Concepto

Basajaun

La definición propuesta excluye conscientemente a otros personajes con apariencias y funciones diversas, que también pueden aparecer asociados al nombre de Basajaun. En efecto, tanto en la mitología vasca como en toda la literatura oral en general, los motivos narrativos se hallan en una constante interacción, asociándose y disociándose entre sí según las normas naturales de asociación de ideas, y por ello siempre encontraremos multiplicidad y confusión de motivos de orígenes dispares, bajo la denominación de cualquier ser mitológico. Por ello resulta imposible iniciar siquiera un intento de interpretación sin antes decidir cuál es la parte más auténtica del personaje. El caso del Basajaun es especialmente complicado ya que reúne bajo el mismo nombre al menos tres motivos básicos distintos:

  1. El Basajaun salvaje, cubierto de pelo, ágil y vigoroso, capaz de correr más rápido que las fieras, que deambula desnudo sea invierno o verano, que nunca enferma y que se alimenta de animales y plantas del bosque.
  2. El Basajaun pastor, que ayuda a los pastores y recoge a cambio sus ofrendas (pan, leche, calor del hogar).
  3. El Basajaun gentil, víctima de los robos perpetrados por héroes maliciosos como San Martín Txiki o Haxerihargaitz, es dueño de valiosas riquezas o secretos.

Todas las leyendas de Basajaun, tanto en el País Vasco como las homólogas europeas quedan comprendidas entre las que se pueden originar por alguna combinación de estos tres elementos básicos más las eventuales demonizaciones posteriores. Sin embargo, no parece que se pueda postular que las tres caminen juntas desde el origen, entre otras cosas, porque resultan contradictorias entre ellas mismas.

La primera contradicción que podemos encontrar en la personalidad de Basajaun es la referida a su natural bondadoso o malvado, pero ello no es más que el resultado del influjo demonizador ejercido por el cristianismo. Lo original es la estampa en la que Basajaun se acerca a los pastores para ayudarles a guardar sus rebaños, y lo más reciente es que se divierta espantando las ovejas. Lo original es que acuda de noche a la cabaña de los pastores a consumir las ofrendas que éstos le dejan, y lo nuevo es encontrarnos dichas ofrendas convertidas en hurtos, en los relatos que refieren cómo Basajaun roba a los pastores la leche y los quesos. En cuanto a esta primera contradicción, no cabe ninguna duda de que el Basajaun auténtico es el que nos muestra la leyenda de Antxo, y no el ladrón atemorizador que describen otras versiones.

Sin embargo las dudas en torno a su salvajismo ya son más difíciles de despejar. Estando vinculado al pastoreo de montaña, el personaje se sitúa en la frontera entre la Naturaleza y la Cultura. El pastor o vaquero y la ganadería se sitúan en el plano cultural, pero alejados de la centralidad de dicho plano, en la frontera misma del reino de lo natural al que a menudo se ven sometidos. Y el Basajaun es su amigo. La Naturaleza es su enemiga, pero el que se supone que la representa (Basajaun), es su amigo y los protege de las manifestaciones de aquélla, ya sean lobos o tormentas. Es el señor salvaje o señor del bosque, pero no actúa como el jefe de los lobos que vienen a comerse el ganado, sino que lo protege de aquéllos.

La contradicción puede extenderse a su aspecto físico y al modo en que se alimenta. Sin salir del ámbito vasco, tenemos descripciones que subrayan su carácter silvestre (según refirieron a Cerquand en Zuberoa, es peludo como un oso, es insensible a los cambios estacionales de temperatura, deambula igual de noche que de día, no se conoce que enferme ni pierda vigor, y se alimenta de animales y plantas del bosque) y otras, como la del texto expuesto, en las que aparece más humanizado, calentándose junto al hogar en la fría noche nevada, y alimentándose de las ofrendas que los vaqueros dejaron sobre la mesa. Esta tensión entre el aspecto más salvaje o más humanizado, la encontramos igualmente fuera del País Vasco, por ejemplo en las representaciones europeas en las que aparece extraordinariamente peludo, pero portando un bastón en la mano (a menudo un árbol arrancado, para expresar su gigantismo). De nuevo en el País Vasco, llama poderosamente la atención la ausencia de otro zoomorfismo en Basajaun más allá del abundante pelo, en una mitología en la que los pies de cabra y de pato resultan tan fáciles de encontrar.

