Concepto

Folclore vasco

La dificultad por efectuar una enumeración y estructuración de todo el complejo organizativo, nos obliga a emplear otros puntos de partida y caminos a seguir, que nos sirvan de vía plausible para poder ofrecer cada uno de los apartados, campos y géneros en que se puede dividir todo el entramado a investigar, el cual comprende el ámbito del Folclore, generando en todo momento una conexión ineludible entre lo material y lo inmaterial.

Primeramente optaremos por exponer los principales grupos que aglutinan a todo el resto de apartados, componentes y demás elementos. Para presentarlo de alguna forma, seguiremos el orden alfabético que da título a cada uno de los mismos, y de la misma manera, explicaremos su contenido, así como la evidencia de interrelación entre unos y otros, y sus componentes, en mayor o menor medida.

Sin duda alguna, la gran cantidad de manifestaciones realizadas en el ámbito social -público y privado-, confluyen en el alto número de celebraciones y festividades que se conmemoran a lo largo del año. Existen Fiestas Cíclicas, Fiestas Patronales (mayores y menores), o Rituales que, a su vez, se hallan incrustados en conjuntos más extensos: estaciones climatológicas, ciclos festivos, festividades religiosas y paganas, sagradas y profanas, etc. Eventos de todo tipo que forman una tela de araña, discerniendo, en todo momento, el factor temporal diferenciador entre etapas históricas.

Para empezar, determinaremos que, las estaciones definen de una forma concisa el cambio meteorológico surgido pero, a lo largo del año, existen unas claves que definen de una forma no tanto precisa como elemental, el ceremonial y la diversión, según las siguientes variables integrales:

- Fiestas de fecha fija. La Iglesia Católica conviene el santoral y la celebración correspondiente. No obstante, aquí podemos dividir, asimismo, entre las fiestas que se hacen el mismo día del santo conmemorado y las que, por diversos motivos, han variado de fecha para trasladarse a un fin de semana o al mismo santo de otro momento del año.

- Fiestas de fecha variable. Todas ellas giran en torno a la primera luna llena de primavera más cercana a un viernes, sobre la que se calcula el Domingo de Pascua. A partir de aquí se obtiene el resto del calendario de las festividades de fecha móvil.

- Los ciclos son períodos, más cortos o más largos, que aglutinan una serie de fiestas, con sus actos correspondientes, y que varían entre los de ámbito religioso en su totalidad, y los que se entremezclan con otros eventos no defendidos por la Iglesia en ciertos momentos de su historia.

Los principales ciclos festivos que existen a lo largo del año, se relacionan de forma directa: por un lado, con las celebraciones de los principales santos, de la vida y muerte de Jesucristo; por otro, con los Solsticios y otras celebraciones, estimadas como fruto de un origen no cristiano. Todas ellas, se pueden concretar en:

  • Ciclo de Otoño
  • Ciclo de Navidad(es), o Ciclo del Solsticio de Invierno
  • Ciclo de Carnaval
  • Ciclo de Cuaresma
  • Ciclo de Semana Santa
  • Ciclo de Mayo
  • Ciclo del Corpus Christi
  • Ciclo de San Juan y San Pedro, o del Solsticio de Verano
  • Ciclo de Fiestas patronales del Verano

A todo lo cual, debemos añadir lo siguiente: las estaciones climatológicas, marcan inexorablemente el devenir de toda comunidad, de una forma más o menos pendiente y dependiente de los estados de la Naturaleza, con sus adversidades y con su bonanza, con sus labores y con sus ratos de ocio. Por lo tanto, la exposición del Calendario Festivo la realizaremos en base a dicha configuración ecológica, sin menospreciar los orígenes solar y lunar de dicho calendario.

