Poetas

Basterra y Zabala, Ramón de

Basterra había participado en Bilbao en la tertulia del Lion d'Or, en donde prodigó conversación e intercambio de conocimientos con otros bilbaínos ilustres, como Pedro Mourlane Michelena -periodista irunés-, Manuel Ramírez Escudero, Joaquín Adán, Juan de la Encina -el crítico e historiador del arte-, José Félix de Lequerica -que sería luego embajador de Franco-, Esteban Calle Iturrino, Pedro Eguillor, o Joaquín de Zuazagoitia, que llegaría a ser alcalde de Bilbao durante el franquismo. En todos ellos había una vocación literaria, y un interés por el estudio de las ideas que venían de Europa, o de la Grecia y Roma clásicas. Basterra, que había leído con detenimiento y sentido crítico muchas obras de pensamiento desde su juventud, era uno de los intelectuales más brillantes del momento. Afirmaba su fervor por Goethe, Unamuno, Ramiro de Maeztu, Ortega y Gasset o Eguino d'Ors, pero también por Spinoza, y se sintió siempre deudor de las enseñanzas y descubrimiento de horizontes que el bilbaíno Pedro Eguillor le proporcionó en su juventud. Aunque es recurrente afirmar que Basterra formaba parte de la llamada Escuela Romana del Pirineo, cierto es que tal escuela no existió, sino como querencia de su intención y aspiración a compartir ciertos valores de aquella civilización grecolatina.

Tal Escuela no programó, a la manera de otras asociaciones, conferencias, cursos, debates -salvo el del café, que no era precisamente la mejor tribuna, aunque fuera la única que había en Bilbao-, ni siquiera intervino en los medios de comunicación como tal instancia, y no dejó de ser una invocación a la cultura clásica, pero sin que tuviera tan siquiera una declaración formal de propósitos a través de manifiesto alguno, fórmulas tan propias del tiempo. Pero, como señala el profesor José Carlos Mainer, lo que iba incubándose en aquella aspiración por el ideario romanizante era el embrión de lo que luego sería el ideario fascista de Falange Española.

Cualificados contertulios del Lion d'Or, como Pedro Mourlane Michelena -fundador con José Antonio Primo de Rivera, Juan Manuel Aizpurua y Rafael Sánchez Mazas, del diario "Arriba"-, o Lequerica, abrazarían la ideología falangista. Fernando de la Cuadra Salcedo, que era el intelectual más profundo de ese grupo selecto, o el periodista Jacinto Miquelarena, formaban parte también de esa deriva ideológica, que Pedro Eguillor, como ha certificado José María de Areilza, anunciaba a gritos en las tertulias su propósito paramilitar.

"Desde 1917, por lo menos -escribe Areilza- [Eguillor] ya venía tronando desde su escaño cafeteril, sobre la necesidad de que un grupo de coroneles se hiciera caro de la gobernación del Estado".

No es extraño que el primer franquismo invocara posteriormente a Basterra, como uno de los referentes ideológicos de su mitografía, junto con Ramiro de Maeztu. Precisamente, al regresar de Roma en 1917, el escritor bilbaíno comienza a escribir en la revista Hermes -promovida por Jesús de Sarría y la familia Sota-, en donde inicia una sección con el título de "Paseos romanos". Fue en dicha revista (1920) donde Basterra publicó una frase que define su carácter y su estado de ánimo ante el mundo: "Prófugo soy de la melancolía", consideración que le acerca más a Albert Durero, que a todos los intelectuales del primer franquismo, que tan sólo le invocaban para utilizar vagamente su memoria. Por lo demás, a Basterra, como al grupo de la referida Escuela, les interesa sobremanera el novecentismo, que predicó Eugenio d'Ors. La historiadora vasca Elene Ortega, autora de una tesis sobre el poeta bilbaíno, ha publicado recientemente un libro de especial interés para conocer y situar la personalidad de Basterra: El prófugo de la melancolía. La poesía de Ramón de Basterra (Bilbao, 2001). Ortega es a su vez autora de varios trabajos sobre Basterra, que retratan la idea que el poeta vasco tenía de las posibilidades, pujanza y apertura al mundo de Bilbao, ciudad a la que dedica poemas, añoranza y artículos de evidente entusiasmo. Además, Elene Ortega ha prologado y editado el libro de Basterra Bilbao, Hércules niño, publicado por Ediciones El Tilo (Bilbao, 1998), en donde se resume todo el fervor del escritor por la villa de don Diego López de Haro.