. Bien aparejado en sillería, en el bajo abre ingreso de medio punto de grandes dovelas, escoltado por pareja de puertas enmarcadas por listeles -en origen ventanas-. Los vanos son adintelados, con cerco listelado y rematados por frontoncillos, aunque los del medio se rodean por cordondillos de lingotes. La fachada tiene dos parejas de tondos gallonados en las plantas residenciales. Mantiene en su conjunto los rasgos propios de la arquitectura clasicista, de líneas equilibradas en lo compositivo y mesura en lo ornamental.

Casi en frente, la del nº 7 conserva relieve de IHS sobre escudete en el dintel de entrada. Y en el nº 10 una construcción de mayor empaque, renacentista. Cuenta con dos accesos, uno de medio punto y el otro deprimido, y vanos adintelados -algunos con alféizar moldurado-.

La vivienda del nº 12 es una construcción mixta en plementería y sillar, que tiene acceso de medio punto con escudete que incluye IHS en la clave. Los vanos son adintelados, con antepecho moldurado. De comienzos del siglo XVI.

De fecha algo más avanzada será la casa del nº 14, de mampostería, madera y sillar. Tiene ingreso de grandes dovelas en arco escarzano, con una cruz en relieve en la clave.

En la Plaza Pilliku, la casa del nº 15 está acomodada entre espolones, con bajo -de sillar y sillarejo- y dos plantas -de mampostería y madera-. Cuenta con dos entradas, una amplia que fue de medio punto, hoy adintelada, con escudete y aguilucho en la clave; y la otra de acceso a la vivienda de menor vano. Tiene cuatro ventanas por planta, algunas con alféizares denticulados. Será del siglo XVI.

En la Plaza se sitúa una fuente cuyos orígenes se sitúan en el siglo XVI, y sobre la que se apoya un busto de bronce, obra del escultor Paulino Haro, de Mari-Maestra (1883-1962), oriotarra responsable de la guardería de la calle Mayor nº 16. Dicho edificio está justamente al lado. El ingreso es en arco escarzano, y tiene vanos adintelados de distinta luz y otros conopiales.

De arquitectura culta es el edificio del nº 17, el Palacio Iturriaga, residencia del notario Paulo de Iturriaga en el siglo XVI. Levantado de sillería, presenta acceso de medio punto con escudete labrado en la clave, y a su lado una ventana adintelada, ambas molduradas. La primera planta luce un escudo con cueros recortados, barroco, cuartelado por cruz flordelisada y cinco lobos pasantes, en cuyos campos hay castillo, árbol con lobo pasante, tres panelas y llaves cruzadas. Presenta ventanas con alféizares moldurados, una cornisa moldurada que da paso al tejado y potentes vierteaguas. En la actualidad acoge el Centro de Interpretación del Camino de Santiago.

Enmarcada por recios espolones, la vivienda del nº 21 (casa Pikota) será, como atestiguan los restos conservados, de factura bajomedieval. Es de sillería en el bajo, utilizándose el mampuesto y el entramado de madera para el resto. Tiene acceso de medio punto, con escudete de láurea con IHS y ventanita conopial con antepecho moldurado; además de otro acceso y una ventana, ambos adintelados. Las plantas superiores se adelantan sobre entramado de madera, luciendo la primera ventanas con alfeizar denticulado. La segunda asoma a través de un balcón corrido apoyado sobre base de madera con canes avolutados, que se repiten en el alero.

En fecha más adelantada se construiría la casa del nº 22, de formato culto, en sillería. Se abre en amplio ingreso adintelado junto al que se sitúa un vano, ambos con finos perfiles moldurados. El segundo piso se adelanta ligeramente, y en él se localizan lo que fueron en origen balcones enmarcados por listeles -hoy ventanas-. Este mismo cerco se repite en los vanos de los pisos superiores. La fachada se completa con seis tondos, que nos hablan ya de pleno siglo XVI.

Las casas de los nº 35 y 37 son también notables, con vanos conopiales, espolones, claves decoradas, escudetes con grafías góticas, etc.

Los edificios cercanos a la parroquia, en la calle San Nicolás, son también relevantes. Entre ellos destaca la casa Kolon Txiki o Mirandaenea, formada por dos módulos adyacentes. Con aparejo de sillería, la fachada se divide en dos mitades por una pilastra que se remata en un gran escudo barroco. Todas las plantas siguen un mismo esquema, con tres vanos en arco escarzano, siendo el central de la planta baja el acceso y en el resto de plantas balcones volados. En el bajo se lee rótulo con el nombre de la vivienda.

