Concepto

Actitudes ante la lengua vasca en la época foral

El juego de percepciones culturales de "los otros", los diferentes, los que no piensan, no hablan o no se comportan como "nosotros" está plagado de prejuicios, de lugares comunes y configuran una panoplia de actitudes que van desde el rechazo a la extrañeza, pasando por la burla y el desprecio, siendo mucho más minoritarias las sensaciones neutras o positivas de sorpresa, admiración o entusiasmo.

Pero con demasiada frecuencia por debajo de las opiniones, las informaciones pretendidamente veraces y los análisis supuestamente críticos, se esconden los intereses, personales o colectivos, y las inclinaciones ideológicas. Por lo demás, la exaltación de la cultura propia, la pretendida superioridad de la misma sobre la de los demás, igualmente acostumbra a obedecer a la defensa más o menos explícita de valores y sobre todo de la defensa de elementos socio-económicos y/o institucionales. Por lo que hace a la lengua vasca, durante siglos, las opiniones que sobre ella vertieron la mayor parte de los viajeros, geógrafos, lingüistas o políticos foráneos se movieron entre la incomprensión y la extrañeza ante una lengua muy distinta de las de su entorno, poco cultivada literariamente, más propia de las clases subalternas y que en definitiva se identificaba con lo rural. Frente a esto, un conjunto bastante notable de intelectuales vascos promovieron una visión diametralmente opuesta. El euskara sería una lengua noble, correspondiente a un pueblo noble, de antigüedad inmemorial que remite a ser una de las lenguas de la descomposición de Babel, hablada por Noé y sus descendientes en la Iberia oriental, las montañas del Cáucaso donde había encallado el Arca y muy especialmente por Túbal que vendría a poblar la Iberia occidental con su familia, trayendo con él dos joyas civilizatorias: la lengua vasca y el monoteísmo.