Empresarios

Echeverría Orbea, Julián

Empresario armero y profesor eibarrés. Eibar, 09-01-1875 - Eibar, 08-06-1948.

Julián Echeverría fue el primer director y uno de los profesores más distinguidos de la Escuela de Armería de Eibar. Como tal ha sido normalmente reconocido por historiadores y cronistas. Pero no es por su papel en las actividades docentes que se incluye aquí, sino por la filosofía que subyacía tras casi todas sus decisiones; porque ilustra de manera ejemplar un modo de entender la formación profesional que pone el dedo en uno de los problemas más candentes que todavía persisten: el de la relación entre la escuela y la industria.

Hijo y hermano de armeros, Julián siguió desde muy joven la tradición familiar. Aunque estudió comercio, pronto se inclinó por la mecánica. A los 16 años consiguió su primer empleo en la fábrica de cañones de Soraluze. Luego vendrían, en rápida sucesión, empleos en Amorebieta, Eibar (en la fábrica de bicicletas y motocicletas G.A.C.) y San Sebastián (taller de Víctor Mendizábal), donde realiza su primer ensayo de innovación, el desarrollo de la pistola "campo giro".

En la rama de las armas cortas, precisamente, llegó, en junio de 1909, a lo que sería su mayor obra innovadora (incluso sería mundialmente célebre): el desarrollo, pionero en Eibar, de una pistola de cañón fijo y depósito en la empuñadura, la pistola automática "STAR" [patente 26-06-1909]. En realidad, en la patente figuran Julián y su hermano; ambos fundaron STAR. Bonifacio Echeverría, S.A., la empresa que llegaría a tener un gran mercado, especialmente fiel en los Estados Unidos y Canadá. Sus cualidades características -eficaz, simple, ligero, fácilmente manejable- hicieron del STAR un elemento básico del armamento de muchos ejércitos y policías, en España, pero también en Europa y América.

Si en el ámbito de la innovación industrial Julián triunfó, otro tanto ocurrió en el educativo (armero). En junio de 1912, el industrial y concejal Pedro Goenaga presentó al Ayuntamiento de Eibar un proyecto para la creación de un centro de formación de armería, a imagen y semejanza de l'Ecole d'Armerie Leon Mignon de Lieja, que había visitado un año antes. El resultado fue la Escuela de Armería de Eibar, pionera y única en su género en el Estado, que fue oficialmente inaugurada en junio de 1914. Este centro constaba, esencialmente, de aulas (donde se enseñaría dibujo, artes y oficios) y un Museo de armería, a fin de aunar teoría y práctica. No era la única opción posible, pero sí acaso, desde el punto de vista de la industria local, la mejor, toda vez que hasta entonces los jóvenes aprendían el oficio en las fábricas durante tres años.

Ahora bien, en este punto hay que darse cuenta de que la industria armera eibarresa, la casi totalidad forjada en la tradición y la práctica, que, hasta entrado el siglo XX, nunca había llegado a reunir grandes capitales, se caracterizaba por el secretismo y la dispersión, ya que existían muchos talleres para cada tipo de arma y componentes (pistola automática, revolver, carabina, fusil...). El fin era romper esa dinámica. "El objeto de la Escuela, a semejanza de la de Lieja -señalaba un testigo de aquellos primeros años- no pasa de formar obreros aptos, enriquecidos por un cierto caudal de conocimientos teórico-prácticos, encauzados sistemáticamente al fin particular de la industria armera. Escuela de primer grado, de soldados del trabajo, encargados de imponer nuevos métodos en lugar de las viejas prácticas empíricas reinantes en nuestros talleres de armería. No pasa de ahí". Nos encontramos aquí con el interesante caso de la importación de modelo extranjero y de las vías que en sus innovadores movimientos de adaptación -de la mano de Julián- abriría.

Con la figura de Julián, quien, de hecho, se convirtió en el primer director de la Escuela (agosto de 1913), lo que se ha denominado "maridaje entre teoría y práctica" (que culminó con la creación, en 1925, de la Escuela de Armería y Mecánica de Eibar), fue un avance crucial; al fin y al cabo, se trataba de una escuela profesional, en donde responder a las necesidades industriales era una exigencia asumida. Este mérito -compartido, por supuesto- en lo referente a adoptar medidas que posibilitasen la adaptación a la evolución de la industria armera fue debido, en gran medida, a Julián. En efecto, en agosto de 1920, visitó in situ las Escuelas de Armería y de Mecánica de Lieja, solicitando, a su vuelta, la ampliación con cursos de "especialidades profesionales" que con tanto éxito funcionaban en Bélgica. De ahí surgió, tres años más tarde, el proyecto de un "Taller modelo..., para la construcción y venta de Máquinas-herramientas y útiles de corte y medición"; el fin no era otro que ayudar a las empresas locales, fabricando las herramientas que éstas se veían obligadas a importar, a precios elevados.

Ahora bien, detrás de estas conquistas se encuentra el éxito de Julián en convencer a sus paisanos de que la mecánica de precisión era una vía adecuada para afrontar la crisis del sector armero. Y es que este sector alcanzó su mayor producción histórica durante la Iª Guerra Mundial (en parte porque su principal competidor, Lieja, fue invadido por Alemania, lo cual llevó a Julián a afirmar que "el mal mismo no dejó de producir toques de bien" -terrible paradoja-), pero tras la bonanza llegó una acuciante crisis que empujó a los armeros a abrir de nuevo las cocinas económicas y a explorar otras vías; es decir, se necesitaban soluciones imaginativas. En este contexto se enmarcan las propuestas de Julián; tal fue, por ejemplo, su proyecto de 1917 de crear una gran fábrica de escopetas que permitiese producir, a precios competitivos, armas de caza, y, así, disminuir la dependencia del sector respecto a las armas cortas. Finalmente, el proyecto, que contó con el apoyo municipal, no se llevaría a cabo.

En cualquier caso, para explicar el progreso de la Escuela no es suficiente con un marco contextual, condicionante o determinante. De 1913 a 1938, Julián fue director y profesor (enseñó matemáticas, mecánica aplicada, economía y tecnología, entre otras materias); y demostró vocación -teórica y práctica- por la Mecánica y el Ajustaje. Sin embargo, su gran logro fue -como afirmó el escritor Juan San Martín, en una tan atinada como, sin duda, sabia declaración- introducir:

"las enseñanzas de mecánica de precisión, impulsando una nueva era para la industria eibarresa, a la que capacitó para toda clase de fabricaciones, sin cuya orientación no hubiera sido posible aquel avance tecnológico para producir desde la máquina de coser hasta la piecería más complicada del automóvil. Y todo ello asentándose en las bases de la tradición artesanal, con esa conjunción ideal entre el hombre experto con inventiva y la predisponibilidad de los obreros a la ejecución del fino y bien acabado trabajo. Quizás no haya habido tantos creadores, pero sí buenos copistas" (1984).