En esta calle son también interesantes las viviendas de los nº 15 y 17, que conservan arcos de medio punto, escarzanos o apuntados, ventanitas geminadas y canes en sus fachadas, y remiten fundamentalmente al gótico tardío y primer renacimiento. Y sobre todo la del nº 19, atravesada por el pasadizo Salatxo, de fines del siglo XV. Presenta aparejo gótico, acceso levemente apuntado -hoy convertido en ventana-, la puerta actual más estrecha y varios canes, que nos informan de la altura original de la casa; además se distribuyen distintos vanos, adintelados, uno de ellos geminado y apuntado.

Cerca de la parroquia destaca Bikario Etxea, que atendiendo a su denominación pudo haber servido de casa cural. Restaurada hace algunos años, es de tipología popular con entramado de madera, que adquirió mayor valor con el descubrimiento de unas pinturas murales con representaciones de barcos y dos figuras similares a eguzkilores.

Próxima al ayuntamiento, la casa Endaia, de factura muy posterior, que exhibe sobre la puerta, escudo y placa pétrea alusiva a Tomás de Endaya, general y maestro de campo, y dos veces alcalde de Manila. Además aquí nació el escultor Jorge Oteiza (1908-2003).

El ayuntamiento es un edificio funcional, de 2003, que sustituye a otra casa consistorial de los años 60.

En el entorno de la plaza destaca la casa del nº 3, de piedra y madera. Luce ingresos y vanos adintelados, aunque mayor encanto tienen las ventanas conopiales del primer piso y los balcones centrales en los superiores.

Y muy próximo, está el busto homenaje al pelotari oriotarra Victor Enbil, obra de su sobrino Jorge Oteiza, que se muestra en la fachada de una casa que mira a la plaza.

A estos elementos hay que sumar otros sitos en la calle Almirante Oa. Aquí destacan varios edificios con vestigios sobre todo del siglo XVI, como ocurre en el nº 5, de sillería y con un acceso cegado de medio punto, y escudo muy desgastado en la clave. O en el nº 7, que conserva espolón, ingreso de medio punto con escudete e IHS, y su fachada postrera luciendo un conopio. También la vivienda del nº 10 (casa Makazaga). Flanqueada por espolones, abre acceso de medio punto con escudete e IHS en letra gótica y al lado un vano conopial geminado con una escena pesquera grabada encima.

Vestigios originales de sabor gótico renacenstista se asoman igualmente en los nº 5, 9, 12 y 18, como así sucede en otras fábricas de la calle Aritzaga, Antxiola o Urdaire.

De época más avanzada merece señalarse el palacio Claessens, formado por edificios distintos. Por un lado la casa neoclásica, con accesos adintelados, alero de media caña, balcones con elegante barrotería; y por otro lado, en la parte zaguera, la torre (casa Torrea) de planta cuadrada, compacta y por cuya trasera discurría la muralla. La casa ha estado habitada al menos desde 1555, más tarde la ocupó el almirante Antxiola y el inquilino que da nombre al inmueble, José Santiago de Claessens, en el siglo XIX. Éste era miembro de una familia muy influyente en la Compañía Guipuzcoana de Caracas, y fue alcalde de San Sebastián en 1814.

Fuera del casco histórico, llamaremos la atención sobre el barrio de San Martín, en el antiguo camino a San Sebastián. Y entre los elementos del entorno rural destacan los caseríos Aizperro y Erretzabal, con restos arquitectónicos bajomedievales.

Entre los elementos de carácter religioso, el edificio más sobresaliente es sin duda la parroquia de San Nicolás de Bari. Ocupando el solar del primitivo templo que daría origen en el siglo XIV a la población de Orio, se sitúa actualmente la parroquia matriz de la villa, erigida en su mayoría en el XVII.

Seguramente la bonanza económica como destacado enclave comercial y portuario de la villa, provocaron un aumento de la población intramuros que hizo necesaria la ampliación de un templo a todas luces insuficiente para las necesidades espirituales de sus vecinos. Sería aquel un edificio sencillo y de menor tamaño que el actual, tal como lo revelan los restos arqueológicos de la iglesia. Además en 1569 el concejo afirmaba que "en esta dicha villa ay mas de mill personas, vecinos, moradores e parroquianos ..., y ay una sola iglesia, y muy pequeña y antigua, mas fecha como una casa que como una iglesia, y hen ella no pueden caber la meytad de la gente todos juntos", por lo que se adquirió un solar contiguo para ampliarla.

