Concepto

El cómic en el País Vasco

A falta de estructuras editoriales y de distribución que se arriesgaran a una línea de negocio poco prometedora, el cómic para adultos se refugió a menudo, desde los años de la transición, en el formato informal del fanzine, revista de aficionados elaborada con pocos medios, habitualmente fotocopiada y distribuida en circuitos reducidos y alternativos, aunque excepcionalmente ofrece productos de alta calidad editorial.

El mundo de los fanzines es inabarcable, porque son producto de la afición al cómic y del entusiasmo de unos pocos, sin estructura profesional ni como creadores ni como editores. Bajo esa denominación caben también las publicaciones sueltas, sin continuidad, colectivas o individuales, que se han prodigado desde que se restauró la libertad de prensa y que siguen apareciendo en cualquier pueblo o ciudad. La Fanzinoteka de la Fundación Sancho el Sabio en Vitoria-Gazteiz tiene catalogado medio millar de cabeceras, del País Vasco y de otras procedencias.

Son una forma de autoedición apropiada para el aprendizaje del oficio, que no tiene continuidad casi nunca en una estructura editorial más profesional. En ese formato apareció buena parte de las primeras muestras del cómic para adultos en euskara.

Ejemplo de fanzine de calidad es El Balanzin, publicado anualmente por la Asociación Profesional de Ilustradores de Euskadi con ocasión del Salón del cómic y el manga de Getxo, la reunión de editores, autores y aficionados más consolidada del País Vasco, durante la que se distribuye gratuitamente. El Balanzín, que en diciembre de 2010 ha dado su número 6, reúne colaboraciones de profesionales del cómic y la ilustración, en su mayoría del País Vasco, en un formato de pequeña revista impresa en color y con papel de buena calidad. Se ha mostrado vehículo apropiado para la exploración formal o las historietas poco comerciales, es decir, para la expresión sin cortapisas de autores habituales del medio y de otros que acuden sólo ocasionalmente al cómic, como Dani Maiz, uno de sus principales promotores.

Otro espíritu más feroz anima al vitoriano TMEO. Nacido como fanzine contestatario en junio de 1987, es en la actualidad la revista de cómics más veterana del País Vasco. Partícipe de lo que se llamó por entonces la "línea chunga" -por oposición a la "línea clara" de los herederos de la tradición franco-belga de Hergé-, propensa al feísmo y dada a la sátira sin contemplaciones -como deja claro su propio nombre, parodia de la denominación habitual del cómic en español-, esta revista bimestral, de aparición regular desde 1994 y ahora impresa en color sobre buen papel, es un caso insólito de perseverancia en este tipo de publicaciones.

Ha alcanzado en 2011 la insólita cifra de 113 números publicados, a los que acompañan más de cuarenta álbumes recopilatorios en varias colecciones, el primero aparecido en 1992. TMEO ha sabido buscar sus propias vías de distribución a través de los bares y comercios que publicita en sus páginas, lo que le permite dar salida a una tirada que se mantiene en unos pocos miles de ejemplares.

La nómina de colaboradores de la revista es amplia. Los más regulares son Mauro Entrialgo -uno de los pocos profesionales del cómic en la Península-, Santi Orúe, Ata, Alvarortega o Piñata, entre otros, pero colaboran ocasionalmente autores habituales de la revista El Jueves -Fontdevilla, Vergara, Monteys-, cuyas páginas frecuentan también los de TMEO, o autores venerables de la contracultura española, como Gallardo o Nazario. Ello demuestra la permeabilidad y hasta el atractivo -a pesar de que no remunere a los autores- del proyecto de humor salvaje que sostiene la revista, en apariencia tan marginal.