Territorios

Navarra

Navarra ocupa el costado oriental de Euskal Herria, en la parte occidental de los Pirineos. Cuenta con una extensión de 10.421 kms². Los límites de carácter administrativo se extienden, al norte en una longitud aproximada de 163 kms., con la frontera de Francia, desde Endarlaza (Bera de Bidasoa) hasta la Mesa de los Tres Reyes (Isaba), punto de convergencia de los límites del Béarn, Huesca y Navarra. Al sur limita con Rioja y Aragón en 149 y 45 kms. respectivamente. La frontera occidental la forman Gipuzkoa y Álava (97 y 93 kms. respectivamente). Los límites orientales están constituidos por las provincias de Huesca y Zaragoza (32 y 178 kms. respectivamente). En esta última se sitúa el municipio de Petilla de Aragón. La provincia está dividida administrativamente en 265 términos municipales. Dentro de éstos son mayoritarios los que tienen superficies comprendidas entre 20 y 49,9 kms². (94, equivalentes al 35,5 % del total). Asimismo son destacables los 11 municipios que superan los 100 km² y la extensión de Baztán, que, con sus 377,2 kms², se constituye como el municipio más extenso.

Municipios clasificados según extensión superficial
Número%
Menos de 5 kms²176,4
De 5,1 a 9,9 kms²3312,4
De 10 a 19,9 kms²6022,6
De 20 a 49,9 kms²9435,5
De 50 a 99,9 kms²5018,9
Más de 100 kms²114,1

Pamplona es la capital de la Provincia cuyo punto más elevado se encuentra a 2.433 m. (Mesa de los Tres Reyes).

El relieve navarro se identifica con un conjunto de unidades morfoestructurales claramente contrastadas: Pirineos y Depresión del Ebro. La primera unidad es una cadena de plegamiento, cuyo eje se hunde paulatinamente hacia el oeste, mientras que la segunda unidad puede definirse como una cuenca sedimentaria, cuyos bordes han sido deformados durante las últimas pulsaciones alpinas. Por el contrario, el centro de la cuenca permanece prácticamente horizontal o subhorizontal.

  • Pirineos

La mayor parte del territorio navarro se inserta dentro del Pirineo occidental. La Cordillera Pirenaica está constituida por dos unidades estructurales, de edad y naturaleza muy diferentes.

  • Zona axial

Es la línea maestra de los Pirineos. Se identifica con el primitivo umbral herciniano que surge a finales del Carbonífero. No constituye un afloramiento continuo, puesto que en muchos sectores, el basamento Paleozoico está fosilizado por una cobertura sedimentaria cretáceo-eocena. Este eje está formado por materiales Paleozoicos (Devónicos, Carboníferos y Pérmicos), muy antiguos. Aflora en el macizo de Bortziriak (Cinco Villas) (y stock granítico de Peñas de Aia), Alduides o Quinto Real y Oroz-Betelu. Litológicamente, los materiales más antiguos han sido datados como Cámbrico-Ordovícicos (Orreaga-Macizo de Luzaide y este de Zugarramurdi). Se inicia este nivel, mediante una potente serie de cuarcitas, alternantes con pizarras, que hacia el techo de la serie son sustituidas por esquistos negros con Graptolites. El Devónico está formado por un potente tramo basal de cuarcitas, que hacia arriba, son sustituidas por esquistos con niveles calizos, dolomíticos, cuarcíticos y areniscosos.

Concretamente, en Cinco Villas, el Devónico presenta la siguiente sucesión: pizarras y areniscas, calizas, margas y calizas alternantes y pizarras, esquistos arenoso-margosos que eventualmente presentan intercalaciones de calizas, margas y pizarras, areniscas cuarcíticas y pizarras arcillosas y limosas con intercalaciones de areniscas. En Kintoa (Quinto Real), el De vónico engloba una serie de formaciones constituidas por esquistos (con intercalaciones de calizas y calcarenitas), cuarcitas, areniscas calcáreas, calizas y areniscas. El Carbonífero es el período Paleozoico mejor representado en Navarra. Está formado por pizarras metamórficas, cuarcitas, grauwacas y liditas negras, aunque su composición suele sufrir fuertes variaciones de unos puntos a otros. Concretamente, en el macizo de Alduides, la serie se inicia mediante un tramo calizo, sobre el que se sitúa un nivel de esquistos abigarrados y un tramo dolomítico muy potente (magnesitas de Eugi).

Paulatinamente, los materiales carbonatados son sustituidos, primero por esquistos arenosos con intercalaciones de grauwacas, y posteriormente por areniscas, grauwacas, esquistos y areniscas calcáreas. Sobre ellas se dispone un tramo carbonatado de calizas y dolomías, terminando la serie con un nivel areniscoso. Encajándose en los materiales Paleozoicos de Bortziriak (Cinco Villas) se localiza el stock granítico de Peñas de Aia. En la proximidad del granito, se desarrolla un metamorfismo térmico, con formación de corneanas de andalucita y cordierita. Por último, el Pérmico está bastante mal representado, disponiéndose en tomo a los Macizos Paleozoicos. Se dispone discordante sobre las formaciones anteriores y es fundamentalmente detrítico, ya que está formado por conglomerados y areniscas rojas. Todos estos materiales han sido afectados por dos fases tectónicas importantes: Herciniana y Alpina.

Como consecuencia de la orogenia Herciniana, el macizo de Kintoa (alternancia de secuencias detríticas o carbonatadas y esquistosas), presenta deformaciones con orientación norte - sur (hasta norte noroeste - sur sureste), así como este-oeste (hasta este noreste - oeste suroeste). La orientación norte - sur, viene representada por la dirección de los pliegues, en tanto que la dirección este-oeste por las fallas y pliegues de menor envergadura, y por el importante cabalgamiento de todo el macizo sobre el Cretácico superior (Villalobos, 1975). Estos pliegues presentan por lo general una acusada vergencia hacia el oeste y a menudo son volcados. Por el contrario, el Macizo de Bortziriak manifiesta una total ausencia de grandes pliegues. Los materiales Devónicos se superponen en una serie de escamas cabalgantes de dirección noreste - sureste a un Carbonífero esquistoso. J. Campos (1979) señala que no se reconocen pliegues, ni estructuras de plegamiento de gran tamaño, sino únicamente micro y mesopliegues.

Todos estos rasgos, determinan el predominio de un relieve estructural, integrado por depresiones tectónico-erosivas (por ejemplo, Bera de Bidasoa) y valles muy estrechos y encajados, separados entre sí por interfluvios más o menos abruptos de escasa altitud y cima redondeada: Erakurri (1.139 m), Ortzanzurieta, (1.570 m.), Corona, (1.387 m.), Adi (1.459 m.), Autza (1.306 m.), Saioa (1.418 m. ), etc. Ahora bien, la existencia de materiales de dureza contrastada, introduce modificaciones morfológicas importantes; así, las pizarras, poco resistentes a la erosión, determinan relieves suaves, mientras que el granito y las calizas devónicas dan formas más escarpadas. Por último, sobre las areniscas y conglomerados Permotriásicos, la erosión ha modelado una serie de cuestas y crestas, inclinadas hacia el corredor de Ezkurra y el valle de Baztán (depresión triásica) pudiendo destacar, Gorramendi (1.381 m.), y Mendaur (1.136 m.). Dada la escasa altitud de los relieves paleozoicos, la impronta glaciar apenas tiene importancia. Unicamente, el monte Autza denota un cierto retoque glaciar (pequeños circos y algunas morrenas) de edad Cuarternaria.

Todos estos macizos (Oroz Betelu, Bortziriak [posiblemente Würmiense] y Alduides o Kintoa) están separados por depresiones tectónico-erosivas modeladas a expensas de las areniscas y argilitas del Permotrías y del flysch del Cretácico superior. En este sentido, podemos destacar la depresión de Bera-Ainhoa, dominada por el macizo de Aia-Larrun (898 m.), el corredor de Ezkurra (falla) y la depresión del Baztán. Todo ello se traduce en un paisaje caótico y desordenado, formado por bloques de altura similar y cima redondeada (vestigio de antiguas superficies de erosión), separados entre sí por depresiones y valles encajados. En cualquier caso, podemos afirmar, que la erosión ha destruido la estructura hasta tal punto que los únicos relieves estructurales están ligados a los afloramientos de bandas cuarcíticas, en el macizo de Kintoa, que esbozan un relieve apalachense donde se sitúan las mayores alturas (Adi, 1.459 m.) (Atlas de Navarra, 1986).

  • Prepirineos

Adosados al eje axial pirenaico se desarrollan un conjunto de relieves que reciben el nombre de Prepirineo. Los materiales que constituyen esta unidad se depositaron fundamentalmente durante el Mesozoico y Terciario en dos largos surcos sedimentarios y paralelos, separados por el eje axial hercianiano. Como afirma M. Terán (1952), ambas fosas permanecen ocupadas por el mar durante todo el Mesozoico y principios del Terciario y frecuentemente, las aguas (períodos transgresivos) invadieron incluso el eje axial. La fosa meridional o Navarra, quedaba enmarcada entre el umbral herciniano y el macizo del Ebro, que desde el Carbonífero ocupaba la actual Depresión del Ebro. Esta fosa recibía ingentes masas de sedimentos, estimándose que el relleno supera los 10 km. de espesor. A finales del Eoceno, y como consecuencia de la orogenia alpina (plegamiento pirenaico). surgen una serie de pliegues, de dirección Este-Oeste, que van a configurar definitivamente la Cordillera pirenaica. Al plegamiento alpino se deben las diversas unidades que se reconocen en el Prepirineo, el cual se desdobla en dos alineaciones montañosas muy claras y definidas: una interna, adosada al eje axial, con alturas que culminan en tomo a los 2.000 metros, que recibe el nombre de Sierras interiores, y otra externa, paralela a la anterior y de alturas más modestas, para la que reservamos el nombre de Sierras exteriores. Entre ambas alineaciones, se extiende una larga y estrecha depresión margosa que recibe el nombre de depresión media Prepirenaica.

