Arquitectura

Iglesia de Santa María. Viana

La Parroquia de Santa María de Viana, fastuoso monumento de la Merindad, se construye en su mayor parte hacia fines del siglo XIII y a comienzos del XIV en estilo gótico. En los siglos XVI, XVII y XVIII se completa la obra.

Posee planta con tres naves de desigual anchura, estructuradas en cuatro tramos y capillas laterales. La cabecera, tiene presbiterio poligonal articulado por robustos contrafuertes y dos tramos laterales rectos. Esta traza, responde al proyecto primitivo junto con los soportes en forma de pilares de sección romboidal cruciforme con plintos poligonales. Estos, poseen diferentes esquemas y en los capiteles se aprecia también una gran variedad decorativa. El sistema de cubierta es bastante uniforme, a base de crucerías sencillas con nervios aristados, excepto en la capilla mayor, donde voltea una bóveda de gallones. A la obra gótica, pertenece también la construcción del coro alto. Sobre éste, y las capillas laterales, se sitúa un amplio triforio, que se estructura en varios arcos con trilóbulos culminados por una compleja traza de rosetones polilobulados, lo que unido a la perforación de otros vanos en alzado, aporta la diafanidad anhelada en el gótico.

En el siglo XVI, se adosa la torre y la monumental portada del muro de la Epístola de Juan de Ochoa, que hace también la escalera de acceso al coro, compuesta por dos tramos que doblan en angulo recto. Entre 1693 y 1717, y según traza de Santiago Raón, se realiza la girola con sus tramos y capillas correspondientes en estilo gótico interpretado con una sensibilidad barroca pero que se adecua perfectamente, a la concepción espacial del templo, si exceptuamos la capilla axial de la girola que debió construirse en el XVI sufriendo una profunda remodelación en el barroco. Consta de planta central cuadrada con una cruz griega inscrita que se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas con tambor y linterna. Los elementos decorativos que la adornan se deben a José López de Frías. En 1730 José Bravo realiza una pintura mural en el fondo de la capilla y decora el presbiterio.

En el siglo XVIII se adosa un conjunto de dependencias del lado norte de la iglesia: la sacristía, que es un espacioso rectángulo de tres tramos. Sobre el central cubierta de media naranja sobre pechinas. Comunicando con la sacristía, se encuentran el cuarto del aguamanil y una pequeña sala capitular. Lindante con ésta y en el solar del antiguo cementerio, se añade a fines del XVIII la capilla para la imagen medieval de San Juan del Ramo según traza de Francisco de Oteiza, si bien Miguel López Porras, el artífice, modifica la cubierta añadiéndole una linterna a la cúpula, que se articula por pilastras y óculos, sobre la cual voltea, a su vez, un cupulín semiesférico.

Son, sin embargo, las pinturas y la decoración de yeserías que recubren los paramentos lo que da carácter a este espacio. El tema de las pinturas lo constituyen la vida y obras de San Juan Bautista y son la obra más destacada del artista madrileño Luis Paret y Alcázar (1747-1799) que realiza las pinturas al temple, habiendo diseñado asimismo la decoración de la capilla, entre 1786 y 1787. Representan "El Anuncio del ángel a Zacarías" y "La Anunciación", en la entrada; en la cúpula, "San Juan Niño en el desierto", "La Predicación del Bautista", "El Prendimiento" y "He aquí el cordero de Dios". Destacan también las pechinas, donde pintó las figuras alegóricas, de tamaño natural, que simbolizan la Castidad, la Constancia, la Santidad y la Sabiduría. Posteriormente, hacia 1795-1798, diseña numerosas piezas para la parroquia, como un tabernáculo, mesas de altar, tres monumentos para Semana Santa y algunas piezas de orfebrería.

Al exterior se distinguen las diferentes fases constructivas, destacando la macicez de la obra gótica acorde con sus fines defensivos. Se conserva de esta época, en el muro de los pies una sencilla portada del siglo XIV que se abocina mediante tres arquivoltas aristadas y apuntadas, excepto el arco de la puerta que es rebajado. El tímpano, aparece centrado por la Virgen con el Niño entre dos ángeles adoradores. En el muro de la Epístola, se abre la gran portada retablo de estilo renacentista del segundo tercio del siglo XVI, contratada por Juan de Goyaz y continuada por Juan de Ochoa de Arranotegui cuando el anterior murió. La estructura con gran hornacina central, encuadrada por las calles laterales, se eleva sobre un alto zócalo de piedra con frentes cajeados. El cuerpo bajo se articula por un orden gigante de columnas corintias que dividen la hornacina en tres espacios, situándose en el central la puerta con arco de medio punto cuyo intradós está profusamente decorado, como el resto de los elementos. La calle central del segundo cuerpo culmina en un medio punto sobre pilastras cajeadas, y se cubre con bóveda de cuarto de esfera decorada con casetones decrecientes. Todo va recubierto por una decoración relivaria donde se alternan las escenas figurativas de contenido religioso con temas profanos y grutescos y motivos "a candelieri", apareciendo estos últimos en pilastras y frisos.

