Futbol

ECHEVARRÍA AYESTARAN, José María

Jose María Echevarria Ayestaran, futbolista nacido en Algorta (Bizkaia) en el barrio de Alango –en concreto, en la calle Alangoeta– el 30 de octubre de 1920 y fue bautizado en la iglesia parroquial de san Nicolás de Bari, Algorta, el 7 de noviembre. Fue el tercero y único varón de los cuatro descendientes que tuvo el matrimonio compuesto por Hilario Echevarría y Goitia (Bermeo, 1888 - Algorta, 1940) y Eugenia Ayestarán y Arrieta (Algorta, 1894-Algorta, 1950).

Este algorteño de pro fue uno de los pilares más importantes del nuevo Athletic Club recompuesto tras el desastre provocado por la Guerra Civil. Tanto es así que el mismo José María Mateos, periodista y entrenador de la selección española en el periodo 1922-1933, escribió sobre él lo siguiente: “[…] un gran portero de corta trayectoria pero brillante” y “[…] el formidable portero, que hubo de abandonar el fútbol […]” (Mateos y Larrucea, J. M. (1948). Los cincuenta años del Atlético de Bilbao. 1898-1948. 1.ª ed. Bilbao: Escuelas J. de P. de Menores, p. 146.).

Echevarría realizó sus estudios primarios en las escuelas de san Ignacio donde permaneció desde los seis hasta los catorce años. Una vez acabados los estudios primarios en dichas escuelas, inició estudios de contabilidad a fin de prepararse para la vida profesional.

Le empezó a gustar el fútbol desde muy niño. Comenzó jugando de portero y no cambió nunca de puesto. El primer equipo que integró, teniendo siete u ocho años, fue el de la escuela de San Ignacio. Echevarría se fue haciendo portero jugando contra los equipos de las escuelas de Romo, Lamiako y La Plaza de Algorta.

Era tal su valor y desprecio por su integridad física que los de su barrio le pusieron el sobrenombre de ‘Pellejoduro’.

Sus pinitos deportivos, sin gran formalidad, los realizó en el campo de Fadura (Getxo), acudiendo puntualmente a los entrenamientos del primer equipo del Getxo, cuyo entrenador le dejaba participar en los mismos y en los que actuaba siempre de portero, blocando o despejando los disparos a puerta de grandes jugadores como Luis Bergareche –jugador que marcó el primer gol de los rojiblancos en la historia de la Liga (febrero de 1929) en un partido disputado en Atocha contra la Real Sociedad, partido que acabó con empate a uno–,Tomás Aguirre –hermano del lehendakari José Antonio Aguirre–, Arin, etc.

Posteriormente, en 1935 –tenía a la sazón tan solo quince años de edad– jugó un torneo con los de Acción Católica de San Ignacio contra los Agustinos de Portugalete, el Patronato de Sestao, la Catequesis de Santurce, Acción Católica de las Arenas, Acción Católica de Erandio y los Diablos Azules de Lamiako. Fue en este torneo donde se reveló como portero de porvenir. Quedaron los de Algorta los terceros después de haber marchado en cabeza hasta el sexto partido. Alternando con este torneo, multiplicándose, jugó otro más en el que participaron equipos de sólo los pueblos de Getxo y Leioa. Este segundo torneo se disputó por el sistema de eliminaciones a un partido y como valía pasar de cada equipo eliminado a otro que quisiese tomarle a uno, Echevarría cambió hasta ocho veces de equipo, jugando la final con el Puerto contra el Arsenal de la Cadena, que ganó aquél por cuatro a uno.

En 1936, año en que se produjo el Alzamiento Nacional que trajo consigo la Guerra Civil, del equipo de Acción Católica de San Ignacio pasó a ser portero titular del Neguri en la categoría de juveniles.

Torneo amateur organizado por el Athletic Club

Después de la ocupación de Bizkaia por las tropas franquistas, la vida iba poco a poco ‘normalizándose’ y, poco más tarde, el Athletic Club –que había celebrado el 27 de setiembre Junta Ordinaria de la Directiva y tomado una serie de decisiones de índole deportivo y político– organizó el torneo amateur de noviembre del año 1937 con el claro objetivo de recomponer el equipo. En este torneo tan sólo podían participar equipos de Bizkaia compuestos por jugadores mayores de quince años y menores de diecinueve.

Atentos a la llamada, Echevarría junto a otros amigos constituyeron un equipo con la intención de inscribirse en el torneo. No contaban con equipaje para competir por lo que acudieron en petición de ayuda al presidente del Getxo. Éste les suministró el equipo necesario para competir dignamente y decidieron participar con el nombre de Getxo. No obstante, ya asentadas las nuevas autoridades municipales, fieles al nuevo régimen, no les permitieron la inscripción independiente y les obligaron, bajo la amenaza de no dejarles participar en el torneo, a integrarse en el ya existente SEU de Getxo. No les quedó otro remedio y aceptaron, pero consiguieron participar en el torneo no con la vestimenta del SEU de Getxo, sino con la que ellos utilizaban en el equipo de Acción Católica de San Ignacio.

Se apuntaron un total de 39 equipos y, tras una serie de tandas eliminatorias, el SEU de Getxo, después de dejar en la cuneta al Deportivo Basauri, Huracán Balompié y Deusto F. C., logró clasificarse para jugar la liguilla final, alcanzando en la misma la última posición. Con relación a esta liguilla, y en concreto con motivo del partido disputado por el SEU de Getxo contra el AET de Bilbao, José Luis Isasi, cronista deportivo del vespertino diario Hierro de Bilbao, dedicó las siguientes palabras a Echevarría: “Del S.E.U. destacaron, entre otros, Echevarría, que, indiscutiblemente, es el mejor portero de los que juegan este campeonato.” 

A pesar de haber quedado en última posición, la participación de Echevarría en el citado torneo fue crucial para el futuro de su carrera deportiva.

Temporada 1937-38

En la temporada 1937-38 y, entre tanto, la Junta Directiva del Athletic Club reconstruía su equipo con muchachos jovencísimos reclutados del torneo amateur, concertando, a modo de entrenamiento, partidos de presentación del nuevo Athletic Club. Mientras, Echevarría no perdió el tiempo y, tras haber participado en todas las jornadas –excepción hecha de la correspondiente a la final– de la Copa del Abra, torneo organizado por el SEU de Guecho, y haber sido preseleccionado por José Mª Peña para rehacer el Arenas, ingresó –en honor a la verdad, gracias a la insistencia de su amigo y compañero del SEU de Guecho Valentín Pomposo– en el club rojiblanco como aficionado en el segundo trimestre del año 1938.

 Una vez incorporado a la disciplina rojiblanca fue convocado para los dos últimos partidos de presentación del nuevo equipo de cachorros:

  1. Athletic Club 3 – Racing de Santander 6 (22-05-38): Jugado en San Mamés, fue el partido de presentación de Echevarría con el nuevo equipo.
  2. Racing de Santander 5 – Athletic Club 2 (29-05-38). Disputado en El Sardinero, supuso su debut oficioso, jugando en el segundo tiempo en sustitución de Idígoras.

A partir de este último partido aquel equipo juvenil, casi infantil, fue muy solicitado, pero la directiva creyó prudente que descansasen y ya no organizaron más partidos hasta la próxima temporada, dándose ésta (1937-38) por finalizada.