Invierno

La entrada de la estación se produce entre los días 21 y 23 de diciembre y es, en este punto culminante, cuando se produce el Solsticio del Invierno que, cada cultura, ha sabido disponer según criterios particulares y que delimita el aspecto climatológico de la estación. Aspecto éste que será provisto de sus correspondientes celebraciones. Así tenemos que en estos primeros días, asistimos, hoy en día en mucha menor medida, a los recorridos efectuados por los Marijesiak, practicando el novenario, el cual finalizará con una cuestación. Esta tradición, que también recibe el nombre de Abendua se realizaba en la mayoría de las localidades de Busturialdea, y en algunos pueblos de Durangaldea y Arratia.

Este elemento nos da pie al comienzo del Ciclo de Navidad(es) o del Solsticio de Invierno, coincidiendo asimismo con uno de los personajes más extendidos en la actualidad en todo el país: Olentzero. Mitad cuento o personaje mitológico extendido por una gran parte de Gipuzkoa y Nafarroa, y mitad figura utilizada en las cuestaciones de pueblos colindantes entre ambos territorios: Lesaka, Oiartzun, Bera o Goizueta. Su utilización ha servido para la consecución de una necesidad identitaria y particularista de la Navidad de Euskal Herria. Por ello, en pequeños grupos recorren aldeas y cascos urbanos para obtener un rédito alimenticio o dinerario.

Ciclo éste en el que, las postulaciones se hacen patentes, y no sólo como se ha comentado anteriormente. Así tenemos los "Aguinaldos", Glin-glan, Urte Barri, Erregeak y un sinfín de actividades en las que los pequeños pedigüeños visitaban las casas de familiares y amistades intentando obtener, los productos que alegraran y endulzaran aquellas bocas hambrientas de, al menos, la primera mitad del siglo XX: castañas, nueces, avellanas, naranjas, caramelos o uvas pasas.

En la última noche del año se recogía el agua "nueva", se efectuaban bromas que llegaban a ser pesadas como colgar los carros en los árboles, se reunían en algunos caseríos para cantar y bailar, al igual que en el día de Nochebuena, después de copiosas cenas que juntaban a familias alrededor de la mesa y cerca del tronco navideño o Gabon enborra.

El día de Reyes Magos, al igual que otras fechas, ha ido variando en cuanto a contenido y especificidad. De los escasos regalos que hubo en otro tiempo, hemos pasado a un denodado consumismo, materializado también en la fecha del 25 de diciembre con Olentzero. Este día del 6 de enero, o en su víspera, en los pueblos navarros de Arizkun, Altsasu o Zubieta, se hacen "Cencerradas" que también se prodigan con las "Marzas" encartadas (B), cerrando el ciclo navideño y dando paso al 17 del mismo mes, San Antonio, conmemorado con bendiciones de animales y subasta de productos.

Las festividades de la Virgen de Candelaria, San Blas y Santa Águeda, conformaban ese triduo que con bendiciones de cintas, canciones y danzas, servían a "quintos", niños y adultos visitar casas y caseríos, y así obtener el sustento que se reclama.

El Carnaval merece, aunque sea en pocas palabras, capítulo aparte. Era la Fiesta del Invierno en la mayoría de los pueblos y así era entendido por una población, que no gozaba del asueto actual de los fines de semana, al menos hasta su prohibición gubernativa llevada a cabo en 1936. Al margen quedan las excepciones de ciertas localidades y componentes de la festividad.

En algunos pueblos comenzaban en diferentes momentos de enero, en otros, semanas antes de los días oficiales estipulados por el calendario oficial, siendo la mayoría en las fechas estimadas como propias. Los nombres que reciben varían ostensiblemente: Inauteriak, Ihautirik, Ioteak, Aratusteak, Errabi Eguna, Carnaval(es) o Carnestolendas.