Además de la portada, se construye en el XVI una balaustrada renacentista sobre las capillas laterales y la torre a los pies en alto fuste y un sobrio cuerpo de campanas, prismático, que se articula por parejas de pilastras estriadas en los ángulos y ventanas en los frentes. Del lado del Evangelio, se localiza la gran pila bautismal de mediados del XVI y un lienzo manierista del Bautismo de Cristo. En la Capilla de San Juan del Ramo, tres retablos neoclásicos de un solo cuerpo y sobria ornamentación imitando mármoles, dos de ellos y de traza algo más compleja el retablo mayor de la capilla, que cobija la imagen del titular, obra de Tornay y Janín de Lome de rasgos estilísticos gótico-franco-flamencos. En otra capilla de este lado se halla un retablo de transición entre el Plateresco y el Manierismo decorado por relieves y bustos correspondientes a distintas etapas dentro del renacimiento. El retablo manierista de Santa Catalina, es de Juan Bazcardo y Diego Jiménez II que realizarán también el dedicado a Santiago, situado en la girola. Un cancel barroco y junto a él, un ángel de piedra de estilo gótico del XV. Otro retablo rococó, completa el haber de este lado.

El retablo mayor de comienzos del barroco, trazado por Pedro Margotedo es muy efectista debido tanto a la rica ornamentación como a la cuidada policromía. También es notable la calidad escultórica de bultos y relieves que representan una temática dedicada a la Virgen María rodeada de los doce Apóstoles, soportes de la iglesia y de San Esteban y San Lorenzo. Destacan entre ellos: el grupo de la Asunción y los relieves de la Anunciación y Visitación, obras de Bernardo de Elcaraeta, seguidor de Gregorio Fernández que como su maestro hace a sus imágenes en actitudes declamatorias y teatrales cubiertas con ampulosos ropajes de pliegues acartonados. El sagrario expositor y el altar, son de época neoclásica. En el banco del retablo se guardan relicarios de diferentes épocas y estilos.

En la capilla axial de la girola, centrando un templete neoclásico, se halla la imagen de la Magdalena penitente, de Roque Solano que sigue el modelo iconográfico de Pedro de Mena. Un lienzo de la Asunción de estilo barroco cortesano. La siguiente capilla tiene un retablo barroco que alberga una talla de la Virgen del Rosario sedente con el Niño, procedente de la parroquia de San Pedro y que data del último tercio del siglo XVI. En la girola, a ambos lados del retablo mayor, dos tallas sobre peanas rococós. Son de calidad aceptable dentro del estilo academicista de la segunda mitad del siglo XVIII.

Del lado de la Epístola, se localizan varios retablos barrocos de diferentes épocas, apareciendo ya en alguno, elementos rocallescos. Una sillería rococó, adorna el coro, además de dos grandes lienzos del siglo XVIII sobre la vida de San Pedro. La decoración de la sacristía alterna lo barroco y lo rococó. En la fase barroca, se realizan las puertas, los dos espejos con marcos de ébano decorados con follaje y el mobiliario, seis cajonerías y cuatro armarios, decorados con gran finura. En 1752, José López Frías da la traza para el retablo del Cristo, que preside la dependencia. El Crucificado es una buena talla de la primera mitad del XVII. La nueva estructura rococó de Silvestre Soria cubre los muros hasta media altura, formando una serie de recuadros hasta media altura, formando una serie de recuadros y marcos con rocalla. Se guarda en este espacio una interesante colección de Crucificados de marfil, todos ellos de estilo barroco, pero de diferente origen y cronología.

Importante es también el ajuar de plata que tiene la parroquia, dada la riqueza y variedad tipológica y cronológica de las piezas. Destacar, un relicario con el busto de Santa Catalina de hacia 1600; un cáliz de estilo renacentista, varios cálices procedentes de Hispanoamérica, una cruz procesional de plata de Luis Paret y Alcázar realizada en el año 1798, un pequeño portapaz, que recuerda modelos manieristas, forma un retablo de cuerpo único sobre peana gallonada. Es una estructura novedosa para esta zona. Se encuentra también una importante colección de ornamentos que data en su mayor parte del siglo XVI, en estilo renacentista puro y manierista. En otra dependencia, aparece un aguamanil de piedra y tres lienzos manieristas. Adornan la Sala Capitular, un Crucificado de la primera mitad del XVI, varios lienzos de estilo barroco y del XVIII y unos relieves renacentistas de rica policromía. En las dependencias altas se conservan esculturas de muy diversa cronología. Entre las numerosas lápidas que hay en el pavimento de la iglesia, hay que mencionar el sepulcro de César Borgia realizado en estilo gótico tardío en forma de arcosolio, que desapareció. La Parroquia de San Pedro fue la más antigua de Viana, pues data del primer tercio del siglo XIII, si bien se le añadieron dependencias en los siglos XVII y XVIII. Poseía una original cabecera pentagonal con cinco pequeñas capillas poligonales colocadas radialmente. Hoy, sólo se conserva uno de los absidiolos, el correspondiente al lado del Evangelio, con la cubierta de bóveda gallonada de nervios en aristas que recaen en baquetones con capiteles de hojarasca. Permanecen también en esta nave, acopladas entre los contrafuertes, dos capillas realizadas en 1747, que se cubren con bóveda de crucería, para armonizar con este espacio. Se conservan restos de pinturas murales en el muro frontal de la nave. El exterior, aunque en estado ruinoso, conserva en pie la monumental portada barroca con gran arco hornacina de medio punto sobre columnas gigantescas compuestas, con el tercio inferior decorado. Esta estructura, cobija la portada retablo. A los pies, se conserva un rosetón y la torre desmochada.