Concepto

Crítica gay-lesbiana de la literatura vasca

Uno de los topos literarios más recurrentes de la literatura occidental que representa relaciones lésbicas es el de la mujer mayor que fascina y engatusa a una joven (Álvarez Uria, 2010). Se inscriben en esa tradición la narración Aspaldian [Desde hace mucho] de Arantxa Urretabizkaia (Aspaldian espero zaitudalako ez nago sekula bakarrik, 1984) [Porque te espero desde hace mucho, nunca estoy sola], el cuento Barregilea [La reidora] de Xabier Montoia publicado en Emakume biboteduna (1992) [La mujer bigotuda] , así como la narración Apur bat zoroa [Un poco loca] de Eider Rodríguez (Haragia, 2007) [Carne, 2008]. Por otra parte, una de las protagonistas de la novela Mea culpa (2011) de Uxue Apaolaza es una mujer mayor que, tras la muerte de su marido, inicia una nueva vida aceptando su identidad lesbiana.

Otra de las representaciones literarias lesbianas comunes es la visión erótica del sexo entre mujeres desde la perspectiva del hombre heterosexual (Álvarez Uria, 2010). La relación sexual entre dos mujeres es descrita desde la perspectiva del voyeur heterosexual en la novela Speed gauak (1991) [Noches de speed] de Edorta Jiménez. A su vez, Jasone Osoro convirtió al lobo del cuento de Caperucita en voyeur de una escena lésbica en el cuento Txanogorritxuren inozentzia [La inocencia de Caperucita] (Tentazioak, 1998) [Tentaciones]. En cambio, es un niño el que observa la relación lésbica desde fuera en el cuento Festa gonbidatuak [Invititados a la fiesta] de Katixa Agirre (Sua falta zaigu, 2007) [Nos falta fuego].

La de la detective lesbiana es otra de las representaciones con cierta tradición en la novela occidental y es ahí donde se ubica la detective Amaia Ezpeldoi, protagonista de la pentalogía escrita por Itxaro Borda, formada por Bakean ützi arte (1994) [Hasta que nos dejen en paz], Bizi nizano munduan (1996) [Mientras viva en este mundo], Amorezko pena baño (1996) [Más que penas de amor], Jalgi hadi plazara (2007) [Sal a la calle] y Boga boga (2012). Ezpeldoi trata de resolver sendas desapariciones en las cinco novelas, a la vez que se hace eco de diversos conflictos sociales. A través de estas novelas, Borda critica la identidad nacional vasca hegemónica y propone una identidad nacional alternativa, en la que es esencial la mirada lésbica (Gabilondo, 2006; Retolaza, 2010; Lasarte, 2010b). Más allá de la pentalogía, toda la obra narrativa y poética de Itxaro Borda está impregnada de esa mirada lésbica, desde que en 1986 publicara la narración Klara eta biok en la revista literaria Maiatz.

Los novelistas y escritores de cuentos que han representado relaciones lésbicas, han ubicado sus narraciones en espacios diaspóricos fuera del País Vasco (Lasarte, 2010a). Así, la novela Nerea eta biok (1994) [Nerea y yo] de Laura Mintegi recoge la relación amorosa epistolar y ambigua entre una profesora de universidad y su alumna Nerea, presa en una cárcel de París. Connemara gure bihotzetan (2000) [Connemara en nuestros corazones] de Julen Gabiria, por otro lado, narra la historia de un chico que, tras la muerte de su novia, descubre la relación lésbica que ésta mantuvo un año antes de su muerte en Irlanda. La compilación Ero hiria (2006) [Ciudad de locos, 2008] de Javi Cillero, por último, recoge una narración ubicada en un club de lesbianas en Reno, Estados Unidos.

El destino trágico y el tremendismo son algunos de los rasgos comunes que caracterizan a los primeros relatos y novelas de temática gay escritos en euskera (Arregi, 2010). La novela Haltzak badu bihotzik (1990) [El aliso sí tiene corazón] de Iñaki Mendiguren narra el amor imposible y atormentado entre un profesor y su alumno adolescente. La homofobia interna, así como el servicio militar, que representa la violencia socio-política que golpea al homosexual imponiéndole la masculinidad normativa, acaban con la vida del adolescente.

El protagonista homosexual del relato largo Itzultzaile bat Parisen (Un traductor en París, 1996) de Bernardo Atxaga es, asimismo, víctima (y autor) de varias formas de violencia. La narración fue leída por el autor en numerosos recitales en euskara y fue publicada en castellano y en catalán, pero no en lengua vasca. Según la interpretación de Gabilondo, el relato combina en un mismo eje la violencia y el deseo hacia el otro y constituye una forma de legitimación del sujeto masculino nacionalista (Gabilondo 2006: 194). La violencia y el deseo hacia el otro están también entrelazados en la narración Ikatza bezain beltz [Negro como el carbón] de Xabier Montoia (Gasteizko hondartzak 1997) [Las playas de Vitoria], cuyo personaje principal es un adolescente vitoriano enamorado de un joven alemán que participaría en el bombardeo de Gernika de 1937.