La serie de actos y días contienen elementos tan fundamentales como las cuestaciones llevadas a cabo con diferentes ingredientes, salvando la expresividad de la denominación del acto o del día:

- Cuestación infantil con la canción relativa al día y, a veces el simbólico gallo que servía para el Oilar Jokua. Denominaciones que se repartían entre el "Jueves Gordo" y el Martes de Carnaval: Egun Ttun ttun u Orakunde en el Valle de Baztan (N); Eguen Zuri en Durangaldea y otros pueblos de Bizkaia, Ostegun Gizen en Gipuzkoa; Zingar arraultze en Bortzirieta (N); "Jueves de Lardero" en Lagrán, San Vicente de Arana y otros pueblos alaveses; Urdai Largero en Eskoriatza (G); las "Carrastoliendas" en las Encartaciones vizcaínas.

- Cuestaciones juveniles: con canciones y/o danzas en un recorrido rural o urbano. Desde varios días, o incluso semanas antes de las fechas propias, se sucedían en los diferentes territorios.

En el apartado gastronómico estas fechas eran proclives a la abundancia, comenzando en la mayoría de los pueblos de las merindades vizcaínas de Busturialdea, Durangaldea y Arratia, con el Kanpora Martxo o Basaratoste el domingo anterior a la semana clave con una merienda en el monte. Así se daba comienzo a días de algarabía, que rompían con la monotonía. Los bailes públicos y privados, las comparsas musicales y, sobre todo, los disfraces, daban ese colorido y animación inexistente a lo largo del período invernal, el cual marcaba la actividad local. Mozorroak, Muxeranagak, "Mascaritas", "Mascarones", Marrauek, Kokomarroak, Xanxok, Kokoxak, Txantxoak, etc. disfrutaban, con o sin máscara, provocando risas, bromas y juegos.

Pero si, de disfraces, pantomimas y danzas se trata, la representación más conocida y completa son las Mascaradas (Mascarades). Durante el invierno, cada domingo, un grupo formado por entre 25 y 50 personas de un pueblo o barrios colindantes, se dedica a recorrer diferentes lugares de Zuberoa. Teatro y danza, juerga y diversión, y también relación humana, se dan cita en esta perfomance que contiene innumerables elementos, incapaces de sintetizar en pocas palabras, fruto del trasvase generacional, composición y estructuración del cortejo y representación, así como de la especial configuración de tal territorio de donde proceden.

Primavera

Estación eminentemente marcada por acontecimientos del ámbito religioso cristiano: desde el Miércoles de Ceniza, día con el que da comienzo la Cuaresma, hasta el Domingo de Ramos, los paseos en cuadrillas, la falta del baile de los domingos y algunos juegos son lo más reseñable.

La Semana Santa desprende generalidades pero también curiosidades. Por un lado, las procesiones con imágenes, los Vía Crucis, el ruido ensordecedor de carracas y matracas. Por otro, las particularistas formas de celebración: el Mingorri de Lekeitio (B), sobre cuya lengua los niños pegan sus caramelos de malvavisco; la "Bajadica del Ángel" y el "Volatín" de Tudela (N); el paseo de los "Judas" y su posterior sentencia en la hoguera en Salinas de Añana (A), Moreda (A), etc.; las representaciones de la pasión en tierras vizcaínas (Balmaseda, Berango, o Arkotxa en Zaratamo); o el ceremonial paso de San Miguel en Segura (G) o Azpeitia (G).

En el mes de mayo, y como canto a la estación a la que pertenecen, encontramos a las "Mayas". Son niñas vestidas de blanco: las Erreginak de los navarros pueblos de Arraiotze y Arizkun. El nacimiento de la Naturaleza también queda patente en el txopo plantado en el centro de la plaza en diferentes localidades: S. Vicente de Arana (A), Bakaiku (N). Árbol que tiene su presencia en fiestas patronales o por San Juan en todo el país.

