Biólogos

David Halsouet, Jean Pierre Armand (versión de 1977)

Uno de los más distinguidos naturalistas del s. XIX, nació en Ezpeleta, Laburdi, el 7 de septiembre de 1826 y murió en París el 10 de noviembre de 1900. Su padre, médico, juez de paz hasta la Revolución de 1830, fue más tarde alcalde de Ezpeleta. Armand David hizo sus primeros estudios en el Seminario de Larresoro, teniendo como profesores a M. Haramboure, MM. Duvoisin, Hurlin, etcétera. Sería uno de los alumnos más destacados durante el período que permaneció en dicho centro (1840-1846). El 4 de noviembre de 1848, tras dos años de estudio en el Gran Seminario de Baiona, ingresa en la Congregación de los Lazaristas de París, emitiendo los votos religiosos dos años más tarde (5 de noviembre de 1850). Ya desde los años pasados en Larresoro sentía una gran atracción por las ciencias naturales, por lo que sus superiores creyeron conveniente destinarlo a la enseñanza en el colegio de Savona (Italia). Durante los diez años que permaneció en este centro, formó todo un museo de ciencias naturales con algunas colecciones importantes. En 1861, el zoologista Milne-Edwards pidió a los Lazaristas el concurso de sus misioneros en favor de la ciencia. A Armand David, puesto en contacto con los profesores del Museo de Historia Natural de París, le sería pronto encomendada una misión científica y, para llevarla a cabo, parte para China con Mgr. Mouly. Entre 1862 y 1865, contribuye a los conocimientos geográficos de China, estudiando un cantón de Mongolia, Ourato, apenas conocido por los geógrafos. En un segundo viaje (1866-1870), explora los alrededores de Koukounoor. Finalmente, entre 1872 y 1874, estudió la cadena montañosa de Tsin-ling, del lado de Chen-si. En el primero de sus viajes tuvo como guía al conocido Samdadchiemba. A finales de 1870 regresó a Francia, a fin de reponerse de su salud un tanto quebrantada. En enero de 1872 partiría nuevamente para China a realizar su tercer viaje, que tan rico sería en hallazgos científicos. El 14 de marzo de 1874 deja Kioukiang y se instala en Shanghai. Como su estado de salud no mejoraba, el 3 de abril se embarca rumbo a Francia, llegando a Marsella el 15 de mayo, tras una feliz travesía. En Francia su nombre era ya muy conocido entre los naturalistas. De todas partes le llegarán propuestas para dar conferencias, escribir artículos, etc. El 21 de abril de 1875, la Société de Géographie, de París, presidida por el vicealmirante barón de La Roncière Le Noury, le concede la medalla de oro, por sus viajes científicos en China y Mongolia. En 1881, Armand David recorre la región de Túnez como naturalista y, dos años más tarde (1883), se hallaba en Constantinopla. Los últimos años de su vida, con la salud bastante gastada, los pasó retirado en la casa matriz de los Lazaristas, en París, donde moriría a los 74 años de edad. Su labor en favor de las ciencias naturales le sería reconocida en múltiples ocasiones. El 26 de junio de 1871, en una sesión de la Academia de Ciencias, Blanchard leyó una nota sobre La Fauna del Asia Central, donde recogía las valiosas aportaciones en favor de la geografía y ciencias naturales, llevadas a cabo por Armand David. El «Courrier de Bayonne» del 2 de julio del mismo año, así como en el número del 14 de julio, da cuenta de sus viajes a China. Fueron múltiples las especies que recogió en dicha zona asiática. El Museo de la Historia Natural de París, antes de dispersar en las diversas galerías las numerosas colecciones formadas por David, llevó a cabo una exposición particular, a fin de que el público se percatase del valor de las nuevas riquezas científicas y, de esta forma, rendir homenaje al intrépido misionero vasco. Costaría trabajo el enumerar las especies que llamaron la atención de los curiosos espectadores. Aparte del Elaphurus Davidianus, así llamado en honor de su descubridor, destacaron los osos negros y blancos y la variada gama de pájaros, entre los que sobresalió el Crossoptilon Coerulescens. La revista científica «Les Mondes», con motivo de la exposición, publicará el artículo Exposition publique des collections d'Histoire naturelle