Danza

Danzas de Lesaka

Los ezpatadantzaris de Lesaka bailan en honor a San Fermín cada 7 de julio. El conjunto está integrado por un capitán, que se sitúa al frente de la formación, y un número par de jóvenes en dos filas. El número más corriente es de quince, pero puede oscilar entre trece y diecinueve. Para algunas danzas se unen mediante las makilas. Visten de blanco con escapularios y cintas de color terciadas al pecho, alpargatas y cascabeles en las pantorrillas.

En la mañana de la festividad txistularis y ezpatadantzaris asisten tempranamente a misa en la parroquia de San Martín y después almuerzan en el Casino obsequiados por el consistorio. Acompañan al Ayuntamiento en su formal subida a Misa Mayor. Terminada ésta, encabezan la comitiva que preside el Santo. Durante todos estos desplazamientos, los dantzaris interpretan makil-gurutze con sus makilas. En makil-gurutze los danzaris, con el capitán al frente y unidos por sus makilas, trenzan sobre sus cabezas una especie de entramado o armadura bajo la cual pasan todos ellos. El movimiento lo inicia el capitán volviéndose hacia el grupo y elevando, sin soltar las makilas sobre su cabeza. La figura puede construirse en los dos sentidos de la marcha y encadenarse sucesivamente. Makil-gurutze no ha conservado una melodía característica y se baila desde los años cincuenta del siglo XX con la popularizada biribilketa Iria, obra del txistulari Santiago Irigoyen, y con la conocida pieza Napoleones que toca la Banda de Música.



En la Plaza de Abajo y en la Plaza Vieja la procesión se detiene, el capitán sostiene los extremos de las makilas de los dos primeros dantzaris y en esta disposición bailan la segunda danza del ritual lesakarra: ziarkakoa (zeharkakoa). Esta danza es viva y nerviosa con desplazamiento lateral y enérgica patada subrayada por el efecto sonoro de los zintzarriak o cascabeles. La melodía posee semejanzas con otra popular de Bera y la deia o llamada es la misma que en la serie guipuzcoana. Suele escribirse en 5/8 pero por su estructura rítmica, los txistularis la tocan de manera que se acerca a un 6/8, como sucede también en otras danzas vascas. Zeharkakoa, ziarkakoa o ziarka se baila tres veces en el protocolo matutino. El grupo de danzaris con el capitán se dispone en forma de uve y se mantiene unido por las makilas. El marcado desplazamiento lateral de los bailarines, y por ende del conjunto, puede ser causa del nombre de la danza (zeharka, a través o de través).

Al llegar a Eskol-txiki la procesión se detiene junto al cauce del río Onín donde los dantzaris interpretan la tercera de las danzas del ciclo ritual: zubigainekoa que presenta la particularidad de ser bailada sobre los pretiles que canalizan el río en esta parte de la villa. Tres pequeños ríos atraviesan Lesaka, el más importante, el Onín, divide la villa en dos barrios, Pikuzelaia y Legarrea. Se dice que sus vecinos vivían enfrentados hasta que en el siglo XV la necesidad de apagar un violento incendio los unió y el vínculo se celebró mediante una danza conmemorativa sobre los pretiles del río divisorio. De ahí su denominación. Para zubigainekoa se emplea la misma melodía que para ziarkakoa y también el paso básico es el mismo ligeramente modificado por tener que bailarse sobre el pretil mediante desplazamientos adelante y atrás. Los danzaris sujetan la makila del lado del río e inician la danza tras los tres saltos del capitán y una colectiva reverencia. Condicionados por la anchura del murete, deben girar sobre sí mismos sucesivamente con agilidad, rapidez y evidente riesgo. Se baila una sola vez durante la procesión y es el número más característico de este grupo de bailes. La estampa constituye una imagen identificativa de la propia villa.

Tras zubigainekoa tiene lugar el ondeo de la bandera, bandera arboltu, desde el puente y sobre el mismo cauce del río. El ondeo se repite en otras festividades y debe acompasarse al son de una melodía determinada denominada Bandera arbola, aunque también la característica melodía lesakarra Tantirumairu, propia de San Juan, se emplea para esta función. Volverá a ser ondeada más tarde antes de ser izada en el balcón principal de la Casa Consistorial tras una última actuación de los ezpatadantzaris que le formarán arco de honor con sus makilas.

