Arquitectos

Álava, Juan de

Maestro de cantería. Nacido en Larrinoa (Álava-Araba), c. 1483. Fallecido en Salamanca, poco después del 21 de setiembre de 1537.

La producción artística del arquitecto -o, más propiamente, maestro de cantería- Juan de Álava se ha encuadrado tradicionalmente dentro del plateresco. El término -no exento de polémica- se refiere a la arquitectura que se desarrolla en España en el primer tercio del s. XVI y se caracteriza, en esencia, por la combinación de las estructuras y técnicas constructivas tardogóticas (con interiores abovedados y crucerías estrelladas, en las que se multiplican nervios y claves), a las que se superpone una decoración "al romano", procedente de repertorios italianos, muchos recuperados de la Antigüedad clásica, en los que abundan grutescos, medallones, columnas y entablamentos no sujetos al canon clásico y sin función tectónica, nichos avenerados, candeleros, balaustradas y cresterías, lo que supone una primera fase de asimilación del Renacimiento italiano, aunque sea a nivel superficial.

Nacido en Larrinoa (Álava-Araba) hacia 1483, salió de su tierra muy joven y acabó siendo vecino de Salamanca, su principal foco de actuación, donde su actividad supuso claramente el triunfo del Plateresco. Asimismo, su tarea como maestro mayor de las catedrales de Santiago de Compostela (La Coruña) y Plasencia (Cáceres) favoreció la transmisión de ciertos modelos constructivos y decorativos en Galicia y Extremadura, pues bajo su dirección se formaron los canteros que difundirían un plateresco de raigambre salmantina por estas regiones. Entre ellos estaría su hijo bastardo, Pedro de Ybarra, que llegaría a ocupar la maestría de la Catedral y obispado de Coria (Cáceres) y la de la Orden de Alcántara.

Su verdadero nombre era Juan de Ybarra, apellido que sustituyó por su lugar de procedencia. Pertenecía a una familia de condición hidalga en la que se localizan cuatro generaciones de canteros: su padre, Pedro de Ybarra; él y sus hermanos Pedro de Ybarra y Martín de Ybarra; su hijo bastardo, Pedro de Ybarra, y su nieto -hijo de este último-, también llamado Pedro.

Su vida artística conocida comienza en 1504, en Salamanca. En esta fecha se une a otro cantero vasco, Michel de Algoibar, para hacer la sacristía de la capilla de las Escuelas Mayores de la Universidad, siguiendo trazas de Pedro de Larrea. Probablemente desde 1509 vuelve a trabajar para el Estudio, encargándose -junto con maestre Jerónimo- de una nueva biblioteca, cuya importancia radica en que es una de las primeras muestras de una tipología caracterizada por su situación en alto, ocupando la fachada principal, como las posteriores de Alcalá de Henares y El Escorial.

1510 es un año importante en su actividad, pues se vincula a los Fonseca, a los Álvarez de Toledo y a los jerónimos, que fueron algunos de los principales patronos de su actividad constructiva. Acude a Santiago de Compostela para trazar la obra del claustro de la catedral por encargo de su arzobispo, don Alonso de Fonseca, aunque no se comenzaría hasta 1521. Hemos de suponer que Fonseca conocería la labor de Álava, probablemente por su intervención previa en obras salmantinas patrocinadas por él (el monasterio de la Anunciación o de las Úrsulas y la iglesia de San Benito).

En el mismo año de 1510 se obliga con Antonio Celada a hacer tres capillas en el monasterio de San Leonardo de Alba de Tormes, lo cual pudo significar el punto de partida de su relación con la orden jerónima y con la Casa de Alba, patronos del monasterio. Desde 1514 se titula "maestro de señor duque de Alva" y en 1515 éste le otorgaba un sueldo anual de 10.000 maravedís "por maestro de mis obras", que probablemente serían las del monasterio albense y quizá también el castillo-palacio de Alba de Tormes.

En 1512 asistió a la famosa junta de los nueve maestros (con Antón Egas, Juan Gil de Hontañón, Juan de Badajoz, Juan de Orozco, Alonso de Covarrubias, Juan Campero, Juan Tornero y Rodrigo de Saravia) para determinar la ubicación definitiva de la Catedral de Salamanca. En aquella ocasión -o en fechas cercanas- presentaría su propuesta de traza para esta catedral.

Al año siguiente es llamado para visitar dos obras con Juan de Badajoz el Viejo y Juan Gil de Hontañón: la Capilla Real de Granada y la Catedral de Sevilla. En esta última dieron su parecer por escrito e hicieron tres trazas, tras la caída del cimborrio en 1511. En 1515 volvería a visitar la obra de la Catedral de Sevilla junto con Enrique Egas, con quien dio unas trazas para la Capilla Real.