Desde el punto de vista de José Mª Mateos “[…] de todos los muchachos que integraron el equipo fue Justel quizás el que más destacó. Tenía cosas de fenómeno, a pesar de que sólo jugaba con una pierna. […]” (MATEOS, J. M.: Los cincuenta años del Atlético de Bilbao, 1898-1948. 1.ª ed. Bilbao: Talleres Escuelas J. de P. de Menores, 1948, p.p. 81 y 145). Esta selección de jugadores se deshizo, tristemente, en parte por la movilización de las quintas del 40 y 41. Algunos de los componentes de ese joven equipo continuaron en el Athletic Club, otros ficharon por otros equipos, otros se alejaron por el servicio militar y también no faltó quien tuvo que desistir de jugar por falta de salud y, por último, otros se fueron a clubes más modestos.

Temporada 1938-39

Este nuevo Athletic Club, tras el descanso veraniego, comenzó nuevamente sus entrenamientos el día 2 de setiembre, a las órdenes del masajista Perico Birichinaga. Todos ellos estaban dispuestos a conseguir que el Athletic Club tuviera un equipo digno de su nombre.

Seguía retumbando, entretanto, el cañón en los campos de batalla, y Echevarría, como muchos de sus compañeros de equipo, fue movilizado. Si bien es cierto que esto sucedió en el cuarto trimestre de 1938 y que fue destinado, tras pasar una corta estancia en el cuartel de Garellano (Bilbao), inicialmente a Estella y, posteriormente, al Regimiento América con base en Pamplona, también lo es el hecho de que, incomprensiblemente, fue licenciado como lo demuestra su presencia en las alineaciones de los partidos jugados por el Athletic Club contra el Alavés en San Mamés el 12 de octubre de 1938, contra la Real Sociedad en Bilbao el 6 de noviembre de 1938, contra el Admiral Graf Spee en el mismo terreno de juego el 17 de noviembre de 1938, contra la Real Sociedad, también en San Mamés, el 6 de enero de 1939 y, por último, su participación en el Campeonato Regional que transcurrió en el periodo comprendido entre el 15 de enero de 1939 y el 4 de abril del mismo año.

Mientras el Athletic Club disputaba esta pequeña serie de partidos mencionada anteriormente, la Federación Vizcaína de Fútbol, presidida por José Mª Mateos, anunció la celebración del Campeonato Regional de Bizkaia de 1939. Aunque España seguía sumida en el desastre de la Guerra Civil, se trataba, desde el comienzo de la tragedia nacional, de la primera competición oficial organizada por la Federación Española de Fútbol –con sede en San Sebastián y con autoridad única y exclusivamente en la zona nacional– reconocida por la FIFA.

Se inscribieron en el campeonato 5 equipos: el Athletic –bajo el nombre de Bilbao Athletic Club, nombre que se encontraba inscrito en la Federación Vizcaína–, el Arenas, el Sestao, el Erandio y el Oriamendi.

El Bilbao A. C., con 15 puntos, consiguió el primer puesto seguido del Oriamendi, con 12. La actuación de Echevarría en este campeonato podemos resumirla de la manera siguiente: el Bilbao Athletic Club, con Echevarría como guardameta titular –a excepción del último partido en el que la portería del Bilbao fue defendida por Idígoras– fue el equipo menos goleado. Tan sólo encajó 5 goles (0,7 goles/partido), quedando siguiente el Oriamendi con 7 goles encajados. Echevarría consiguió incluso detener un penalti en el partido jugado en San Mamés frente al Oriamendi en la primera vuelta el día 12 de febrero de 1939.

A pesar de su excelente actuación, la titularidad del Bilbao Athletic Club a partir de ese último partido del Campeonato Regional la ostentó Idígoras, quedando Echevarría relegado a la suplencia.

Tanto el Bilbao Athletic Club como el Oriamendi quedaron clasificados para jugar la Copa del Generalísimo del año 1939 siguiendo cada uno de ellos caminos completamente diferentes; el Bilbao Athletic Club fue eliminado en los octavos de final por el Deportivo Alavés, ganando este último por un cómputo final de ocho a tres, mientras que el Oriamendi –tras dejar en la cuneta en los octavos a la Juventud Unión Montañesa y en cuartos al Zaragoza– llegó hasta las semifinales, siendo eliminado por el Racing de Ferrol.

La eliminación del Bilbao Athletic Club de la Copa del Generalísimo, aunque parezca mentira, no supuso ninguna decepción para la afición bilbaína. Se trataba de un equipo de muchachos con apenas un año de experiencia y habían caído derrotados ante un grande del fútbol de la época. Lo importante era continuar entrenando, jugando partidos y, así, poco a poco, lograr crear un equipo que diera imagen de seguridad, de decisión y conjunto. En definitiva, crear un equipo que fuera admirado y respetado como lo fuera el anterior a la Guerra Civil.

Temporada 1939-40

Tras el paréntesis bélico, los clubes, entre ellos el Athletic Club, debieron reestructurar sus plantillas. La ciudad de Bilbao se hallaba en plena reconstrucción y el Athletic Club buscaba piezas de calidad que igualaran los triunfos de la década de los 30.

El 9 de agosto fue nombrado entrenador Roberto Echevarría, exjugador del club y antiguo componente de la Selección Vasca de Fútbol, que fue el encargado de llevar el barco a buen puerto.

Se consideró ya normalizada la situación del fútbol y los jugadores que, por unas u otras circunstancias, estaban formando parte de clubes que no eran los suyos, volvieron a los que pertenecían.

El 1 de octubre de 1939, dio comienzo el Campeonato Regional correspondiente a la temporada 1939-40. Por aquellas fechas la situación deportiva de Echevarría no era del todo halagüeña. En efecto, a pesar de su magnífica actuación en el anterior Campeonato Regional jugado a principios de año –recordemos que, a excepción del último, jugó el resto de los 7 partidos y fue el portero menos goleado del campeonato–, la reincorporación al equipo de Barrie y la entrada en el mismo de Llorente –el excelente guardameta proveniente del Sestao– le relegaron a ocupar, junto con Leicea, el puesto de guardameta del Bilbao Athletic Club, equipo que, a pesar de ser la cantera del Athletic Club, había pasado a la categoría de aficionados.

Mientras se disputaba el Campeonato Regional, Echevarría, no obstante, no permaneció inactivo y disputó una serie de encuentros amistosos con su equipo, esperando el gran momento de su debut en el Athletic Club dentro de las competiciones oficiales.

Aunque el Athletic Club se proclamó Campeón Regional de Bizkaia, tanto los aficionados como los cronistas deportivos no se atrevían a precisar las posibilidades que el once rojiblanco más genuinamente representativo tenía en la próxima competición nacional, es decir: en la Liga.

Bien es cierto y de todo punto incontrovertible que en Bizkaia, el Athletic había sido el campeón indiscutible e indiscutido. Pero… la Liga… era otra cosa.

Campeonato de Liga 1939-40

La historia del Club rojiblanco cobró un realce especial tras el paréntesis bélico. El nuevo Athletic Club –que continuaba bajo la presidencia de Luis Casajuana Curiel– se mostraba dispuesto a engalanar su prestigiosa trayectoria en la Liga, que se reanudó con inevitable incertidumbre.

