Teatro y danza

Brunet, Marguerite

Célebre directora teatral; nació el 18 de diciembre de 1730 en el n.° 9 de la calle des Faures, de Baiona, Laburdi. Falleció en París el 13 de julio de 1820.

Después de algunos años de internado en las Ursulinas de Burdeos, Margarita pasó a residir a París en casa de una tía materna, Madame de Montansier, que poseía una tienda de modas en esta ciudad. Pronto se hizo conocer por su belleza poco común -grandes ojos negros, más bien pequeña, cara maliciosa- y talento. A los diez años de vida parisina, conoció a un actor pobre que trabajaba en un teatrillo, del que se enamoró apasionadamente: Honoré Bourdon, llamado Neuville. Desde este momento Margarita experimentó un cambio completo en su vida. Se desarrollaron en ella una serie de sentimientos artísticos que estaba lejos de sospechar y que absorbieron todo su interés. Mediante las amistades influyentes que había cultivado logró obtener el privilegio del teatro de Rouen y después de este inicio se lanzó a dirigir diversas compañías, a veces simultáneamente, a las que hizo prosperar rápidamente.

Hizo construir el teatro del Havre, obtuvo más tarde el privilegio del de Nantes y al final se le concedió el de Versalles, ocupando Neuville las funciones de administrador, secretario, gestor, etc., de la mujer inteligente y superior a la que se había enteramente consagrado. Margarita no había renunciado, sin embargo, a su deseo de agradar -tenía entonces 35 años- y el pobre Neuville fue más de una vez sacrificado cuando un nuevo capricho nacía. Fue en una de las funciones de Versalles cuando la conoció María Antonieta. Al poco, le fue concedido el privilegio exclusivo de todos los espectáculos, bailes y fiestas de Versalles y le permitió prolongar el palacio real construyendo el Théâtre du Palais Royal, que se inauguró en 1777. Mademoiselle Montansier -nombre que había adoptado desde sus inicios en el teatro- desplegó en él toda su inteligencia dramática. En este famoso teatro se formaron actores luego célebres como Dugazon, Tiercelin, Granger, Fleury, Amiel e incluso Madame de Saint-Aubin, una de las futuras glorias de la Ópera Cómica de París, aunque ella misma actuó poco debido a su acento bayonés. La reina María Antonieta le otorgó aún favores mayores: la dirección de los teatros de las otras residencias reales -St-Cloud, Marly, Fontainebleau y Compiègne- y estuvo a punto de nombrarla profesora de declamación en la Corte siendo disuadida por el duque de Duras de que el acento gascón era inadmisible en la capital de Francia.

El estallido de la Revolución la sorprendió gestionando la obtención del monopolio de la dirección de todos los teatros del reino. En el momento en que todo el mundo perdía la cabeza, la Montansier conservó su sangre fría y siguió al rey y a la Asamblea. Entonces comienza un nuevo período para ella, más agitado y tal vez más extraordinario. Esta mujer, de 60 años, no abdica; al contrario, lo que hace es cambiar el carácter de su prestigio y de su teatro. Crea, absolutamente de la nada, una nueva escena y abre su salón. En el extremo mismo del Palacio Real -calle Beaujolais-, centro en aquel momento de toda la actividad febril de París, Margarita compra, mediante una fortísima suma, una pequeña barraca de marionetas en la que instala, al poco tiempo, un teatro de primer orden (1790), al que pone su nombre, aprovechando -obsérvese el detalle- la abolición de los privilegios de teatro que promulga la Revolución. El estreno, con las obras Les époux mécontents, de Dubuisson y Storace y Le sourd ou l'auberge pleine, de Desforges, fue un acontecimiento coronado de resonante éxito. En su repertorio, la dirección del teatro Montansier adopta todos los géneros: tragedia, comedia, ópera o vaudeville. Tanto por la selección de las obras como por la de los artistas, nuestra bayonesa da muestra de un gusto maravillosamente adaptado a las exigencias del público: obras de Cimarosa, Sarte, actores como Damas, Baptiste, Mlle Saintval, Mlle Mars, Volange...

Pero la guerra de la Convención viene a interrumpirlo todo. Del 10 de agosto, al 2 de septiembre de 1792, los teatros se quedan vacíos; la Montansier se siente incluida en la lista de sospechosos y, sin pérdida de tiempo, se adelanta enviando a la Convención a su troupe, o sea 85 personas, 15 de ellas armadas. El presidente la felicita y diez días más tarde se hallan empuñando las armas en Chalons y entran, con el ejército revolucionario, en Bruselas. La Montansier se prepara entonces a recoger los frutos de una propaganda tan hábilmente maquinada y, provista de un repertorio patriótico, se presenta en Bruselas. Por primera vez fracasa, ya que a los belgas no parece gustarles la invasión de su patria, por muy poética que ésta se presente, pero el renombre se ve acrecentado y, a su vuelta a París, su salón se convierte en el punto de reunión de lo más selecto de la intelectualidad, los mejores actores y actrices y los políticos más destacados del momento. Todas las combinaciones de la intriga tuvieron lugar en su salón, desde las intrigas amorosas hasta las políticas. Pero la Revolución, que seguía su marcha, dio bien pronto otro sesgo a estas reuniones; la política lo invadió todo y, aconsejada por Fabre d'Eglantine, Margarita cerró su salón, trasladándose las tertulias al teatro.

El 15 de agosto de 1793 lograba coronar una de sus aspiraciones supremas, la apertura de un Teatro Nacional al que más tarde tituló Théâtre de la République et des Arts. Pero a raíz de ello alguien formuló una denuncia que fue apoyada por Hébert. En septiembre Mlle. Montansier ingresaba en prisión, donde permanece no sin desaforadas protestas hasta el 9 de Thermidor. Su compañía se vio dispersada, los bienes en manos de los acreedores, los amigos desaparecidos. Hasta 1812, no consiguió una indemnización del Gobierno. Entonces se dirigió a aquel que, en buenas y malas horas, nunca la había abandonado y le ofreció su mano. Neuville la aceptó con la mayor alegría y el matrimonio se celebró cuando sumaban ambos esposos la edad de 128 años. En abril de 1798, la Montansier dejó la dirección y alquiló, sin cambiar de nombre, su teatro, que se convirtió otra vez en el más floreciente de la capital hasta que Fouché lo prohibió (1807). Pero el 24 de abril de 1807 la Montansier inauguraba su nuevo teatro situado en el bulevar Montmartre -Théâtre des Variétés- cuando contaba con 80 años de edad, teatro en el que se cosecharon después innumerables éxitos. En 1815, como lo había hecho en 1792, trató de construir a sus expensas un cuerpo franco para detener a los invasores de Francia. Luego se retiró a Ternes, cerca de París. Su muerte, acaecida el 13 de julio de 1820, a la edad de 90 años, fue un acontecimiento que probó que su público no la había olvidado. Una placa recuerda la casa bayonesa en que nació.