Sin embargo, su actividad sigue centrada en Salamanca. En 1516 concertó la capilla mayor del desaparecido convento de San Agustín, al tiempo que se llevaba a cabo la obra del claustro, en la que seguramente también estaba implicado. Este mismo año levantaba la tribuna o coro de la iglesia de San Martín, también en Salamanca, interesante por la temprana aparición de grutescos en sus antepechos. Su bóveda de rampante llano con combados en forma de cuadrifolia y círculo alrededor de la clave central muestra ya un modelo que repetirá en futuras obras.

En 1517 aparece su nombre vinculado por primera vez a la obra de la Catedral de Plasencia (Cáceres), que se habría iniciado en 1498; sin embargo, es posible que ya estuviera en ella desde 1513 en que se retoman las obras. A ella estaría ligado el resto de sus días, visitándola anualmente; por tanto, no sólo es la obra que más tiempo ocupó al maestro, sino también donde mejor pudo plasmar sus ideas y preferencias en materia artística, convirtiéndola a partir de 1522 en una iglesia salón, con naves a igual altura, aunque nunca llegaría a ser concluida. Igualmente, la portada Norte o de las Cadenas presenta un tipo característico suyo: entre contrafuertes y con calle central resuelta con superposición de arcos. Utiliza un lenguaje decorativo innovador (bóvedas de cañón casetonadas, columnas, entablamentos, medallones, pilastras y frisos agrutescados).

En 1518 concertó la continuación de la iglesia y el claustro del desaparecido monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Victoria en Salamanca, que había iniciado Juan de Orozco a finales de 1511. En esta obra estuvo ocupado hasta 1529, asumiendo sucesivamente los destajos de las dependencias en torno al claustro: librería, refectorio, enfermería, escalera, capítulo y puerta de la sacristía. Como hará posteriormente en otros claustros jerónimos, utiliza el ritmo binario, es decir, a cada arco del cuerpo inferior le corresponden dos en el superior.

Quizá en 1518 estuviera ocupado en trazar el Colegio que el arzobispo Fonseca quería fundar en Salamanca, pues los frailes franciscanos ya le habían donado el solar, si bien, en la fragmentaria documentación relativa al Colegio que se conserva, su nombre no aparece hasta 1531. La tipología colegial, no obstante, hace pensar en su intervención, pues la repetirá en los Colegios de Cuenca en Salamanca y Fonseca de Santiago. Salvo en este último caso, estamos ante edificios planteados con una perfecta regularidad prismática, centrados en torno a un patio cuadrado central, organizado por arcadas en dos pisos. El ala principal o de la fachada presentaría en los tres casos un zaguán central, a la derecha la capilla (que ocuparía las dos alturas) con su sacristía y a la izquierda el aula general y, sobre ella, la biblioteca. Con total seguridad, en 1533 estaba trabajando a destajo en la portada y el patio, que trazaron en 1529 Diego de Siloe -entonces maestro de la catedral de Granada- y el rector del colegio, el humanista Fernán Pérez de Oliva.

En 1520 aparece su nombre en la documentación de los monasterios jerónimos de Guadalupe (Cáceres) y Lupiana (Guadalajara). En el primero hizo tres visitas al claustro de la enfermería (1520, 1530, 1532) y al segundo acudió para determinar la ubicación de la iglesia y el material necesario.

El mismo año de 1520 contrata a destajo tres capillas hornacinas del lado de la Epístola de la Catedral de Salamanca, que construye paralelamente a las cuatro de Juan Gil de Hontañón, maestro mayor de la catedral, y que no concluye hasta 1523. En este polémico destajo se enfrentan dos fuertes personalidades que muestran diferentes tendencias en lo constructivo y en lo decorativo, cuyo choque obligará al cabildo a llamar a numerosos maestros visitadores que informaran sobre la obra (maestre Martín, Juan de Badajoz, Francisco de Colonia, fray Eugenio, Enrique Egas, Juan de Rasines, Vasco de la Zarza), lo que supuso gastos y retrasos, pero que dio lugar a un conjunto de importantes informes técnicos que nos ayudan a entender la arquitectura de la época. Álava, por su parte, introduce sus propios diseños de bóvedas y grutescos en las ventanas.