Se encargó Roberto Echevarría (exjugador del Athletic y de la Selección Vasca), de dar entrada en el equipo a una serie de jugadores a los que faltaba experiencia, pero sobraba la calidad, fuerza e ilusión.

Cuando Echevarría dio el paso definitivo al Athletic Club, tenía ya éste formado su equipo y contaba hasta con tres porteros: Barrie, Llorente y Leicea.

Primera vuelta de la Liga

Por de pronto, tuvo Echevarría que contentarse con hacer de tercer portero cuando se jugó el primer partido de la Liga de la temporada 1939-40. El primer partido, con Llorente de guardameta, lo perdió el Athletic Club en San Mamés, jugando contra el Atlético de Aviación. El resultado fue de uno a tres.

A la vista de este resultado, para el segundo partido en Sevilla Roberto Echevarría convocó a Barrie, de titular, y a Echevarría de suplente, empatando el Athletic Club a tres.

Pasaba el tiempo y transcurrían las jornadas ligueras, y Echevarría tuvo que esperar tres meses a que llegase su oportunidad. Siguió como suplente de Barrie hasta finalizar la primera vuelta.

Segunda vuelta de la Liga y debut oficial de Echevarría

La oportunidad no le llegó hasta el primer partido de la segunda vuelta. Fue éste un partido que se jugó en Chamartín el día 18 de febrero de 1940 contra el Atlético de Aviación, entonces el mejor equipo de España.

A pesar de perder, nadie tuvo nada que reprocharle a Echevarría. Al contrario. Su actuación fue mejor que buena. Y comentándola, hubo crítico que recordó a Blasco.

Quedó desde entonces definitivamente de titular. ¡Había ganado la batalla por la conquista de la gloria! A partir de su debut y hasta la finalización de la temporada liguera, 28 de abril de 1940, fue el portero titular indiscutible. Fue precisamente en esta fecha en la que se disputó en San Mamés el partido contra el Real Madrid cuando tuvo su mejor actuación de la temporada. Realizó en este partido dos paradas colosales que acaso sólo pudo superar en Alicante con aquella famosa parada suya, en sacacorchos, que dejó viendo visiones a cuantos la presenciaron. Fue una parada a un doble tiro contrario, con estirada en la dirección del primer tiro y contorsión a caza del segundo. Tan formidable partido jugó Echevarría en esta ocasión, que el público le señaló a voces a Eduardo Teus López-Navarro, entonces seleccionador nacional, y éste, que no había sido ciego a los méritos de Echevarría, tampoco fue sordo a los clamores populares. Y Echevarría, apenas cumplidos los diecinueve años de edad, pasó a formar parte de la selección nacional en calidad de suplente del entonces titular Pérez.

Temporada 1940-41  

Caben, con relación a Echevarría y al club, destacar varios hechos en esta temporada.

a) Cambio de denominación oficial del Club

El 1 de febrero de 1941 fue una fecha triste para la gran sensibilidad y orgullo rojiblancos respecto del nombre del club, mantenido invariable desde su fundación. Por orden gubernamental se prohibía a partir de ese día la utilización de las denominaciones extranjeras y el Athletic Club, a partir de entonces, pasó a denominarse Atlético de Bilbao.

b) Fallecimiento de Hilario Echevarría

Su padre murió el 16 de noviembre de 1940, a los 52 años de edad, siendo éste uno de los momentos vitales más duros y dolorosos para José María Echevarría, aunque sus compañeros, con el abultado triunfo conseguido en San Mamés al día siguiente ante el Murcia quisieron hacerle olvidar la pena que embargaba su corazón.

Este luctuoso suceso tuvo una gran repercusión en la prensa deportiva y así el diario El Correo Español-El Pueblo Vasco (17-11-1940), en su sección deportiva, y en concreto en el apartado titulado Athletic-Murcia, en San Mamés, destacó lo siguiente: “A los aficionados bilbaínos les corresponde presenciar esta tarde en San Mamés el partido Athletic-Murcia que se presenta con no pocos atractivos. […]. En la alineación athlética que adelantábamos días pasados faltará el portero, Echevarría, que pasa por el tristísimo trance de haber perdido a su querido padre. Aquél será sustituido por Leicea”.

Pero… el público aficionado no conocía el orgullo y la entereza de Echevarría. En efecto, aunque no se consideraba como posible la alineación de Echevarría debido a su desgracia familiar, veamos lo recogido por la prensa deportiva: por un lado, “Echevarría insistió en alinearse, y ante sus reiterados deseos accedió el Athletic. El público acogió su presencia con una gran ovación de cariño, pues el muchacho tiene las simpatías de todos. Los jugadores del Athletic llevaban al brazo un crespón negro en señal de duelo” (La Hoja del Lunes, 18-10-1940)  En el conjunto del equipo y en sus individualidades, el Athletic hizo un gran partido y […]  hubo aplausos en abundancia. Primero para Echevarría, el portero bilbaíno, que no obstante su desgracia familiar, insistió en alinearse. […]” y, por otro, “Echevarría, haciendo de tripas corazón, salió al campo, a pesar de todo su sufrimiento interno –aunque su presidente y amigo Luis Casajuana le había recomendado lo contrario– a defender los colores rojiblancos. ¡Qué gesto de profesionalidad y amor al club cuyos colores defendía!” (El Correo Español-El Pueblo Vasco, 19-10-1940).

El fallecimiento de su padre influyó radicalmente en su situación con relación a la prestación del servicio militar. Echevarría había sido alistado con el número 85, por el Ayuntamiento de Guecho –con fecha de nacimiento 29-10-1920, fecha que coincide con la de su partida literal de nacimiento y la de bautismo– y destinado al Regimiento de Infantería número 54, pero sin clasificar, con fecha 06-03-1940. No obstante, y debido a la nueva situación familiar, le fueron concedidas, posteriormente, prórrogas de 1ª clase (mantenimiento y sustento de la familia) con fechas 14-03-1941, 06-05-1942 y 08-05-1943, quedando, consecuentemente, excluido de la prestación del servicio militar. (Fuente: Carta remitida al autor por el Teniente Coronel D. Francisco J. Morales Marina, Jefe del Centro de Reclutamiento de Bizkaia perteneciente a la Dirección General del Servicio Militar, adscrita a la Secretaría de Estado de Administración Militar del Ministerio de Defensa).

Trofeo Zamora

No se distinguió el Athletic esta temporada por los goles conseguidos en la misma –el máximo goleador rojiblanco fue Victorio Unamuno con 11 tantos–, sino por los encajados, ya que Echevarría (al que en cuatro partidos sustituyó Leicea) resultó ser el guardameta menos goleado del Campeonato de Liga de Primera División. Sólo en 21 ocasiones lograron batir su portería a lo largo de los 18 partidos que disputó en la temporada (coeficiente: 0,86). En alguna que otra publicación se afirma que fueron 24 los goles encajados en los 22 partidos del Campeonato de Liga, pero esto no es así; hay que tener en cuenta que Leicea jugó cuatro partidos y encajó tres goles. Esto le valió para ser incluido, a posteriori, en la lista de los únicos cuatro guardametas del Athletic Club que, hasta el momento, han ganado el Trofeo Zamora: Blasco, Echevarría, ‘Lezama’ e Iribar. Debe comentarse que el diario MARCA, a pesar de las peticiones insistentes no ha costestado y, por lo tanto, se ha negado a entregar a su familia el Trofeo que justamente logró.