formées en Chine et dans le Thibet, par M. l'abbé David, de la Congrégation de Saint-Lazare, en el que se decía entre otras cosas: «Entre los animales más destacables, citaremos en primer lugar un gran mamífero que, por su forma exterior, se parece mucho a un oso, pero difiere por sus caracteres anatómicos, y no puede ser relacionado con ninguna de las especies naturales conocidas hasta ahora. Por la conformación de sus pies y de su sistema dental, tiene analogía con los Pandas, con los que Cuvier ha formado la especie Ailurus, y los zoologistas la designan bajo el nombre de Ailuropus melanoleucus. Otro gran cuadrúpedo nuevo para la ciencia es el Budorcas, descubierto por el P. David en los altos valles del Thibet chino, y que recuerda a la vez a los antílopes y a los Ovibos o buey almizclero de la América septentrional. Otras especies son intermediarias entre los antílopes y las cabras. No citaremos aquí todas las formas zoológicas nuevas, cuyo curioso espectáculo han ofrecido las colecciones del P. David, pero señalaremos todavía un mamífero de las montañas del Mou-pin, no solamente por su interés científico, sino también porque ha servido evidentemente de modelo a los chinos para algunas de sus pinturas, consideradas hasta ahora como obras de pura fantasía: es un gran simio de nariz respingona, cuyo pelo se distribuye en largas mechas de forma que se parecen un tanto a plumas. M. Alph. Milne-Edwards, a quien se le debe una publicación especial sobre la fauna de China, ha designado este animal bajo el nombre de Rhinopithéque Roxellane. En el mismo artículo llama la atención sobre una gran salamandra, bastante parecida a la salamandra gigante de las montañas del Japón y al singular reptil fósil de Oeningen. Entre enero y junio de 1871, el académico Blanchard publicó cuatro artículos en la «Revue des Deux-Mondes», sobre los viajes de Armand David. Gracias a estos artículos, el público conoció la obra meritoria del misionero vasco. De su último viaje se conservan seis cartas que dirigió, entre 1872-1873, a su querido padrino Armand Halsouet, negociante de Baiona. En la primera de ellas, fechada en Shanghai el 23 de mayo de 1872, da cuenta, entre otras cosas, del descubrimiento de una nueva salamandra, a la que le da el nombre de Cynops orientalis, y de un Ibis, variedad del blanco, para el cual proponía en nombre de Ibis-sinensis. En la carta del 18 de enero de 1873, escrita desde Ho-Kiadjaé, en el Chen-si meridional, da cuenta del descubrimiento de una gallinácea, roja y verde, a la que le ha puesto el nombre de Ithagirris sinensis. Al final de su último viaje, el diario «Le Monde» publicaría un folletín titulado La derniére exploration de l'abbé David en Chine , en el que se decía que «es uno de estos viajeros a los que nuestro Museo debe la mayor parte de los bienes». Julien Vinson recogió en el «Avenir» del 4 de julio de 1874 una comunicación del P. David, en la que da cuenta de los resultados de su último viaje. Entre otras cosas señala que ha contado en China hasta 800 especies de aves, de entre las cuales de 70 a 80 son nuevas, así como 200 especies de mamíferos, de las que 60 son nuevas. Igualmente, da cuenta de otros importantes hallazgos. Comparando el número de especies de animales que viven en China a los de Europa, constata que los peces chinos son de muchas más especies que los de Europa, al contrario de los insectos; que los peces de agua dulce se parecen a los de América, donde por el contrario los mamíferos y las aves de China no tienen análogos en América. El P. David encontró también en China una especie de insecto perteneciente a una clase que no se conocía en Europa más que en estado fósil, si bien se habían hallado tres especies de esta clase en Filipinas, Asia Menor y Malasia. Con respecto a los batracios, fueron interesantes los hallazgos de algunas clases de ranas. Afirmó que había en China muchas menos especies de plantas que en Europa, en la misma extensión de terreno. Estas y otras muchas aportaciones hicieron que Armand David fuese considerado con justicia uno de los principales naturalistas del s. XIX. Si bien su especialidad era