Grutescos y otros elementos decorativos novedosos aparecerían también en su propia casa, la Casa de las Muertes (de la década de los años 20 del siglo XVI), tales como las columnas flanqueando las ventanas y los medallones, que juegan además un papel importante en el diseño de la fachada, presidida por la simetría y caracterizada por la apertura hacia el exterior con la multiplicación del número de vanos. La fachada presenta por dos veces el escudo nobiliario del maestro, correspondiente al apellido Anuncibay, al que pertenecía la casa de Ybarra: en el dintel de la casa, es sostenido por dos putti, uno de los cuales porta el compás, símbolo del arquitecto; en el otro caso, es ofrecido ostentosamente a don Alonso de Fonseca, Patriarca de Alejandría y arzobispo de Santiago, cuyo busto en relieve preside la portada.

En 1521 comienzan las obras del claustro de la Catedral de Santiago. De 1521 a 1527 el régimen de visitas del maestro a la obra será anual; en este tiempo construiría la panda Norte con todas las dependencias anejas (vestíbulo del claustro, antesacristía y sacristía, capilla de San Fernando, penitenciaría, librería, capilla de las reliquias y capilla de Alba) más dos tramos de la Este. Esta obra marca un punto de inflexión en su carrera, ya que opta por la uniformidad en los diseños de las bóvedas, en el camino hacia la unidad visual y espacial. Es característico el espacio diáfano -al abrirse por medio de grandes arcos sin tracerías y casi todos de medio punto- y tendente a la horizontalidad. Además, diseña dos portadas de entrada al claustro y a la sacristía que responden al tipo de arco triunfal, puesto que se abren en arco de medio punto, con medallones en las enjutas, flanqueados por pilastras agrutescadas sobre altos pedestales, que sostienen un entablamento; sobre esta entrada, un segundo cuerpo aloja esculturas en hornacinas aveneradas y se remata en frontón.

El mismo año de 1521 trabaja para el arcediano de Cornado, don Juan de Cañizares, secretario del arzobispo Fonseca, en su casa de Salamanca, posteriormente convertida en Colegio con el título de Santa Cruz (actual Conservatorio), en el que en 1527 edificaría la capilla.

En 1523 da las trazas para la capilla de los clérigos del coro de la Catedral de Santiago, pero también acude a su cita anual a Plasencia, momento en que el ayuntamiento le solicita su intervención en la polémica sobre las casas consistoriales; se discutía sobre si la fachada había de ser rasa -que era la opción de Álava- o con soportales, como quería el pueblo, a lo que finalmente tuvo que acomodarse Álava en sus diseños.

En 1524 se encontraba al servicio de don Juan de Ulloa, vecino y regidor de Toro, y del Conde de Alba de Liste, Diego Enríquez de Guzmán. Con el primero se compromete a ser maestro de todas sus obras durante diez años y a hacer la obra de la fortaleza de la Mota (actual Mota del Marqués, Valladolid), contrato que probablemente se incumpliría, por lo que el maestro se querelló. En el caso del Conde de Alba de Liste, se hizo cargo de la edificación de sus casas principales en Zamora (hoy Parador), además de ocuparse de la reedificación parcial de la fortaleza de Castrocalbón (León).

Pero la obra más importante que asume en 1524 y una de las más significativas de su carrera artística es la iglesia de San Esteban de Salamanca, fundada por fray Juan Álvarez de Toledo, entonces obispo de Córdoba, hijo del segundo duque de Alba. Juan de Álava la trazó y dirigió hasta 1533, fecha en que le sustituyó fray Martín de Santiago, un fraile dominico a quien él formó y que llegaría a ser maestro de obras de la orden. Si la planta responde a un esquema tradicional, propio de las iglesias mendicantes (nave única, capillas entre contrafuertes comunicadas entre sí, crucero que no sobresale en planta, cabecera ochavada y presbiterio elevado por gradas, coro alto a los pies y cimborrio en el crucero), la novedad viene por la amplitud de la nave (de proporción dupla entre altura y anchura), la luminosidad y la unificación del espacio gracias a unas bóvedas estrelladas de modelo único y complicada traza, en la que las claves se multiplican y los nervios combados dibujan dobles círculos y conopios en torno, que no se cierran para enlazar con los tramos adyacentes, creando una tupida red. Asimismo, la fachada es digna de mención por tratarse de una portada-retablo entre contrafuertes, cubierta por grutescos, medallones y hornacinas para esculturas y cuya calle central presenta superposición de arcos.

En 1525 debió dar las trazas del sepulcro mural de Antonio Rodríguez, en la capilla de Prima de la Catedral de Santiago, resuelto a base de paneles de grutescos, y lleva a cabo la cabecera del desaparecido monasterio de San Francisco de Toro (Zamora).