En este mismo mes, o en el siguiente, el día del Corpus Christi (Korpus Eguna), hasta hace años festejado en jueves, con procesiones en la que Santísimo bajo palio, las autoridades civiles y eclesiásticas, los músicos y el pueblo recorrían el centro del mismo. Entre rezos y música, los niños y niñas que hacían la primera comunión lanzaban pétalos de flores al paso por las enjuncadas y estrechas calles, tal y como se continúa haciendo en pueblos como Bera, Lesaka o Doneztebe en Nafarroa. En Lapurdi y Nafarroa beherea el acto recibe los nombres de Besta Berri o Pesta Berri (Fête Dieu) y los pueblos son muchos: Iholdi, Heleta, Ezpeleta, Itsasu, Ortzaize y Luhuso entre otros. El referente esencial que ha quedado en el país es la procesión con el Arcángel San Miguel, los doce apóstoles, imágenes de las diferentes ermitas del término municipal y los dantzaris en Oñati (G).

Verano

Al igual que el Solsticio de Invierno se encuentra marcado por el fuego, el Solsticio de Verano es recibido con hogueras que sirven de acercamiento al astro rey, el cual incidirá sustancial y positivamente dando más luz y calor durante varios meses, necesarios para el desarrollo de la vida.

Junto a las argomas, maleza y desperdicios, los muebles y colchones viejos y algún que otro muñeco arden durante la noche de la víspera de San Juan. El salto por encima de las llamas y los recorridos con las txolak encendidas, al mismo tiempo que se recita Sapok eta sugeak erre, artoak eta gariek gorde!, fundamentan la acción protectora, tan importante para no perder cosechas.

A la mañana siguiente, la recogida de agua, el pisar la hierba descalzo o revolcarse en la hierba a la hora de la escarcha, mantenían la creencia preservativa y de fertilidad.

Esta celebración, la de San Juan, sirve de preámbulo, o de fecha central, a las fiestas patronales de muchos pueblos repartidos por toda la geografía que, con danzas, reviven su pasado: en Tolosa (G) con la ejecución de la Bordon Dantza en el recorrido de la procesión, junto a las salvas lanzadas por las compañías; en Andoain (G) con la Azeri Dantza; en Torralba (N) con el Baile de la Balsa; o en Laguardia (A) con la "Danza de los ramos".

Poco después, el 29, se conmemora San Pedro, aunque en la actualidad haya perdido vigencia y fuerza. Como mención, reseñaremos por su singularidad, la Kaxarranka de Lekeitio (B), danzada sobre el arcón o kutxa de la Cofradía de Pescadores en diferentes momentos del recorrido.

Al día siguiente, San Marcial en Irun (G). Festejo multitudinario que congrega a todos los habitantes del pueblo y de los alrededores. El ensordecedor estruendo de las salvas, al unísono o por separado, llena de humo la atmósfera. Se obligatorio el recordar que tiene como base diferentes orígenes: las revistas de armas y las refriegas de antiguas batallas pasadas.

En el santoral no sólo hay santos, también santas. La Virgen del Carmen con sus procesiones marítimas en Santurtzi (B) o Plentzia (B), sirve de exteriorización y fervor cristiano a la multitud que cada año, en barco, bote u otro tipo de embarcación, se acerca a los exteriores de puertos para lanzar las coronas al agua.

De una virgen bien conocida por las latitudes costeras, a un santo de rango universal representado por la festividad difundida por el autor estadounidense Ernest Hemingway: San Fermín. A pesar de no ser el patrón de Iruñea (N), se ha convertido desde hace años en el referente de "fiesta" de este país. Los encierros son el apartado vital y sobre el que se asientan los cimientos de su origen. Una muchedumbre espera todos los días la salida de los toros. Sin embargo, en la localidad navarra de Lesaka, son las fiestas patronales y, a pesar de que Iruñea cubre en toda su extensión la festividad, aquí las celebraciones se viven y la gente participa en su procesión en la que el santo es conducido y escoltado por los dantzaris municipales, Banda de Música y la bandera portada por el Síndico.

Período estacional, éste del Verano, muy activo en fiestas patronales de innumerables localidades y fiestas menores de entidades de rango inferior. Así, aunque aquí no especifiquemos todas, no podemos olvidar la de Santiago en Gasteiz (A), Gares-Puente la Reina (N), o Garai (B).