Debut internacional

En la segunda vuelta de la Liga ésta sufrió un pequeño paro debido al compromiso internacional amistoso que enfrentó en Lisboa a las selecciones nacionales de Portugal y España en la que tomaron parte activa los jugadores rojiblancos Echevarría, Mieza y Oceja.

Temporada 1941-42

En esta temporada fue el portero titular en todos los partidos, tanto de Liga como de Copa, jugando un total de 36 partidos ininterrumpidamente y, por otro, que disputó la final de Copa, tras dejar en la cuneta al Logroñés (deiciseiavos), Xerez (octavos), Real Madrid (cuartos) tras disputar el partido de desempate en Las Corts) y Valladolid (semifinales).

La gran final de la Copa. El día ‘D’ en Chamartín: 21 de junio de 1942

Fue ésta la única final de Copa disputada por Echevarría. Tras finalizar el tiempo reglamentario el partido terminó con empate a tres goles, por lo que se llegó a la prórroga, finalizando el partido a favor de los catalanes por 4 tantos a 3, merced a un fallo incomprensible de Zarra que, a tres metros y ante el portero contrario batido, disparó fuera de la portería.

He aquí las opiniones de dos personas relacionadas directamente con el Atlético de Bilbao y recogidas en la edición de Marca del 23 de junio de 1942:

[…]. Creo que hemos tenido mala suerte, pero no durante el partido, sino precisamente en el momento en que pudimos ganarlo.[…]” (Salvador Arqueta, capitán) y “[…]. Lo más notable del partido lo ha hecho el Atlético de Bilbao al remontar la diferencia y empatar. Y también lo más desastroso, como fue perder el partido en la bota de Zarra, a cuatro minutos del final. […] (Luis Casajuana, Presidente).

Fue esta derrota uno de los grandes dolores deportivos de Echevarría, una desgracia que todos los jugadores del Atlético de Bilbao lloraron con gran sentimiento.

Temporada 1942-43

Esta temporada, marcada por el éxito bajo el punto de vista deportivo para el club bilbaíno, supuso para Echeva el principio del fin de una brillante carrera futbolística. En efecto, antes de dar comienzo la Liga 1942-43, el Atlético de Bilbao se trasladó a Oviedo donde jugó el día 6 de septiembre de 1942 un partido amistoso en Buenavista contra el equipo de la ciudad local. En el transcurso del mismo, concretamente en el minuto 15 del primer tiempo, resultó gravemente lesionado en un choque con Chas, resultando con fractura de una costilla. Fue sustituido por Raimundo Pérez Lezama, conocido como Pérez en aquella época.

Igualmente, una agencia de noticias española de gran difusión y fundada en el año 1939 por Ramón Serrano Suñer transmitió la siguiente noticia: “Echevarría, lesionado de importancia. De resultas del partido del pasado domingo en Oviedo ha llegado a Bilbao lesionado seriamente el portero titular Echevarría, que parece sufre la fractura de una costilla. Le sustituirá en su puesto Pérez Lezama.” (Sección de noticias deportivas “Alfil” de la agencia de noticias EFE, 10-09-1942).

Recuperación y nueva recaída de Echevarría

Para el tercer partido de Liga, 11 de octubre de 1942, Echevarría, que ‘parecía’ ya recuperado de la lesión (más bien de la enfermedad que le tenía postrado: tuberculosis), volvió a ocupar el puesto de portero titular jugando, tan sólo, tres partidos consecutivos; contra el Celta, en Bilbao, al que se venció por cuatro a cero, frente al Atlético de Aviación, en Vallecas (18-10-1942), al que se derrotó por dos a tres y, por último, el disputado en san Mamés contra el Español (25-10-1942) al que se le venció por dos a uno.

Este fue el último partido que jugó Echevarría. La enfermedad le había empezado a pasar factura. En una entrevista realizada a ‘Lezama’ con motivo de la confección del libro, en fascículos, titulado Historia del Athletic Club, aquél relataba lo siguiente: “Entré en el Athletic a las órdenes de Juanito Urquizu y como suplente de Josechu Echevarría. ¡Qué gran portero era Josechu! […]. Recuerdo que una tarde, en el vestuario de san Mamés, me dijo ‘¡Qué poco voy a jugar ya…!’ Y se cayó desmayado. Desde ese momento le atendió el doctor Arróspide y … […]”.

Parece ser que en un principio no se le dio excesiva importancia a la supuesta enfermedad que padecía. De hecho, los periódicos de la época hablaban de ‘afección gripal’. Para corroborar esta afirmación no hay más que leer lo escrito en la prensa bilbaína bajo el título El Atlético se entrenó ayer. ¿Qué equipo irá al Valencia?: “[…]. Echevarría no acudió al entrenamiento, por hallarse, al parecer, bajo los efectos del ataque gripal que ha venido padeciendo. […]. Mañana, jueves, se celebrará un entrenamiento a fondo, y después de él se verá qué jugadores se hallan en condiciones de desplazarse a Valencia. La impresión es de que el equipo será el más fuerte que hoy puede constituir el Atlético. Con Echevarría, Arqueta y… Elices. Por si no fuera así, Bilbao y Gaínza están a la expectativa” (El Correo Español-El Pueblo Vasco, 04-11-1942). Al día siguiente (5 de noviembre), el mismo diario, en función de las informaciones recibidas, rectifica la noticia dada el día anterior diciendo: “En contra de la impresión relativamente optimista que se nos comunicó ayer, el Atlético parece que tiene planteado un serio problema en relación con sus porteros, ya que Echevarría no se halla aún lo suficientemente repuesto de su pasado ’ataque gripal’ para aventurarse en empresa de tanto compromiso como el partido del domingo en Mestalla. Por otro lado está Pérez Lezama que, lesionado de alguna importancia en Buenavista, dudamos mucho que pueda defender en el campo levantino el marco bilbaíno. […] Se apunta como solución ‘in extremis’ la de que el portero del Bilbao, Pérez Zabala, firme por el Atlético y salga mañana con éste con dirección a la ciudad del Turia. Ahora que también existe una esperanza, aunque mínima, de que Pérez Lezama pueda ser de la partida. El que desde luego no irá será Elices. El entrenamiento de hoy en San Mamés despejará todas las dudas. Porque mañana se sale para la gran batalla”.

Esa mínima esperanza se convirtió en realidad y fue Raimundo Pérez Lezama el que actuó como portero titular ante el Valencia, partido que terminó con empate a dos tantos.

Lo cierto es que ya nadie más volvió a ver a Echevarría defendiendo la portería del club rojiblanco ni la de otro club cualquiera. Desapareció para siempre de los campos de fútbol. Y con él desaparecieron también aquellas maravillosas tenazas que tenía en cada mano, pues pocos porteros han sabido sujetar como él el balón en las más difíciles posturas y a los tiros más fuertes.