En cualquier caso, estas vacilaciones entre el Basajaun natural y el Basajaun cultural arrancan de muy antiguo y se hallan ya en la Roma de hace dos milenios. El dios romano Faunus y su homólogo friego Pan se hallan en una situación semejante: ambos son divinidades protectoras de los rebaños, que mantienen alejado al lobo y aseguran la fecundidad del ganado. El romano no era al inicio más que simplemente barbudo y el griego a su vez, era peludo, cornudo y con aspecto de cabra de cintura para abajo. Poco a poco Faunus fue asimilado por Pan, y ya San Isidoro de Sevilla en sus Etimologías los presenta como idénticos, ambos bajo la etiqueta de pilosi (peludos). Estar situado en la frontera misma entre Naturaleza y Cultura supone el riesgo constante de que la representación pueda en cualquier momento tender a asilvestrarse.

Por tanto, y aun no siendo posible establecer la cantidad de pelo del original, sí que se puede optar preferentemente por la interpretación del Basajaun-pastor, ya que las fuerzas contextuales (proximidad del mundo natural y demonización inducida por el cristianismo) hacen más verosímil el crecimiento del pelo que su caída. Es decir, que resulta más fácil que se vayan colgando al personaje atributos que resalten su salvajismo, que no lo contrario, y ello sugiere que se deba favorecer la hipótesis de la mayor autenticidad de las versiones que muestran al Basajaun pastor más humanizado.

El tercer elemento de la compleja personalidad de Basajaun es el de la sabiduría. Las leyendas del Basajaun o Basajaunes de Muskia nos los muestran como depositarios de conocimientos secretos, y en otras versiones recogidas por Cerquand, poseen preciosos objetos de oro. Sin embargo parece que en ambos casos estos objetos y saberes preciosos no son más que la excusa para que se despliegue la astucia de quienes protagonizan las leyendas,- San Martin Txiki y Haxerihargaitz respectivamente-, que consiguen finalmente robarlos. Precisamente estos robos mediante argucias nos conducen a ver en las víctimas una representación de los gentiles, y a encajar estas leyendas en un arquetipo ampliamente difundido.

Sin embargo hay que reseñar que el Basajaun poseedor de secretos aparece también fuera del País Vasco, en concreto en la zona alpina y en los Apeninos italianos, donde enseña a los pastores los secretos de la producción de lácteos como el queso, la mantequilla o el requesón, así como la domesticación de los animales. Este tercer aspecto se suele vincular a la avanzada edad del Basajaun (uomo selvático), como en otras latitudes se predica igualmente de los gigantes. Poseen el conocimiento porque hace muchísimo tiempo que viven sobre la tierra.

La divinidad romana más cercana por sus características es el dios Silvanus, a veces asimilado a Faunus, aunque desprovisto de las connotaciones sexuales de este último. También Silvanus mantiene alejado a los lobos y propicia la fecundidad del ganado, y además se dice que fue el primero que usó mojones de piedra para delimitar los confines de los terrenos, por lo que reúne también el aspecto de instructor de la humanidad. Silvanus, curiosamente no era una divinidad oficial romana y carece por tanto de templos o de fechas dedicadas en el calendario, pero su culto gozó de gran popularidad, lo que ha sido citado como prueba del vigor de los cultos pre-romanos.

El Basajaun que muestra el texto, es decir, el amigo de los pastores que mantiene alejado al lobo y propicia la fecundidad de los rebaños, aparece en los Pirineos, los Alpes y los Apeninos, con la característica añadida en los dos últimos, de que enseña a los humanos saberes importantes para su supervivencia. No resulta fácil ofrecer una explicación para semejante ámbito de distribución: se trata de tres áreas con fuerte presencia de pastoreo de montaña, pero no son las únicas en Europa donde se realiza tal actividad. En cuanto al mundo germánico, abundan los ejemplos del Basajaun más silvestre, pero falta la vinculación a la ganadería. Y tales presencias y ausencias conducen a preguntarse además, si son el reflejo de la distribución original o el fruto de distintos grados de conservación. Si observamos el grado de conservadurismo del ámbito germánico en lo que se refiere a otras tradiciones, podría optarse por la primera posibilidad y suponer que la distribución geográfica observada guarda relación con la que tuvo originalmente. Esto no significa que sea posible hacer una propuesta precisa, pero sí que puede ayudar a esbozar una orientación general sobre la difusión primitiva de la agricultura de montaña.

En cuanto a la posible relación entre Basajaun y Tartalo, no podemos más que constatar dicha posibilidad. Es innegable que Tartalo pudiera ser una demonización originada en un personaje semejante al Basajaun pastor, pero no se puede proponer ni cuándo ni dónde ni cómo sucedió, si es que efectivamente sucedió así. Lo único que podría decirse es que no parece que la eventual transformación haya sucedido localmente en el País Vasco.