  • Sierras interiores

Se disponen adosadas al eje axial y presentan una orientación típicamente pirenaica (este - oeste o noroeste - sureste). Están constituidas por potentes barras de calizas Mesozoicas y Eocenas (Abodi, 1.520 m.; Ezkaurre, 2.047 m.; Nabascués o Illón, 1.420 m. y el conjunto de montañas que articulan el Ronkal nororiental), con pequeñas intercalaciones margosas y flyschoides, que han favorecido el excavado de la red hidrográfica. En conjunto, las Sierras interiores forman un complejo anticlinorio, desdoblado frecuentemente en varias ondulaciones secundarias. Terán (1952) señala que en el Pirineo occidental, la complicación tectónica es extraordinaria, los pliegues se comprimen produciéndose numerosos desgarres y cabalgamientos. El relieve se resuelve mediante una sucesión de hog backs, barras, crestas, cuestas monoclinales, cúpulas anticlinales y plataformas sinclinales. La existencia de materiales de dureza contrastada (calizas, margas y flysch) interviene decisivamente en el modelado. La intensa actividad erosiva de la red hidrográfica, ha modelado un conjunto de valles transversales, de dirección Norte-Sur, que reciben el nombre de valles orientales y centrales navarros (Ronkal, Salazar, Erro, Urrobi...).

Cuando estos ríos atraviesan barras calizas, modelan angostos valles, muy encajados, siendo frecuentes las foces (Mintxate, Burgi, Arbaiun, etc.), mientras que cuando inciden materiales margosos se ensanchan considerablemente. Hacia el oeste, las Sierras interiores enlazan con las unidades que configuran el extremo nororiental del arco plegado vasco. Básicamente, podemos destacar tres unidades estructurales:

  • Depresión Oiz-Beasain (Atlas de Navarra, 1986). Constituye la prolongación oriental del Sinclinorio de Bizkaia. En Navarra, este sinclinorio se prolonga a través de los valles de Santesteban y Basabúrua menor, y está cabalgado al norte, por el Macizo Paleozoico y al sur por el manto de los mármoles (alineación Lizartza-Almandoz).
  • Sinclinorio Araiz-Ulzama. Esta unidad presenta una orientación general este - oeste y se desarrolla entre la Sierra de Aralar y el manto de los mármoles.
  • Sierra de Aralar. Es un gran pliegue anticlinal, cabalgante al norte y profundamente karstificado. Topográficamente, se superan ampliamente los 1.000 metros, tal y como se observa en Irumugarrieta (1.427 m.), Txemiñe (1.291 m.), Putterri (1.296 m.), Eulatz (1.281 m.), Artxueta (1.323 m.), etc. En esta zona se alcanzan las máximas alturas de Navarra: Mesa de los Tres Reyes (2.438 m.), Orhi (2.021 m.), Peña Ezkaurre (2.407 m.), Ortzanzurieta (1.570 m.), Adi (1.459 m.), Abodi (1.520 m.), etc. Todos estos afloramientos calizos, han favorecido el desarrollo de importantes aparatos kársticos (Belagua). También el glaciarismo ha dejado su impronta en la parte alta de la sierra, pudiendo observarse pequeños circos y acumulaciones morrénicas en el valle de Belagua y en las laderas del Orhi, Ukerdi, Mesa de los Tres Reyes, etc.
  • Depresión media prepirenaica

Son un rosario de depresiones, localizadas entre las sierras interiores y las sierras exteriores. Esta depresión está formada por la Cuenca de Aoiz-Lumbier y Cuenca de Pamplona, enlazando con la Llanada a través del corredor de la Barranca Burunda. Presentan una orientación oeste noroeste - este sureste, y están limitadas, al oeste. por la Sierra de Andía, al sur por las Sierras del Perdón, Alaiz e Izko, y al este por las de Leyre y Navascués. Estructuralmente, pueden definirse como un amplio sinclinorio (pliegues anticlinales y sinclinales que en conjunto adoptan un dispositivo sinclinal), de dirección pirenaica, que ha sido parcialmente desmantelado por la erosión.

Litológicamente predominan los materiales margosos del Cretácico superior, lo que ha favorecido el desmantelamiento de las estructuras. Unicamente los materiales más duros (conglomerados y calizas), han resistido los embates erosivos, generando una serie de relieves residuales que interrumpen la cuenca. Podemos citar la peña de Izaga (1.353 m.), que separa la Cuenca de Pamplona de la de Aoiz-Lumbier, y las Sierras de Malkaiz, Tajonar, Tabar, Gongolaz). Todas ellas constituyen un sinclinal colgado de flancos asimétricos, coronado por conglomerados (A. Floristán, 1982). La primitiva depresión ha sido excavada por la red hidrográfica (Arga, Ulzama, Elorz y Arakil en la Cuenca de Pamplona, e Irati, Erro, Urraul y Salazar en Aoiz-Lumbier), a expensas de las margas cretácicas, generando una depresión subsecuente bastante continua. El fondo de la Depresión está parcialmente recubierto por una fina película de materiales cuaternarios, depositados bajo la forma de terrazas escalonadas, glacis, conos de deyección, etc.

  • Sierras exteriores

La Depresión media se cierra por el sur mediante un alineación montañosa, de dirección pirenaica, que recibe el nombre de Sierras exteriores. Forman parte de esta alineación:

· Sierra de Urbasa y Andía

Incluimos en esta unidad las Sierras de Satrustegi, Saldise, Sarbil, San Donato y Guesalaz. Estructuralmente, la Sierra de Urbasa constituye un sinclinal colgado, cuyos bordes dominan mediante un escarpe de 500-600 metros la Burunda y las Amescoas (aquí el desnivel no supera los 300 metros). El frente es muy continuo y rectilíneo, viéndose únicamente interrumpido por algunas entalladuras, que no son sino valles kársticos ligados a surgencias. La Sierra de Andía presenta una estructura mucho más compleja. Esta unidad está constituida por el sinclinal de San Donato, anticlinal de Ergoyena, sinclinal de Andía y anticlinal de Ulanz-Sarbil. Morfológicamente, es una meseta suavemente ondulada que domina el valle del Arakil mediante un escarpe de 700 m. La vertiente meridional ha sido incidida por pequeños cañones, cuya génesis está ligada a procesos kársticos y erosivos (erosión regresiva de las cabeceras de los cursos fluviales existentes en la zona). Ambas alineaciones han sido afectadas por fallas de dirección norte noreste - sur suroeste y noreste - suroeste. El predominio de los materiales calizos, ha favorecido el desarrollo de las formas exokársticas (lapiaz, dolina, uvala, poljés, cañones...) y endokársticas (simas, sumideros, cuevas, surgencias, etc.).

· Sierra de Lókiz

Es un pliegue anticlinal cuya charnela ha sido parcialmente vaciada (valle de Lana). Geomorfológicamente, es un relieve estructural, integrado por una serie de cuestas muy nítidas. Localmente (al norte del valle de Lana), las formas kársticas están bien desarrolladas. Esta sierra culmina en el monte Arnaba (1.256 m.), aunque por lo general, la mayoría de las cimas no rebasan los 1.000 m. de altura.

· Sierra de Dos Hermanas, Kodés y Cantabria

Estas tres sierras cabalgan los materiales de la depresión del Ebro y la fosa Riojana. Estructuralmente, es una zona muy compleja, profundamente plegada y fracturada, que en conjunto puede definirse como un pliegue-falla cabalgante hacia el S. Los accidentes tectónicos que afectan a esta unidad son el cabalgamiento de la Sierra de Cantabria, las depresiones de Santa Cruz de Campezo, Acedo y Oco y el anticlinal de Gastiain. Topográficamente, estas sierras rebasan los 1.000 m. de altura, tal y como se observa en Peña Umade (1.153 m.), Yoar (1.414 m.), La Plana (1.133 m.), etc.

· Sierra de Leyre e Illón

Esta unidad está formada por dos alineaciones montañosas, de dirección E-O, separadas por una estrecha depresión. Estructuralmente forman parte del flanco septentrional de un pliegue tumbado, fallado y cabalgante. Las cimas de esta sierra, rebasan los 1 .200 m. de altura, destacando el Arangoiti (1.355 m.), Eskalar (1.302 m.), etc.

· Sierra de Alaiz

Su estructura es bastante sencilla. Puede definirse como un pliegue anticlinal de dirección NE-SO, que se dispone cabalgando los depósitos Terciarios de la Depresión del Ebro. Sus máximas cimas apenas rebasan los 1.100 m.: Alaiz, 1.169 m.; Karrascal, 1.156 m., etc.

· Sierras de crestas monoclinales

Perdón e Izko. Litológicamente están formadas por areniscas y conglomerados, que han quedado en resalte por erosión diferencial. Pueden definirse como sendas crestas monoclinales que buzan hacia el S. Topográficamente, la Sierra del Perdón (también llamada Errenaga y Francoandia), apenas supera los 1.000 m. de altitud (Eskibes, 1.015 m.). Algo similar ocurre en Izko, donde únicamente el monte Antxurda (1.035 m.) rebasa esta altitud.

  • Depresión del Ebro

Esta macrounidad rebasa ampliamente los límites territoriales navarros, prolongándose a través de la Rioja, Aragón y Cataluña. El sector navarro de la depresión, se desarrolla al S. de las sierras exteriores prepirenaicas, de dirección general oeste - este, que constituyen una alineación montañosa continua, formada por las Sierras de Kodés, Cabrega, Valdellín, Urbasa y Andía, Alaiz, Perdón, Izko, Leyre, etc. Por el sur, y fuera ya de la zona objeto de nuestro estudio, la depresión queda limitada por las estribaciones del Sistema Ibérico. La depresión del Ebro, constituye el fondo de una amplia cuenca lacustre, ocupada por las aguas hasta finales del Mioceno, de ahí que predomine un relieve estructural muy sencillo. A pesar de todo, es preciso diferenciar dos unidades netamente contrastadas.

· Navarra media

Se identifica con el borde de la antigua cuenca lacustre terciaria. Litológicamente, predominan las areniscas y conglomerados sinorogénicos deformados y plegados durante las últimas pulsaciones alpinas, de ahí que presenten un relieve mucho más movido que el del centro de la cuenca. Estructuralmente, estos materiales presentan una típica orientación pirenaica (este - oeste), tal y como se observa en los sinclinales de Barasoain y Rocaforte, y en los anticlinales de Tafalla-Lerga y Aibar. La erosión ha desmantelado parcialmente estas estructuras, generando un típico relieve en cuestas, crestas y hog-backs, separados entre sí por una serie de valles ortoclinales. En aquellos lugares donde afloran materiales blandos (ejes anticlinales y diapiros), la erosión ha modelado una serie de cubetas, flanqueadas por escarpes muy acusados, tal y como se observa en el diapiro de Estella, que está flanqueado por los apuntamientos conglomeráticos de Montejurra (1.045 m. ) y Monjardín (890 m. ). Algo similar ocurre en los diapiros de Alloz (Monte Eskintza, 739 m., y Alto de Irure, 701 m.) y Salinas de Oro. Más al sur el relieve se resuelve mediante una sucesión de amplios valles separados entre sí por interfluvios más o menos abruptos, que enlazan con la Ribera a través de un amplio glacis de erosión y de un conjunto de niveles de terraza (cinco niveles en Tafalla-Olite, Sangüesa, etc. y dos en Estella, Villatuerta), depositados por el Ebro y sus afluentes.