Abandono de la vida deportiva

Lo cierto es que la afección gripal no era tal, sino la temida tuberculosis que se había instalado en sus pulmones. El sino trágico, tanto a nivel humano –la Guerra Civil española, la muerte de su padre contando Echevarría con 20 años de edad– como deportivo –la gravísima lesión sufrida en Oviedo y la posterior enfermedad contraída, al fin y a la postre, le obligaron a abandonar su prometedora carrera deportiva– no le abandonó nunca. Todos estos hechos fueron un cruel mazazo del destino a los que Echevarría, hombre de fuerte personalidad, supo hacer frente no dejando nunca sumir su vida en el pozo negro de la desesperación. Muy al contrario, fue un hombre que retó valientemente al destino con el que la vida le había marcado y al que, con su fuerza interior, esa misma que acumulaba en sus manos que eran verdaderas tenazas, derrotó hasta que, en plena flor de la vida, se le acercó sigilosamente la ‘Dama del Alba’ que, sin darle tiempo a reaccionar, se lo llevó de la mano para siempre.

Cuando Echevarría tuvo la grave lesión en Oviedo, y, posteriormente, cuando contrajo la tuberculosis, debió de sentirlo tanto por él como por esa voz interior, su alter ego, su director espiritual deportivo y voz de su conciencia que tanto le había ayudado en los buenos y en los malos momentos y que siempre había sido su amigo más fiel. Además de su carrera futbolística, se truncaban con la enfermedad muchos de los proyectos que su ‘otro yo’ había diseñado para el futuro.

Periodo de convalecencia

Echeva, a la vista de que su enfermedad no evolucionaba de manera satisfactoria, se puso en manos del doctor Juan Arróspide Basabe. Éste  recomendó su ingreso en el sanatorio de Tablada, dirigido por el doctor José Zapatero y sito en el municipio madrileño de Guadarrama.

Es precisamente en este sanatorio donde inició su peregrinar incesante de un lado a otro sin que los médicos, a pesar de los esfuerzos realizados, lograran abortar su enfermedad que le iba minando poco a poco su moral, las posibilidades de reintegrarse al equipo rojiblanco y, lo que era más grave, su vida.

El 5 de enero de 1943 –ya habían transcurrido dos largos meses desde su ingreso en el sanatorio de Tablada– El Correo Español-El Pueblo Vasco publicó en su sección deportiva y con grandes titulares la siguiente noticia:

“Echevarría, el portero Atlético, volverá a jugar: Su estado actual puede calificarse de magnífico”.

La noticia en cuestión decía lo siguiente:

Estos últimos días se ha publicado por algunos periódicos una noticia relacionada con el guardameta del Atlético, Echevarría, que se halla restableciendo en un clima de altura…. Según esa noticia, el portero bilbaíno curará pronto y por completo, pudiendo hacer su vida ordinaria con toda normalidad, mas sin por ello poderse dedicar de nuevo a sus aficiones futbolísticas.

Pues bien; según el corresponsal de una agencia deportiva que ha convivido con Echevarría en el sanatorio durante estos dos últimos meses, puede asegurar de una manera formal que ni el doctor don Juan Arróspide, de Bilbao, (que recomendó el ingreso) ni los doctores don José Zapatero y don Isidoro Barzosa, bajo cuya vigilancia se halla actualmente en la Sierra del Guadarrama han manifestado en ningún momento la imposibilidad de que el citado jugador bilbaíno vuelva a alinearse con el Atlético.

La dolencia que aqueja a Echevarría, añade, es de carácter tan benigno, que solamente un exceso de precaución le ha conducido a una cura climática de altura; no ha guardado cama ni un solo día, ni ha tenido una décima de fiebre, ni se le ha conocido un solo síntoma que pueda calificarse de alarmante.

En cambio, su fuerte constitución física está determinando por horas una reacción vigorosa y su estado clínico y somático pueden, por ahora, calificarse de magníficos. […]. En un caso normal Echevarría pudo haber perdido contacto con la vida habitual. En su caso de atleta profesional y de ejercicios violentos, su rehabilitación se presenta como un problema no difícil de resolver”.

Lo cierto es que el tiempo seguía transcurriendo y Echevarría, aunque aparentemente gozaba de excelente salud, continuaba ingresado. Esta afirmación la ratifica su desplazamiento a Madrid para unirse a sus compañeros, donde se hospedó en el mismo hotel que ellos, y verlos jugar en el partido que se celebró el día 14 de marzo de 1943 contra el equipo de la capital. Prueba de ello es la entrevista que el cronista deportivo de Marca Fernando Reyes le realizó el día anterior con motivo de ese enfrentamiento, entrevista encabezada con el título “A los diecinueve años fue internacional sólo ochenta y cinco minutos”:

A los diecinueve años vestía la zamarra de internacional este mozarrón que tenemos a nuestra vista. Se llama José María Echevarría y es el portero titular del Atlético vasco. Le encontramos en la mañana de ayer entre sus compañeros de equipo, que le han acogido con la alegría que es de suponer. ‘Echeva’, […], no ha querido, naturalmente, perder esta magnífica oportunidad que se le ofrece para ser espectador de un partido de su equipo.

Aprovechamos la ocasión para interrogarle sobre su historial, corto pero brillantísimo y sobre el porvenir de su vida deportiva. Echevarría, amable en demasía, sonriente siempre, cuando dejan los chavales de solicitar su autógrafo, al lado de la foto correspondiente, se pone a nuestra disposición. […]. ‘…ingresé en el Atlético, cuya puerta no he dejado de defender más que por dos motivos: por la lesión de fractura de costilla, a principios de la temporada presente, y por una enfermedad en estos momentos, enfermedad que no me impedirá, afortunadamente, volver a mi sitio muy en breve. […]. He hecho una vida tranquila y me encuentro admirablemente. Yo confío en que para la Copa podré volver a jugar. Y puedo decir que ardo en deseos de encontrarme bajo el larguero’. […]”.

A la pregunta que el cronista le realiza acerca de su eventual sustituto, Raimundo Pérez Lezama, contesta: ‘No lo he visto jugar, naturalmente, en estos partidos. Me han dicho, sin embargo, que está muy bien’. Con relación al Atlético de Bilbao comenta: ‘Es un gran conjunto, que juega admirablemente por ese motivo y que será campeón de la Liga’. […]. Y José Echevarría, el meta que en un par de meses volverá a deleitar a la afición española desde su puesto del Atlético bilbaíno, parece rememorar en su imaginación uno de esos escalofriantes ‘plongeons’ o un despeje inigualable, a puño, que le valieron, a los diecinueve años de edad ser internacional por España, el país de los grandes guardametas […]”.

Cabe aquí, al hilo de las anteriores declaraciones, destacar lo manifestado por el mismo Echevarría sobre sobre su puesto en el campo al cronista ‘Ars’ de la revista Más y publicadas en la misma en la edición de 10 de marzo de 1942, entrevista realizada con ocasión del encuentro contra el Sevilla C. F. disputado en Sevilla el 8 de marzo de 1942. Se trata de una entrevista realizada los días previos al encuentro España-Francia disputado en Sevilla el 15 de marzo, choque para el que Echevarría había sido convocado como suplente de Martorell (Alberto Martorell Otzet, aunque madrileño de nacimiento, toda su carrera deportiva transcurrió en el  RCD Español, equipo con el que ganó en el año 1940 la Copa del Generalísimo. 4 veces internacional): He aquí sus palabras: “Para mí el puesto de portero es el único. De una enorme responsabilidad, encierra, sin embargo, quizá por eso mismo, una emoción extraordinaria. Yo estoy muy contento de haber elegido este puesto. […].  Mi jugada favorita es el despeje a puño en la jugada peligrosa, motivada por un centro de cualquiera de los extremos contrarios. Cuando el trío interior se lanza al remate, el portero, en salida arriesgada, alarga el puño y despeja el esférico. O también el lanzarse a los pies del atacante enemigo, que avanza hacia tu portería y se dispone a lanzar el tiro. Evitar esto en una estirada es magnífico […].)”.

