Léxico

MARINA

El auge de las navieras vizcaínas (siglos XIX y XX). El comienzo de esta nueva etapa para la Marina mercante vasca viene marcado por la desaparición del Consulado de Bilbao en 1829, sustituido a partir de 1830 por la Junta de Comercio bilbaína. Hasta el último cuarto del siglo XIX, la Marina mercante vasca se mantuvo en unos límites relativamente modestos. Se produjo un cierto resurgimiento gracias al empuje de numerosos astilleros de construcción de barcos de madera (más de un millar de estos barcos se construyeron en astilleros bilbaínos entre 1841 y 1874) pero pronto volvió a decaer con la aparición de los barcos de casco de hierro propulsados por máquinas de vapor. Casi todos esos astilleros tuvieron que cerrar en las últimas décadas del siglo XIX. La expansión definitiva de la Marina vasca llegaría con la explotación intensiva de las minas de hierro vizcaínas. Desde mediados de siglo y muy especialmente una vez concluida la Segunda Guerra Carlista, la demanda de hierro no fosforado de la siderurgia europea condujo a una explotación intensiva de la cuenca minera vizcaína. La mayor parte del mineral se destinaba a la exportación, especialmente a Inglaterra, trayendo en el flete de vuelta el inmejorable carbón inglés. Este tráfico mercante en constante ampliación provocó un fuerte crecimiento de la Marina mercante vizcaína. El tonelaje bruto de los barcos matriculados en Bilbao, que en 1849 era de sólo 36.001 toneladas, en 1882 ascendía a 65.775 toneladas (el 25 % de la flota mercante española) y en 1900 alcanzaba las 304.948 toneladas que representaban nada menos que el 52,70 % del tonelaje total de la Marina mercante española. A comienzos del siglo XX existían en Bilbao por encima de una veintena de compañías navieras, entre las que destacaban la Marítima Unión (fundada en 1895), la Naviera Vascongada (en 1899), la Naviera Bachi (en 1901), la Marítima del Nervión (en 1907), ... y muy especialmente la Compañía Naviera Sota y Aznar, constituida como Sociedad Anónima en 1906, aunque surgida inicialmente en 1890 como un consorcio de empresas con la particularidad de que cada uno de sus buques formaba una sociedad anónima. Paralelamente, la explotación del hierro y el auge del tráfico marítimo hizo necesaria la ampliación del puerto de Bilbao, que se convirtió en uno de los principales puertos europeos, y favoreció la concentración de la industria siderúrgica en Vizcaya impulsando a la vez, en el terreno de la construcción naval, la fundación de astilleros de buques de casco de hierro como los Astilleros del Nervión (fundados en 1888 para la construcción de tres cruceros-acorazados que acabarían hundidos en Santiago de Cuba en 1898), la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques (creada en 1900 por iniciativa de Sota y Aznar) y la Sociedad Española de Construcción Naval (fundada en Madrid en 1908 e instalada en Sestao en 1916). El período de mayor auge de las navieras vizcaínas se produjo durante la Primera Guerra Mundial gracias al precio desorbitado que alcanzaron los fletes. Sin embargo, finalizada la guerra y restablecidas las condiciones normales de navegación marítima, el precio de los fletes sufrió un fuerte descenso sumiendo en una grave crisis a la Marina mercante vizcaína durante los años veinte y treinta, aunque la matrícula de Bilbao siguió siendo, con gran diferencia, la que mayor número de buques tenía registrados en el conjunto de la Marina mercante española. En Guipúzcoa el crecimiento de la flota mercante no alcanzó los niveles de Vizcaya aunque también se crearon algunas navieras importantes, principalmente en el sector pesquero, como «Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España» (PYSBE), fundada en San Sebastián en 1927, dedicada en exclusiva a la pesca del bacalao en Terranova e Islandia, recuperando la vieja tradición vasca de unos siglos atrás.