Por otro lado, una parte de la narrativa que aborda la homosexualidad masculina tiende a indagar en los conflictos entre la modernidad y la tradición o los contrastes entre lo rural y lo urbano. La novela Batita Haundia (1994) [El Gran Batita] de Daniel Landart, ubicada en Iparralde, explora tabúes de una sociedad rural y católica como el adulterio y la homosexualidad (Olasagarre, 2010). Pako Aristi, a su vez, abordó la historia de varias generaciones de un pequeño pueblo rural en Urregilearen orduak (1997) [Las horas del orfebre], donde la llegada de una pareja gay refleja los conflictos entre modernidad y tradición, que se resuelven positivamente.

En cambio, la novela Ezinezko maletak (2004) [Las maletas imposibles, 2008] de Juanjo Olasagarre niega la posibilidad de dicha fusión entre lo tradicional y lo moderno, desterrando al protagonista gay al exilio de la gran ciudad. Colocando el personaje gay en el centro de la novela, el autor propone una reflexión acerca de los conflictos entre la identidad nacional y la identidad gay, contraponiendo la Euskal Herria cuasi-rural de los años 1980 con el Londres de los años 2000. En la novela se adopta la identidad gay como una posición política desde la que se critica la identidad nacional hegemónica. (Egaña, 2010).

Otras narraciones escritas en euskara han ubicado a los personajes gays vascos en el extranjero y en un contexto global. El cuento Madril New York Tokyo (Apokalipsia guztioi erakutsia 2009) [El Apocalipsis explicado a todos], de Joseba Gabilondo, por ejemplo, es una narración de corte futurista y global que se desarrolla entre esas tres ciudades. La novela Bat, bi, Manchester (2006) [Uno, dos, Manchester] de Irati Jiménez, por su parte, representa el amor homosexual imposible entre dos chicos vascos que viven en Manchester, al ser uno de ellos heterosexual. (Ayerbe, 2010; Arregi, 2010)

En algunas obras narrativas la homosexualidad de los personajes es la verdad oculta y enigmática que el relato debe descubrir (Ayerbe, 2010). Es el caso de varias novelas policíacas, en las que la verdad que desvela la investigación policial es, precisamente, la homosexualidad de un personaje. Las novelas Rock'n'roll (2000, traducción al castellano de 2003) de Aingeru Epaltza, Mutuaren hitzak (2005) [Las palabras del mudo] de Hasier Etxeberria o Morto Vivace (2007) de Jon Arretxe son prueba de ello. Gure gauzak S.A. (2004) [Cosas Nuestras S. A.] de Ur Apalategi traslada la búsqueda de la identidad oculta al terreno académico, donde una investigación desvela la sexualidad oculta de un personaje escritor.

Según ha señalado Mikel Ayerbe (2010), algunas novelas de los últimos años juegan con la supuesta homosexualidad de los personajes, sugiriéndola implícitamente, pero sin llegar a afirmarla, de manera que dejan en manos del lector la última palabra. Así ocurre en las novelas Antzararen bidea (2007) [El camino de la oca, 2008] de Jokin Muñoz, Ez obeditu inori (2009) [No obedezcas a nadie] de Mikel Peruarena, o Zazpi etxe Frantzian (2009) [Siete casas en Francia, 2009] de Bernardo Atxaga, entre otros. Autores de cuentos como Iban Zaldua, Patxi Iturregi o Katixa Agirre, por otro lado, han explotado narrativamente la homosexuliadad de los personajes de sus relatos para jugar con las presunciones de los lectores y crear finales sorprendentes.

Las narraciones de tinte erótico gay han sido más bien escasas en la literatura vasca, si bien el primer cuento gay escrito en euskara es una narración erótico-pornográfica escrita por Karlos Santiesteban en Uda baten amodio zoroa (1986) [Un amor loco de verano]. Ha sido Aitor Arana el autor que más ha cultivado la narrativa erótica gay en diversos cuentos y en novelas como Onan (2000) o Dorian Grayren egiazko erretratua (2011) [El verdadero retrato de Dorian Gray].

La extensa narración Rakel Beaumont de Isidro Rikarte, de un fuerte componente enigmático y trágico, recogida en el volumen Desioaren hiria (1998) [La ciudad del deseo] es uno de los únicos relatos construidos en torno a un personaje transexual en la literatura vasca. El texto narra la lucha que desarrolla Rakel para ser una mujer "plena" y será justo cuando está a las puertas de conseguir su sueño cuando se tuerzan las cosas. Rikarte ofrece dos finales alternativos en la narración: en el primero, la naturaleza sobrepasa a Rakel, impidiéndole ser una mujer "de verdad"; en el segundo, es la lucha por la feminidad plena lo que lleva al personaje a la muerte.

Ni naizen hori (1994) [Eso que soy] de Karlos Gorrindo narra, en el contexto de la noche bilbaína, el proceso de Marilin, que deja de ser Mario para ser mujer. Esta novela es un intento de entrelazar las reivindicaciones nacionales y otros discursos identitarios, pues Marilin da cobijo, al final de la novela a un miembro de ETA huido, asumiendo el rol de cuidadora del héroe, típicamente femenino, una vez asumida su identitad como mujer.