En abril del mismo año y estando ingresado en Tablada, el Atlético de Bilbao se proclama campeón de Liga de la temporada 1942-43. Echevarría acudió a la capital nuevamente para presenciar la final de Copa que ganó el Atlético de Bilbao al vencer al Real Madrid en el partido disputado el día 20 de junio en el Estadio Metropolitano.

Ingreso en el Sanatorio Nuestra Señora de Begoña, antiguo balneario de Fuentecaliente

Entre los dos artículos periodísticos citados anteriormente (el de El Correo Español-El Pueblo Vasco y el de Marca) que rebosan de optimismo con relación a la evolución de su estado de salud y su porvenir deportivo, y su recaída tan solo hay una pequeña diferencia de meses. En efecto, tal optimismo no era más que pura ficción, ya que su estado de salud no fue calificado de positivo por el equipo médico y, por prescripción de éste, fue trasladado a comienzos del mes de julio al Sanatorio Nuestra Señora de Begoña, en Miranda de Ebro (Burgos), establecimiento al frente del cual se encontraba el doctor don Juan Arróspide y Basabe. Tal decisión fue adoptada por el equipo médico con la convicción de que el tratamiento y los medios con que este establecimiento contaba podían ser determinantes en la curación de su enfermedad.

Durante su estancia en este sanatorio no todo fueron sufrimientos. En efecto, una de las mayores emociones que pudo sentir Echevarría en su vida deportiva se la proporcionó su propio equipo cuando se proclamó campeón de Copa del año 1944 en la final jugada contra el Valencia en el estadio municipal de Montjuich, donde el Atlético de Bilbao venció por dos a cero, con goles marcados por Zarra y Escudero. Era el domingo 25 de junio de 1944. Después del partido y tras un vino de honor en el estadio, el equipo se recluyó en un hotel, donde se celebró una fiesta íntima. El equipo, tras el descanso de esa noche, partió para Bilbao al día siguiente en el rápido de las 8:20 para llegar al día siguiente, martes, a Haro, donde se le tributó un homenaje que culminó con el banquete con que fue obsequiado por las Bodegas Bilbaínas.

Una vez concluido el banquete, se puso en marcha la comitiva con dirección a Bilbao, haciendo el viaje el equipo en un autocar, seguido de coches particulares con directivos y aficionados, que venían desde Barcelona o se sumaron en Haro. El paso por todos los pueblos del recorrido registró la misma nota de entusiasmo y bienvenida. La única parada fue en el Sanatorio Nuestra Señora de Begoña donde se encontraba convaleciente Echevarría. Se le hizo entrega de la Copa. El encuentro fue entrañable, cordial y efusivo y muy agradecido por Echevarría. ¡Todo un gesto de caballerosidad tanto de la Junta Directiva, como del equipo técnico y de sus jugadores!

Al contrario que en Tablada, su estancia en Miranda de Ebro fue realmente larga. Sus compañeros de equipo, amigos y conocidos de su pueblo natal no desaprovechaban la mínima oportunidad para ir a visitarle e inyectarle altas dosis de alegría, optimismo y amor a la vida.

En setiembre del año 1944, la crónica editada por el diario bilbaíno El Correo Español-El Pueblo  Vasco con fecha 18 del mismo mes apostilló lo siguiente en un artículo titulado “Se dice que Echevarría y Gárate vuelven a la vida activa del fútbol: Retirados hace unas temporadas por enfermedad, ahora se anuncia el reintegro a sus puestos en el Club de San Mamés”.

De dicho artículo merece entresacar lo siguiente: “[…].Echevarría es un gran aficionado al deporte. […]. Al volver a la vida activa del balompié el Atlético bilbaíno contará con dos guardametas igualmente excelentes: ‘Lezama’ y Echevarría. Ya no pesará sobre el histórico Club vizcaíno el mal que le aquejó la pasada temporada cuando lesionado aquél en el primer partido de Liga marchó durante mucho tiempo sin portero digno de la formación de San Mamés […]”.

¡Qué equivocado estaba el cronista!

En noviembre de 1944, el estado físico de Echevarría sufre un agravamiento siendo nuevamente ingresado en enero de 1945 en el Sanatorio Nuestra Señora de Begoña y prolongando su estancia hasta el año 1946.

Ingreso en el Sanatorio de Santa Marina de Archanda (Bilbao)

Su salud no mejora, y en el año 1946, en julio concretamente, es ingresado en el Sanatorio de Santa Marina donde se le somete a una operación muy delicada y de alto riesgo con el fin de mejorar ostensiblemente su calidad de vida. Dicha operación fue realizada por el doctor Izquierdo en dos partes: la primera, el día 3 de julio y, la segunda, el 20 del mismo mes, siendo dado de alta el 25 de octubre de 1946.

A partir de esta operación y hasta su fallecimiento se somete a una serie de reconocimientos periódicos médicos a fin de conocer y evaluar su estado de salud, así como se convierten en habituales sus estancias en la Sierra de Urbasa (Navarra) en compañía de otros conocidos y amigos de su pueblo natal. En este lugar solía permanecer por término medio una semana o diez días, aprovechando su idóneo clima de altura para oxigenarse y para volver con fuerzas renovadas a la rutina diaria del trabajo como agente comercial.

Partido a beneficio de Echevarría, compartido con Pachi Gárate

Quedando sin brillo la estrella fugaz, desaparece también su relación con el club al que tanto había querido y por el que tanto había dado, y éste, en un gesto de caballerosidad digno de elogio, a través de la Junta Directiva en sesión celebrada el día 12 de diciembre de 1946, bajo la presidencia de don José María de Larrea acuerda, entre otras cosas, “[…]. Autorizar que el día 22 de los corrientes se celebre en San Mamés el partido en beneficio de los exjugadores J. M. Echevarría y F. Gárate, cediendo nuestro equipo para que se enfrente a un combinado que seleccionarán e invitarán los propios interesados […].

Luis Urruñuela, ‘Monjardín’).

No obstante, llegado el día 22, ¡el partido no se celebró! ¿Por qué …?

Nunca se ha podido descubrir el motivo, pero lo que sí se puede es realizar las siguientes aseveraciones:

1.- El día 22 de diciembre de 1946, domingo, el Atlético de Bilbao no jugó ningún partido. Así queda reflejado en el libro oficial de partidos del club bilbaíno.

2.- No hay ninguna noticia relacionada con el mismo en la prensa bilbaína de la época (El Correo Español-El Pueblo Vasco, La Gaceta del Norte, La Hoja del Lunes y Hierro) ni tampoco en el semanario deportivo nacional más importante de aquel momento: Marca.

