Cantantes

Gayarre Garjón, Sebastián Julián

Su profesor en Milán fue el maestro Lamperti, que lo admitió tras un detenido examen. En Madrid Gayarre se había iniciado en el estudio del italiano y siguió leyendo a los más esclarecidos prosistas y poetas. Procuraba también adquirir la dicción pura, claro fraseo y justo pronunciar. Leía la letra de las romanzas en voz alta repetidas veces. Deletreaba todas sus palabras, se las aprendía de memoria, las declamaba dando a la frase la entonación debida. Estudiaba todo el argumento de la época, letra y música. Más tarde, en París, llevaría el mismo sistema con las óperas francesas hasta llegar a la perfección.

Un buen día el maestro Lamberti anunció a Julián que ya estaba en condiciones. Terminados sus estudios le presentaba un contrato para el teatro de Varesse. La temporada de feria por ciento diez liras, unos veintidós duros. Gayarre aceptó.

El debut fue con la ópera de Verdi I Lombardi, en un papel secundario. Fue el único que se salvó del fracaso. Ante la buena disposición del público con el nuevo tenor, la empresa le propuso cantar Elixir de Amor. Gayarre, dueño de sí mismo, cantó con todas sus facultades. Desde los primeros momentos se hizo dueño del auditorio. Para juzgarle definitivamente, el público esperaba la célebre romanza del tercer acto, Una furtiva lágrima. Cuentan que se disponían a salir a escena, cuando le entregaron un telegrama procedente de Roncal. Le anunciaba una gran desgracia: "Con profundo pesar te participo que tu pobre madre ha dejado de existir. Te acompaña en tu legitimo sentimiento. Gregorio". Ya preludiaba la orquesta los primeros compases de la romanza y lo empujaron a escena. Gayarre cantaba su propio dolor, no el de Nemorino ante los desdenes de la mujer amada. El público, fanatizado, creía que todo aquel tesoro de sentimiento era para él y al terminar, estalló en una inmensa ovación, la locura invadió el teatro. El drama de Gayarre, la noticia cruel, voló de los bastidores al público, provocando una ola de simpatía hacia el artista hasta entonces desconocido e invadiendo el camerino para testimoniarle su afecto.

MEL