· Ribera

A medida que nos acercamos a la Ribera, se produce un cambio paulatino en la litología. Los conglomerados oligomiocenos son sustituidos por margas, sales, arcillas y yesos, con intercalaciones areniscosas y calcáreas. Es preciso diferenciar dos zonas netamente contrastadas: una, plegada, al norte, y otra tabular al sur. La Bardena plegada, ha sido afectada por movimientos halocinéticos y reajustes isostásicos tardíos, pudiendo destacar, el anticlinal de Caparroso y Arguedas y el anticlinal de Peralta, ambos separados por la cubeta sinclinal de la Venta (es una depresión, cuyo fondo está salpicado por cerros testigo) y el sinclinal de Miranda de Arga. Son pliegues bastante laxos, de dirección pirenaica (este - oeste o noroeste - sureste) y estilo Jurásico. Como señala A. Floristán (1951), la alternancia de yesos y margas en capas casi verticales en los ejes de los anticlinales ha formado una serie de crestas, vallonadas y depresiones paralelas de orientación sureste - noroeste. Al sur de la Zona plegada, se desarrolla la Bardena tabular, muy erosionada, predominando las llanuras, mesas, graderías y cerros, todos ellos profundamente entallados y disecados por los barrancos (paisajes de cárcavas y barrancos). Unicamente, en el sector suroriental y suroccidental se alcanzan altitudes importantes, tal y como se observa en la Plana de la Negra (646 m.). El paisaje de esta zona se resuelve mediante una sucesión de llanuras aluviales, terrazas antiguas, colinas de yesos, margas y arcillas profundamente abarrancadas, y una serie de formas tabulares dispuestas en gradería. Al sur y al sureste estos relieves tabulares dominan mediante un importante abrupto de más de 100 metros de altura, la depresión de la Bardena Blanca. Este escarpe se identifica con el frente de una cuesta y muestra un alto grado de abarrancamiento (delante de la cuesta se observan diversos cerros, pudiendo destacar el Cabezo Hermoso y el Cabezo de los Ladrones).

Los rasgos que caracterizan el clima de Navarra presentan una acusada variabilidad, como consecuencia de su posición latitudinal, de la peculiar configuración del relieve respecto al flujo del oeste y de su posición respecto a la circulación general atmosférica y a la corriente en chorro. No hay que olvidar que Navarra se localiza en la fachada occidental del continente europeo quedando incluida dentro del dominio climático templado oceánico (al menos la parte septentrional), pero muy cerca de las altas presiones subtropicales. Como consecuencia de su particular situación latitudinal, Navarra es afectada por masas templado-húmedas procedentes del Atlántico y masas cálidas de origen Mediterráneo y Africano. El particular dispositivo topográfico que articula esta zona determina de manera decisiva el clima de Navarra, tanto en la diversidad de matices, como en la distribución espacial de las variedades climáticas.

No hay que olvidar, que las principales alineaciones montañosas adoptan un dispositivo paralelo, dificultando la penetración de masas de aire oceánico. Hasta tal punto esto es así, que podemos afirmar que las diversas variedades climáticas coinciden grosso modo con las unidades morfoestructurales del relieve, pudiendo delimitarse una serie de bandas alargadas de dirección general este - oeste. Otros factores que contribuyen a explicar la variabilidad climática, es la proximidad del océano y el fuerte calentamiento que experimentan las aguas del Cantábrico durante el verano (inestabilidad de las capas bajas de la atmósfera) y el efecto de succión desarrollado por la región ciclogenética del Mediterráneo Occidental. En definitiva, Navarra no constituye una región climática homogénea, pudiendo diferenciarse tres zonas netamente contrastadas; la oceánica litoral (Navarra húmeda), abierta a las influencias marítimas, la mediterránea (Ribera y Navarra media), y entre ambas, una franja de transición (cuencas pirenaicas) de anchura variable. La altitud introduce nuevas variantes, pudiendo hablarse de una variedad de montaña o subalpina.

  • Variedades climáticas
  • · Clima oceánico

    Bajo esta denominación englobamos el extremo septentrional de Navarra, excepto las altas cimas pirenaicas. Esta zona, se conoce con el nombre de Navarra húmeda y grosso modo, engloba las tierras localizadas al norte de la divisoria de aguas cantábrico-mediterránea. Puede definirse como un clima mesotérmico, sin estación seca y precipitaciones abundantes, bien repartidas a lo largo del año, con un máximo otoñoinvernal muy nítido y un mínimo estival acusado. Es decir, es un clima templado húmedo (Cfb.). Es la isoyeta de 1.000 mm. la que señala el límite inferior de precipitación en esta variedad climática, siendo normales los valores por encima de los 1.300-1.400 mm. Sin embargo, como afirma A. Uriarte (1983), por su posición latitudinal y por su correspondiente posición en los mapas generales de presiones medias, debería quedar muy por debajo de la isoyeta de los 1.000 mm. Si analizamos las estaciones pluviométricas existentes en la zona advertimos que en todas ellas se superan los 1.500 mm. (período 1967-1976), y en muchos sectores se rebasan incluso los 2.000 mm. (Artikutza, Leiza). Podemos suponer que las máximas precipitaciones se registran en el monte Ekaitza, donde se superan los 2.500 mm.

    Los valores más bajos de precipitación se registran en Santesteban (1.586 mm.), debido al abrigo orográfico de los relieves circundantes. Parece evidente que el factor orográfico desempeña un papel decisivo a la hora de explicar las fuertes precipitaciones que se recogen en esta zona. En este sentido, A. Uriarte (1980) señala que la orientación zonal de las sierras y la existencia de un paso en el País Vasco entre la Cordillera Cantábrica y las altas cimas pirenaicas, unido al efecto de succión producido por la región ciclogenética del Mediterráneo Occidental, es causa frecuente de que el flujo general del oeste se tuerza hacia la cuenca mediterránea a través del paso vasco, después de haber resbalado paralelo al relieve cantábrico a lo largo del resto de la costa. Los vientos, especialmente en los niveles bajos, adquieren una dirección más del norte en la costa vasca y las masas de aire saltan las montañas en su camino hacia el valle del Ebro.

    Obviamente, estas masas húmedas se ven obligadas a ascender (enfriamiento adiabático), produciéndose importantes precipitaciones. Entre 1960-1979, Artikutza registra unas precipitaciones medias anuales de 2.815 mm. Si analizamos en detalle los valores de precipitación advertimos que éstos presentan una importante variabilidad mensual y estacional, ya que los valores estadísticos medios no se ajustan a los valores reales de precipitación, existiendo meses (y años), anormalmente secos y otros excesivamente húmedos. Estas precipitaciones se recogen en un elevado número de días (170-180), aunque son frecuentes períodos cortos de lluvia intensa. En cualquier caso, las precipitaciones se distribuyen homogéneamente a lo largo del año, no existiendo ningún mes seco. El máximo es otoño-invierno, siendo diciembre el mes más lluvioso del año. En enero, febrero y marzo (A. Uriarte, 1983), disminuyen las precipitaciones, ya que la Península queda bajo el influjo de los anticiclones fríos continentales, que impiden o dificultan la penetración de masas de aire húmedo. A pesar de todo, las precipitaciones son todavía importantes y están ligadas a la llegada desde el oeste de largas familias de frentes.

    En abril y mayo; desaparece o se debilita la situación de bloqueo señalada anteriormente, y las depresiones del oeste pueden penetrar fácilmente en la Península, lo que determina un aumento considerable de las precipitaciones (202 y 160 mm. de media respectivamente). A partir de mayo, las precipitaciones disminuyen rápidamente, siendo julio el mes más seco del año (81 mm, frente a los 91 mm. de junio y los 119 mm. de agosto). En estos momentos, el Golfo de Vizcaya queda bajo el influjo del anticiclón de las Azores, impidiendo las precipitaciones. A medida que el anticiclón se retira, se producen lluvias de margen de anticiclón, puesto que los vientos empujan hacia el interior las masas de aire cálido y húmedo (muy inestable) que se han formado en contacto con el mar Cantábrico (muy cálido). A medida que transcurre el verano, aumenta el volumen de lluvias, ya que, en estos momentos, el mar alcanza su máximo calentamiento y el aire en contacto con él se vuelve muy inestable, siendo suficiente la existencia de suaves vientos del norte para provocar lluvias.

    Este hecho, junto con la mayor frecuencia de los frentes fríos, explican el aumento de las precipitaciones. A partir de octubre, se restablece la circulación zonal y la Península es barrida por numerosos frentes y borrascas, lo que explica el fuerte aumento de las precipitaciones (máximo principal). Los valores térmicos que caracterizan a esta variedad climática son bastante moderados. Los inviernos son suaves y los veranos frescos. Esta suavización está ligada al alto índice de nubosidad que mitiga la pérdida de calor por irradiación en invierno y el calentamiento excesivo en verano, y al efecto atemperante desempeñado por el mar. La temperatura media anual es de 13º C. (13,2º C en Betelu, 12,2º C en Artikutza y 11,3º C en Lekunberri), oscilando entre los 19,2 de agosto (18,4 en Artikutza) y los 7,5 de enero (6,6 en Artikutza y 4,6 en Lekunberri).

    Las temperaturas estivales son bajas, no superándose los 20º C. Las temperaturas máximas medias oscilan entre los 23-25º C y las máximas absolutas pueden alcanzar los 40º C (invasiones de masas de aire tropical continental de origen africano). Las temperaturas medias mínimas se producen en diciembre, enero y febrero, con valores en torno a los 56º C. Es decir, no existe un verdadero invierno, y en consecuencia las heladas y la nieve son muy escasas (6,7 días en Santesteban, 11,8 en Artikutza). Las temperaturas mínimas absolutas se producen en invierno, cuando la Península es invadida por masas de aire polar continental. Concretamente, la temperatura mínima absoluta registrada en Lekunberri fue de 12º C bajo cero, produciéndose ésta en febrero.

    · Clima de Transición (Mediterráneo húmedo)

    Bajo esta denominación englobamos el conjunto de tierras localizadas entre la divisoria de aguas Cantábrico-Mediterránea y las sierras exteriores prepirenaicas. Concretamente, engloba las Cuencas de Aoiz-Lumbier, Pamplona y el corredor de la Barranca. Los límites meridionales son difíciles de determinar, puesto que en ocasiones, las masas de aire (muy degradadas), en su camino hacia la región ciclogenética del Mediterráneo, vía valle del Ebro, rebasan las Sierras exteriores, condicionando el clima de la Navarra media hasta las proximidades de Tafalla y Viana-Los Arcos. En toda esta zona, predominan las influencias atlánticas. Sin embargo, la existencia de importantes alineaciones montañosas de dirección general este - oeste, atenúa estos caracteres, introduciendo importantes variables termopluviométricas.