3.- Sus compañeros de equipo supervivientes (a fecha 31 de diciembre de 2000), así como recuerdan el partido de homenaje a Gárate celebrado en el campo de San Fausto de Durango, su población natal, el día 22 de junio de 1947, ‘creen’ recordar que el partido que nos ocupa no se celebró.

4.- En el libro de fotos del club bilbaíno existe una hoja dedicada a Echevarría y Gárate pero, a diferencia de lo que ocurre con el resto de partidos de homenaje o beneficio a otros jugadores celebrados en la misma época, no existe ninguna foto que acredite que tal partido se celebró.

5.- En todos los libros consultados sobre la historia del Athletic Club tan sólo se hace mención al partido de homenaje a beneficio de Gárate.

A pesar de todo, existen dos opiniones contrapuestas provenientes de otras personas relacionadas de una u otra forma con el club:

a) Según palabras de Manolo Morán recogidas en una charla informal mantenida con él en noviembre o diciembre de 2000 en la sede del club (Palacio de Ibaigane): “[…] aunque no exista ni testimonio escrito ni gráfico, el partido a beneficio de Echevarría y Gárate se jugó y, si mal no recuerdo, con las reservas del tiempo transcurrido, yo mismo lo presencié. Y, además, si no fue así, ¿por qué figura en el libro de fotos del club la hoja conmemorativa de tal evento?” Debe tenerse en consideración que se trata de una persona ligada al club en el periodo 1945-2002 y exsecretario general del Club, puesto al que le aupó Pedro Aurtenetxe a raíz de la jubilación de Julio Lamana y que, entre sus labores, se encontraba la de registrar las fichas de los partidos celebrados por el club.

b) Tales afirmaciones las desmintió rotundamente Ignacio Gárate (1929-2007), hermano del fallecido Pachi, su ídolo deportivo. Su sobrina, Miren Gárate, tras haber hablado con él transmitió sus palabras: No me preguntéis por qué no se celebró. Yo no lo recuerdo puesto que era muy niño. Lo que sí tengo grabado en la memoria es el partido de San Fausto. ¡Incluso me dejaron participar en el mismo puesto que se trataba de homenajear a mi hermano! […]. Y con relación al partido de ‘marras’, […] Creo recordar que, si bien no se celebró, el Club no dio por zanjado el tema y, aprovechando un partido de Liga, no sé cuál, jugado con posterioridad en San Mamés, la Directiva del Club acordó subir el precio de la entrada. El ingreso extraordinario obtenido de esa manera fue posteriormente repartido a partes iguales entre mi hermano y Echevarría. Esto es todo lo que sé.

A la vista de declaraciones tan contradictorias solamente puede decirse que la verdad de lo que ocurrió tal vez se encuentre tras unas letras escritas a mano en alguno de los libros de actas de la Junta Directiva del Club, pero, por desgracia, no se ha podido tener acceso a ellas.

Comienzo de una nueva etapa y desenlace inesperado

El largo peregrinar por centros médicos le debió servir a Echevarría para poner en orden sus ideas. No se compadeció de sí mismo y se dispuso a iniciar una nueva vida profesional con la que ganarse la vida y su sustento.

Fue siempre un hombre muy independiente y, de hecho, comenzó a trabajar por su cuenta y riesgo, como autónomo, para la empresa Electricidad Elorriaga, S. A., a pesar de que ésta le propuso la incorporación en su plantilla en calidad de fijo y con nómina y seguridad social.

Tenía situado su despacho de trabajo en Bilbao, en concreto en las dependencias del edificio que ocupaba la empresa Vidrieras de Llodio, empresa propiedad de la familia Delclaux.

Más adelante, solicitó su ingreso en el Colegio de Agentes Comerciales de Vizcaya, ubicado en Bilbao, con fecha 26 de noviembre de 1948, manifestando que tenía ofrecida la representación de las casas Castor Arriaga de Éibar y Talleres Celta de Vitoria, trabajando preferentemente los artículos siguientes: pistolas serográficas, utillaje y artículos de fundición.

A la vista de la documentación aportada, su solicitud fue inmediatamente aprobada por la Junta de Gobierno del Colegio en su sesión celebrada el día 29 de diciembre de 1948 y corroborada por la firma de don J. L. Achalandabaso, entonces secretario del Colegio, siendo inscrito con el número 2.667.

Estando ya inscrito en el Colegio, continúa con su actividad laboral trabajando para diferentes empresas.

Era una imagen habitual verle vestido de traje y corbata dirigiéndose a la estación del tren para trasladarse a Bilbao. Son muchas las personas, no sólo de Algorta –su pueblo natal– sino también de todas aquellas poblaciones en las que tenía parada el tren de la margen derecha, que recuerdan aquellos viajes diarios con él. Era el centro de atención de los niños, a los que siempre tuvo un especial cariño, que tenían la oportunidad de estar al lado, en vivo y en directo, con quien había sido su ídolo deportivo y, también, de los menos niños a quienes gustaba compartir el viaje con él puesto que era una persona que allá por donde pasaba dejaba su sello inconfundible de contador humorista y socarrón. Ahora que, eso sí, sabía muy bien medir el alcance de su socarronería. A la mínima que percibiera que estaba, por el motivo que fuera, molestando mínimamente a alguien, era el primero en cortar por lo sano. Le gustaba reírse con los demás, pero nunca de nadie.

En el año 1950, el sino trágico que siempre le acompañó volvió a jugarle otra mala pasada. En efecto, su madre, Eugenia Ayestarán y Arrieta, falleció a la edad de 56 años. Echevarría tenía tan sólo 30 años de edad y ya había perdido a sus padres. Este nuevo mazazo de la vida lo volvió a afrontar con la valentía y aplomo que siempre le caracterizaron.

Al año siguiente la vida le sonríe y le proporciona una de las mayores alegrías de su vida. En efecto, con motivo de la verbena de San Lorenzo, conoció casualmente a Garbiñe Bitorika, casi seis años más joven que él y natural asimismo del barrio de Algorta (Getxo). A decir verdad, conocerse, lo que se dice conocerse, se conocían, pero tan sólo de vista, de siempre, aunque vivían en barrios diferentes; él en Alangoeta, con sus hermanas, y ella en ‘Salsidus’, junto con su familia. Comienzan a verse con mayor asiduidad y la relación entre ellos se hace cada vez más estrecha, hasta tal punto que, tras prácticamente un año de noviazgo, deciden contraer matrimonio, fijando como fecha para tal evento el de la celebración de la Virgen de Begoña.

Llegado el día, 11 de octubre de 1952, contrajeron matrimonio en la parroquia de San Nicolás de Bari, en Algorta.

Fueron de viaje de novios a la cercana ‘Bella Easo’, donde permanecieron unos pocos días disfrutando de la belleza y del marco incomparable de esta siempre bella ciudad costera del Cantábrico.

De vuelta a casa, establecen su residencia en una vivienda construida en la parte delantera de la casa de la familia Bitorika Apeztegia, sita en la zona media de la cuesta de ‘Salsidus’ (Algorta). Este hecho supuso que el nuevo matrimonio estuviera casi en permanente contacto con los miembros de la mencionada familia, estableciéndose entre ellos una relación de convivencia muy estrecha.

