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Orio

La villa de Orio, nacida bajo el nombre de Villareal de San Nicolás de Orio, fue fundada el 12 de julio de 1379 por concesión de Juan I de Castilla.

Su ubicación inmediata al mar y el marcado carácter comercial de la localidad -desde cuyo puerto se embarcaba hierro hacia Europa-, fueron los factores determinantes por los que obtuvo fuero propio.

De acuerdo a los planteamientos urbanísticos medievales, se organiza siguiendo un trazado de calles en desarrollo longitudinal, atravesadas por otras transversales. Un plano que responde a un modelo aproximadamente triangular con calles que se juntan en un extremo. A ello se añadiría la muralla, levantada a solicitud de los vecinos, en la que se abrían cuatro portales: dos al inicio y al final de la calle Mayor, hacia la ermita de San Martín y hacia el vial jacobeo -que cruzaba la villa y llegaba a Zarautz-, otra en la calle Almirante Oa, hacia el puerto, y la última en Iturribide, hacia la ermita de San Juan.

Sin embargo, su ubicación en un terreno de acusada pendiente y la misma localización del templo, condicionaron la planimetría urbana.

Sus calles siguen un trazado en pendiente, y a veces sinuoso, siendo las vías más importantes la calle Mayor y la calle Almirante Oa. La primera de ellas arranca de la iglesia de San Nicolás siguiendo un itinerario empinado hasta alcanzar la ermita de San Martín. A ambos lados de esta calle se sitúan casas señoriales que muestran elementos arquitectónicos medievales, renacentistas y barrocos en sus fachadas. Por su parte, la calle Almirante Oa de recorrido más corto, parte de la calle Mayor por el oeste en fuerte desnivel hasta atravesarse con la calle Aritzaga. En ella se localizan igualmente algunas edificaciones de arquitectura residencial, fundamentalmente del siglo XVI.

Las calles San Nicolás y Aritzaga se cruzan con esta calzada, y en ambas hay algunas casas de villa destacadas, además del propio templo, cercano al puerto y que asoma a la calle Mayor, verdadero germen de la villa. Cortando perpendicularmente a las vías principales, las calles Antxiola, Urdaire, Iturribide, lucen en su recorrido construcciones tradicionales, junto con otros edificios que conservan restos gótico renacentistas y más recientes, decimonónicos. Junto a estas calles conviene destacar la de San Nicolás, anexa a la parroquia, en la que se cuentan viviendas del siglo XVI -algunas bastante alteradas-. Y cercano al templo, el pasadizo Salatxo, que comunica con la parroquia.

Fuera ya del recinto urbano, se localiza el barrio de San Martín, al que se llega terminada la calle Mayor en su parte alta, y donde se sitúan diversos caseríos de interés -con elementos arquitectónicos desde los siglos XVI al XVIII-, algunos vestigios megalíticos, restos de instalaciones para la transformación del hierro -ferrería Sarikola- o para la molienda tradicional -molino de marea Mare-errota-, así como la propia ermita que da nombre al barrio.

RCL 2011