El mes de agosto no se queda atrás: San Esteban en Bera (N); San Andrés y Nuestra Señora del Puy en Lizarra (N), San Tiburcio en Leitza (N); Andra Mari el 15 de agosto en Gernika (B); Arrantzale Eguna en Ondarroa (B) o Deba (G) y así un sinfín de festejos populares, con elementos anexos más o menos tradicionales, pero mezclados o imbuidos por otros que conforman el tejido socializador popular y lúdico.

Las fiestas de las capitales no son el máximo exponente de la tradición pero contienen residuos claves que sí lo son, o al menos sí representan formas estimadas como tales: exhibiciones de "deporte rural", concursos gastronómicos, ferias, festivales de danzas tradicionales, pasacalles de gigantes, etc. En Baiona (L), Bilbo (B), o Donostia (G), la Aste Nagusia o "Semana Grande" y en Gasteiz (A) (Fiestas de la Virgen de la Blanca), proceden, en mayor o menor medida de un pasado tan cercano en el tiempo, como fundamentado en un arraigo excepcional actualizado.

El mes de septiembre se convierte en el intermedio progresivo hacia el otoño. La Virgen de Septiembre en Hondarribia (G), Elciego (A) y Otsagabia (N), asoman a ese resto de festividades que inician la siguiente estación con alardes de armas, ejecución de danzas y diversos actos.

Otoño

Estamos a día 29, San Miguel. Es el comienzo del traslado de la imagen del santo, desde el Santuario enclavado en la Sierra de Aralar (N), a los pueblos de la comarca. Los actos en otros lugares se superponen: celebración eucarística en el interior de las inmensas moles de piedra de la iglesia de Arretxinaga en Markina-Xemein (B), o el "Dance" de Kortes (N) con sus danzas y presentación oral del Mayoral, el Rabadán y el Diablo.

Acto seguido, a principios de octubre, la Virgen del Rosario en Elorrio (B), donde los Errebonbilloak intentan rememorar la leyenda de los hijos del pueblo sobrevivientes de la Batalla de Lepanto. El estruendo y el humo procedente de la pólvora de las escopetas, por las diferentes calles y la Soka Dantza, convierten esta tranquila y monumental villa en un campo ruidoso de tiro.

Llegamos al mes de noviembre, pródigo en el fundamento "mortal", en sus diferentes vertientes. Por un lado, el 1 de noviembre Día de Todos los Santos, congrega en la iglesia a los feligreses que oran por las almas de sus familiares y amistades. En el templo parroquial de Amezketa (G) se sigue manteniendo la costumbre de encender las argizaiolak (tablas de madera -ornamentadas- con cera a su alrededor) en memoria de los antepasados fallecidos. Al día siguiente, Día de Difuntos, antaño también se acudía a la iglesia.

De una muerte a otra que forma parte del devenir alimenticio de la comunidad. "A cada cerdo le llega su San Martín". De la matanza del cerdo,. txarriboda o zerriboda, que formaba parte del ritual en la mayoría de los casos, se ha dado paso a la excepcionalidad de su suerte. Las fechas del sacrificio variaban según zona, entre noviembre y marzo.

Del animal se aprovechaba todo y cada una de sus partes servía como obsequio a la gran mayoría de los grupos de postulantes que, durante el invierno, recorrían en pos de tan grasiento producto pero rico en proteínas para el duro y frío período.

Sin embargo, y antes de llegar a la siguiente estación, nos encontramos con una fiesta, la de San Nicolás, el 6 de diciembre, avance de las posteriores cuestaciones. La salida de un niño vestido con ciertos atributos eclesiásticos, el "Obispillo", infunde una eventual sorpresa. Por un lado, la leyenda del santo que se encontraba cercano al mundo infantil. Por otro, las representaciones de las "Fiestas de Locos" medievales europeas, en las que se subvertían los papeles entre los altos cargos civiles, y sobre todo eclesiásticos, y el pueblo. De una u otra forma, nos ha llegado este pequeño acto que consiste en recorrer caseríos y núcleos urbanos, echando bendiciones a los moradores y recibiendo, a cambio, productos alimenticios y dinero, como así se sigue realizando en Zegama (G), Segura (G), Legazpi (G), Muruzabal (N), o Burgi (N) y, habiéndose perdido en otros muchos lugares.