la zoología, sin embargo poseía importantes conocimientos de la botánica, mineralogía y geología, como lo prueba su obra Plantae Davidianae ex Sinorum imperio (1890), así como otras notas de sus viajes. Su colección de Historia natural, llevada a cabo en China, se halla en propiedad del Museo de Historia Natural de París. En Pekín dejó otro importante Museo, que pasó a ser propiedad del Emperador. Finalmente, en París crearía un nuevo Museo de Historia Natural, en la casa madre de la Congregación de los Lazaristas, que fue donado al Instituto Católico. En el Museo de Baiona dejó dos faisanes, uno dorado y otro plateado, ambos traídos de China, así como otras aves. El Museo del Seminario de Larresoro poseía un faisán dorado, regalo del P. David. Para comprender la gran aportación del naturalista vasco al Museo Nacional de Historia Natural puede verse el artículo de J. B. Daranatz: Un grand naturalista basque: Armand David, pp. 79-82, donde se detallan las aportaciones al mismo en geología, paleontología, botánica, insectología (entomología) y zoología. Su labor sería reconocida en diversas ocasiones. El 20 de abril de 1870, el Ministro de Instrucción Pública le concedió una medalla de oro por sus Recherches d'histoire naturelle, en Chine et au Thibet. Dos años más tarde (1 de abril de 1872), la Academia de Ciencias le elige miembro correspondiente en la sección de geografía y navegación. Era miembro correspondiente del Instituto de Francia y del Museo de Historia Natural de París, y caballero de la Legión de Honor. Su fama alcanzó tan altos vuelos que una carta en la que sólo ponía Monsieur Armand David, París, le llegó sin retraso alguno. Publicó los siguientes escritos:
  • Voyage de l'abbé David en Chine, lettre au secrétaire général, París, 1872
  • Voyage dans la Chine occidentale. Lettre á M. A. Daubrée, de I'Institut, París, 1874
  • Second voyage d'exploration dans l'ouest de la China, 1868 á 1870, París, 1876
  • Journal de mon troisième voyage d'exploration dans l'Empire chinois, París, 1875, 2 volúmenes
  • Les Oiseaux de la Chine, París, 1877, 2 volúmenes, escrita en colaboración con M. E. Oustalet
  • Notice sur quelques services rendus aux sciences naturelles par les missionnaires de l'Extrême-Orient , Lyon, 1888
  • La Fauna chinoise. Mémoire présenté au Congrès scientifique international des catholiques tenu á Paris en 1888, París, 1889


  • Hasta Armand David, China era prácticamente desconocida desde el punto de vista de su naturaleza. Se vivía bajo la visión presentada por otro vasco, el jesuita Jean-Baptiste Duhalde, en su obra Description géographique, historique, chronologique, politique et physique de l'Empire de la Chine et de la Tartarie chinoise, París, 1735. En 1927, el naturalista francés M. Delacour escribía: «Es un compatriota, el P. Armand David, quien tiene el honor de haber sido el que más ha contribuido al conocimiento de la Fauna de China. En efecto, gracias a los materiales que ha recogido a lo largo de sus difíciles misiones, en la segunda mitad del s. XIX, se ha podido comenzar el estudio científico de las riquezas naturales del país. Se debe a M. David el que la Zoología posea una de las muestras más curiosas de la Fauna China, se trata del raro «Cerf du P. David», cuyo único rebaño conocido ocupaba Nan-hai-tze, el Parque de caza imperial, donde fue casi exterminado por los soldados alemanes que acamparon allí en 1900. Los pocos que sobrevivieron perecerían en seguida, faltos de cuidados y de alimentación. La desaparición de este soberbio animal, extinguido sin duda en el estado salvaje, habría sido una pérdida irreparable, si algunos ejemplares vivos no hubiesen sido enviados a Francia por M. David. Sus descendientes, en número de 150, se hallan todavía hoy día en el Parque de Woburn, en Inglaterra; ¡la especie se ha salvado!» («La Mission de Peking», 3.° boletín trimestral de 1927). Con ello se rendía un justo homenaje a la figura de este vasco universal. Ref. Daranatz, J. B.: Un grand naturaliste basque: Armand David, «Bulletin de la Société des Sciences, Lettres, Arts et d'Études Régionalies de Bayonne», 1929, pp. 39-85.