Por la tarde tiene lugar en la Plaza Vieja la celebración de una segunda serie de danzas, las cuales, si bien cuentan con la participación de los ezpatadantzaris ataviados como tales, carecen del carácter solemne del ciclo oficiado durante la mañana. Al ciclo vespertino se le atribuye naturaleza social y carácter abierto, popular, no exento de donaire, y se incorporan las mujeres. Se compone de Mutil dantza (que bailan los mozos), Neska dantza (con las chicas), Aurresku (la misma danza, aunque con estilo diferente, conocida en todo el país con este nombre o como Agurra/Reverencia), Jota y Porrusalda. El rito de la tarde surge probablemente por transformación de un espacio festivo con protagonismo del baile popular. En síntesis es una ritualización del baile por dejación de los vecinos y simultánea apropiación de los ezpatadanzaris. Éstos intervienen con su atavío ritual pero prescinden de las makilas. Los números de danza, que en bloque podrían constituir una soka-dantza o esku-dantza, son los siguientes:

La Mutil dantza la bailan sólo los hombres en una sola fila, rodeando la Plaza Vieja y con el capitán a la cabeza. Tiene una parte lenta de inicio o formación del círculo y una impetuosa parte viva con giros y vigorosos saltos. Los lesakarras aplican una letrilla a esta parte que da nombre a la danza:

Zalza Monona Zalzate (también Santxo Monona)
Biligarrua alkate
zizare buzta natetik
preso eramate.

La melodía se baila también en Arantza. Terminado el baile y, como en la ceremonia de la sokadantza, los bailarines segundo y penúltimo van en búsqueda de las mozas. Tras la incorporación ordenada de las mujeres a la cuerda se baila Neska-dantza. Es una sokadantza con muy reducida actividad por parte femenina. A la neska dantza sigue el denominado Aurresku, que baila el capitán txapela en mano, como reverencia a la capitana. El aurresku -danza que debe su nombre a que es bailada por el primer bailarín o aurreskulari de la más amplia soka dantza- es similar al guipuzcoano y quiere la tradición en Lesaka que sea transmitido de capitán a capitán.

El ciclo vespertino culmina con jota y porrusalda, que se interpretan en un gran círculo formado por dos semicírculos de mozos y mozas. Al final bailan una nueva y última neska dantza.

Los protagonistas del evento de danza se denominan ezpatadantzaris, si bien no emplean esta arma, sino una vara adornada [makila]. Se admite que este ciclo sea considerado como de espadas porque la utilización de la vara o makila es fruto de un muy probable cambio de herramienta. El esquema muestra una clara fisonomía de ezpatadantza muy semejante a la de las vecinas danzas guipuzcoanas: formación del grupo con el capitán al frente y unidos por las makilas, empleo de las varas como espadas o bordones, trenzado de la armadura, estructura rítmica, llamada o deia, papel solista del capitán, etc.

Las danzas lesakarras descritas muestran relación con determinados ritos solsticiales de San Juan relacionados con el agua -esto podía observarse en la antigua función de moros y cristianos representada por los jóvenes de los barrios de Lagarrea y Piku-zelaia respectivamente- y su esplendor y arraigo se debe a la festividad del Corpus porque el venerado obispo Fermín no es el patrono de Lesaka, sino San Martín titular de la Parroquia. La fiesta de San Fermín se celebró en octubre hasta 1591cuando se trasladó al primer domingo de julio, día 7, haciéndola coincidir en Pamplona con sus renombradas ferias pamplonesas. El origen de los rituales vinculados a la fiesta del copatrono de Navarra debe buscarse tanto en la festividad de San Juan como en la brillante fiesta del Corpus Christi que, en ocasiones por mor de la conjunción de los calendarios solar y lunar, llegan a coincidir. La interpretación del aparato simbólico de las danzas de Lesaka -espadas, bandos contendientes, combate junto al curso del agua, bóveda de armas, etc.-, debe hacerse a la luz del solsticio vernal.

