Concepto

Carlismo y Guerras Carlistas

Efectivamente, en los círculos carlistas se prepara un nuevo alzamiento contra Isabel II, encabezado, esta vez, por Carlos Luis de Borbón y de Braganza, Carlos VI, hijo del primer pretendiente y conde de Montemolín. La guerra estalla en Cataluña en septiembre de 1846 con el nombre de guerra de los matiners (madrugadores). La boda de la reina con su primo frustra las esperanzas del pretendiente que había esperado obtener de alguna forma su mano; por otra parte, el ambiente es propicio en Cataluña donde la irritación de la población es grande debido a los excesos del centralismo liberal y, sobre todo, a la instauración del servicio militar obligatorio. El 14 de septiembre Montemolín exhorta a los vascos a levantarse para defender los fueros sin que su proclama halle apenas eco. La guerra prosigue, aislada, en el principado. En 1848 (junio) Cabrera regresa al mismo reavivándola. Alentado por los éxitos Montemolín trata otra vez de extender el movimiento a tierra adicta nombrando a Elío general en jefe de Navarra y Vascongadas. Pero Elío no se arriesga. Es un intelectual, J. J. de Alzáa, el que atraviesa la frontera (23 junio) a fin de intentar alzar al pueblo vasco en armas. Alzáa, ex-profesor de derecho romano de la universidad de Oñate, fracasa en su intento. Acosado entre los límites de Guipúzcoa y Navarra, fue detenido el 2 de julio en las cercanías de Ataun por la Guardia Civil y Miqueletes y fusilado el 3 por orden del excarlista Urbiztondo. El 28 de junio, otro brote rebelde se registra en Los Mártires (Bergara) donde es sofocado por las autoridades locales. El 29, en Pamplona, Lucas Zabaleta, coronel de la primera guerra, se lanza a la guerrilla al frente de una partida, a la que siguen luego las de Monreal y Soto. Juan de Villalonga, capitán general de Navarra, declara el estado de excepción en Navarra (1 julio). Los grupos, precariamente armados, operan entre Sangüesa, Tafalla y zona de Estella, pero, faltos de pertrechos y del apoyo de la población, acaban por pasar la frontera. A finales de julio Zabaleta y Monreal traspasan la muga dando así fin a la sublevación al mes justo de iniciarse. El 18 de agosto Urbiztondo levanta el estado de excepción que pesaba sobre Navarra Entre este intento y el siguiente transcurren cinco meses: a comienzos de 1849 entra en Guipúzcoa por Baztán el coronel carlista Egaña con una partida de cerca de 150 hombres. En Navarra penetran por Irurzun Recalde, Soto e Iturmendi que operan entre La Solana e Irurzun con cerca de 500 voluntarios. Nueva mente son puestas en estado de excepción las cuatro provincias. La situación se complica, además, con la presencia de una pequeña partida republicana entre Ronkal y Salazar. El 22 de enero sale de Pamplona una partida de 21 jóvenes al mando de Cleto Ochoa y de Tafalla varios mozos entre los cuales el que sería célebre Radica. Pero Villalonga y Urbiztondo combaten con eficacia el movimiento convirtiéndolo en efímero chispazo. A finales de mes y comienzos de febrero éste se agota; los principales cabecillas son apresados -Gabriel Recalde entre otros- y fusilados sin piedad. La rebelión es ahogada en sangre. Republicanos y carlistas, juntos, engrosan las listas de los deportados a Ultramar (Larráyoz: La segunda..., pp. 181-184). El 7 de abril Urbiztondo, el ex-carlista, levanta el estado de excepción en el territorio vasco. Junto con estos chispazos, se extingue también, en Cataluña, la guerra de los matiners.

IEZ