Probablemente antes de abril de 1526 asistiría al cónclave de maestros (con Juan y Rodrigo Gil de Hontañón, Francisco de Colonia y Diego de Riaño) para trazar la nueva iglesia colegial de Valladolid, que se inicia en 1527 y que finalmente dirigiría Riaño.

En 1526 hizo varias muestras para el Hospital Real de Santiago (ventanas de la sacristía, patio delantero, caracol para subir a la capilla mayor y campanario). Este mismo año actúa como tasador de las fortalezas de la mitra compostelana, por parte de Fonseca, enfrentado a su sucesor, Tavera. Aunque en fecha indeterminada, vuelve a actuar como tasador en un caso semejante, esta vez relativo al patrimonio arquitectónico de la mitra lucense, que enfrenta a los obispos Martín Tristán Calvete y su sucesor Juan Suárez de Carvajal.

En 1526 su nombre también aparece vinculado al Colegio de Cuenca en Salamanca, fundado por Diego Ramírez de Villaescusa, obispo de Cuenca, que seguramente trazó y dirigió desde 1524 hasta su muerte, acomodándose al esquema que había utilizado en el Colegio Fonseca de Salamanca.

Es posible que la Universidad también contara con él para la remodelación de las Escuelas Menores, cuyas obras se habían iniciado al menos en 1526 y se acabarían en 1533. Estas escuelas, destinadas a los estudios preuniversitarios (Artes) y cercanas a las Escuelas Mayores, reciben influencia de éstas en la fachada, también de tipo colgado o suspendida, abierta en arcos, con decoración heráldica en paneles flanqueados por pilastras de grutescos, zaguán -abovedado en parte y en parte a cielo abierto- y patio irregular con arcos de contracurvas.

En 1529 Juan de Álava y Alonso de Covarrubias visitaron juntos las obras de la Catedral y de la Universidad de Salamanca. El informe que emitieron en el caso de la primera resultó decisivo para la continuación de las obras (la altura definitiva de las naves, el diseño de los pilares, andenes, vanos, medallones y portadas laterales del hastial, con su característico esquema de superposición de arcos). El segundo de los informes se refería a la amenaza de ruina de la biblioteca universitaria; gracias a este informe podemos desmentir la atribución a Juan de Álava de la famosa fachada de la Universidad, como se había propuesto en alguna ocasión. Este mismo año se hace cargo de las obras de la iglesia de San Pedro de Pedroso (Salamanca), aunque las lleva a cabo maese Pedro.

En 1530 aparece en Extremadura, visitando la Catedral de Coria, que ya tenía problemas de cimentación; proporcionaría las trazas de la capilla de los pies con su correspondiente portada nueva, que años más tarde construiría su hijo, Pedro de Ybarra. Asimismo, este año o el siguiente asumiría la obra del puente de Almaraz (Cáceres), de la que se haría cargo hasta 1536.

En 1531, junto con Diego de Frías, dirá cómo tiene que hacer Machín de Sarasola, cantero, la casa de don Diego Maldonado, camarero del arzobispo Fonseca, en Salamanca.

Pero las obras más importantes que asume este año son la Catedral de Salamanca y el convento de San Marcos de León. En la primera es nombrado veedor de los destajos, como paso previo a la maestría, con un salario de 30.000 maravedís anuales, que se elevarían a 37.000 con la maestría. Su propuesta más interesante fue la transformación de la catedral en una iglesia salón o hallenkirche, con naves a igual altura y sistema de iluminación lateral, que pretendía conseguir la unificación del espacio, el ahorro de tiempo y dinero y la "magestad, autoridad y vista". Su intento fracasó tras los informes negativos de Diego de Riaño y Enrique Egas, y a pesar de los apoyos que recibió de Alonso de Covarrubias, volviendo al sistema tradicional de naves escalonadas.

En 1531 figura como maestro de la obra de San Marcos de León, pues recibe su salario de año y medio (a razón de 20.000 maravedíes anuales). Todavía en 1537 se le adeudaba el salario de un año, lo que hace pensar que quizá continuó dirigiendo las obras hasta el final de su vida. Se puede detectar su actuación en el coro de la iglesia y el diseño del claustro y fachada, caracterizada ésta por una concepción modular, que permitiría su prolongación ininterrumpida, compartimentando el espacio mediante pilastras entre las cuales se colocan repisas y veneras muy planas y mediante el empleo de frisos con decoración de grutescos y fajas de medallones.

