Concepto

La imprenta en Euskal Herria

A partir del siglo XVIII, las imprentas se expandieron notablemente por toda Europa. La necesidad y demanda de libros creció y, a su vez, se facilitó el procedimiento a seguir para poner en marcha imprentas. Los métodos de impresión se agilizaron y los impresores comenzaron a abrir sus negocios en pueblos y ciudades de segundo orden. Por otro lado, en la propia Euskal Herria fue más sencillo conseguir papel gracias a las fábricas de papel abiertas en territorio vasco, y todo ello propició que los autores vascos pudieran imprimir sus obras sin recurrir a impresores extranjeros.

A comienzos de siglo, Alfonso Burguete abrió una imprenta en Pamplona, donde imprimió el libro de carácter religioso Apendezako dotrina christiana uscaras (1735) de Francisco Elizalde. Además, en esa misma década Joseph Joaquín Martínez publicó en la capital navarra la Dotrina christiana de Juan Irazusta. Tanto Burguete como Martínez fueron pequeños y medianos impresores que no realizaron grandes trabajos ni ediciones.

A finales de la década de 1750, sin embargo, Juan Antonio de Castilla afincó su imprenta, la más importante de la zona en aquella época, en Iruñea. Tras aprender debidamente el oficio de impresor, publicó alguno de los trabajos de los dos autores guipuzcoanos más importantes de la segunda mitad del siglo XVIII: Sebastian Mendiburu (Jesusen amore-nequeei dagozten cembait ototzgai, en once tomos entre 1759 y 1760 y en tres tomos en ése último año) y Agustin Kardaberaz, del que imprimió media docena de obras entre 1760 y 1764.

A comienzos del siglo XVIII se creó, por otro lado, la primera imprenta alavesa en Gasteiz, bajo la dirección de Bartolomé Riesgo y Montero de Espinosa. Fue una imprenta de gran relevancia no sólo por ser la primera, sino porque en ella se publicaron obras importantes. Entre otras, son dignas de mención el Quaderno de Leyes y Ordenanzas de Alava (1722) y la doctrina en euskera Doctrina Christianeen explicacinoa (1731) de Martín Arzadun. Unos años después, Riesgo abandonó la capital alavesa y se dirigió a Donostia, donde imprimió la mayor obra escrita en torno al euskera hasta entonces: el Diccionario trilingue (1745) de Larramendi. Unos años después, también publico el trabajo Christau dotrina (1760) de Kardaberaz.

La marcha de Riesgo a Donostia, sin embargo, no dejó a Vitoria sin imprenta, ya que el marido de la hija de Riesgo, Tomás Robles, se hizo cargo de ella, convirtiéndose así en el segundo impresor gasteiztarra. Bajo su dirección se imprimió, entre otros, la famosa doctrina de Bartolomé Olaetxea en 1763.

En Bilbao apenas se publicó nada en euskera en aquella época, y las obras publicadas en Bizkaia trataban mayoritariamente sobre religión, derecho e historia. Los principales impresores a comienzos de siglo fueron Antonio Zafra y Obregón y su hijo Antonio Zafra y Rueda. Tras su muerte, la viuda de Antonio Zafra se hizo cargo de la imprenta. Por otro lado, la imprenta de Manuel Egusquiza fue la más importante, y tras su muerte también fue su viuda quien tomó las riendas de la imprenta. A finales de siglo, para concluir, cabe mencionar a Simón de Larumbe y Francisco de San Martín.

Por lo que a Ipar Euskal Herria respecta, las mayores imprentas estuvieron situadas en Baiona, y a comienzos de siglo fue Paul Roquemaurel, que aprendió el oficio de su padre Mathieu Roquemaurel, impresor de Tarbes quien abrió su imprenta. La familia Fauvert constituía el mayor centro editorial de la zona por aquel entonces, y cuando Roquemaurel pidió permiso para instalar su imprenta le fue denegado. Sin embargo, haciendo caso omiso de la prohibición, optó por abrir su imprenta y publicó el libro Exercicio espirituala que después tanto se reeditaría. En 1717 cedió la imprenta a su hermano y este fue el encargado de imprimir la carta Lau-urdiri gomendiozco carta edo guthuna (1718) de Joannes Etxeberri de Sara. Sin embargo, tras percatarse las autoridades de que Roquemaurel ejercía su trabajo sin permiso, la imprenta fue clausurada.