Mathematicians

Villarreal Gamboa, Juan Bautista de

Matemático y humanista. Arrasate-Mondragón, mitad s. XVII - Lekeitio, 31-05-1729.

Suele ser una constante en los individuos de nuestra sociedad el que perciban la historia vernácula como una sucesión de hechos e hitos inconexos.

Juan Bautista Villarreal (hermano del que fuera uno de los 'científico-ingenieros' más brillantes del País Vasco, Pedro Bernardo), matemático y pensador del barroco, pertenece a una saga de precursores que, en contra de la percepción pública, se anticiparon y forjaron el espíritu ilustrado de la Real Sociedad Bascongada.

No está de más recordar que a finales del siglo XVII un grupo de científicos -conocidos con el despectivo nombre de novatores- denunciaron el atraso científico español y trataron de introducir las nuevas corrientes de la "revolución científica". Los hermanos Villarreal, junto a otros nobles vascos, pertenecían a ese movimiento novator. Si se introdujeron teorías e ideas modernas fue debido a que esos nobles organizaron tertulias en las que se discutía sobre matemáticas y ciencias, y es interesante saber que a Lekeitio -y, también a otros círculos, como Bilbao o Mutriku- llegaban matices de pensamiento moderno.

Apenas se tienen noticias de la vida de Juan Bautista. Expresado sucintamente, se sabe que residió largo tiempo en Flandes e Italia, sirviendo de camarero mayor del virrey de Nápoles, el duque de Medinaceli. Mantuvo, entretanto, buenas relaciones con autoridades eclesiásticas y civiles, lazos que, suponemos, ayudaron a que fuese admitido, como individuo, en la prestigiosa Academia de los Arcades de Roma. Fue también caballero de Santiago (desde 1682).

De su época italiana, un paisano suyo escribió: goza 'de muchísima suposición en la Corte [del Virrey] tanto por sus prendas como grandes virtudes que le asisten y entre ellas la grande inteligencia de matemáticas, hallándose muy práctico de diversas lenguas como son la francesa, tudesca, griega, latina y nuestra vizcaína' (Valle de Lersundi, 1988: 43).

La historia de las tertulias literario-científicas preilustradas, que encuentra en el círculo de Lekeitio su expresión más conocida, está asociada, aunque indirectamente, a esa etapa italiana. En la Corte, en efecto, entabló relaciones sociales, pero también pudo profundizar en la ciencia moderna: participó en las tertulias científicas organizadas por el virrey, que le permitieron asimilar las ideas más novedosas.

No es sorprendente, en consecuencia, que a su llegada a Lekeitio, él organizase -o, al menos, tomase parte en- tertulias científicas, al estilo de las que conoció en Nápoles, Roma o Madrid. Entre 1716 y 1729, muchos caballeros, como José Ibáñez de la Rentería (1699-1760) -autor de la Explicación del círculo astronómico...- y Juan de Leaburu, animaron esas eruditas tertulias, proponiendo problemas matemáticos y náuticos, o comentando calendarios y gacetas extranjeras.

Lo que subyacía tras esas tertulias era la convicción de que la vida humana podía mejorarse con la ciencia y que los problemas de la construcción, navegación, etc., se resolvían mejor aplicando los conocimientos matemáticos y geométricos. Ahora bien, semejante idea es idéntica a la que unos decenios más tarde defenderían los ilustrados, esto es, la de que antes de nada es preciso saber aquello que se necesita, la de que, en suma, lo básico, lo esencial, radica en lo útil. Juan Bautista expresó de manera magnífica tal orientación utilitarista o pragmatista cuando escribió:

"[Nuestros caballeros] saben todo lo que se necesita en este ángulo del mundo, que se reduce a edificar una casa con todas las comodidades que requiere este clima; a fabricar un bajel con las proporciones que se observan en los Astilleros Reales de Francia, y a gobernarle por todos los mares navegables;...saben fabricar herrerías, molinos, nivelar territorios para conducir las aguas a diferentes parajes." (Larrañaga, 1974: 314).

Una cuestión muy interesante, relacionada con el tema del enfoque pragmático, es si la experiencia italiana y mundana que vivió Juan Bautista ejerció alguna influencia en la orientación que tomaron las tertulias. Que así fue realmente es algo difícil de negar cuando se lee, por ejemplo, la relación de instrumentos de observación o inventario que se conserva en el archivo de los Manso de Zúñiga, de Lekeitio, y que, de hecho, denota el influjo de la escuela italiana (un buen número de telescopios y microscopios, por ejemplo, fueron comprados al célebre instrumentista romano Giuseppe Campani). Entre sus utensilios se encuentran: planisferios, relojes de sol, anillos astronómicos, cajas ópticas, lentes de refracción, microscopios, higrómetro, niveles, pantómetras y lentes astronómicas.

O cuando se examinan los manuscritos, redactados muchos en italiano y latín, sobre una amplia variedad de cuestiones (matemáticas, geométricas, náuticas, naturales) que, a buen seguro, tuvieron eco en las tertulias (uno de ellos, con fecha del 21 de mayo de 1701, aboga por una visión geométrico-mecanicista del mundo, de claro origen cartesiano). Es importante advertir que la biblioteca del Palacio de Uriarte no sólo albergaba manuscritos de su etapa napolitana; de hecho, los libros de carácter técnico-científico fueron el tesoro más preciado por los contertulios, especialmente las obras italianas, aunque también las españolas y las francesas.

Parece, por tanto, razonable suponer que existió tal influencia, pero no pretendemos extendernos más en esta cuestión, sino, simplemente, señalar que, al margen de otros posibles círculos eruditos, dos de los más destacados prohombres de la pre-ilustración, los hermanos Villarreal, promovieron, al igual que otros nobles, un notable intercambio cultural entre la Europa barroca y un rincón del País Vasco.