Concepto

Las Guerras de Bandos

En efecto, lo primero que debemos entender es que los Parientes Mayores, e incluso otros cabezas de linajes de menor rango, representan el intento por alcanzar la condición señorial a partir de una situación de superioridad por razones de parentesco. Y ello en varias etapas que les llevaron desde la condición de Pariente Mayor, al intento de ser señores y, en última instancia, a componer un estamento nobilario.

Se comienza, por tanto, por ser el "mayor" de un grupo de parientes o que se consideran unidos por un vínculo de parentesco. Se ejerce entonces una superioridad que puede derivar de vínculos de sangre o de otros asimilados a éstos -los llamados de pseudoparentesco- y que componen un entramado de vinculaciones personales capaces de organizar una jerarquía social.

Pero para traducir esta superioridad a otra calificable ya como propiamente señorial la clave es la conversión de aquellos vínculos en derechos sobre las tierras y/o sus productos y en poder de dictar justicia -iuris dictio-, es decir, sobre los hombres que ocupaban aquéllas. Sin entrar en mayores detalles sobre el proceso (Achón, 2006, p. 229) el resultado nos ofrece un panorama con matices, pues, junto a la constatación de numerosos ejemplos de señores comportándose como tales, en Gipuzkoa y Bizkaia el grado de señorialización que alcanzaron los Mayores debe ser contemplado con alguna reserva. ¿Qué grado de poder lograron los Parientes Mayores? En resumen, es cierto que tejieron una estructurada red de dependencias personales articulando así bandos y parcialidades; es también cierto que en ese entramado funcionó un código moral propio, con una imagen muy particular de conceptos como "paz", "amistad" o "concordia", y en la que el ejercicio de la justicia privada, la venganza de sangre o el desafío jugaron un papel protagonista; es también comprobable, por último, que lograron acceder a cotas nada despreciables de la renta feudal (patronatos, rentas sobre montes, molinos o ferrerías, diezmos y otros ingresos). Pero, junto a todo ello, también es cierto que en Gipuzkoa y Bizkaia estamos ante unos auténticos "señores sin señorío" (Díaz de Durana, 2004, p. 131), con una notoria ausencia de grandes propiedades y de competencias jurisdiccionales, a las que, sin embargo, sí accedieron los beneficiarios de las llamadas "mercedes enriqueñas", mayoritariamente en territorio alavés.