    Es un clima oceánico interior con rasgos mediterráneos y continentales, lo que se traduce mediante una sucesión de tipos de tiempo de origen atlántico y mediterráneo. Pluviométricamente, esta variedad queda enmarcada entre los isoyetas de 500 y 1.000 mm., situándose en una posición intermedia entre los núcleos lluviosos de la costa cantábrica-Navarra húmeda y las escasas precipitaciones de la Ribera. En general, las precipitaciones experimentan una drástica reducción de norte a sur. Así, mientras que Alsasua e Irurzun registran unas precipitaciones de 1.273 y 1.313 mm. respectivamente, Pamplona únicamente recoge 857 mm. y Aoiz 951 mm. A. Floristán (1972), señala que los totales medios anuales (lo mismo que los mensuales), varían sensiblemente según se refieran a un período o a otro, como se ve en el cuadro adjunto.

    Precipitaciones
    * Datos referentes a otros períodos
    PeríodoPamplonaIracheEstella
    1881-1959860
    1901-1930788
    1931-19601.086665*613*
    1931-1970996
    1941-1970804

    Probablemente, la tercera y cuarta de las medias citadas, resultan exageradas por exceso, aunque sea cierto que en el período 1931-1960 las precipitaciones medias superaron a las del período 1901-1930, gracias sobre todo a lo lluviosos que fueron los años transcurridos entre 1933-1941. En cualquier caso, las precipitaciones son importantes aunque no rebasan los 1.000 mm. anuales, disminuyendo de oeste a E.: Alsasua, 1.143 mm.; Irurzun, 1.314 mm.; Pamplona, 804 mm.; Iratxe, 665 mm.; y Yesa, 625 mm. Esta disminución progresiva está en estrecha relación con la topografía; es decir, a medida que las alineaciones montañosas ganan altura, disminuyen las precipitaciones. El régimen pluviométrico es más parecido al de San Sebastián que al de la Ribera. El máximo pluviométrico se produce en otoño-invierno, siendo diciembre el mes más lluvioso del año (101 mm. en Pamplona y 72 mm. en Irache).

    Las precipitaciones invernales (diciembre, enero y febrero) suponen alrededor del 31 ,5 % en Pamplona y 25,7 % en Irache. Normalmente estas precipitaciones están ligadas al paso de perturbaciones del frente polar. Hacia el sur el máximo pluviométrico se desplaza hacia la primavera (31 % del total anual), siendo abril y mayo los meses más lluviosos del año. Estas precipitaciones están ligadas a masas húmedas procedentes del sur y oeste (Mediterráneo). Un máximo secundario se produce en invierno. Este máximo secundario es primaveral en la parte septentrional de las Cuencas medias prepirenaicas, debido al influjo de los centros de acción Cantábricos. El mínimo pluviométrico es estival, aunque no puede hablarse de meses áridos, excepto en Irache y Yesa, donde no se rebasan los 30 mm. (29,4 y 26,4 mm. respectivamente). Sumando las lluvias de julio y agosto, el volumen total es de 91 mm. en Pamplona, 64,6 mm. en Iratxe y 67,1 mm. en Yesa. Estas precipitaciones están ligadas a procesos convectivos y a la acción de las perturbaciones del frente polar. En marzo, se constata un mínimo secundario: 56 mm. en Iratxe, 46,6 mm. en Yesa y 60 mm. en Pamplona. En estos momentos, la Península Ibérica, es afectada por un potente Anticiclón que impide la penetración de las perturbaciones atlánticas, desviándolas hacia el norte. El mínimo estival es provocado por el Anticiclón de las Azores. En verano, este Anticiclón se sitúa al oeste de Galicia, emitiendo una apófisis que afecta al Golfo de Vizcaya e impide, o al menos dificulta, la penetración de masas de aire húmedo, determinando un tiempo seco, estable y caluroso.

    Si en estas condiciones se producen lluvias, éstas son debidas a procesos convectivos locales (tormentas de verano). Estas precipitaciones convectivas se ven favorecidas por el carácter deprimido que presenta esta región. Aquí el aire se estanca y es sometido a un fuerte calentamiento, lo que favorece su ascenso (enfriamiento adiabático) y posterior precipitación. Un rasgo típico del verano es la sequedad, tanto más intensa, cuanto más nos acercamos a la Ribera. Pamplona tiene un mes seco (julio) y otro subseco (agosto), mientras que Iratxe presenta dos meses secos (julio y agosto) y uno subseco (junio). El otoño es bastante húmedo e inestable (27,7 % en Pamplona y 30 % en Iratxe), debido al descenso en latitud del frente polar y del Anticiclón de las Azores. Algo similar ocurre durante la primavera. A finales del invierno, el anticiclón térmico peninsular y el anticiclón europeo se debilitan, permitiendo la penetración de las perturbaciones atlánticas y mediterráneas. En estos momentos, Pamplona recibe el 23,2 % del total de lluvias anuales, e Iratxe, el 23,9 %.

    Estas precipitaciones se recogen en un número elevado de días (correspondiendo a 147 en Pamplona y 158 en el caso de Iratxe), aunque su intensidad aumenta paulatinamente de norte a sur, debido a la mayor importancia de las lluvias convectivas. Por último, hay que señalar que la nieve supone 11,8 días de media al año, en Pamplona. La temperatura media anual es de 12,3º C en Pamplona y 12,2º C en Iratxe. Estos valores medios son debidos a la altitud que actúa como regulador térmico (invierno no excesivamente frío y verano fresco) y a la continentalidad. Enero es el mes más frío (3,9º C en Iratxe y 4,6º C en Pamplona). El invierno es largo y frío (cinco meses por debajo de los 10º C), siendo frecuentes las heladas, que pueden producirse entre octubre y mayo. Además, las temperaturas medias invernales descienden paulatinamente, a medida que nos aproximamos al centro de la Depresión debido a la continentalidad y a la mayor lejanía del litoral. Las temperaturas mínimas absolutas se producen en enero y febrero, siendo frecuentes los valores en torno a 17-18º C bajo cero. Así, Pamplona presenta un mínimo absoluto de 15º C bajo cero (febrero), mientras que Iratxe ostenta el récord absoluto, con 18º C bajo cero.

    Las temperaturas mínimas medias son muy bajas, oscilando en torno a los 0-1º C. Las temperaturas estivales no son elevadas, puesto que la elevada altitud media de las Cuencas (500 m.) mitiga los calores estivales. En ambas estaciones, julio es el mes más cálido, con temperaturas medias de 20,2 y 20,6º C. La media de las máximas no es muy elevada, puesto que en ningún caso supera los 27º C. Las temperaturas máximas absolutas superan los 40º C (41º C en Iratxe y 40,3º C en Pamplona). Normalmente, estos máximos coinciden con invasiones de masas de aire continental africano. Obviamente, la continentalidad y el estancamiento de las masas de aire en el interior de estas cuencas, contribuye decisivamente a la hora de explicar las temperaturas máximas medias y absolutas. Predominan los vientos húmedos y frescos del Nordeste y Noroeste, aunque también los vientos de componente sur son importantes, sobre todo en verano. Hay que señalar que no siempre los vientos del norte y NE proceden del Cantábrico, ya que en ocasiones tienen su origen en el continente europeo (fríos y secos), pero por un efecto de turbulencia horizontal, estos vientos al chocar con la barrera pirenaica se desvían hacia el oeste penetrando en la cuenca de Pamplona por el noroeste.

    · Variedad Mediterránea seca.

    Esta variedad climática caracteriza el conjunto de tierras situadas al sur de las Sierras exteriores prepirenaicas, es decir, la Ribera y la parte meridional de la Navarra media. Los rasgos que caracterizan a esta variedad climática vienen determinados por la posición de esta Zona respecto a la circulación general atmosférica y por las particulares condiciones fisiográficas de la Península, que actúa, por lo menos en invierno, como un pequeño continente. Estos caracteres, junto con la mayor lejanía del litoral cantábrico y su posición a sotavento del flujo dominante, explican la fuerte reducción de las precipitaciones (500-600 mm.), apareciendo ya una estación seca muy marcada. El volumen total de precipitación disminuye de norte a sur: Buñuel, recibe 370 mm.; Caparroso, 385 mm.; Monteagudo, 394 mm.; Tudela, 472 mm.; Andosilla, 445 mm.; Olite, 516 mm. y Sartaguda, 447 mm. A. Floristán (1951 ) afirma que "Buñuel, en el sureste, es la estación que presenta una menor cifra de precipitación; Olite, al norte registra la cantidad mayor. Llama la atención el valor tan elevado de Tudela, que es debido al frente montañoso que oponen a la dirección suroeste - noreste de los temporales y de las tormentas de verano las elevaciones de la Bardena meridional". El régimen pluviómetro es mediterráneo, siendo la primavera más lluviosa que el otoño. En abril, mayo y junio, se producen las máximas precipitaciones, siendo mayo el mes más lluvioso del año. En general, son lluvias muy violentas, que caen en un corto período de tiempo. Genéticamente, estas lluvias, están ligadas a penetraciones de masas de aire cálido y húmedo procedente del Mediterráneo y Atlántico, y a procesos convectivos locales, muy intensos.

    El verano es largo, seco y caluroso. El buen tiempo se inicia a finales de mayo y concluye en octubre. Esta situación, únicamente se ve interrumpida por procesos convectivos, muy bruscos y violentos, de tipo tormentoso. No hay que olvidar que la Ribera se localiza en una fosa enmarcada por relieves importantes. En esta fosa, las masas de aire tienden a estancarse experimentando un fuerte calentamiento y una rápida ascensión, lo que determina importantes precipitaciones, superiores incluso a las recogidas durante los meses invernales. A partir de junio, las precipitaciones disminuyen rápidamente, constatándose un mínimo secundario en julio. En agosto, la altura de las lluvias es superior a la de julio. A pesar de todo, el rasgo principal del verano es la aridez, aumentando ésta a medida que nos aproximamos al centro de la Depresión. Así, Monteagudo tiene cinco meses secos y uno subseco y Buñuel presenta cuatro meses secos y otros cuatro subsecos.

