Escultores

Elguezua Lasuen, Carlos (versión de 1979)

Escultor, nació en Eibar (Gipuzkoa) el 4 de noviembre de 1898. Ya desde niño mostró gran inclinación por el dibujo aprovechando las pocas oportunidades de que disponía para iniciarse en esta disciplina en las escuelas elementales que por aquel entonces existieran en Eibar. Cosa análoga que en su día hicieran también los pintores Zuloaga y Olave. Deseaba Carlos ser escultor, y así lo hizo notar a los suyos. Pero su padre, poseedor de un pequeño taller de ebanistería, se oponía firmemente a los deseos de su hijo, máxime cuando en su afán de padre viera en el vástago un continuador del negocio. Por estas razones de tipo profesional estuvo a punto de malograrse la carrera artística del escultor. Comenzó, no obstante, al lado de su padre el oficio de éste, pero se las arregló para conseguir que a los 16 años fuera enviado a Vitoria-Gasteiz, con el propósito de aprender talla en madera al lado de alguno de los buenos tallistas de muebles que existían en la capital alavesa. Pagaba a su maestro dos reales por día, a cambio de quedarse Elguezua con los trabajos realizados durante su aprendizaje. Hoy en día conserva en su poder trozos de talla realizadas en aquella época, a los que tiene en gran estima porque aparte de mostrar sus progresos marcan la etapa liberadora del hombre artista. Hasta tal punto identificase con el arte, que encontrándose en Bilbao durante su servicio militar, siendo soldado de cuota, disponiendo por ello de bastante tiempo libre, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios como alumno de escultura, teniendo por profesor a Basterra. Fueron estos sus comienzos en el arte escultórico. En 1928 recibió el premio de artistas noveles de Gipuzkoa, que organizaba la Diputación. Comenzaron entonces las críticas, tan favorablemente, que al artista le hicieron sentir en la plenitud de su carrera. Viaja a París y Roma para ver museos y conocer las diversas escuelas, con el fin de perfeccionar su arte. Hizo varias exposiciones individuales en Eibar, Donostia-San Sebastián y Bilbao. A raíz de su última exposición en la capital guipuzcoana, el crítico Carlos Ribera le dedicó un interesante artículo, en el que decía, entre otras cosas, que: "Elguezua es un artista completamente formado, consciente de su labor, y con verdadera y auténtica personalidad... Carlos Elguezua hace alarde en casi todas sus obras de una facilidad realista especial, y esta cualidad constituye la base más importante de su personalidad". Él, por su parte, es admirador del arte griego, de Miguel Ángel y Donatello, así como de los contemporáneos Julio Antonio y Victorio Macho. Hablando de sus propias obras, tiene en gran estima, como las mejor logradas: Atano III, el pintor Zuloaga, el retrato de su padre, D. Ciriaco Aguirre, el bertsolari Enbeitia y el Cristo que se conserva en la iglesia parroquial de Getaria. De sus obras conservamos en Eibar, aparte de diversos bustos en casas particulares, el monumento a Zuloaga en los jardines de la parroquia de San Andrés, el busto de C. Aguirre en los jardines del Asilo-Hospital y Julián Echeverría, en la Escuela de Armería. Asimismo ha existido hasta hace poco un bajorrelieve que hizo de restauración al interesante monumento al Dr. Niceto Muguruza, en Jardines, obra original del también renombrado escultor Barrenechea. Este monumento, que ha sido desmontado por necesidades de espacio para el nuevo Instituto, deseamos y esperamos que volverá a ocupar algún lugar digno de nuestra villa. Flores Kaperotxipi, en su interesante obra Arte vasco, habla elogiosamente del artista eibarrés, pero dice que "está empeñado en que todo lo que tenga que decir, lo digan sus esculturas". Nosotros creemos que es la postura correcta del artista honrado el dejar que sus obras hablen. Sin especulaciones. Si no hemos sabido comprender y valorar lo que él merece, no es culpa del artista. Él ha ejecutado su obra y ahí queda para que la posteridad juzgue. Elguezua, intensamente realista, ha expuesto a través de sus obras su pensar y su sentir, como corresponde a todo artista sincero. Al hablar de él, no es el momento ni el lugar para hacer comparaciones con otras líneas más o menos modernistas. Además, él, aun siendo formalista, dentro de esa honradez que le caracteriza, considera y valora a la escultura abstracta como arte experimental. Carlos Elguezua es el hombre feliz que ha conseguido dedicar su vida profesional a su vocación.

Juan SAN MARTÍN