Poetas

Figuera Aymerich, Ángela (versión de 1982)

Se hace pública la carta de Neruda (1973).

En 1972, Ángela Figuera remitió la carta de Neruda, que acababa de recibir meses atrás el Premio Nóbel de Literatura, a la revista Kurpil, editada en San Sebastián, con la autorización y el propósito de hacerla pública. El año de 1973 parecía ya momento oportuno para publicarla, pues su difusión había sido escasa, y sólo se había dado ésta, de mano en mano, entre algunos intelectuales. Los responsables de la revista donostiarra tenían el ánimo de darla a conocer, justamente cuando sobreviene la muerte de Neruda, que precipita los acontecimientos. Figuera decidió hacer público entonces aquel documento histórico en la revista Triunfo, una publicación semanal de crítica e información política, en septiembre de 1973, por razones de mejor difusión. Chile conocía en ese momento la muerte de su gran poeta, la de su amigo el presidente Allende (pudo Neruda haber sido presidente, pero declinó la candidatura a favor de éste), y el nacimiento de la dictadura más negra de su historia.

Pero, para comprender en toda su integridad el sentido de la intervención de la escritora vasca en el cambio de opinión de Neruda, hay que tener en cuenta varios hechos: primero, que la escritora habla a Neruda de los demás, que si bien es cierto que le entrega un libro propio, también le hizo llegar, insistimos, los de otros escritores. La conversación, información y discusión que mantiene la escritora con Neruda provoca que éste se interese por los poetas españoles, y reconozca a su vez, como lo hace en la carta autógrafa que entrega a Ángela, que había habido entre ellos una distancia enorme. Neruda redacta esa carta, en presencia de la propia Figuera, en alguna de las entrevistas posteriores al primer encuentro con el chileno, en las que la escritora vasca le lee a Neruda, "de viva voz", poemas de esos autores españoles del interior.

La carta de Neruda es espontánea; que no obedece a preparación o estrategia alguna. La mayor prueba de ese sentimiento y actitud del chileno está en el hecho de que la redacta en directo, en presencia de la escritora vasca y sin reparos, convencido de lo que debe decir. Es una respuesta a la invitación hecha por Figuera para que Neruda fuera más allá de lo que afirma en Canto general, y así poder reconocer la realidad cultural española posterior a 1950. No consta con cuántos escritores españoles del interior se había entrevistado Neruda antes de 1957. Lo cierto es que, por las razones que fueran -posiblemente, con algunos, Neruda hablaba más de política que de cultura-, su información sobre la nueva realidad cultural creada en la clandestinidad y en el exilio interior era prácticamente nula, como da a entender en el documento que firma en París.