    Precipitaciones
    Fuente: A Floristán (1951)
    EstaciónPrecipitaciónDías
    de lluvia
    InviernoPrimaveraVeranoOtoño
    Buñuel370,5551419913
    Caparroso385,35513171114
    Monteagudo394,26213221413
    Tudela4726715221317
    Andosilla445,24910151113
    Olite515,78220251621
    Sartaguda477,15612161315

    Un máximo secundario se produce en otoño, debido a la penetración de masas de aire húmedo de origen atlántico y mediterráneo. El otoño es la estación más suave y agradable aunque su duración es reducida. En algunas localidades, octubre es el mes más lluvioso del año, mientras que en otras, el máximo se produce en noviembre. Por lo general, el invierno es más lluvioso que el verano, siendo diciembre el mes más húmedo (39 mm. de media). En estos momentos, la Ribera está dominada por un potente Anticiclón de origen térmico que tiende a fusionarse con el Anticiclón de las Azores y el Anticiclón de Europa central, impidiendo el paso de las borrascas atlánticas. Todo ello explica la fuerte disminución que experimentan las precipitaciones (26 mm. en enero y 23 en febrero). Pese a todo, hay que decir que los valores estadísticos, no coinciden con las cantidades reales de precipitación, existiendo años anormalmente "húmedos", junto a otros muy secos. sur Mensua (1951), señala que "en la Ribera entramos en el dominio de los máximos equinocciales.

    Se puede hablar de un régimen de doble máximo y doble mínimo, pero atendiendo al máximo principal es fácil matizar dos sectores: el occidental, al oeste del valle del Arga, en el que las precipitaciones otoñales superan a las de primavera (Andosilla, 28 % en otoño y 27 % en primavera), mientras que al este es la primavera más lluviosa (Buñuel recibe el 30 % de las precipitaciones en primavera y el 24 % en otoño). En ambos casos el mínimo principal se sitúa en verano, pero a muy corta distancia del mínimo secundario invernal (Andosilla, 21 % en verano y 22 % en invierno). La temperatura media anual oscila entre los 13,4º C de Olite y los 13,8º C de Tudela. Este dato, en sí mismo, no tiene demasiada importancia, dada su ambigüedad. Mayor interés tiene la amplitud térmica, que se incrementa de norte a sur y de oeste a este: 17,3º C en Olite, 17,9 en Tudela, 18,9 en Carcastillo, 18,5 en Monteagudo y 19 en Caparroso. Enero es el más frío y julio el más cálido. Existen 4 meses (5 en Olite), con temperaturas inferiores a 10º C.

    El invierno es largo, frío y seco, ya que la Ribera queda bajo el influjo de un potente Anticiclón térmico. Esto, unido al carácter de fosa de la Ribera determina cielos despejados, abundancia de nieblas, ausencia de precipitaciones y fuertes oscilaciones térmicas diarias. El riesgo de heladas es de 125 días, pudiendo producirse éstas entre noviembre y marzo. Es en estos momentos, cuando se registran los mínimos absolutos: 13º C bajo cero en enero de 1946. La media de las mínimas es muy baja, con valores en torno a 0-1º C en enero y 1-2º C en febrero. A partir de marzo, las temperaturas medias mensuales rebasan los 10º C, aumentando progresivamente hasta alcanzar el máximo en julio. Los veranos son muy cálidos, existiendo cuatro meses con temperaturas medias de las má- ximas por encima de los 25º C (en julio, Carcastillo registra 31,3º C). Las máximas absolutas sobrepasan los 40º C. Predominan los vientos de componente norte y noroeste en invierno y norte en verano. Mención especial merece el cierzo; es un viento local, catabático, frío y seco, procedente del norte y noroeste. Genéticamente, este viento está ligado a una depresión ciclónica situada en el Mediterráneo occidental, que atrae aire del norte o del Atlántico. En verano, tiene importancia el bochorno: es un viento cálido, seco y desecante, procedente del sur o sureste.

    Clima de montaña o subalpino. Este tipo climático caracteriza las altas cimas pirenaicas y el conjunto de alineaciones montañosas que integran la divisoria de aguas Cantábrico-Mediterránea: Sierras de Aralar, Abodi, Anielarra, altos valles de Erro, Urrobi, Irati, Ronkal, etc. La práctica inexistencia de observatorios meteorológicos, dificulta enormemente cualquier análisis climatológico. Pese a todo, disponemos de algunos datos que nos permiten reconstruir los caracteres termopluviométricos que caracterizan a las zonas montañosas de Navarra. En general, podemos afirmar que las precipitaciones son muy elevadas, existiendo una clara correlación entre la altura de las estaciones y el volumen total de precipitación, aunque la orientación y exposición influyen decisivamente en el total anual.

    Precipitaciones
    EstaciónAltitud
    media
    Período
    considerado
    Precipitación
    Burguete8981964-19792.227
    Irabia8001961-19791.923
    Mezkiriz8001964-19801.788
    Belagua1.4281979-19801.824
    Eraize1.4601956-19652.750
    Ligoleta1.5901956-19653.330
    Irati1.3271963-1983-
    Bizkarret7801964-19811.919

    Si exceptuamos las altas cimas pirenaicas, podemos afirmar que las montañas navarras reciben unos 1.800-1.900 mm. de precipitación. A. Uriarte (1977), considera que los valores más importantes de precipitación se registran en el monte Ekaitza, donde se rebasan los 2.500 mm. A medida que nos adentramos en el Pirineo se superan los 2.500 mm., tal y como ocurre en Eraize y Ligoleta (2.750 y 3.330 mm. respectivamente). Este hecho está íntimamente relacionado con la altitud y orientación de los macizos montañosos, puesto que las masas de aire oceánico chocan con estas barreras, de dirección general E-O, viéndose obligadas a ascender, lo que provoca importantes precipitaciones. En cualquier caso, es preciso diferenciar entre el sector occidental y oriental de Navarra, así como, entre las vertientes septentrionales y meridionales. En el primer caso (enclaves montañosos de Aralar, Urbasa, Andia, etc.), el clima es templado lluvioso (mesotermal húmedo), con veranos cortos y frescos. Las precipitaciones están bien repartidas a lo largo del año, presentando un máximo otoño invernal, siendo noviembre o diciembre, el mes más lluvioso del año.

    El mínimo principal es estival, aunque es un mínimo relativo, ya que en verano se recoge entre el 12-15 % del total anual. El máximo secundario varía de unos puntos a otros. Así, en el sector occidental (a partir del valle de Salazar), el máximo secundario es otoñal, presentando valores muy semejantes a los invernales. Prácticamente puede decirse que existe un máximo único que abarca de octubre a febrero, con pico en enero o diciembre, y un mínimo que se inicia en marzo y culmina en julio-agosto (S. Mensua, 1968). Al E. del valle de Salazar, el máximo pluviométrico es invernal y el máximo secundario primaveral, debido a la mayor continentación de esta zona, sur Mensua señala que el desplazamiento de este valor secundario hacia la primavera es importante porque permite establecer una diferenciación de regímenes dentro de la propia variedad de montaña. En Isaba, el 61 % de las precipitaciones anuales se recogen entre los meses de diciembre a mayo.

    Particularmente importantes son las precipitaciones en forma de nieve (34 días en Irati y 50 en Larruns), pudiendo producirse éstas entre noviembre y mayo (de octubre a junio en las altas cimas pirenaicas). Poco podemos decir respecto a las temperaturas, puesto que apenas existen datos. En cualquier caso, los inviernos son largos y rigurosos, con valores mensuales medios en torno a 1-2º C. Obviamente, en las altas cimas pirenaicas estos valores son negativos, puesto que en ellas la nieve perdura todo el invierno. Viers, estima que la temperatura, en el sector Irati-Anie, debe situarse por debajo de los tres grados bajo cero. El verano es relativamente cálido (13-14º C), aunque experimenta un acortamiento considerable, puesto que, ya a mediados de agosto, el verano se vuelve desapacible. No puede hablarse de meses secos, ya que son frecuentes las tormentas locales. Todos estos rasgos experimentan importantes variaciones en función de la gran cantidad de microclimas locales que existen en este sector, debidos a las diferencias en la orientación, etc.

    • Estadística
    Temperaturas
    ValoresEstaciones
    BeteluArtikutza
    Enero7,56,6
    Febrero8,97,3
    Marzo108,5
    Abril10,610,2
    Mayo1413,4
    Junio17,116,1
    Julio19,118,2
    Agosto19,218,4
    Septiembre1916,9
    Octubre14,813,7
    Noviembre10,49,2
    Diciembre8,86,8
    Media13,212,2
    Oscil. Térmica11,711,8

    Precipitaciones
    Período: 1941 - 1975
    EstacionesMeses
    EFMAMJJ
    Pamplona99726070695851
    Iratxe50,5495653,965,348,929,4
    Yesa81,456,946,659,857,35726,4
    ASONDTotal
    Pamplona40658291101857
    Iratxe35,259,268,872,272665,5
    Yesa40,752,345,442,471625,2
    Temperaturas
    EstacionesMeses
    EFMAMJJ
    Pamplona4,65,4911,114,417,820,2
    Iratxe3,95,18,41114,518,320,6
    ASONDMedia
    Pamplona19,718,313,48,25,512,3
    Iratxe20,518,213,58,14,912,2
    Temperaturas
    medias mensuales
    Fuente: A. Floristán (1951).
    EstacionesMeses
    EFMAMJJ
    Tudela5,2710,513,31620,122,8
    Sartaguda5,36,910,112,715,220,422,3
    Olite4,56,79,912,815,319,122,5
    Monteagudo45,910,213,215,920,322,5
    Carcastillo4,15,810,113,115,520,523
    ASONDMedia
    Tudela2219,714,39,15,713,8
    Sartaguda21,919,114,19,75,713,6
    Olite22,219,214,49,35,213,4
    Monteagudo22,319,314,59,85,513,6
    Carcastillo22,619,914,79,35,313,6

La red hidrográfica de Navarra es bastante densa y está relativamente bien organizada, excepto algunos enclaves de la Navarra media y Ribera. Dentro de este conjunto, es preciso diferenciar entre los ríos que vierten sus aguas al Cantábrico y aquellos que lo hacen en el Mediterráneo a través del gran colector del Ebro. Separando ambas vertientes se dispone la línea divisoria de aguas Cantábrico-Mediterránea que desde las altas cimas pirenaicas (Antsabere, 2.377 m.; Mesa de los Tres Reyes, 2.438 m; Arlas, 2.043 m.; Lakora, 1.877 m.; Lakartzela, 1.982 m.; Binbaleta, 1.738 m.; Belai, 1.883 m.; Otsogorri, 1.916 m.; Gaztarria, 1.725 m.; Gana, 1.656 m.; Ori, 2.021 m.; Urkulu, 1.418 m.; Txangoa, 1.471 m.), se prolonga hacia el O. a través de Ibañeta (1.056 m.), Saioa (1.418 m.), Belate (847 m.), Txaruta (1.066 m.), Zoratxipi (1.064 m.), Ireber (1.202 m.), Guratz (965 m.), Azpiroz (617 m.), enlazando con la Sierra de Aralar a través de Muzkur (737 m.), Altxueta (1 .343 m.). Existe una cierta disimetría entre las dos vertientes, ya que la divisoria está ligeramente desplazada hacia el norte lo que hace que los principales derrames mediterráneos sean más largos y posean cuencas más amplias.

