Painters

Vizcarra Etayo, Francisco Javier

Pintor, posteriormente realizador de videos y cortometrajes, nace en Vitoria el 9 de diciembre de 1924.

Frecuenta el primer colectivo artístico alavés de la posguerra, aunque habitualmente no se le suele mencionar al no participar en sus exposiciones públicas: nos referimos a la Peña de Pintores del Casino Artista Vitoriano, fundada en junio de 1945.

Unos meses antes concurre a la I Exposición de Pintura de Artistas Noveles Alaveses: en octubre de 1944. Cuelga los óleos Santuario de Estíbaliz y Puente de Toledo (Madrid). A la segunda edición, remitirá cuatro obras: Peña Oncilla (Urquiola), Puente romano de Luco, Cuatro chopos (Trespuentes) y Arechavaleta (Vitoria).

Los estímulos formativos de Javier Vizcarra son similares a los que reciben los demás pintores vitorianos de la época: aprendizaje autodidacta en ambiente local y a tiempo parcial. Igualmente, la pintura de paisaje es objeto de atención preferente. Cursa estudios en la Escuela de Artes y Oficios con el profesor Mariano Basterra.

En los años cincuenta continúa compareciendo a las Exposiciones Alavesas de Pintura: en 1951 envía los óleos La Florida (Rincón) y Arriaga, y los apuntes Alrededores de Vitoria y Gobeo; en 1952 recibe un tercer premio con Hayas, al decir del jurado por su carácter recio y colorista, entroncado muy felizmente en el arte vasco. En 1953 manda un lote de cuatro piezas: un paisaje de Vitoria, otro de Sobrón (Peñas), de Lekeitio (Carraspio) y Deba (Rocas). Con el encuadre de la capital gasteiztarra obtendrá otro tercer premio. En la convocatoria de 1954 -XI Exposición Alavesa- exhibe los óleos Basuan bidia (Salinas de Léniz), El camino (San Juan de Arriaga) y Barrio de San Martín. Por el trío presentado, de nuevo otro tercer premio.

Durante varios años, permanecerá ausente de los Certámenes de Arte Alavés. Atraído por otras técnicas artísticas, concurre a la decimoctava edición (1961) con el mosaico titulado Virgen. Obtiene el primer premio -compartido con Julio Arbosa- en la sección de artes decorativas. En 1963 logra con Paisaje el primer premio, con Carmelo Ortiz de Elgea y Emilio Lope. Diremos que en aquella edición, declarado desierto el premio de honor, los dos premios extraordinarios del certamen recayeron en Ramón Alonso Verástegui y Enrique Pichot.

Al margen de las Exposiciones Alavesas o Certámenes organizados por la Caja de Ahorros Municipal, interviene también en la colectiva "Los pintores de Vitoria", celebrada en las Galerías Altamira de Madrid, en abril de 1952; en la IV Exposición Nacional de Alicante, en 1955; en la I Exposición de Pintura Alavesa al Aire Libre con motivo de las Fiestas de la Virgen Blanca, en agosto de 1956, y en la XI Exposición Comarcal de Pintura auspiciada por el Ayuntamiento de Mondragón a finales de 1956.

La década de los sesenta será el período más sobresaliente de Javier Vizcarra. Depura su gramática estilística y ultima unas obras muy rigurosas que conectan con los fermentos vanguardistas de la pintura local. Así por ejemplo, a finales de septiembre de 1965, participa en la exposición "Pintura Actual Alavesa": iniciativa que reúne a media docena de firmas preocupadas por insuflar aires más novedosos al arte vitoriano. Remitieron sus obras, además del propio Vizcarra, Jon Abad Biota, Joaquín Fraile, Rafael Lafuente, Juan Mieg y Ángel Moraza. Con Carmelo Ortiz de Elgea, ausente en aquella ocasión, aparece casi al completo la nómina de los artistas alaveses más comprometidos con la modernidad.

Desde junio de 1963 hasta finales de 1964 realizó colaboraciones como crítico de arte en las páginas locales de La Voz de España, de San Sebastián. Por entonces, definida y asentada su pintura en los ambientes más exigentes, comparece Vizcarra a las primeras Anuales Plásticas del Ayuntamiento de Vitoria. En la I Anual Plástica (1964), que tuvo carácter indiscriminado al acoger a todos los pintores vitorianos (27 firmas, en total), envió los cuadros Ondárroa, Vitoria, Pueblo y Pueblo.

Remitirá a la II Anual Plástica un par de obras "neofigurativas", con resabios mixtos, influencias cubistas y abstractizantes. Logrará un accésit. Al respecto, escribió el crítico Javier Serrano:

"No creemos que pueda estar satisfecho en absoluto Javier Vizcarra con el accésit concedido, dada la extraordinaria calidad de su obra, superior a nuestro juicio a todas las premiadas. Vizcarra es la pletórica plenitud del colorista, dentro del rigor, equilibrado y musical, de sus composiciones. A ello ha añadido un tenue juego de la materia y un delicado trabajo de superficies, inédito en parte hasta ahora en su obra. Sus deliciosas transparencias de azules y violetas atraen de manera especial nuestra sensibilidad".

El Correo Español, 13-VIII-1965.

Dejará de participar ya en las Anuales de Vitoria. Por el contrario, colaborará en otros certámenes foráneos: en los Salones Nacionales de Estío, de Baracaldo (1965, 1966 y 1967), y, por los mismos años, en el Gran Premio de Pintura Vasca, de San Sebastián. En 1968 concurrirá en Madrid a la Exposición de Pintores Alaveses, y en una muestra divulgadora del arte provincial en Oion y Labastida.

Del 11 al 20 de octubre de 1969 celebra el pintor Vizcarra su única exposición individual en los Salones de Cultura de la Caja de Ahorros Municipal, en la calle Olaguíbel. De alguna manera, puede tildarse esta muestra de retrospectiva; se trata de una selección de quince obras que viene a representar lo más selecto de su trayectoria. También posee una significación testimonial al cerrarse con ella un ciclo personal después de un cuarto de siglo con los pinceles.

Dividió la exposición en cinco apartados: "El mar" (realidad subjetiva); "Biografía del paisaje" (progresión expresiva); "El bodegón" (o el concepto académico como idea); "El hombre a solas" (frustración, angustia, grito) e "Impacto" (símbolo de la fuerza renovadora y purificadora).

La búsqueda progresiva de un método, y de unos determinados fundamentos artísticos, ayudan al pintor a configurar totalmente su estética, que oscila hacia un tipo de "figuración desfigurada". Se trata de una obra justamente valorada por la crítica y los propios compañeros, pero muy poco o escasamente conocida por el público. Vizcarra ha trabajado silenciosamente, componiendo unos lienzos muy meditados y lentos de elaboración. Lo que explica que su producción no haya sido abundante.

Concluida su etapa pictórica, y los experimentos con la cerámica y el esmalte, desde los años setenta orienta sus inquietudes artísticas hacia otros derroteros como la fotografía, el video y el cortometraje. Perteneció a la Sección de Cine del Consejo de Cultura de la Diputación Foral de Álava hasta la desaparición de la sección y del Consejo de Cultura a mediados de los años ochenta.

A pesar del tiempo transcurrido, todavía hoy, las exposiciones revisionistas sobre arte contemporáneo alavés contemplan, en su selección, la presencia de óleos firmados por Javier Vizcarra.