En cuanto a la indumentaria, el ezpatadantzari viste camisa y pantalones blancos, alpargatas blancas con adornos rojos, faja de algodón roja, un vistoso escapulario sobre el cual se tercian dos pares de cintas de seda de colores, dos piezas de tela con cascabeles sujetas a los pantalones a la altura de las pantorrillas y boina roja. Las alpargatas tienen suela de esparto y la parte superior de la tela lleva un ribete rojo que forma un lazo por delante, en el empeine.

El escapulario es en sus dos partes de forma rectangular (27x14 cm.). Ambas partes quedan unidas por cintas rojas (3x50 cm. aprox.), que colgando de los hombros (escápula) van de pecho a espalda. Para dar consistencia se usa un cartón o entretela de las medidas citadas, que se cubre con tela de raso o seda de color blanco en la que va el bordado. En cada rectángulo aparecen tres porciones diferentes con otros tantos motivos o adornos. Normalmente los de los extremos son idénticos y el del centro ostenta un diseño principal, aunque también puede ser igual que los colaterales. Los temas usados son variados; flores, motivos decorativos típicos y generalmente estampas de la Virgen del Carmen. Sobre el escapulario se colocan dos cintas de seda de colores terciados en pecho y espalda y de 10 a 11 cm. de ancho. Así pues cada dantzari lleva cuatro cintas y de cuatro colores diferentes. Cada par de bandas superpuestas, se unen entre sí en los costados, a una altura aproximada a las caderas, quedando libres fragmentos de unos 30 cm. de largo.

El escapulario del capitán es más vistoso. En la parte delantera lleva bordado un emblema eucarístico que lo relaciona con la festividad del Corpus Christi. A los lados de este motivo central va bordada una imagen de San Fermín, inspirada en la existente en la Parroquia de San Lorenzo de Pamplona, y otra, parecida a la anterior, que representa a San Martín de Tours, patrón de Lesaka.

Las piezas que sostienen los zintzarris son de paño o fieltro rojo en la parte delantera y por detrás de hilo blanco. Las dimensiones son de 23 por 18 cm. Se colocan a la altura de las corvas. Tienen cuatro aberturas verticales hechas de 4,5 cm. de distancia entre ellas. Tanto las aberturas como los bordes externos de la pieza van ribeteados de trenzadera blanca, de 1 cm. de anchura. Cada una de estas piezas lleva quince lazos equidistantes entre sí, de cinta de 1 cm. de ancho y unos tres de largo. Se utilizan dos colores para las cintas de la pieza (coincidiendo con los de la otra pierna). Se cose al paño una cinta doblada y sobre ella otra de otro color, formando ambas una cruz sobre las que se coloca el cascabel. Los quince cascabeles, con sus lazos, forman tres filas horizontales con cinco cascabeles en cada una. Los cascabeles son de latón y de tamaño mediano. Estas piezas se unen al pantalón por medio de dos cintas, una azul y otra roja, que unen los bordes rodeando la pantorrilla. Una vez puestas en los pantalones, quedan mirando los cascabeles hacia la parte externa de las piernas. Existe otro modelo más moderno con tres aberturas en vez de cuatro y un total de dieciséis cascabeles.

Los dantzaris cubren la cabeza cubierta con una boina / txapela roja que, quizá a medidados del siglo XIX, sustituyó al pañuelo que empleaban para sujetar los cabellos.

Las mujeres participaban en el baile vespertino con su propio vestido de fiesta. En la segunda mitad del siglo XX se impuso el uso de trajes blancos destacando el modelo, común en la zona, compuesto por falda y blusa blanca, corpiño rojo ceñido mediante cordones en el delantero. La falda de tablas hasta debajo de la rodilla lucía en el bajo dos vistosas franjas rojas. Calzaban alpargata blanca con cinta roja. La "capitana" llevaba un vistoso pañuelo sobre los hombros. Su traje actual es idea del folclorista pamplonés Francisco Arrarás Soto y consta de falda larga de paño de diferentes colores, blusa blanca, corpiño de paño de color diferente a la falda, pañuelo blanco para la cabeza y zapatos negros que han sido nuevamente reemplazados por alpargatas. Colgando de la cintura se llevan dos pañuelos blancos doblados, al igual que en los modelos anteriores, que se emplean para la neska-dantza. Según las propias muchachas este traje resulta pesado y caluroso. Posee además una chaquetilla de paño que no se ha usado apenas.