El templo actual se levantó en el siglo XVII, y responde de manera fiel a los prototipos de la arquitectura del momento, en su compacidad, severidad formal y ornamental. Es un edificio exento, de una nave con ábside semicircular. Se cubre con bóvedas de cañón definidas por arcos rebajados, que apean en los muros dando lugar a secciones encasetonadas; mientras, en el ábside la solución es de media cúpula sobre pechinas.

El aparejo resulta ordenado y bien escuadrado, de calidad y severo. Sobriedad ésta que se hace extensiva a lo decorativo, haciendo uso del repertorio clásico.

En la zona de los pies se levanta el coro, que descansa sobre un arco carpanel.

Se comunica con el exterior a través de tres puertas, y por fuera corre además un pórtico que permite rodear el templo, y desde el que se desciende hasta el pasadizo Salatxo por un tramo de escaleras cubierto.

En cuanto al mobiliario del templo, destaca el retablo mayor, cuya advocación al santo de Bari nos recuerda la dedicación marinera de la villa. Es un mueble barroco, dorado, de medianas dimensiones, que sin embargo gana protagonismo por su alarde decorativo. Está estructurado en un único cuerpo, con gran nicho al centro para acoger tabernáculo eucarístico y una talla gótica de Cristo. En la parte superior, el ático con óvalo donde se inserta el titular en pie, bastante fino y de paños movidos, al que flanquean una pareja de ángeles. El rasgo más sobresaliente de esta fábrica es su complejidad ornamental, con columnas salomónicas, vegetales y otros frutos carnosos de abultado relieve que confieren gran volumen al entallado. La traza la firmó el arquitecto Juan de Apaeztegui en 1691.

Otros elementos de interés son una pareja de retablos barrocos dedicados a San Pedro y a la Virgen con el Niño; y otros dos más severos para San Ignacio de Loyola y San José, ambos titulares de calidad. Así como una bella talla de la Magdalena, del XVII, tradicionalmente adscrita a talleres vallisoletanos. En cuanto a la orfebrería, destaca un portaviático del siglo XVII y un cáliz de 1762. De la nave cuelga además un exvoto de barco de buen tamaño. En el exterior del templo, bajo la galería porticada, hay una Piedad diseñada por Oteiza.

Aparte de la parroquia, como enclave jacobeo destacado, Orio tenía un hospital de peregrinos con una capilla bajo el patronato de Nuestra Señora de la Piedad o "Piedadia" que, al contrario de lo que sucedía mayoritariamente, se situaba dentro del casco urbano, más aún, en lo alto de su calle Mayor. Hoy en día no quedan restos de aquella construcción, que aún en 1886 se dice albergaba un retablo con una pintura de la Piedad y una talla del Salvador. Rememorando su ubicación, hay una hornacina en la pared que cobija una pequeña imagen de la Piedad.

Vinculada con la ruta jacobea de la costa que viene desde Igeldo por Mendizorrotz, a las afueras de Orio se levanta la ermita de San Martín. Es un edificio de arquitectura rural, de época tardomedieval -aunque la noticia documental más antigua es de 1584-, que seguramente sustituiría a otro anterior. Los muros presentan aparejos diferenciados, lo que responderá a momentos edificatorios distintos. Es de planta rectangular, de una nave con cubierta a dos aguas, prolongándose un lado para conformar el pórtico que cobija uno de los accesos. Este ingreso es de arco apuntado con amplias dovelas.

Al interior destacan los elementos lígneos, el entramado de la cubierta y su coro, así como las imágenes del titular -advocación estrechamente vinculada al Camino de Santiago -, y una imagen de la Virgen, situados en el retablo; y las tallas de un San Sebastián popular, una bella Santa Ana triple medieval y un Cristo renacentista. También hay en la ermita un exvoto de barco. Además en el Museo Diocesano de San Sebastián se guarda un bajorrelieve de San Roque del siglo XVI procedente de la misma.

Otro enclave rural de interés es la ermita de San Juan Bautista de Antilla, que como la de San Martín al menos se documenta desde 1584. Se erige sobre un promontorio rocoso y es de planta rectangular con cubierta de madera. El frontal está abierto a modo de humilladero, protegido por una cancela de barrotería lígnea. El edificio actual debió de construirse en el siglo XVIII, aunque reemplazaría a otro antiguo. En el interior se alojaban tres muebles muy vulgares con mesas de altar para varias imágenes. Algunas de aquellas populares tallas cuelgan hoy en día de sus paredes desnudas: un Crucificado -el de mejor calidad-, una Virgen orante en pie, otra Virgen con el Niño y un San Juan Bautista.

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RCL 2011