Gigante de cartón sentado a una mesa. Los chiquillos pasan por la emoción de verse tragados por el voraz personaje, entrando por la boca y dejándose deslizar hasta el asiento del carro. Recuerda al Gargantúa de Rabelais. Salió por primera vez en Bilbao en 1853 por iniciativa de varios bilbaínos de los de "la buena cepa", asiduos concurrentes a la pastelería del Suizo. Se trataba de dar realce a las tradicionales fiestas del mes de agosto y se consideró que a tal fin contribuiría eficazmente el que se tragara a los niños crudos. Gargantúa apareció en las calles sentado sobre su poltrona, abierta la descomunal boca por la que se colaban los chiquillos más atrevidos. Iba arrastrado por una pareja de bueyes y el entusiasmo y la alegría que despertaron en la villa fueron enormes. No hubo persona que dejara de ver al Gargantúa.