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Carnaval de Lantz

Desde los años sesenta, concretamente 1964, con pequeñas variaciones y alguna que otra interrupción, se celebra el Carnaval, después de un largo período de prohibición. Son tres días en los que los participantes de este curioso cortejo realizan un paseo callejero para finalizar en la plaza danzando a los sones del txistu y atabal.

La fiesta comienza el domingo. En este día son los niños y niñas que, disfrazados recorren el centro del pueblo haciendo su particular exhibición, manteniendo recorrido, disfraces y personajes, al igual que lo hacen los mayores en los dos siguientes días.

Uno de los actos que no se tienen en cuenta es la cuestación, prácticamente perdida, que se realiza el Domingo de Carnaval, Igande Iyotia, por la tarde. En la misma se recogían huevos, longanizas y otros productos.

El Lunes de Carnaval, Astelehen Iyotia, desde primeras horas se ve animación por las calles. Los vehículos de todo tipo que han transportado a ikastolak, colegios, colectivos varios e individuales, cámara en ristre, se preparan delante de la taberna para ver la salida del cortejo.

De mientras, un joven ayudado por varios hombres, se va preparando para vestirse de Ziripot. Dentro de la vestimenta de sacos se le va rellenando con paja. En frente y recostado sobre una de las gruesas paredes de la posada u ostatu, se encuentra el gigante Miel Otxin, construido recientemente y tocando uno de los aleros, debido a su altura, como si esperara con impaciencia su salida.

Por si acaso, los txatxos van incitando a la gente para que salga del edificio, mientras intentan sacar fotografías del momento en que visten a Ziripot. Esta preparación y proceso de vestirse se ha convertido con el tiempo en un ritual.

Al mediodía sale el cortejo, con los txatxos hostigando a derecha e izquierda con sus escobas. Miel Otxin es balanceado por su portador de uno a otro lado, lentamente, al ritmo que marca la música, pasacalles, interpretada por el txistulari o txistularis y atabalari. Durante muchos años fue Maurizio Elizalde, músico bien conocido en la zona y procedente del Valle de Baztan, y su compañero Félix Iriarte el "tamborrero".



En el cortejo, entre otros personajes, encontramos a Zaldiko, protagonizado por un joven, el cual se encarga de embestir constantemente al torpe Ziripot, que cae una y otra vez violentamente al suelo, y al que levantan los disfrazados con paciencia, para, casi sin respiro, volver a tocar el suelo.

Sin un orden claro en la formación se aprecia a los perratzaileak, nombre con el que son conocidos los herradores, con sus calderos humeantes y sus grandes tenazas aprisionando más de una barriga de los viandantes, público expectante, que se agolpa a ambos lados de las calles; por delante, por detrás y por todos los lados, los txatxos, en una marabunta y simbiosis extraña.

El itinerario, fijo desde hace un tiempo, recorre las principales y céntricas calles, y finaliza en la plaza, colocando a Miel Otxin en el centro, mientras los disfrazados ejecutan el conocido Zortziko. Después de la danza todos vuelven a la posada.

El Martes de Carnaval, Astearte Iyotia, vuelve a realizarse la misma operación por la mañana, siendo por la tarde cuando, de nuevo y por última vez, salen por el núcleo urbano. No obstante, en esta ocasión, Ziripot y Zaldiko ya no están presentes.

Una vez finalizado el paseo, Miel Otxin es sentenciado y ejecutado a tiros por uno de los txatxos que porta una escopeta. A continuación se prepara una hoguera en la que prenden al muñeco, o al menos parte de él, y, a su alrededor, se danza de nuevo el Zortziko. De esta forma se da por finalizada la celebración del Carnaval otro año más.