Poetas

Figuera Aymerich, Ángela (versión de 1982)

La escritora vasca convence y compromete al chileno.

En aquellos días de París una amiga común de ambos poetas hizo llegar al chileno el manuscrito de su Belleza cruel. "Yo tenía en París una amiga -afirma Figuera-, que era también amiga de Neruda. Un día le llevó una copia del manuscrito que yo había enviado a México. Después de leer él ese libro, nos conocimos. Neruda no quería saber nada de la situación española después del treinta y nueve". Cuando se da el encuentro, que consistió en varias sesiones, dada la mutua cordialidad que entablaron de inmediato ambos escritores, Figuera ya había recibido la noticia de la concesión en México del premio "Nueva España" a su Belleza cruel, que otorgaban los españoles exiliados y la Universidad de México, lo que tenía mucha más fuerza y sentido, tanto para la escritora como para Neruda. Pero Neruda no tenía buena noción, como sabemos, al menos tenía escasa información, de lo que estaba ocurriendo en España, país que el chileno siempre consideró por otra parte como suyo.

Como afirma Figuera, "Neruda no quería saber nada de la situación española después del treinta y nueve". "Estaba amargado o resentido con España, no sé exactamente, pero yo le discutí su posición y le hablé de los poetas. Blas de Otero, Gabriel Celaya, Crémer, y también otros. Le hice ver que aquí había una lucha". Figuera retrataría posteriormente (1973) a Neruda como "sencillo y cordial; emotivo y apasionado en sus adentros, cuando hablaba, monocorde y pausado, era su palabra como un agua cálida y viva que se dejara caer gota a gota". Es evidente que si a Neruda le interesa la nueva poesía de la escritora vasca, ésta se encanta también de la personalidad del chileno. Queda claro, no obstante, que todos los poemas de Belleza cruel fueron escritos antes de conocer personalmente a Neruda.

El testimonio de la escritora vasca, así como el tono de los poemas de Belleza cruel, hacen mella en Neruda, quien decide escribir el 27 de diciembre de 1957 la "Carta a los poetas españoles", tras el largo silencio. En la carta, Neruda, que se erige solemnemente en portavoz de los poetas de América, quiere "renovar la fraternidad", mientras reconoce a su vez la voluntad de los poetas americanos por "renovar la fraternidad y la continuidad de nuestra paralela poesía". Neruda confiesa a Figuera que, cuando salió de España tras la guerra, "los dejó perdidos". "Luego -añade Neruda- los ignoré. Tú me los has traído".

Neruda tuvo luego correspondencia con Figuera, y le autorizó a hacer pública la "Carta", que circuló entre los escritores, aunque nadie se atrevió a publicarla, por mor de la censura. Neruda reconoce en el documento manuscrito que les "ha separado un frío cruel, y años pesados como siglos". Habían pasado veinte años desde que él salió de Madrid. "Hemos sido separados -escribe Neruda en la referida carta- por errores propios y ajenos, por profundos dolores, por un silencio imposible. La poesía debe volver a unirnos. La poesía debe reconstruir los vínculos rotos, restablecer la amistad y elevar universalmente nuestro canto". Es evidente que el encuentro de París tuvo una importancia decisiva, tanto para Neruda como para Figuera. Para la escritora vasca, la estancia en la capital francesa le procuró tiempo y distancia para escribir su libro más rotundo, Belleza cruel, que le iba a reportar el reconocimiento de los intelectuales del exilio, así como un mayor asentamiento y consideración de su obra en el interior.