Concepto

La traducción en Euskal Herria

Aunque las leyes aprobadas por los distintos gobiernos españoles en 1839, 1841 y 1876 ocasionaron la perdida del régimen foral, tuvieron como efecto colateral que a finales del XIX la ideología y el movimiento cultural abertzale se fueran fortaleciendo. De ese modo, hasta que se produjo el golpe de estado franquista contra la II República, surgió una prestigiosa generación de escritores y traductores.

Un literato que no comulgaba con la visión de la lengua propugnada por el impulsor de la ideología abertzale Sabino Arana, Nikolas Ormaetxea "Orixe" (1888-1961), fue uno de los ejes de ese movimiento cultural, y además de la importancia que tuvo en la creación literaria, desde el punto de vista de la traducción también es digno de mención, porque resume inmejorablemente un tipo de aproximación a la labor traductora vigente en aquel tiempo: traducir el sentido y no la letra, es decir, recrear el original en la lengua de llegada.

Según Orixe, las traducciones deben ser inteligibles, comprensibles para cualquier persona. Para conseguir su propósito, a menudo simplificaba excesivamente el original, incluso en ocasiones llegando a adaptar o censurar aquel. Debemos traer a colación las siguientes traducciones: El lazarillo de Tormes (1929), Mireio de Mistral (1930), Declaración de los derechos del hombre (1949), el vesperal bilingüe Urte guziko meza-bezperak (1950) y una versión de las Confesiones de San Agustín (1956).

De todos modos, ese tipo de traducción supuso un paso adelante notable en comparación con las anteriores tendencias a la literalidad, aunque resultara poco cuidadoso con la forma y las características culturales de la obra original. Tal y como se observa por las fechas de publicación, siguió en activo incluso tras la Guerra Civil.

No deben olvidarse otros traductores y traductoras anteriores al comienzo de la mencionada guerra civil. En el apartado de la literatura infantil y juvenil, es preciso aludir a Joseba Arregi "Txingudi" por Heine'ren olerkiak (1927); a los cuentos de Wilde traducidos por Joseba Altuna (1927) y los de Grimm (1929), vertidos según los modelos puristas de Sabino Arana; a otros cincuenta cuentos de los hermanos Grimm traducidos por J.A. Larrakoetxea "Legoaldi" (1929), no tan purista como el anterior, y a la traducción de A Christmas Carol de Dickens, realizada por Ander Arzelus "Luzear" (1931).

Respecto a la traducción de Arzelus, es preciso mencionar que solamente se había publicado por entregas en publicaciones periódicas y que hasta 2003 no vio la luz como libro, en la colección "Itzultzaile aitzindariak" de la asociación EIZIE.

En aquella época tuvo especial relevancia la traducción dramática: el dramaturgo Toribio Alzaga tradujo Macbeth en 1926; Jokin Zaitegi en 1933 Antigone de Sófocles; el capuchino Bonifacio de Ataun Amal, de Tagore, en 1934; Iñaki Goenaga, entre 1934 y 1935, tradujo y publicó, por entregas, Wilhelm Tell de Schiller -que también publicó la asociación EIZIE en 2004 dentro de la colección "Itzultzaile aitzindariak"-; Joseba Altuna vertió al euskara, entre otras, las siguientes obras de Manuel de la Sota "Txanka" Itxaroizarra (1931), Oztin (1932), Negarrez igaro zan atsua (1933), Urretxindorra (1934) eta Los caudillos [Buruzagiyak] (1935).

Mención especial merece la revista Antzerti [Teatro] que publicó traducciones de obras de teatro traducidas de diversas lenguas.

No es preciso añadir que en ese periodo se siguió traduciendo literatura religiosa, y entre las obras son dignas de mención las vertidas por del jesuita Raimundo Olabide: Ejercicios Espirituales de San Ignacio (1914); Kempis, de nuevo (1920); Nuevo Testamento (1931) y Antiguo y Nuevo Testamento (1958), todas ellas pergeñadas según las tendencias puristas de Sabino Arana.