Por otra parte, la fuerte reducción que experimentan las precipitaciones determina la existencia de módulos más bajos que los de los ríos cantábricos. Este hecho, junto con la mayor altura del nivel de base (350-400 m.) se traduce mediante una escasa capacidad erosiva excepto en las cabeceras pirenaicas, donde las precipitaciones son mayores y las pendientes más fuertes. En general, los ríos Mediterráneos son bastante más largos que los cantábricos, presentando cuencas muy amplias y caudales importantes. Su régimen es nivo-pluvial (ríos pirenaicos), pluvio-nival o pluvial oceánico. Por el contrario, los ríos cantábricos tienen módulos más elevados, puesto que en esta zona, las precipitaciones son muy importantes, repartiéndose homogéneamente a lo largo del año. Su régimen es pluvial oceánico.

Este hecho (caudales elevados), junto con la mayor proximidad del nivel de base y la existencia de fuertes pendientes, nos explica la alta capacidad erosiva de estos ríos y el desarrollo de valles en uve, profundamente encajados. Son particularmente importantes las capturas y los procesos de erosión remontante que favorecen el retroceso de la cabecera de estos ríos y la ampliación paulatina de su cuenca. Las acumulaciones aluviales son muy escasas, existiendo únicamente pequeños retazos aislados más o menos colgados respecto al talweg actual. Unicamente, la actual llanura aluvial presenta una cierta continuidad espacial. Por el contrario, los ríos de la vertiente Mediterránea presentan acumulaciones fluviales extensas y potentes.

  • Ríos de la vertiente Cantábrica

Los ríos de la vertiente Cantábrica son cortos y tienen un caudal abundante. Carecen de estiaje, puesto que en la Navarra húmeda no existen meses secos. Obviamente, en verano, estos ríos pierden parte de su caudal, puesto que en estos momentos las precipitaciones disminuyen drásticamente (mínimo pluviométrico).

· Río Bidasoa

Es el principal colector de la Navarra húmeda. Tiene una amplia cuenca (830 km²) que drena la mayor parte de los Macizos Paleozoicos de Cinco Villas-Peñas de Aia, y Alduides, así como el valle de Santesteban y la depresión permotriásica del Baztán. Es un curso fundamentalmente navarro, puesto que únicamente su tramo inferior se inscribe en Guipúzcoa y Laburdi. El Bidasoa nace en el pico Astaté (1.000 m.). Atraviesa la depresión del Baztán en sentido noreste-suroeste, llegando hasta Irurita, donde se incurva hacia el oeste en dirección a Santesteban. Este primer tramo, es netamente torrencial, ya que el río se ve obligado a salvar fuertes desniveles, circulando muy encajado. La estructura condiciona el desarrollo de los valles, puesto que el río discurre aprovechando las principales líneas de debilidad. A partir de Santesteban (en este núcleo el Bidasoa recibe los aportes del Ezkurra), el río tuerce hacia el Nnorte, llegando a Bertiz-Arana, que no es sino una depresión colmatada por depósitos aluviales. Entre Santesteban y Bertiz-Arana recibe los aportes del río Ceberia, Bertiz y Artesiaga. Aguas abajo de Santesteban, el río penetra en Bortziriak (Cinco Villas), sucediéndose una serie de tramos encajados (rocas duras) y otros más amplios (materiales blandos). Entre Sumbilla y Bera, el río discurre adaptado a la estructura, dibujando amplios meandros. El tramo inferior discurre ya por tierras guipuzcoanas.

· Urumea

La cuenca del río Urumea (271,4 km²) se desarrolla, a caballo entre los territorios de Gipuzkoa y Navarra. Fundamentalmente, el Urumea drena el macizo Paleozoico de Bortziriak (Cinco Villas). Es un curso torrencial, muy erosivo, siendo frecuentes las pendientes por encima del 8-10 %. El río, profundamente encajado, queda dominado por interfluvios muy abruptos. Estos rasgos, caracterizan a la cuenca alta del río. A partir de Goizueta, el valle es más espacioso y pierde en parte su carácter torrencial. En este primer tramo, el río recibe numerosos aportes, destacando por su importancia el Añarbe. Poco después de la confluencia de ambos, en las cercanías de Arano, penetra en Gipuzkoa, cambiando sustancialmente su morfología.

  • Vertiente Mediterránea

Todos los ríos de la vertiente Mediterránea son tributarios del río Ebro. Estos ríos drenan la mayor parte del territorio navarro.

· Ega

El río Ega desarrolla su cuenca alta en tierras alavesas, mientras que el resto de su cuenca se localiza en Navarra. Nace en la Sierra de Cantabria, introduciéndose en Navarra, aguas abajo de Bernedo a través de una profunda foz, discurriendo posteriormente por una pequeña depresión tectónica dominada por la Sierra de Kodés. Después de un corto recorrido por tierras alavesas, el Ega vuelve a penetrar en Navarra a través de la Valdega. Hasta Estella, el río discurre muy encajado, quedando dominado por la Sierra de Santiago de Lokiz. Antes de llegar a Estella, el río se incurva hacia el sur recibiendo posteriormente al Urederra. Este último nace en la Sierra de Urbasa, concretamente en la resurgencia kárstica del Urederra. En estos momentos su caudal oscila en torno a los 15 m³/sg. Aguas abajo de Estella, el Ega atraviesa La Solana, recibiendo los aportes del Iranzu y Mayor. Este último tramo es muy tranquilo y monótono. El río discurre a través de una amplia llanura aluvial, flanqueada por terrazas escalonadas, colinas de yeso y relieves estructurales más o menos amplios. Estas características, se mantienen sin variación hasta San Adrián, donde el Ega desagua en el Ebro.

· Arga

Nace en el macizo de Alduides a 1 .000 m. de altitud (antes de abandonar el macizo, sus aguas son embalsadas en Eugi). Adopta una dirección norte - sur, drenando el valle de Esteribar y la cuenca de Pamplona, donde recibe los aportes del Ulzama (discurre a través de la Ulzama, Odieta, Ezkabarte, Atez y Anué). Cerca de Pamplona, recibe al Elorz. El Arga discurre sin ninguna dificultad a través de la Cuenca de Pamplona y antes de abandonarla capta las aguas del Arakil (drena la Barranca Burunda, el flanco septentrional del sinclinal de Urbasa y Andía y el flanco meridional de Aralar). Posteriormente el Arga corta las Sierras exteriores (Sierra de Sarbil), encajándose profundamente. En Puente la Reina, recibe las aguas del río Bobo, y aguas abajo capta al Nekeas y al Salado (procedentes de las Peñas de Etxauri). El curso bajo del Arga discurre plácidamente, atravesando Mendigorria, Berbinzana, Miranda, Falces, Peralta y Funes, desembocando en el Ebro. Este tramo, se resuelve mediante una sucesión de meandros y tramos encajados, sobre todo cuando el río atraviesa sectores plegados (anticlinal de Peralta, etc.). Especial importancia tienen las acumulaciones fluviales, que configuran una amplia llanura aluvial, muy extensa y potente.

· Aragón

Tiene una amplia cuenca (3.350 km²) que drena el sector oriental de Navarra. Nace en el Pirineo Aragonés, descendiendo hacia la Ribera a través de la Canal de Berdún. Penetra en Navarra a través de Yesa (embalse del mismo nombre), donde recibe las aguas del Ezka. A su vez, el río Ezka drena el valle del Ronkal (Belagua, Mintxate), cortando por sobreimposición las Sierras interiores, lo que determina el desarrollo de profundas foces (Burgi, Sigües). Características similares presentan el Irati y el Salazar (foz de Arbaiun), que unen sus aguas poco antes de llegar a Lumbier. Ya unidos, se dirigen hacia el sur a través de la foz de Lumbier, desaguando en el Aragón en Sangüesa (estos aportes duplican su caudal). Aguas abajo de Sangüesa el río adopta una dirección noreste - suroeste, desembocando en el Ebro aguas abajo de Milagro. Este último tramo es meandriforme. La llanura aluvial es muy amplia y está bien desarrollada. Flanqueándola se disponen varios niveles de terrazas, así como diversos relieves estructurales de altura variable (colinas yesosas, cerros areniscosos y/o margosos, plataformas, etc.). Antes de desaguar en el Ebro, recibe los aportes del Zidakos, que drena la vertiente meridional de la Sierra de Alaiz, y de los pequeños colectores que descienden desde las Sierras de Izko y Ujué.

· Ebro

Es el principal colector navarro, puesto que drena el 90% del territorio (cuenca: 19.460 km²). Discurre en dirección noroeste - sureste, marcando el límite entre Navarra y La Rioja en la mayor parte de su recorrido. Concretamente, por su margen izquierda recibe las aguas del Ega, Aragón y Arga y por su margen derecha al Alhama y al Queiles. Su lecho esta colmatado por una potente llanura aluvial (5-25 metros de potencia) flanqueada por numerosos relieves estructurales y por terrazas antiguas. Son frecuentes las isletas y los tramos meandriformes, puesto que la pendiente media del río es escasa o muy débil. Su caudal es importante, aunque experimenta fuertes variaciones estacionales. Concretamente, en Mendavia, su módulo es de 137 m³/sg., mientras que en Castejón (después de recibir los aportes del Ega, Aragón, Arga) se sitúa en 240 m³/ sg.

· Queiles y Alhama

Drenan el extremo meridional de Navarra, aunque la mayor parte de su cuenca se desarrolla en Aragón y La Rioja. Nacen en el Sistema Ibérico y son tributarios del Ebro. El río Queiles nace en la Sierra de Moncayo, penetrando en Navarra por Monteagudo. Atraviesa las poblaciones de Tulebras, Cascante, Murchante y Tudela, donde une sus aguas a las del Ebro. Es un río corto, de escaso caudal y muy irregular. El río Alhama nace en la Sierra de Almunegro, penetrando en Navarra por Fitero. Atraviesa Cintruénigo y Corella, desembocando en el Ebro junto a Alfaro. Es un río poco caudaloso y muy irregular, con acusados estiajes estivales y fuertes crecidas otoño-invernales o primaverales. AL margen de estos drenajes exorreicos, existen en Navarra pequeñas áreas endorreicas, que favorecen la formación de lagunas. La más importante es la de Pitillas que cubre aproximadamente 300 has. Otras pequeñas lagunas se localizan en Viana (Las Cañas), Cascante (Lor), Tafalla (Juncal) y Tudela (Agua Salada y Valpertuna). Dadas las particulares condiciones litológicas y estructurales de numerosas sierras navarras (calizas y dolomías), existe una importante red subterránea de drenaje. Concretamente podemos destacar los acuíferos de Aralar, Larra, Urbasa y Andia, etc. Estas redes hipogeas únicamente se conocen en parte, aunque en los últimos años, varios grupos espeleológicos están intentando resolver las numerosas incógnitas existentes.

