Cantantes

Gayarre Garjón, Sebastián Julián

Finalizaba el verano de 1885 cuando Gayarre se fue a París. El teatro de la Grande Opera de la capital de Francia, era el que le faltaba. Debía prepararse aprendiendo bien el francés, su pronunciación exacta. En esto puso todo su empeño.

Pero Madrid exigía su presencia. Llegado a Madrid, antes de su presentación, expiraba el rey. Los funerales de Alfonso XII, en el gran templo de San Francisco, era el acontecimiento más importante. La parte musical fue encomendada al maestro Barbieri, que llamó a su amigo Gayarre recién llegado a Madrid. Gayarre debía cantar la lección Taedet animan meam, a canto llano, sin acompañamiento alguno. Gayarre dudaba, pero a medida que escuchaba la disertación del maestro, se interesaba más y más, hasta exclamar: "¡Esto es sublime!". Asumió rápidamente el sentido y profundidad de aquella lección religiosa. Y llegado el momento cantó como lo hubiera hecho el más hábil maestro de capilla. El Obispo primero de Madrid declaró: "Tanto a mi cuanto a mis hermanos los obispos que ocupábamos el presbiterio, nos hacía levantar del asiento la mágica voz de Gayarre; y aquel eruere, última palabra de la lección, perdiéndose en las bóvedas del templo, parecía un eco angelical que llegaba hasta el Trono del Altísimo". La brillante campaña de Gayarre terminó con Lucía, que cantó para despedida. El público no cesaba en sus aplausos. Entonces, Julián Gayarre mandó sacar un piano a escena y entonó el Gernikako Arbola.

Comprometido con el empresario Ghaillard, la noche del 7 de abril de 1886, debutó en la Grande Opera con La Africana. No se debe olvidar que aquel teatro era el baluarte de los artistas franceses que consideraban a la Grande Opera como santuario exclusivo. Sin embargo, Gayarre rompió el hielo inicial. "Pero donde la ovación fue inmensa, colosal; donde electrizó absolutamente a todo el público; donde ganó definitivamente -J. Enciso-, fue en el cuarto acto al cantar la romanza Pays merveilleux, que la dijo de una manera maravillosa, teniendo que repetirla entre atronadores aplausos". Los xenófobos se valieron de cierta prensa contra Gayarre. Pero esto no empañó lo más mínimo su triunfo. El todo París oía y obsequiaba a Gayarre. "Le Figaro", "Le Temps", "La France", "Le Matin", toda la prensa responsable, celebraba su triunfo. Recibió felicitaciones del Presidente del Consejo de Ministros Mr. Freycinet, del Presidente de la Cámara de Diputados Mr. Floquet, que todas las noches subía al escenario, a felicitarle. Al final de la temporada le entregaron una medalla de oro conmemorativa de su brillante actuación. Gayarre, en su carta a Enciso, del 14-4-1886, desde París, desvela algún detalle de la campaña de los xenófobos: "Un crítico ceñudo de no me acuerdo qué periódico, protesta de mi admisión en la Academia de Música (Opera), como perturbador y, sobre todo, porque soy estrella, y todo lo demás desaparece, lo cual es humillante para los otros artistas".

MEL