Alrededor de estos días y, a lo largo de este mes, se suceden las hogueras solsticiales del invierno. Práctica que ha sobrevivido en Araba: Labastida, con sus "rondas" o Samaniego; y en Nafarroa: Biana.

Contexto espacial y temporal que concluye con Santo Tomas, el 21 de diciembre, con ferias realizadas a lo largo de nuestra geografía. Día que era conocido por el pago que debían realizar los inquilinos a los dueños de los caseríos donde pernoctaban y trabajaban.

Quizá no se tenga en cuenta a la hora del recuerdo, por no ser lo más gratificante, pero el paso del tiempo ha servido para ofrecer un repaso de aquellas antiguas labores llevadas a cabo por los diferentes colectivos, gremios, trabajadores, etc., convertidos ahora en profesionales o aficionados de la Artesanía, del deporte, o de la gastronomía.

Cada estación, cada período, cada momento, están definidos por la vida que fluye en los campos y montes. La siembra, la cosecha, la vendimia y la recolección son algunos de los pasos a seguir, pero no los únicos. Cada producto tenía sus diferentes épocas, todo inspirado en la buena fortuna climatológica. Las economías rurales se sustentaban en las mismas.

Pero el caserío no descansa. Ni siquiera en invierno. El ganado tiene que alimentarse y los dueños también. Cada época del año convierte los menús que, con mucha menor variabilidad que hoy en día, servían para proveer el sustento natural y humano.

Si entendemos que el sacrificio de animales constituía una fuente de alimentos, tal y como lo eran el cerdo, la ternera, la gallina y el conejo, los productos abastecidos en vida no lo eran menos. La leche o los huevos tenían un valor añadido y de trueque, al igual que vacas, burros o caballos, como así queda demostrado; tanto de forma habitual, como esporádicamente.

Al fin y al cabo, las ferias, mercados, exposiciones, exhibiciones y todo tipo de demostración, confieren un carácter eminentemente materialista para los trabajos que allí mismo se practicaban, y practican, a pesar del cambio surgido y, materializado, mediante unas connotaciones de ámbito más festivo que laboral para la mayor parte del público que se acerca.

Superposición mostrada en ciertos actos que contienen elementos fundamentales de la labor y de la fiesta. Trabajos que han funcionado alrededor de la agricultura y también de la ganadería. Y oficios de muy diversa índole que, con el tiempo, se han convertido en oficios artesanos: desde el constructor de muebles al fabricante de cencerros.

Si de alguno de los apartados principales del Folclore se puede hablar, al margen de los otros mencionados en este artículo, éste es el de los momentos de la vida del ser humano. Cada edad, cada proceso ha tenido, y tiene, un paralelismo entre situación física y mental, y hecho conmemoracional, al menos en el pasado, ligado indefectiblemente a las diferentes fases del ser humano. Tanto la edad, como la circunscripción temporal, deben registrar cada paso.

Edad infantil

El nacimiento de una criatura, general e históricamente, ha sido tomado como regocijo para los padres. Durante un tiempo y si era varón, además, como mano de obra para el caserío y destinatario de las propiedades familiares.

Desde la concepción hasta el parto, las labores caseras, van tomando carta de naturaleza en el mundo de la mujer embarazada, momento cumbre que se produce en el momento del alumbramiento.

Sin embargo, no es hasta el bautizo, cuando se estipula la primera conmemoración oficial, lo que conlleva una serie de pequeños eventos extra familiares. La diferenciación del sexo es más que palpable, ciertamente más evidente, en otros tiempos y en el terreno educacional.

