Políticos y Cargos Públicos

Legazpi Gurruchategui, Miguel López de

El martes al alba los naturales, más de 400, rodearon las naves con sus paraos, invitando reiteradamente a ir a sus pueblos, donde indicaban había mucho que comer. En sus embarcaciones llevaban cocos secos y verdes, plátanos verdes, batatas, arroz, pero de todo escaso. Además llevaban sus armas: "haces de varas tiraderas y hondas y piedras hechas a la forma de un huevo". La Relación describe su aspecto.

"Andan desnudos en carnes sin cubrir parte ninguna de sus cuerpos: son gente muy crecida, membrudos, bien dispuestos y de grandes fuerzas a lo que paresce; asimismo las mujeres son muy altas y ellas solamente traen un cordel atado por los muslos y en el cordel un poco de hierba o hojas de árboles con que cubren las partes vergonzosas y algunas las cubren con un petate hecho de hoja de palma. Llevan el cabello suelto y largo y lo cogen en el cogote".

Ninguno de ellos quiso entrar en las naves. Ante la insistencia de los marinos para que trajeran más cantidad de víveres.

"Comenzaron a traer petates fechos, fardos de arroz que al parescer tenían á tres almudes o a cuatro, y a más y menos, y los daban por clavos grandes, y como no entraban en las naos sino que desde bordo les echaban un cordel y en el atado un clavo, contentándose del, ataban al mesmo cordel el fardo de arroz, é haláronse muchos fardos llenos de arena y por cima había como dos dedos de arroz, que cubría el engaño y otros traían hierbas y piedras en medio porque pesasen, y destas hicieron muchas y graciosas burlas".

Vemos que no les faltaba su sentido peculiar y provechoso del humor. Aunque no faltaron, por la desconfianza, agresiones a pedradas y algún muerto.