Periódicos

La Constancia

Contenido y colaboradores. En un principio figuró como periódico «íntegro fuerista», editado con licencia eclesiástica y con cuatro páginas. Hojeando aquellos primeros números, uno tiene la impresión de encontrarse, desde el punto de vista de la presentación, ante una especie de hoja parroquial. Se caracterizaba por una gran rigidez doctrinal en los diversos apartados: Cabos sueltos; El munda al dia; Crónica diaria; Noticias; Boletín diario; Sección financiera, etc. La última página y parte de la anterior las dedicaba a los anuncios, muchos de ellos recomendando libros piadosos y objetos «milagreros».

Poco a poco se fue haciendo más flexible en su presentación. Aparecían los primeros artículos firmados y secciones como Por telégrafo y teléfono, Extranjero, etc.

A partir del 28 de agosto de 1923 adquirió mayor tamaño de formato, gracias a la adquisición de nueva maquinaria de impresión. Un año más tarde (II de mayo de 1924), adoptó el formato anterior, pero ahora salía con ocho páginas, en lugar de cuatro. Se ampliaron las diversas secciones, como la de los deportes, que quedó aumentada en página y media.

El 26 de junio de 1932 saldría nuevamente reformado: mayor paginación, mejor presentación, etc. Para celebrar esta reforma se lanzó un número extraordinario, que constaba de 14 páginas y contenía, entre otros originales, artículos de Esteban Bilbao, «El Rancio», Araxes, Juan José Ormazábal, Bartolomé de Andueza, Adrián de Loyarte y el crítico musical «Gil». Además, aparecían diversos grabados, reportajes e informaciones de actualidad. El subtítulo del diario sufrió también varias reformas.

A partir del 7 de agosto de 1921 dejó de figurar el título «Diario íntegro fuerista». Sería sustituido por el de «Diario Integrista», ostentando en medio la imagen del Sagrado Corazón.

Más tarde (9 de septiembre de 1930), el subtítulo sería «Diario íntegro tradicionalista». Finalmente, aparecía como «Diario tradicionalista» (a partir del 26 de junio de 1932). En general, la mayoría de los artículos no se firman y, cuando figura el autor, con frecuencia firma sólo con iniciales. Aparte de las colaboraciones del fundador y propietario del mismo, Juan de Olazábal, destacan entre otras las siguientes firmas: Both (conocido por su sección Mostacilla), Martín de Vizcaíno, Chiki, Ismael, Mecenas, Eguialde, Mirabal, Luis Ulía, Thaderin, J. de Izaskun, Bartolomé de Andueza, Juan José y José Luis Peña, etc.

Si se repasan pacientemente sus diversos números, se ve en ellos el papel fundamental que desempeñaba en el mismo su propietario; en sus páginas vertería su ideario político y religioso. «La Constancia» contó con gran número de directores. En los primeros tiempos figuraron Eustaquio Echarri, latinista; Rudesindo Bornás, de Sangüesa, Navarra, abogado; Víctor Martín Jiménez, Antonio Goñi...

Al proclamarse la República española (14 de abril de 1931), el periódico adquirió cierto auge. De esta época deben destacarse a los directores Francisco Juaristi y Francisco Ortega Bartolomé. No sé a qué director se referirá Jesús María de Arozamena cuando escribe, con aire chispeante, lo siguiente: «Enfrente de él, a la hora de la polémica, estaba Olazábal, propietario del diario integrista La Constancia; este periódico archimoralizador tenía un joven director -y único redactor- que se pasaba las noches en el Colón, el café-cantante de artistas bastante calorígenas precursoras del strep tees A este joven director, que supo dejar a tiempo el periodismo para hacerse millonario, le sucedió el viejo Alberto Pedrosa, auténtico forzado de la pluma, sé que murió con ella en la mano; mejor dicho, con un cabito de lapicero, que es lo que solía emplear para rellenar sus cuartillas» (San Sebastián, Madrid, 1963, p. 328).

Como antes he indicado, «La Constancia» dejó de publicarse a partir del 18 de julio de 1936, cuando fue ocupada su imprenta por la C.N.T. Al entrar los nacionales en San Sebastián, el Jefe-delegado de Prensa de la Junta Nacional Carlista de Guerra lanzó como periódico carlista «La Voz de España». El plomo de las linotipias, fichero de suscriptores, así como la gente que trabajaba en el diario «La Constancia», pasaron al servicio del nuevo diario, el cual, a raíz de la conmemoración del 13 de septiembre de 1937, pasó a ser periódico del Movimiento.