Los cuentos, canciones y nanas en los primeros años de vida recitados y entonados al infante, daban paso a la enseñanza de juegos, cantos, adivinanzas, etc. El niño o la niña, utilizaban esos conocimientos aprendidos para realizar sus correspondientes funciones. El grado de dificultad iba incrementándose gradualmente en relación, más o menos directa, con la edad:

- Recitado de trabalenguas, retahílas, etc.: iñusente potente!.

- Interpretación de canciones y versos.

- Ejecución de juegos: "al hinque", "al burro seguido", o txorro morro.

- Fabricación de utensilios de diversa índole: musicales, juguetes, etc.

Mención aparte son las cuestaciones infantiles. Si nos trasladamos hacia atrás en el tiempo, nos daremos cuenta que la gran mayoría de ellas eran realizadas preferentemente por ellos, más que por ellas. Las niñas quedaban al margen, salvo excepciones como son, por ejemplo, los "Aguinaldos".

Debemos entender que la mayor parte de las danzas que hoy en día son ejecutadas por niños y niñas, antiguamente eran propiedad, principalmente, de los jóvenes varones: ciclo de Irri Dantzak, "Chula lai", Zapatain Dantza, etc.

El paso no regulado estrictamente, en cuanto a una edad precisa, de niño/a a joven, lleva variando según época histórica, pero se ha estado situando durante un tiempo importante en la primera mitad del siglo XX avanzado, aproximadamente en los doce años. A partir de entonces, la formación de determinadas cuadrillas o grupos, se hacía con unas connotaciones algo más rígidas y las diversiones variaban con la dificultad de juegos, comienzo del aprendizaje de bailes que posteriormente se realizarían en la plaza pública, los primeros pasos del futuro noviazgo, el trabajo en las labores caseras cuyo grado dependía de la categoría rural, marítima y/o urbana del lugar de procedencia y residencia.

La Juventud

Las asociaciones de mozos, en pocos casos mixtas y en contadas ocasiones de ellas, han tenido una fuerza inusitada en cada entidad local. Los cargos (mayordomos, espenseroak, etc.) recaían en ciertas personas según la tipología de elección (mediante una carta de la baraja; por edad; o por votación). Entre sus principales labores se encontraban la organización del acto o serie de actos en los diferentes días de celebración, lo que abarcaba la contratación del músico, lugares de entretenimiento, comidas, obtención de bebida y la sufragación de los gastos ocasionados.

El desgrane del maíz, artoxuriketa, la preparación del lino, o los trabajos de auzolan, congregaban a los jóvenes en una casa o en el propio barrio para llevar adelante las tareas respectivas. La degustación de ciertos productos, el baile, la canción, los cuentos y los chascarrillos servían para amenizar la tertulia.

Pero no toda convivencia era excelente, las riñas y rivalidades entre los del mismo sexo de pueblos limítrofes por las mozas eran patentes. Los del propio lugar defendían su parcela y las mozas de su entorno más cercano, queriendo dar a entender que no estaba bien visto que una muchacha del mismo pueblo saliese con un joven de otro.

La juventud contenía dos fases, diferenciadas estrictamente por el paso de soltería a casamiento. Antes, el baile, o aprendizaje de las danzas propias de la localidad, también dentro de la existencia del grupo de danzas local, fomentados, principalmente por los Batzokis desde principios del siglo XX.

El "suelto" y el "agarrao", juntos o por separado y según época de prohibiciones, servían de relación y búsqueda de pareja. El noviazgo finalizaba, de forma no estadística y propiamente generalizada, en el matrimonio, por medio de una boda. En ciertos lugares el ritual era más especial. Las amonestaciones contaban con un toque de calor producido por el acompañamiento de música o, como en el Valle de Baztan (N), con las toberak interpretadas a los futuros esposos.

