Danza

Ingurutxo

Poco sabemos acerca del origen de la soka-dantza, aparte de su relación con las mencionadas danzas de la Edad Media, y ha dejado una documentación mucho más reducida que las soka-dantzak. Por ejemplo, Azcue, en su Cancionero, sólo incluyó algunas melodías de Betelu (I, 394-395), Echarri-Aranaz (I, 433-438) y Arive (I, 453). Como hemos mencionado, su utilización protocolaria y de honor no fue tan importante como la de la soka-dantza, y sin duda esto tuvo su influencia en este aspecto. Y además, como hemos visto, los ingurutxos son sobre todo bailes de Navarra, y por ello no forman parte de la zona más cantábrica del País, que fue la que tomó como modelo casi exclusivo tanto el Renacimiento cultural como los partidos nacionalistas vascos.

Estos últimos, y especialmente algunas ramas del PNV centraron sus esfuerzos en la ezpata-dantza, es decir, en la Dantzari-dantza del Duranguesado. Quizás incluso en el lugar en que el ingurutxo tenía mayor importancia, en Leiza, introdujeron aquel baile, y con tanto éxito, que hoy día está completamente asumido como propio en esa localidad. Pero por ejemplo, desde el periódico nacionalista de antes de la guerra La Voz de Navarra se mencionó expresamente en más de una ocasión la necesidad de aprender, además de la ezpata-dantza, otros bailes de Navarra, como las mutil-dantzak de Baztán, los jauziak, la sagar dantza y, bajo el nombre de aurresku, también el ingurutxo de Leiza.

Con todo, la guerra civil y la posguerra no fueron épocas muy apropiadas para el florecimiento de estas danzas. A fin de cuentas, la propia sociedad agrícola que las creó estaba en crisis, y estos bailes no habían conseguido, como las soka-dantzak o el aurresku, connotaciones identitarias. En esta situación, casi todos los ingurutxos desaparecieron en mayor o menor medida. Sin embargo, en las décadas de 1960 y 1970, la situación empezó a cambiar, y en 1962, por ejemplo, comenzó de nuevo a ser bailado el ingurutxo en Leiza, sin producirse un corte muy grande con la tradición. En esa época, además, comenzaron su labor los grupos folklóricos, para los que la importante participación de las chicas era muy interesante, ya que la mayor parte de los bailes que se conocían en ese momento eran bailadas exclusivamente por hombres. Así el grupo Argia creó, por ejemplo, una coreografía basada en el ingurutxo de Iribas, muy extendida a día de hoy, que acababa con la esku-dantza de Imoz. Y en estos últimos años, además, y correspondiéndose con los esfuerzos que se están realizando para revitalizar las identidades locales, se han recuperado los ingurutxos de más localidades, basados en mayor o menor medida en una tradición anterior. Éste es el caso al menos de Huici, Alli, el propio Iribas, Burguete, y dos barrios de Guipúzcoa, Bedayo y Ugarte. En Leiza, además, el ingurutxo tiene de nuevo un enorme éxito popular como danza social.