En 1532 contrata la edificación del Colegio Fonseca de Santiago conforme al memorial y trazas que hizo conjuntamente con Alonso de Covarrubias, aunque no se encargaría directamente del desarrollo de la construcción, pues desde 1533 existen evidencias de una enfermedad que le restó movilidad, impidiendo que acudiera a Santiago.

Sin embargo, en 1533 asume la dirección de las obras de la Catedral de Salamanca como maestro mayor. En el claustro de esta catedral se manda hacer el enterramiento del canónigo Xerique conforme a su traza; por semejanza con este, se le atribuyen también los diseños del sepulcro de los Gaytán, en el convento de Santa Isabel de Alba de Tormes (Salamanca).

En 1533 también está documentado en un nuevo claustro del monasterio jerónimo de San Leonardo de Alba de Tormes, de doble piso, abierto en arcos con medallones en las enjutas y el característico ritmo binario, que quizá fue comenzado en 1529.

En 1535 se iniciaban las obras del desaparecido monasterio de San Jerónimo de Zamora, conforme a sus trazas y bajo su maestría, aunque él apenas debió estar presente. El claustro que comenzó a construirse era de ritmo binario y llevaba columnas que respondían a un único modelo, en la senda de la simplificación y unidad. Esta es la última obra nueva que asume.

En 1537 el cabildo de Plasencia (Cáceres) decidió reemprender las obras que había interrumpido en 1534, por lo que determina llamar a Juan de Álava. Esta fue su última salida de Salamanca, ya muy enfermo, lo cual no le impidió demostrar su fidelidad con la obra que más le ocupó y preocupó. Volvió a Salamanca, donde seguía de maestro de la Catedral y redactó las condiciones e hizo trazas para un nuevo destajo, con el que se pretendía acabar la "media iglesia", destajo que se contrató con Juan Negrete, Diego de Vergara, Miguel de Aguirre y Pedro de Ybarra. Aquel destajo acabaría en pleito, porque el nuevo maestro que sustituyó a Juan de Álava tras su muerte, Rodrigo Gil de Hontañón, mandó derribar lo hecho por el maestro vasco -bóvedas, ventanas- para sustituirlo por sus propios modelos, una muestra más del atávico enfrentamiento de estas dos familias de canteros, los Gil de Hontañón y los Ybarra.

A esta larga lista de edificios por él construidos habría que añadir algunas intervenciones en arquitectura doméstica (casas de Gonzalo Rodríguez de Salamanca, desaparecidas; casas del cabildo de Plasencia) y otras atribuciones sin documentar (el castillo de Villanueva del Cañedo, Salamanca; el palacio de Fonseca en Palacios del Arzobispo, Salamanca; iglesia de San Justo, Salamanca), además de obras públicas (la calle de Santa María en Plasencia, puente de Trujillo en Plasencia).

Como parte importante de su tarea como arquitecto, tenemos constancia de muchas visitas, tasaciones y peritaciones de obras, algunas de las cuales aún no se han nombrado: las casas de don Alonso de Acevedo en Salamanca (1522), el retablo del zaguán del Hospital Real de Santiago (1526), la puerta del tajamar del Mercado en Zamora (1532), la capilla del deán Cepeda en San Francisco de Zamora (1533), la catedral de Ávila (1535), más otras que ni siquiera llegó a realizar (la catedral de Segovia y la parroquia de Villamor de los Escuderos, en Zamora).

Asimismo, se le atribuyen los diseños de algunos sepulcros y retablos, además de los ya referidos: el sepulcro del maestrescuela Diego de Castilla, en la Catedral de Santiago, el sepulcro de Francisco de Ribas, en las Úrsulas de Salamanca, los retablos pétreos de San Esteban de Salamanca y los retablos de la capilla del Salvador y de San Bartolomé, en la Catedral de Santiago.

Moriría en Salamanca después del 21 de septiembre de 1537, fecha en que otorga testamento. Se manda enterrar en la iglesia de Santa María de los Caballeros. Deja viuda, Elena Sánchez de Sepúlveda, tres hijas legítimas (Isabel, monja en Santa Úrsula, María y Catalina de Ybarra) y tres hijos ilegítimos: Pedro, maestro de cantería, Juan, médico, y María. La documentación del pleito que enfrentaría a su viuda y a su yerno, Jorge Pérez, nos permiten descubrir las riquezas acumuladas por el maestro vasco, en tierras, casas y dineros, riquezas que provienen no sólo de sus tareas arquitectónicas y constructivas, sino de otros negocios con los que diversificó su actividad e ingresos (arrendamientos de casas y tierras, préstamos de dinero, venta de vino).