Una vez finalizado ese breve espacio vacacional debido al viaje de novios, Echevarría continuó con su actividad habitual. Los amigos y vecinos de la zona le recuerdan subiendo la cuesta hacia la estación de tren haciendo pequeñas paradas mientras se liaba un cigarrillo y le daba pequeñas pero profundas caladas. Era un fumador empedernido.

En el año 1953, el día 6 de setiembre, nace su primera hija, Eukene, a la que inmediatamente inscribe como socia del Club Deportivo Guecho. La segunda, Garbiñe, ve la luz del día el 19 de diciembre de 1954 y la tercera, Begoña, el 6 de abril de 1957.

Tiene ya tres hijas y la semilla de su trabajo le va proporcionando cada vez mejores frutos. Parece que la vida, ¡por fin!, le sonríe y le da motivos de felicidad después de unos años de desgracias y sufrimientos que solamente él sería capaz de narrarlos. Pero no, ¡todo es puro espejismo! En uno de los rutinarios controles médicos a los que venía sometiéndose desde su alta en el Sanatorio de Santa Marina se le detecta una involución en el proceso que se creía estabilizado y, por prescripción médica, pasa unos días en la clínica del doctor San Sebastián donde, bajo la dirección del prestigioso doctor Gil Turner, es sometido a un tratamiento paliativo. Echevarría, hombre de gran fortaleza física, responde favorablemente al tratamiento y, consecuentemente, es dado de alta.

Echevarría fue siempre un niñero, y así lo demuestra dando nuevamente su mujer a luz la cuarta hija, Izaskun, el 2 de diciembre de 1959.

Era además por naturaleza un hombre desprendido y bonachón. En su diccionario vital no existía la palabra egoísmo siendo incapaz de ver a nadie que se topara con él sumido en la desgracia, ya fuera familiar o económica. Hacía suyo el problema y lo intentaba solucionar en la medida de sus posibilidades. Hombre de costumbres fijas y amante de su familia, a la que quería por encima de todo. Tanto su viuda como sus hijas podrían contar cien mil ejemplos que avalasen esta afirmación pero no creo que sea este el lugar ni adecuado ni idóneo. Tan sólo mencionar el recuerdo que tanto sus hijas como su viuda tienen de las innumerables muestras de afecto y cariño hacia ellas y de aquellos domingos en los que, tras preparar Garbiñe a las niñas, Echevarría todo orgulloso las llevaba de paseo por sus lugares preferidos volviendo a casa a la hora de la comida, no sin antes haber realizado el recorrido por sus bares habituales donde era muy querido y, hoy en día todavía recordado: Gurugú regentado por la familia Azcorra, Cheli, cuyo dueño era el archiconocido José Luis Allende y, por último, La Bodeguilla, cuyo antiguo dueño, Chuchín Basterrechea, nos dejó hace ya muchos años.

El tiempo sigue transcurriendo, sus hijas van creciendo y su trabajo es cada vez más floreciente. Junto con otro socio consigue obtener una representación de puertas metálicas abatibles para garajes, representación que se vislumbra como un negocio que puede rendir pingües beneficios económicos.

Nace su quinta y última hija, Aintzane, el 20 de junio de 1965. Es el hombre más feliz del mundo, pero su salud se va resquebrajando poco a poco. Tanto es así que, mediante solicitud cursada por el doctor González Gil, director del dispensario de Ledo-Arteche, ingresa en el Sanatorio de Leza (Laguardia). Llega el día 24 de marzo desde su domicilio en un coche particular e ingresa, según el parte médico, “con estado objetivo cuasi-normal, sin que se le apreciara fatiga intensa.”

No obstante, “[…] a las pocas horas de su estancia en cama comienza con un cuadro brusco de insuficiencia cardiorrespiratoria que se trató con diversos tónicos y otra medicación sintomática con la que esta situación cede en parte, pero a la mañana siguiente (día 25 de marzo de 1966) vuelve a presentar otro cuadro agudo que a pesar de aplicarle oxígeno, analépticos, tónicos […] provoca su fallecimiento.” (Extracto del parte médico de fallecimiento, expedido por el equipo médico del Sanatorio de Leza)

 La noticia del fallecimiento es comunicada inmediatamente a la familia y su viuda no puede dar crédito a lo que ha escuchado telefónicamente. Pero, desgraciadamente, era cierto. La noticia corre como un reguero por su pueblo natal y llega a los oídos de Ignacio Vidaurrázaga, amigo de Echevarría, quien al momento se presenta en la casa de la familia y pone su coche a disposición de la misma para trasladarse a Leza. Dicho y hecho. En efecto, Ignacio acompañado de Javier Bitorika –hermano de Garbiñe– y de Iñaki Mardaras –cuñado de la misma– se ponen en marcha dirección a Leza donde realizan los trámites legales pertinentes a fin de que Echevarría sea trasladado a su pueblo natal. Es trasladado el mismo día y al día siguiente, 26 de marzo de 1966, se celebran las exequias fúnebres por su alma en la antigua iglesia de San Martín de Tours, siendo posteriormente enterrado en el cementerio de su localidad natal situado al lado del acantilado de la Galea desde donde tantas y tantas veces había perdido su vista en la infinidad del mar Cantábrico preguntando a los cuatro vientos ¿por qué?

La muerte de José (es así como se dirigía a él su mujer) fue un mazazo inesperado, especialmente para su viuda que cargaba, además de con la inmensa tristeza de haber perdido a su ser más querido, con la ineludible responsabilidad de sacar adelante a sus cinco hijas, contando la menor con tan sólo 9 meses de edad. Por cierto, en honor a la verdad, hay que confesar que, transcurridos ya más de 50 años de la inesperada muerte de ‘Echeva’, su viuda supo tomar con firmeza el timón de la nave familiar y tras sortear todo tipo de tormentas llevarla a buen puerto.

La noticia trascendió, como es natural, a los medios de comunicación bilbaínos y todos ellos sin excepción –El Correo Español-El Pueblo Vasco, La Gaceta del Norte, Hierro y La Hoja del Lunes–se hicieron eco de la misma expresando su condolencia a toda la familia y, en especial, a la viuda e hijas del desafortunado exjugador del Atlético de Bilbao.

Sirva como botón de muestra la nota sacada por El Correo Español-El Pueblo Vasco titulada “Ha muerto Echevarría, portero internacional del Atlético de Bilbao: Inesperadamente, ha fallecido, en una clínica bilbaína (sic), José Echevarría Ayestarán, que fue famoso portero del Atlético después de la guerra civil. El finado, que tenía actualmente cuarenta y cinco años, llegó a ser portero del equipo nacional, defendiendo el pabellón español en distintas naciones y con el mismo éxito que tuvo siempre en el equipo bilbaíno, hasta que una enfermedad le hizo abandonar el fútbol. Excelente persona, alegre, optimista, simpático y dicharachero, su inesperado fallecimiento –todavía hace tres días gozaba de muy buena salud– ha causado enorme impresión en Algorta, donde residía, y en cuantos le conocían.

EL Correo Español-El Pueblo Vasco se asocia de todo corazón al dolor que aflige a su familia y envía a ésta, especialmente a su viuda, doña Purificación Vitorica, su pésame más sentido, a la vez que pide a sus lectores una oración por el eterno descanso del finado.“