La etapa adulta

Entre los casados y solteros, casadas y solteras, mozos y mozas mayores, existía una diferencia clave observable, en el caso de ellos, en la participación en los diferentes estamentos a nivel local, como por ejemplo, las cuestaciones carnavalescas, o el baile público. Las "Cencerradas" con latas y cacerolas, realizadas a viudos con solteras o viudas con solteros, han llegado a tener un componente agresivo, llegando incluso las agresiones físicas.

Pero en muchos pueblos la vida pasaba despacio y para romper la monotonía diaria se sucedían unas obras de teatro donde se representaban, de forma exagerada, algunos acontecimientos vividos por sus habitantes. Eran las Karrosak, Galarrosak o Tobera munstrak, diferenciadas por pequeños matices, pero con un denominador común: la puesta en escena de hechos excepcionales de la comunidad, las peleas y disputas entre vecinos y otros aspectos de la vida diaria, o de personajes ilustres, aderezados con danzas conocidas por los lugareños y, a veces, con inclusión de Kabalkadak.

Entre trabajo y diversión la vida continúa su camino implacable. El deterioro del cuerpo humano produce el envejecimiento y las funciones corporales y mentales llevan a los derroteros propios de la edad. Ésta, entendida desde la evidente visión religiosa, mantenía más en el caso de la mujer su cercanía a la iglesia y ciertas labores parroquiales. En el caso de ellos, las Cofradías y Hermandades, junto al aspecto laboral, servía de soporte básico para trabajos y celebraciones del santoral.

La muerte sobreviene, antes o después y, ante este hecho, el funeral y el enterramiento, antaño, se sobrellevaba como un ritual con la correspondiente, aunque simple, parafernalia. La sepultura familiar, unida al caserío, conllevaba una serie de compromisos establecidos por "costumbre inmemorial".

El cadáver se trasladaba hasta la iglesia por el camino establecido para ello, denominado de diversas formas: andabibidie, gorputzbidea, o elizbidea. En muchos lugares, la caja era llevada en hombros por los vecinos más próximos al finado. En el cortejo, en determinados lugares la serora, mujer encargada de las labores del templo, iba delante con una cesta de panes en la cabeza. Las velas eran parte esencial en todas las ceremonias.

La finalidad última consistía en poder ofrecer al fallecido la posibilidad de relacionarse con el mundo de los vivos por medio de algunos objetos y productos comestibles. El más allá era tratado desde una perspectiva lejana y totalmente religiosa.

De todas formas, para llevar a cabo los diferentes actos, la familia debía tener cierta solidez económica. Los gastos que ocasionaban estos eventos, potenciaban la ruina. Muchas familias no disponían del dinero suficiente. Debemos entender que entre lo que costaban las comidas y/o cenas a los familiares llegados, los pagos de regalos a los propietarios y otros detalles, llegaban a la bancarrota, por lo que se ha dado en denominar "la fuerza de la costumbre".

Bajo este epígrafe se atesoran un grupo de fundamentos inmateriales y espiritualidad compartida, los cuales son clave de la percepción de la vida por parte del ser humano y aquí se incluye todo tipo de conocimiento trasvasado al mundo real, desde una perspectiva totalmente abstracta pero traslúcida y atemporal.

Algunas de ellas han sido expuestas en los anteriores apartados donde la práctica de la religión, la relación con la Naturaleza y con los diferentes estadios de la vida y la muerte se superponen.

Los principales conceptos que aglutina y que, al mismo tiempo, se interrelacionan, se pueden circunscribir a:

- Las bendiciones y conjuros en relación a los aspectos meteorológicos.
- Todo aspecto relacionado con la brujería, lo pagano y lo profano.
- La Naturaleza al servicio de las enfermedades y de la salud.

No pueden ser tan explícitas como elocuentes las necesidades de tener una defensa ante una climatología cambiante y que, en cualquier momento puede dar al traste con una cosecha. La fusión de la religión cristiana y paganismo, convierten en una fluctuación continua defendida por la memoria de los antepasados y que llega hasta el presente; el presente de cada persona.