Poetas

Mendoza, Pedro González de

Poeta y militar alavés nacido en Mendoza en 1340. Fallece en 1385.

Perteneciente a la linajuda familia de los Mendoza, fue leal partidario de Pedro I con el que aparece combatiendo valerosamente en el sitio de Valencia en 1364. Fue recompensado por el rey con los Señoríos de Hita y Buitrago. Permaneció fiel a Pedro I hasta el final, desaconsejándole la huida cuando el conflicto con Enrique II. Tras huir su rey, se presenta a Enrique II quien le reconoce la lealtad de la persona y lo acoge entre los suyos. Favorecido por los reyes, Juan I le nombra mayordomo mayor de su real palacio. Tomó parte en la adversa batalla de Aljubarrota (1385), en la que dio su caballo al rey para que huyera, volviendo él a la contienda, donde murió heroicamente. Es por ello que se le conoce como "el mártir de Aljubarrota". Un romance se hace eco de su muerte con estas estrofas:

"Si el caballo vos han muerto, subid, rey, en mi caballo, y si no podéis subir, llegad, suvirvos he en brazos". "Poned un pie en el estribo y el otro sobre mis manos; mirad, que carga el gentío, y aunque yo muera, librad vos". "Un poco blando es de boca; bien como a tal, sofrenazlo; afirmadlos en la silla, dadle rienda, picad largo". "No os adeudo con tal fecho, a que me quedéis mirando; que tal escatima debe, a su rey el buen vasallo". "Y asi es deuda que os la debe, non dirán que non la pago, nin las dueñas de mi tierra que a sus maridos fidalgos los dejé en el campo muertos y vivo del campo salgo". "Menos causa tuvo Eneas, pues cuando fizo otro tanto, tan sólo salvó a su padre; yo al padre de todos salvo". "A Diagote es encomiendo; mirad por él, que es muchacho; sed padre y amparo suyo y Dios sea en nuestro amparo". "Dijo al valiente alavés señor de Hita y Buitrago, al rey don Juan el Primero y entróse a morir lidiando".

Fue uno de los pioneros de la poesía cortesana en la corte castellana. De su producción poética sólo tenemos como verdaderamente suyas cuatro composiciones recogidas en el Cancionero de Baena. Su trabajo poético, tanto en castellano como en gallego, contribuyó sobremanera a agilizar y dulcificar la ruda lengua castellana, poco desarrollada en aquellos momentos, y por lo tanto poco adecuada entonces para la expresión poética de penas y sentimientos. Los intentos poéticos de este tipo que se daban en aquella época en la corte castellana, y fuera del marco cortesano, dotaron a la lengua de mayor flexibilidad y de una nueva conformación haciéndola evolucionar en gran manera.

Ref. J. de Aralar: La Victoria de Munguía y la reconciliación de oñacinos y gamboínos, pp. 17, 38, 86, 145, 195. Ekin, 35. Díaz de Arcaya, Manuel: Dos poetas alaveses del s. XIV.