JEF

El paisaje vegetal navarro se caracteriza por su enorme variedad. En el breve espacio de la provincia pasamos desde los bosques laxos de pino negro (Pinus uncinata) del noreste o las praderas atlánticas a los paisajes semidesérticos de las Bardenas, dominadas más por la roca arcillosa desnuda que por la vegetación xerófila, única capaz de colonizar lugares tan inhóspitos. Este variado paisaje vegetal es resultado de la interacción de diversos factores como son el clima, la topografía, el suelo y el hombre. La complejidad y combinación de éstos produce un efecto diversificador del paisaje vegetal. Queremos insistir ahora en el papel del ser humano como condicionante de este paisaje vegetal, que dista de ser primitivo o natural. La intervención humana a lo largo de la historia ha sido tal que hoy sólo en determinados enclaves, poco menos que inaccesibles, podemos encontrar un paisaje no alterado. De hecho, el bosque que antaño ocupaba gran parte del territorio, hoy día se circunscribe a la Navarra Húmeda, la Montaña y sectores más o menos aislados de la Navarra Media. Muchas de las áreas son ahora roturadas y cultivadas con especies herbáceas o se han convertido en pasto para ganado. Por ello al hablar de unidades de paisaje vegetal no vamos a limitarnos a tratar únicamente formaciones arbóreas sino también aquellas comunidades primitivas o derivadas de la intervención antrópica que conforman el paisaje vegetal navarro.

  • Paisaje pirenaico

En el noreste de la provincia de Navarra, coincidiendo con las máximas altitudes y dentro de un clima de montaña con rasgos oceánicos aparece un paisaje vegetal dominado fundamentalmente por las especies arbóreas. La enorme variedad de este paisaje viene dada en primer lugar por su topografía intrincada -diferencia de pendientes y vertientes según su exposición a los rayos solares (laderas de solana o umbría) y a los vientos dominantes (barlovento o sotavento)- y en segundo lugar por la intervención del hombre. Es el hombre quien ha favorecido la extensión de los pastos alpinos en las montañas pirenaicas para desarrollar su actividad ganadera. Estos pastos de Oxitropis foucandii, Silene acaulis, avena de monte (Helicto trichom montanum), Festuca pyrenaica, Geranium pyrenaicum descienden hasta los 1.500 m. y destacan por su uniforme color verde.

Se instalan en los lugares de topografías más planas, en las vaguadas húmedas y allí donde ha podido formarse un suelo dentro del dominio general del roquedo. En el límite inferior de las praderas alpinas aparece el pino negro (Pinus uncinata) ocupando las crestas calcáreas y enraizando en los intersticios de las rocas. No forma bosques densos, sin embargo, su color verde oscuro le hace destacar sobre los pastos y el roquedo. Paulatinamente y a medida que descendemos, el bosque se hace más denso y nos internamos en el hayedo-abetal. Esta comunidad, de enorme valor ecológico, tiene así mismo un gran interés por su paisaje. Ocupa vaguadas y enclaves apenas explotados, como Ukerdi o Aztaparreta, o grandes extensiones como en Irati.

Presenta dos estratos bien diferenciados: uno más alto y disperso -el del abeto- y otro más bajo y continuo y de tonos más claros -el del haya-. El abeto, (Abies alba), prefiere las hondonadas y los lugares más húmedos, de suelos más profundos. El haya (Fagus sylvatica), más adaptable, no se restringe a este ambiente pirenaico sino que se extiende por las montañas de la Navarra húmeda. Por debajo del dominio de los hayedos podemos encontrar ya campos cultivados que ocupan los mejores enclaves y también más accesibles de este paisaje pirenaico. Estos campos, frecuentemente cercados, y los espacios por tala de árboles restan uniformidad a este dominio de los bosques y constituyen junto a los pastos alpinos los únicos espacios deforestados del paisaje vegetal pirenaico. El pino albar (Pinus sylvestris), árbol de gran vitalidad que ocupa biotopos muy diversos y muy utilizado para la explotación forestal, es también característico del paisaje pirenaico. Forma extensas y continuas manchas en los valles de Salazar y Ronkal.

Se mezcla con el haya, abeto y pino negro contribuyendo a diversificar aún más este paisaje vegetal. Junto a estas formaciones debemos considerar otras especies que sin agruparse ni formar grandes masas completan esta gran unidad paisajística pirenaica. Son el arce, serbal, tilo, avellano (Corylus avellana), espino y acebo (Ilex aquifolium). En cuanto a la fauna pirenaica podemos citar el sarrio, el quebrantahuesos, la perdiz nival, el alimoche, el urogallo, la becada, azores y gavilanes, el oso, la ardilla, el lirón, el gato montés, la gineta o paniquesa, grandes ungulados, etc. En los bosques de hayas y de robles vemos también el lagarto verde, la rana roja, ungulados, salamandra, el pinzón y otros pájaros, la culebra verdiamarilla, el águila culebrera, la rana almatina, etc.

  • Paisaje de la Navarra Atlántica

La Navarra Noroccidental se carazteriza por un relieve de mediana magnitud donde se instala una vegetación arbórea bajo un clima de abundantes precipitaciones y temperaturas moderadas. El paisaje vegetal viene conformado por distintas unidades o comunidades donde destacan los bosques de frondosas, como el robledal atlántico o el hayedo, y el pinar de repoblación. Son las primeras formaciones que han sufrido un importante detrimento por la acción humana, que ha utilizado sus dominios para la actividad agropecuaria, ocupando grandes extensiones los campos cercados y las praderas verdes para forraje. Se presenta así un paisaje mezcla de elementos naturales y humanos. El robledal atlántico de roble carvallo (Quercus petrae) aparece en este área como una unidad de paisaje rica en cuanto a la abundancia de especies que alberga. Los tres estratos de vegetación, arbóreo, arbustivo y herbáceo, quedan bien definidos. Junto al roble y completando el primer estrato podemos encontrar avellanos, castaños (Castanea sativa), fresnos y marojos (Quercus pyrenaica). En el estrato arbustivo servales, espinos, acebo (Ilex aquifolium), lianas y hiedras (Hedera helix).

Y en el estrato herbáceo helechos, arándanos, brezos (Calluna vulgaris), ranunculáceas, etc. Su riqueza botánica y de colorido revela su interés paisajístico y también ecológico, ya que esta formación es beneficiosa para conservar un ecosistema óptimo, espacio vital de numerosas especies animales que en él habitan. Junto al roble carvallo también encontramos el marojo (Quercus pyrenaica), de menor talla, allí donde el clima oceánico pierde carácter tomándose submediterráneo. El marojal se instala entre el robledal de valle y el hayedo. Este último -haya (Fagus sylvatica)- necesita precipitaciones más abundantes y temperaturas más frescas. Prefiere laderas expuestas a brumas y nieblas.

Su denso ramaje no permite el desarrollo de un sotobosque rico en especies; por ello sólo encontramos algunos arbustos, helechos y pequeñas plantas bulbosas que florecen antes de la foliación de las hayas. A pesar de ésto, el paisaje del hayedo es uno de los más destacables en cualquier época, ya sea en primavera-verano cuando los árboles se hallan en todo su esplendor o en otoño-invierno cuando el suelo queda completamente cubierto por la hojarasca y el bosque se aclara dejando desnuda la figura del haya. Además de estos bosques húmedos naturales de la Navarra Atlántica se aprecian claramente otros elementos del paisaje humanizado como son las repoblaciones de pino insigne (Pinus Insignis), especie de alta rentabilidad económica pero escaso interés ecológico, y extensas zonas de praderas y cultivos de huerta que han reducido el área que ocupaban las frondosas en beneficio de una economía agrícola y ganadera.

  • Paisaje de la Navarra Media

Del paisaje vegetal pirenaico y atlántico dominado por especies arbóreas, pasamos en la Navarra Media, a una mayor extensión de los cultivos herbáceos, en campos abiertos y amplios, y parcelas de viñedos y olivares que han reducido las formaciones primitivas de quejigales, encinares y robledales a pequeños bosquetes. En todo este paisaje se adivina la intervención del hombre que desde hace siglos viene aprovechando las tierras más fértiles y de mejores condiciones topográficas para desarrollar sus actividades económicas. Los campos cerealísticos ocupan las cuencas de Pamplona, Lumbier, Aoiz, Tierra Estella y destacan por sus formas geométricas y sus tonos cambiantes a lo largo del año desde el verde inicial hasta el amarillo reseco de finales de verano. Al sur de esta área, en Tierra Estella, Valle de Aibar, San Martín de Unx hacen su presencia los campos de viñas, muy características por su pequeño tronco leñoso y su disposición en hileras.

Las formaciones vegetales naturales propias de esta gran unidad de paisaje son los robledales de roble pubescente (Quercus pubescens), los encinares y los quejigales. Los robledales de r. pubescente se localizan en las sierras de la Navarra Media colonizando las laderas soledas y más secas del piso montano. Este roble de gran porte y de hoja marcescente tiene gran facilidad para instalarse en ambientes variados. Este rasgo, más su capacidad de hibridación con otras especies de robles como el quejigo (Quercus faginea), marojo (Quercus pyrenaica), roble albar (Quercus petrae), roble carvallo (Quercus robur), hacen que escaseen las masas puras. Bajo topoclimas favorables han sido sustituidos por cultivos, como el resto de formaciones arbóreas naturales. Hoy día existen robledales de Quercus pubescens aprovechados como zonas recreativas y de reposo.

El quejigo (Quercus faginea) coloniza el piso montano inferior, en la transición de encinares mediterráneos y robledales o pinares de montaña. Generalmente a sotavento de los vientos húmedos del atlántico se introduce hacia el norte por los valles soleados y abrigados acompañando a las carrascas. Su hoja marcescente contribuye a la belleza estética y paisajística del quejigal gracias al contraste otoñal entre sus tonos parduzcos y los sobrios verdes del pino o la carrasca. Los entinares -encina (Quercus ilex)- formando masas puras o salpicados con arces, quejigos (Quercus faginea), madroños (Arbutus unedo) y serbales son formaciones típicas de la Navarra Media. A pesar de su carácter claramente mediterráneo, puede penetrar hacia el norte aprovechando valles soleados, desfiladeros y focos, lugares éstos donde la carrasca (encina de menor tamaño y más achaparrada) arraiga mejor que otras especies más oceánicas.

