Concepto

Emigración vasca contemporánea

Las causas de la emigración vasca contemporánea son distintas entre sí pero unidas en una maraña causística que configuran un todo homogéneo que explica porqué los vascos emigraron a América en la etapa contemporánea (siglos XIX y XX).

No es un fenómeno aislado sino que tiene que ver con otras migraciones españolas, sobre todo de la cornisa cantábrica y Cataluña, y por supuesto europeas.

Para que haya emigraciones masivas de un país a otro, tienen que darse condiciones aptas de acogida en el país de destino a la vez que condiciones de catapulta migratoria en el país de origen.

De esta forma, en el País Vasco, a lo largo del siglo XIX, se está produciendo la más radical de sus transformaciones socioeconómicas, con el paso de una sociedad agrícola-pastoril a una sociedad industrializada. Este fenómeno se da a partir de 1850, y sobre todo de 1875, con lo que ello conlleva:

  1. Pérdida de identidad social vasca.
  2. Pérdida de importancia del sector primario.
  3. Inmigraciones masivas foráneas al calor de la industrialización.
  4. Transformación del paisaje agrícola y urbano.

Este cambio se articuló en base al mineral de hierro vasco (sobre todo vizcaíno) de buena calidad (el mejor, junto al sueco) y explotable a ras de suelo. (Imagínense el cambio social brusco de este proceso en el campesinado vasco). Esto trajo consigo, en buena medida, las dos guerras carlistas que asolaron el País Vasco, entre 1833-1839 y 1872-1876, así como la defensa de la tradición socioeconómica vasca frente al liberalismo que venía de la mano de la industrialización. Esta ideología proponía:

  1. Desamortización.
  2. Pérdida del poder de la Iglesia.
  3. Modificación foral.
  4. Cambio de mentalidades.
  5. Igualdad ante la Ley.
  6. Servicio militar obligatorio.
  7. Traslado de aduanas vascas del interior a las costas.
  8. Primacía de los sectores secundarios y terciarios frente al primario.

Ambas guerras civiles carlistas fueron ganadas por los liberales que provenían, fundamentalmente, del ámbito urbano, por lo que la vieja rivalidad vasca campo (tierra llana) / ciudad, volvió a aflorar y los agricultores vascos perdedores. Prefirieron muchos de ellos pasar a América, empezando por Uruguay, y más tarde a Argentina, donde podían ser campesinos poseedores de tierras, y no tener que trabajar en fábricas, cuyos dueños eran generalmente liberales a los que rechazaban profundamente. Además, los propios desastres de la guerra impulsaron a muchos vascos a emigrar desde tempranas fechas. Muchos de ellos acabarían ingresando en las filas de los contendientes de las guerras civiles que asolaron la Sudamérica contemporánea.

Además de estas guerras, más sus desastres, hay que contar con que en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX se sucedieron importantes crisis cíclicas en el agro vasco que también contribuyen a explicar estas salidas migratorias. Y como consecuencia de la firma del Acuerdo Proclama de Somorrostro en 1876, Cánovas del Castillo, Jefe de Gobierno, firmó la Ley de 21 de julio de 1876 por la que, en adelante, los jóvenes vascos acudirían al servicio militar obligatorio en igualdad de condiciones que el resto de los españoles. Como consecuencia aparecen prófugos y desertores de un servicio militar que duraba tres años y que llevaba a los jóvenes vascos a las guerras coloniales de Marruecos, Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Aparece la figura del sustituto por la que los hijos de la burguesía pagaban a terceras personas y evitaban así que sus hijos fuesen al ejército.

Otras dos causas que explican la emigración vasca a la Sudamérica contemporánea son:

El aumento de la población en el País Vasco como consecuencia de las mejoras sanitarias y natalicias al calor de la Revolución Industrial que hicieron pasar la población del País Vasco de 535.539 personas en 1787 a 986.023 en 1910. Lo cual, a su vez, provocó -aún más si cabe- problemas en la repartición del caserío. A nadie se le escapa pensar que el País Vasco no es precisamente una llanura, y que su accidentado territorio impide la fragmentación del mismo. Por ello, el Fuero de 1526 permite la herencia del caserío y sus pertenencias a un descendiente directo o tronquero que normalmente era el hijo mayor aunque no obligatoriamente; podía ser una hija a la que se casaba con un "indiano" como sucedía en Navarra, por ejemplo. El heredero tenía que hacerse cargo, junto a su esposa, del mantenimiento de sus padres, y el resto de hermanos eran apartados de la herencia con una teja o con el árbol más alejado del caserío, aunque podían seguir conviviendo en dicho caserío sin cobrar y trabajando en las actividades agropecuarias y ferronas.

Este panorama, lejos de ser idílico, como ha demostrado Julio Caro Baroja, provocaba enormes fricciones familiares por lo que los no herederos optaban por la emigración a América, la carrera en la Administración española o el servicio religioso.

Si concebimos la emigración como un negocio lucrativo, hay que hablar de los ganchos y las agencias de emigración como factor muy importante. El emigrante hipotecaba su economía a cambio de trabajar en el país de destino para saldar su deuda en ocasiones para otro vasco.

En 1880 el cónsul general de Uruguay en el País Vasco (Vitoria) anunciaba en los periódicos vitorianos paradisiacas situaciones a aquellos vascos que quisieran emigrar a su país, y en 1873, este mismo cónsul, enviaba un informe al Ministro de Relaciones Exteriores de su nación en el que se mostraba su interés por los vascos como:

  1. Hombres trabajadores y rudos para el trabajo físico.
  2. Católicos.
  3. Conocían el idioma español pues en las escuelas de primeras letras, por aquellas fechas, ya era obligatorio su aprendizaje.

Todos estos factores se unirían, pues, para hacer de la emigración un negocio en el que participaron también armadores y capitanes, además de ganchos y agentes, con la complacencia de autoridades rioplatenses. Claro está que ninguno de estos procesos hubiese tenido lugar si no hubiese habido una predisposición por parte de repúblicas sudamericanas para acoger inmigrantes. Por dos razones:

  1. Porque tras su independencia de España, muchos países sólo tenían pobladas las capitales y las costas. Y desde comienzos del siglo XIX se identificaba el progreso económico con población (utopía agraria). El presidente argentino Alberdi lo dejó claro: gobernar es poblar.
  2. Porque dentro de este esquema se pensaba que había que mezclar la sangre latina hispana con anglosajona para mejorar la raza y prosperar. Los vascos encajaban en este esquema por las razones que apuntaba el cónsul Quiroja (trabajadores, católicos, conocedores del idioma español).

Por ello, se conjugaron esta simbiosis de factores de ambos lados del Atlántico para entender esta abultada emigración vasca contemporánea, emigración que empieza desde los años veinte del siglo XIX, continúa creciendo hasta los cincuenta y luego decae para remontar a partir de 1875 y hasta la Guerra Civil española (1936-1939).

Otra razón de la emigración vasca fue el sistema de llamadas de aquellos emigrantes que ya se habían instalado al otro lado del Atlántico.