Antiguos encinares de gran valor ecológico y espléndida belleza se han transformado a lo largo del tiempo en extensos campos de labor, viñedos y huertas, quedando relegados a prominencias, lugares pedregosos y poco fértiles, o a las laderas de fuertes pendientes sin interés para el cultivo. Hoy día las repoblaciones forestales forman también parte del paisaje vegetal de la Navarra Media. Campos abandonados recientemente y las laderas con peligro de erosión, son ocupadas por masas repobladas de pinos de rápido crecimiento y gran rentabilidad por su aprovechamiento maderero. Las especies más empleadas en estas repoblaciones son el pino laricio (Pinus nigra), el pino carrasco (Pinus halepensis) y el pino silvestre o albar (Pinus sylvestris). En los carrascales y quejigales de la zona media habita de preferencia el jabalí, la curruca, el águila calzada y culebrera, el milano real y negro, el lagarto ocelado y una diversidad de reptiles.

  • Paisaje de la Ribera

A diferencia del resto de paisajes analizados hasta ahora, y en función de unos factores como son la actuación del hombre, la escasa precipitación anual, unas condiciones térmicas extremas y la intensa erosión, aparece en el extremo meridional de Navarra un paisaje muy pobre en lo que se refiere a cubierta vegetal, si exceptuamos las orillas de los ríos y las áreas de regadío. Es el pino carrasco (Pinus halepensis) la especie arbórea más típica en esta zona, aunque se halla frecuentemente diseminado, sin formar grandes masas. De porte mediano y color verde claro, genera un paisaje de poca belleza pero de gran importancia para el medio ya que retrasa los procesos de erosión, gracias a la sujección del suelo que logra su sistema de raíces. Este hecho y su utilización para producción de madera hacen que esta especie tenga un interés para repoblación. Si tenemos en cuenta además, que invade espontáneamente Zonas muy degradadas podemos pensar que este paisaje de pino carrasco va a perdurar e incluso extenderse en la Ribera Navarra.

Cuando desaparece el pinar de pino carrasco pasamos a un coscojar -coscoja (Quercus coccifera)- en el que se encuentran también otras especies vegetales muy resistentes a este medio semiárido: enebro (Junyperus oxycedrus), sabina (Junyperus phoenicea), lentisco (Pistacea lentiscus) y aladierna (Rhamnus alaternus). Allí donde el coscojar se degrada aparecen plantas menores como el romero (Rosmarinus officinalis), jarillas, lino (Linum suff nuticosum), tomillo (Thymus vulgaris) y aliagas. Estas especies, a su vez, desaparecen cuando la erosión actúa de forma violenta y sólo permite la ocupación del suelo por parte de una estepa de gramíneas que se empobrece o se enriquece en función del desarrollo del suelo donde se asienta; así en los suelos limosos encontramos sobre todo albardín (Lygnum spartum), los suelos yesosos se cubren de asnallo (Aronis tridentata) y en los suelos más nitrogenados aparece la ontina (Artemisa herba-alta), el sisallo (Salsola vermiculata), gamón (Asphodelus fistulosus), etc.

En toda la zona de la Ribera, a pesar de todas las especies vegetales existentes, el paisaje destaca más por sus formas de relieve y la acción antrópica que por su tapiz vegetal. No obstante, la existencia de espacios apenas cubiertos por la vegetación contribuye a aumentar la variedad paisjística del conjunto de Navarra. Al margen de su flora acuática, en las Bardenas Reales se halla el lagarto ocelado, la perdiz común y la codorniz, el aguilucho cenizo y diversas mariposas y ortópteros.

  • Paisaje de las zonas húmedas

Cuando hablamos de zonas húmedas, hacemos referencia a los sotos, riberas de ríos, lagunas y charcas; pequeñas áreas dentro de la provincia que configuran un paisaje vegetal distinto y a menor escala, pues ocupan espacio muy concretos y de pequeña dimensión. En las riberas de los ríos se desarrolla un bosque galería de formaciones ripícolas donde sobresalen el chopo (Populus nigra) y el álamo (Populus alba) junto a sauces, fresnos, olmos y alisos (Almus glutinosa). Estos sotos se asemejan, en el extremo meridional de Navarra a oasis dentro de un paisaje general estepario y ofrecen un bello contraste entre su disposición alineada a lo largo del río, los extensos campos cuadriculados de los regadíos y las áreas desnudas de manto vegetal. En las lagunas y charcas aparecen especies de escaso porte que soportan un alto índice de salinidad en el agua.

Las charcas de agua dulce, sobre suelos poco permeables, constan de dos cinturones de vegetación: el carrizal -carrizo (Phragmites communis)- con espadaña (Typha angustifolia) donde se hallan plantas sumergidas y semisumergidas, de ahí que su incidencia en el paisaje no sea tan acusada, y un juncal-prado con juncos, labiadas, carex y alguna orquídea. En las lagunas endorreicas, con alta concentración salina, y a pesar de la intensa degradación por acción del hombre, también se distinguen varios cinturones de vegetación: desde las plantas sumergidas hasta la orla más externa con especies que soportan suelos salinos como la Suaeda brecifolia o la Balicomia herbacea.

En los ríos de la vertiente cantábrica habita la trucha y, en menor medida, el salmón. Poseen poca fauna volátil y muchos invertebrados como la libélula. En los ríos pirenaicos aparecen el tritón y el palmeado, la trucha, la rana roja, el desmán del Pirineo, los andarríos y el mirlo acuático. Cuando se encajonan -Arbaiun-, sirven de hábitat a los buitres leonados, la paloma silvestre, la chova piquirroja e, incluso, a la nutria. Los ríos ribereños albergan multitud de aves como la garza real, las lavanderas, la polla de agua, y sus aguas el barbo, la carpa y las madrillas. Finalmente, en las charcas o lagunas someras -Lor, Rada, etc.- de la Ribera se mantienen pocas aves, en contraste con las grandes lagunas donde vemos grullas, gansos, garzas, estorninos, avefrías, cigüeñas, aguiluchos laguneros, etc. En las de Urbasa aparecen el tritón palmeado, el jaspeado e, incluso, el alpestre y la rana verde.

ARA / PAA / ORO

  • Cantábrica-Baja Montaña

Adios, Alsasua, Ansoain, Anue, Añorbe, Araiz, Aranaz, Aranguren, Arano, Arakil, Arbizu, Areso, Arruazo, Atez, Bakaikoa, Basaburua Mayor, Baztan, Belascoain, Bertiz-Arana, Betelu, Biurrun-Olkoz, Burlada, Ziordia, Ziriza, Zizur, Donamaria, Etxalar, Etxarri, Etxarri-Aranaz, Etxauri, Egües, Elgorriaga, Elorz, Eneriz, Erasun, Ergoyena, Erro, Esteribar, Ezkabarte, Ezkurra, Galar, Goizueta, Huarte, Huarte-Arakil, Ibargoiti, Imoz, Irañeta, Ituren, Iturmendi, Iza, Izagaondoa, Juslapeña, Labayen, Lakunza, Lanz, Larraun, Legarda, Leiza, Lesaka, Monreal, Muruzabal, Obanos, Odieta, Oiz, Olaibar, Olazagutia-Olazti, Olza, Ollo, Pamplona, Puente La Reina, Saldias, Santesteban-Donestebe, Sumbilla, Tiebas-Muruarte De Reta, Tirapu, Ucar, Ulzama, Unciti, Urdax-Urdazuri, Urdiain, Urroz De Santesteban, Uterga, Bera De Bidasoa, Vidaurreta, Villava, Yanci, Zabalza, Zubieta, Zugarramurdi.

  • Alpina

Abaurrea Alta-Abaurregaina, Abaurrea Baja-Abaurrepea, Aoiz, Arze, Aria, Aribe, Burguete-Auritz, Burgui, Castillo-Nuevo, Eskaroz, Esparza, Gallues, Garaioa, Garde, Garralda, Güesa, Isaba, Izalzu, Jaurrieta, Lizoain, Longuida, Navascues, Otxagahia, Orbaizeta, Orbara., Oronz, Oroz-Betelu, Romanzado, Ronkal, Roncesvalles-Orreaga, Sarries, Urraul Alto, Urroz, Urzainki, Uztarroz. Valcarlos-Luzaide, Vidangoz-Bidangotze, Villanueva-Hiriberri.

  • Tierra Estella

Abaigar, Abarzuza, Aberin, Aguilar De Codes, Allin, Allo, Amescoa Baja, Ancin, Aranaratxe, Aras, Arcos (Los), Arellano, Armañanzas, Arroniz, Artazu, Ayegui, Azuelo, Barbarin, Bargota, Busto (El), Zirauki, Desojo, Cabredo, Dicastillo, Espronceda, Estella, Etayo, Eulate, Genevilla, Goñi, Guesalaz, Guirguillano, Iguzkiza, Lana, Lapoblacion, Larraona, Legaria, Lezaun, Luquin, Maneru. Marañon, Mendaza, Metauten, Mirafuentes, Morentin, Mues, Murieta, Nazar, Oco, Olejua, Oteiza, Piedramillera, Salinas De Oro, Sansol, Sorlada, Torralba Del Rio, Torres Del Rio, Viana, Villamayor De Monjardin, Villatuerta, Yerri, Zuñiga.

  • Media

Ibar, Artajona, Barasoain, Beire, Berbinzana, Caparroso, Carcastillo, Caseda, Eslava, Ezprogi, Falces, Gallipienzo, Garinoain, Jabier, Larraga, Leatxie, Leoz, Lerga, Liedena, Lumbier, Melida, Mendigorria, Miranda De Arga, Murillo El Cuende, Murillo El Fruto, Olite, Oloriz, Orisoain, Petilla De Aragon, Pitillas, Pueyo, Sada De Sangüesa, San Martin De Unx, Sangüesa, Santacara, Tafalla, Ujue, Unzue, Urraul Bajo, Yesa.

  • La Ribera

Ablitas, Andosilla, Arguedas, Azagra, Babillas, Buñuel, Cabanillas, Cadreita, Carcar, Cascante, Castejon, Cintruenigo, Corella, Cortes, Fitero, Fontellas, Funes, Fustiñana, Lazagurria, Lerin, Lodosa, Marcilla, Mendavia, Milagro, Monteagudo, Murchante, Peralta, Ribaforada, San Adrian, Sartaguda, Sesma, Tudela, Tulebras, Valtierra. Villafranca.